MANICOMIO (1954) – Fernando Fernán Gómez – Fracaso ayer, película de culto hoy
En 1953, Fernando Fernán Gómez ya había actuado en una veintena de
películas después de la guerra y se sentía con experiencia suficiente como para
ponerse al otro lado de la cámara, asumiendo la dirección de una película. Lo
hará rodeado por un grupo de jóvenes actores que darán mucho que hablar en los
años siguientes. La película resultó un fracaso comercial, pero en la
actualidad, es considerada como “película de culto”. Su propio director reconoció
que el fracaso se debía a que era “demasiado literaria” y el espectador buscaba
ocio. Y, sin embargo, es una buena película en donde la “normalidad” es “locura”
y la “locura”, “normalidad”.
FICHA
TITULO: Manicomio
AÑO: 1954
DURACIÓN: 80 minutos
DIRECTOR: Fernando Fernán Gómez
GÉNERO: Comedia
ARGUMENTO: La novia del protagonista
es psiquiatra en un sanatorio situado en un lugar alejado. Le anima a que vaya
a visitarla a su centro de trabajo y, nada más llegar allí, es confundido con
un nuevo ingreso. Aclarado el equívoco, conocerá a enfermeros, pacientes y
psiquiatras que le contarán historias diversas y descacharrantes sobre locos
ingresados allí.
ACTORES: Susana Canales, Julio Peña,
Fernando Fernán Gómez, María Asquerino, José María Lado, Antonio Vico, Elvira
Quintilla, María Rivas, Vicente Parra
CLIPS
CLIP 1 – ATRAVESANDO MADRID HASTA GUADALIX EN BUSCA DE LA NOVIA (Y NO DE LA PRIMA MARILUZ)
CLIP 2 – EL PRIMER CHOQUE CON EL PERSONAL DEL HOSPITAL…
CLIP 3 – UN ESCENARIO ENTRE EXPRESIONISTA Y SURREALISTA
CLIP 4 – “YO NI ESTOY LOCA NI LO HE ESTADO NUNCA…”
CLIP 5 – “¿MANICOMIO? NO LO LLAME USTED ASÍ…”
CLIP 6 – LA CENA DE LOS LOCOS (UNA ESCENA QUE HITCHKOCK NO HUBIERA HECHO MEJOR)
CLIP 7 – VICENTE PARRA EN SU PRIMER AÑO ANTE LAS CAMARAS, CON UNA TAMBIÉN JUVENIL MARIA ASQUERINO
CLIP 8 – EL TIMO DEL DESMAYO SEGUIDO DEL “ME HAN ROBADO LA CARTERA”…
CLIP 9 – CAMILO JOSE CELA Y ALFREDO MARQUERÍE, UN CAMEO INESPERADO EN LA CENA DE LOS LOCOS.
CLIP 10 – “DESDE HACE UN TIEMPO LAS COSAS HAN CAMBIADO MUCHO…”
CLIP 11 – CARLOS CON LA NUEVA NOVIA Y SU FAMILIA, IGUALMENTE LOCOS…
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
En youTube: MANICOMIO
En eMule: MANICOMIO
Lo menos que puede
decirse sobre MANICOMIO
El cine expresionista, con la saga del “Doctor Mabuse”, situó los
manicomios en el mundo del séptimo arte. La primera película era terrorífica: en
1921, el Berliner Illustrierte Zeitung, un diario berlinés, publicaba
una novela por entregas: “Doctor Mabuse, el jugador”, escrito por un francés,
nacionalizado alemán, Norbert Jacques. Se trataba de un relato sombrío que
cuadraba perfectamente con el clima que se respiraba en Alemania en aquellos
años: nadie entendía cómo se había podido perder la guerra, ni mucho menos cómo
era posible que, sin haber sido responsable de la misma, Alemania debiera pagar
las consecuencias y las indemnizaciones. Tampoco se entendía cómo habían estallado
revueltas bolcheviques, ni por qué los freikorps seguían luchando en las “marcas
del Este” y en el Báltikum. Los propietarios de la cadena de la que formaba
parte el diario, los hermanos Ullstein, se pusieron en contacto con la UFA para
tratar de rentabilizar aquel relato. Fritz Lang y su esposa, a punto de afiliarse
al NSDAP hitleriano (lo haría poco después), Thea von Harbou, se sumaron al proyecto.
Así nació la película El Doctor Mabuse. Fue un éxito. En 1932 se filmó
la segunda parte, El testamento del Doctor Mabuse. En esta
segunda parte, el gran criminal que domina poderes paranormales, es encarrado
en un psiquiátrico, pero, logra hacerse con el control de la institución y
proseguir desde allí sus actividades delictivas. Algo más de dos décadas
después, Fernando Fernán Gómez, con la misma estética expresionista, recuperará
la temática del manicomio dirigido por un loco para su primera película como
director.
El recuerdo de la saga del “Doctor Mabuse” seguía todavía viva y
activa (en los años 60, tras su retorno a Alemania, Fritz Lang robó una última
parte, Los crímenes del Doctor Mabuse), pero Fernán Gómez era consciente
de que lo que menos quería ver el español de a pie que, en 1953, apenas había
salido de la cartilla de racionamiento y de las restricciones eléctricas, era
un dramón (otro dramón, en realidad), dio un sesgo a su proyecto, entre cómico y
literario.
Fernán Gómez (ayudado en la guionización por Francisco Tomás
Comes), reunión cuatro relatos de autores distintos: dos de ellos eran de
autores suficientemente conocidos en España, Edgar Allan Poe y Ramon Gómez de
la Serna. De éste último tomó su cuento La mona de imitación y del norteamericano
El sistema del Doctor Tarr y el Profesor Fether, gracias al cual sabemos
que Poe, no solamente escribió relatos de terror, sino que cultivó también el
humor. Es precisamente Poe el que sitúa la trama de su novela en un psiquiátrico
en el que se practica una nueva técnica (“el sistema de alivio”). Este es el
relato que constituyó el eje central de la trama de Manicomio.
Añadió dos relatos de autores rusos hoy olvidados, Aleksandr Kuprin (Una
equivocación) y Leonid Andreiev (El médico loco). Este último había
sido traducido por Cansinos Assens, es la historia de un médico que se finge
loco para poder cometer un asesinato y quedar en la impunidad
Este fue el error de Fernán Gómez: demasiada literatura para un espectador
que buscaba ligereza en los relatos, ingenuidad si se traba de una comedia, y
humor llano. El propio director lo reconoció años después que “El público estaba
de espaldas a un cine intelectualizado y tampoco la crítica se mostraba
habitualmente a favor de un estilo que conceptuaba de poco cinematográfico,
defecto que solía atribuir al cine francés”. Además, se unía el problema de que
el director novel leía mucho, de manera casi obsesiva y si le atraía el cine,
la literatura le seducía otro tanto. El resultado no gustó a la crítica y
solamente uno entre los críticos de la época, Eduardo Haro Tecglen, muy
apreciado en la época como “periodista del régimen” (algo que el futuro
colaborador de El País y “altermundista” de manual, justificaría con el de
pane lucrando -para ganarse el pan- demostrando su solvencia moral. No
resistimos citar su artículo “Dies Irae” en el que muestra que, al menos, quería
ganar “mucho pan”: “Se nos murió un Capitán, pero el Dios Misericordioso nos
dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia
del Caudillo Franco. El mensaje recto de destino y enderezador de historia que
José Antonio traía es fecundo y genial en el cerebro y en la mano del Generalísimo”.
Amén, añadimos nosotros) salió en su defensa, pero no había nada que hacer. La
película, simplemente, no dio el rendimiento económico que se hubiera podido
esperar y, pronto, tras su estreno el 25 de enero de 1954, se olvidó. La
filmoteca la restauró y, a partir de ese momento, empezó a remontar hasta
alcanzar el honor de figurar como una de las “películas de culto” del cine
español. Solamente existía una copia en condiciones, de 16 mm, y la restauración de la banda sonora muestra
deficiencias insalvables.
“Carlos” (Fernando Fernán Gómez) es un joven cuya novia se ha
incorporado al cuadro médico de un hospital psiquiátrico situado lejos de Madrid,
en Guadalix de la Sierra. Frecuentemente hablan por teléfono, pero las
comunicaciones de entonces no tienen la inmediatez de las actuales y ambos
juzgan que sería bueno que él se desplazara al manicomio para pasar unos días
juntos. A partir de su llegada se producen los equívocos y las confusiones.
Pronto, empieza a sospechar que hay algo que no funciona en aquel centro. Todos
los que conoce le conducen por pasillos y salas en los que se encuentra gente
extraña. Resulta difícil distinguir entre los locos y quienes son personal del
centro. A todo esto, su novia no termina de aparecer. Sin posibilidades de
distinguir a locos de cuerdos, va oyendo historias y conociendo personajes con
dos vertientes, la parte siniestra del alienado cuyo cerebro funciona a otras
revoluciones que el del cuerpo y lo grotesco de algunas locuras (el repetir la
frase que se acaba de oir). Finalmente, puede ver a su novia y compartir mesa
con el director del centro y algunos de los enfermos. Solo entonces se da
cuenta de que el hospital está gestionado por locos y que los cuerdos están
encerrados.
La película se ha querido interpretar como una “metáfora” del
régimen franquista: los locos estarían en el poder y los cuerdos encerrados. No
es así, por supuesto. Se trata de una lectura a posteriori. En aquella época,
el director solamente estaba atraído por la literatura y el cine, la política,
como a la mayoría de españoles de la época, no figuraba entre sus prioridades.
Y, en el fondo, si esta interpretación fuera cierta ¿qué sentido tendría la frase
que preside la película, firmada por Shakespeare: “Señor, danos una brizna de
locura que nos libre de la necedad”. Si es cierto que la película puede
interpretarse como una “crítica social”, pero no “política”. En esta, como en
otras decenas de cintas, la crítica progresista, se ha basado, primero en
aludir a “la censura”, sin explicar de donde ha extraído los datos y, en
segundo lugar, realizar una interpretación a posteriori sobre las intenciones
del director que, a estas alturas, está claro que solamente eran literarias.
Curiosidad: en una de las escenas aparece un jovencísimo Camilo
José Cela, durante la cena, como uno más de los locos. Puede verse también, en la misma escena, la presencia del crítico teatral y autor falangista, Alfredo Marqueríe.
Vale la pena tener en cuenta que en los años 50, Fernán Gómez no
mostrará ninguna tendencia política. Otra curiosidad: cuando murió Franco,
Fernán Gómez no se afilio ni a Comisiones Obreras, ni a la UGT, ni siquiera
alardeó de militancias pasadas en los diez irae, sino que se afilió al
Sindicato de Espectáculos de Barcelona, participando en las Jornadas Libertarias
de Barcelona en junio de 1977, junto a su compañera Emma Cohen. Su féretro fue
cubierto con la bandera de la CNT en 2007. Cuando la CNT era ya solamente un
residuo, prácticamente virtual.
En la película veremos escenarios expresionistas, una vez más,
demostrando el impacto que tuvo aquella primera escuela cinematográfica,
extinguida veinte años antes de que se rodara esta película.
Por cierto, aparece un jovencísimo Vicente Parra y una no menos
joven y atractiva Elvira Quintillá, actores que darán mucho juego en los veinte
años siguientes.
¿Es una buena película? Vista en 2022, resulta curiosa, hasta
cierto punto entrañable, pero también inquietante. Y da que pensar. Porque, a
fin de cuentas, alguien podría decir que el hecho de que los locos estén al
poder y los cuerdos encerrados, es lo más parecido a una metáfora de nuestro
tiempo… No era esa, desde luego, la intención de Fernán Gómez, pero seguramente
es a lo que más se parece (y la interpretación que, seguramente habría suscrito
a fecha de hoy) y de la manera en que esta película conserva su palpitante
actualidad. ¿O es que no veis el gag del “mono de imitación” corresponde a nuestra
clase política que utiliza una jerga que repite temas y consignas globalistas: “empoderamiento”,
“sostenibilidad”, “mestizaje”, “resiliencia”, “diversidad”, “cambio climático”,
“inclusión”, “gobernanza”, “perspectiva de género” y demás, frases repetidas hasta
la saciedad por la Agenda 2030 y reproducidas en cada cacareo de la clase
política?
Se entiende, pues, porqué es una película de culto.
Otros enlaces:
Literatura,
disparate y humor en Manicomio de Fernando Fernán-Gómez – Mª Teresa García
Abad.
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