LA PUERTA ABIERTA (1957) – FERNÁNDEZ ARDAVIN – La época dorada del género negro español
Entre 1950 y 1965, el cine negro español tuvo un auge
extraordinario hasta el punto de que puede hablarse de su “época dorada”. Casi
todos los directores de cierta fama de la época, lo tocaron en aquellos y con
resultados óptimos. Para Fernández Ardavín, fue su tercera película y, como la
anterior -¿Crimen imposible?- se atuvo a este género. El resultado fue
notable, especialmente porque vemos jovencísimos a algunos actores que luego
darían que hablar.
FICHA
TITULO: La puerta abierta
AÑO: 1957
DURACIÓN: 103 minutos
DIRECTOR: César Fernández Ardavín
GÉNERO: Negro
ARGUMENTO: Un embajador y su familia
que han regresado de Argentina, son vecinos de un bailarín de danza española
que conocieron allí. El bailarín, personaje de mal carácter, canalla y
donjuanesco, aparece asesinado. La policía intenta investigar el caso, pero las
sospechas llevan al piso del embajador.
ACTORES: Amedeo Nazzari, Märta
Torén, Rafael de Córdoba, Nadia Marlowa, Carlos Casaravilla, Carlos Larrañaga,
Aurora del Alba, Teresa del Río
CLIPS
CLIP 1 – UNA VIDA FELIZ
CLIP 2 – UNA COREOGRAFÍA ESPECTACULAR
CLIP 3 – ¿QUÉ DIABLOS HACE MAMÁ EN EL PALCO?
CLIP 4 – “MI PUERTA SIEMPRE ESTARÁ ABIERTA”
CLIP 5 – EL SUEÑO-PESARILLA DE LA HIJA
CLIP 6 – MALA NOTICIAS EN ROMA…
CLIP 7 – LA POLICÍA ENTRA EN JUEGO
CLIP 8 – EL EMBAJADOR QUIERE INVESTIGAR POR SU CUENTA
CLIP 9 – APRENDIENDO A BESAR
CLIP 10 – EJERCIENDO LO APRENDIDO
CLIP 11 – EN EL LUGAR DEL CRIMEN
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
En YouTube: LA
PUERTA ABIERTA
Lo menos que puede
decirse sobre LA PUERTA ABIERTA
En 1954, César Fernández Ardavín había filmado ¿Crimen imposible?,
una buena película de género negro que constituyó su segunda película, registrando
un éxito mayor a la de su opera prima, La llamada de África (1952),
ambientada en el Protectorado de Marruecos y durante la Segunda Guerra Mundial.
La película recibió un premio del Círculo de Escritores Cinematográficos, por su
dirección. A partir de estas dos cintas, se inicio una carrera que se
prolongaría en el cuarto de siglo siguiente, hasta 1979, cuando Fernández
Ardavín filmó Los fantasmas del taller, un documental. Prácticamente, los años
50 fueron los más brillantes en su historial, para luego decaer con proyectos
alimentarios y cine de encargo que aportó poco lustre a su historial.
El éxito de Crimen imposible le convenció de que el “género
negro” podía explorarse con garantías de éxito. Y a ello se dedicó en La puerta
abierta. La película se planteó como una co-producción hispano-italiana que
tuvo al acto Amedeo Nazzari como protagonista y a la actriz sueca Märta Toren
como, “el embajador y su esposa”, respectivamente. La actriz que asume el papel
de hija del matrimonio, “Marietta”, Nadia Marlowa, es también de origen
extranjero, rusa afincada en Italia desde 1948 y cuya carrera fue
particularmente corta y pronto se retiró de la escena. El bailaor Rafael de
Córdova, el “asesinado” en la película, también nació en el extranjero,
bonaerente. Incluso el policía que investigará el caso, Carlos Casaravilla, es
de origen uruguayo, si bien la mayor parte de su brillante carrera profesional
se ejerció en nuestra tierra. El primer actor español que aparece en el reparto
es Carlos Larrañaga, que ese mismo año cumpliría los 20, si bien parece algo más
joven. A pesar de esta superabundancia de actores extranjeros, sin duda
impuestos por la parte italiana (Mercufilm) a la española (Hesperia Films), la
película está matriculada como “española”. De hecho, lo esencial de la trama
transcurre en Madrid.
Una familia feliz, él diplomático, vive con su hija en Madrid. Han
regresado de Argentina en donde él había sido enviado a la embajada de Buenos
Aires. Ahora está destinado a asuntos relacionados con una organización
internacional (no olvidemos que, cuando se filma, la película, ha terminado el
bloqueo internacional sobre el régimen franquista, se han firmado los acuerdos
con los EEUU y España ha ingresado en todos los organismos internacionales
creados a partir de 1945 por los vencedores del conflicto). Su vida sería feliz
de no ser porque, en el mismo edificio, una lujosa y céntrica mansión, vive alguien
que recordaban de Argentina: un bailador de danza española.
Se trata de un excelente artista, pero una persona odiosa y poco
recomendable: donjuanesco, canalla, que se aprovecha de jóvenes alumnas para
sugerirles que pasen a verlo por la noche a su casa, en donde “la puerta está
siempre abierta” para ellas (de ahí el titulo de la película). La hija del
embajador, con todos los problemas de su edad, se siente atraída por el bailarín,
a pesar de ser cortejada por su novio. Sabe -o intuye- que su madre había
mantenido relaciones con él en Argentina. Sea como fuere, el bailarín aparece
muerto de un tiro en el pecho. Pronto, las sospechas recaerán sobre el piso del
embajador del que alguien ha visto salir una figura femenina que ascendió hasta
la vivienda del bailarín. Lo que ocurre después, es propio de una cinta de
género negro y, por tanto, nos hemos impuesto el deber de no revelar quién es
el asesino.
La película se convierte, a partir del final del primer tercio del
metraje en una juego del gato y del ratón: obviamente, los culpables solamente
pueden ser dos -¿o quizás haya alguna sorpresa?- pero la cuestión es que nos
hemos familiarizado y simpatizado, tanto con la hija como con la esposa del
embajador… Así que el espectador, durante los dos tercios finales de la cinta,
cruza los dedos para que no sea ni una ni otra.
Todo esto hace que la tensión, la intriga, el misterio, vayan
aumentando a medida que avanza la trama. Paralelamente, a medida que conocemos
más detalles de la vida del bailarín, aumentaremos la repugnancia que nos
causa, a pesar de su depurado estilo y de sus coreografías.
El éxito acompañó a la película y confirmó que el cine español
estaba en buena disposición para igualar, sino superar, a los productos del
mismo género negro que empezaban a llegar en riada del otro lado del océano. Sin
embargo, la película siguiente de Fernández Ardavín, que comentaremos en breve,
fue de carácter anticomunista (muy del gusto de la época) y en la que también
repitió Carlos Larrañaga. No volvería a filmar “cine negro”.
El guion era una adaptación de la novela de Lajos Zilahy, muy de
moda en los años 40 y 50, titulada “Tüzmadár” que adaptó el propio Ardavín,
junto a dos guionistas italianos. La película consiguió el segundo puesto en la
categoría de “mejor película” en los galardones del Sindicato Nacional del
Espectáculo de aquel año.
Una película que todavía puede verse y disfrutarse. Por ella no
han pasado los años. Y, por lo demás, la coreografías de Rafael de Córdova, son
muy buenas y demuestran algo que hoy parece olvidado: la calidad de la danza
española.
Otros enlaces:
Colección
de carteles de cine de Fernández Ardavín
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