MARIONA REBULL (1947) – Sáenz de Heredia – El primo hermano de José Antonio también bailaba la sardana

Ignacio Agustí Peypoch, catalán por los cuatro costados y conservador. Periodista y escritor, redacto las cinco novelas que certifican los cambios que experimentó Cataluña desde finales del XIX hasta la guerra civil, en su saga, La ceniza del árbol. Las dos primeras partes, Mariona Rebull y El viudo Rius, son las que elige José Luis Sáenz de Heredia en 1947 para fusionarlas y componer este fresco de la burguesía industrial catalana. Y, certifico, por las conversaciones familiares que dio en el clavo: lo que fue la burguesía industrial, es lo que cuenta Agustí y lo que lleva a la pantalla Sáenz de Heredia.

 

FICHA

TITULO: Mariona Rebull

AÑO: 1947

DURACIÓN: 110 minutos

DIRECTOR: José Luis Sáenz de Heredia

GÉNERO: Drama

ARGUMENTO: Los Rius son fabricantes de tejidos que han iniciado actividades en la segunda mitad del XIX. La fábrica es como una familia en la que el propietario se preocupa de todos sus empleados. Sabe que su hijo asumirá la dirección de la fábrica ayudado por fieles colaboradores. Se casará con la hija de otra familia acomodada, Mariona Rebull, antigua novia de un amigo suyo, Ernesto Villar. Las tragedias familiares y empresariales le acompañarán.

ACTORES: José María Seoane, Blanca de Silos, Sara Montiel, Tomás Blanco, Alberto Romea, Carlos Muñoz, Mario Berriatúa, José María Lado, Rosita Yarza, Rafael Bardem

 

CLIPS

CLIP 1 – CREDITOS AL SON DE LA SARDANA


CLIP 2 – LA CATALUÑA INDUSTRIOSA, CAMINO DEL TRABAJO


 

CLIP 3 – ERNESTO ES NOMBRE DE CALAVERA. EL RIVAL


CLIP 4 – ARTURO, EL HIJO DEL SEÑOR LLOBET, ENDONSADO AL SEÑOR PAMIAS. INICIO DE OTRO FRENTE DRAMÁTICO


CLIP 5 – RIUS SE ENFRENTA A ERNESTO


CLIP 6 –ARTURO LLOBET HA DESFALCADO, PERO EL PATERNALISMO DE RIUS SE IMPONE


CLIP 7 – DEL QUINTO PISO A LA PLATEA, PERLAS POR LA ESCALERA


CLIP 8 – EN LA SEMANA TRÁGICA


CLIP 9 – DESIDERIO LLEGA AL PUERTO DE BARCELONA


CLIP 10 – EL PRIMER CUPLÉ DE SARA MONTIEL


CLIP 11 – PADRE E HIJO, COMO EN OTRO TIEMPO, CON EL ABUELO, A PIE A LA FABRICA


 

Carteles y programas

 



 

 

Cómo localizar la película

A través de eMule: MARIONA REBULL (1ª PARTE) , MARIONA REBULL (2ª PARTE)

 

Lo menos que puede decirse sobre MARIONA REBULL

Además de sus ocho apellidos catalanes, Ignacio Agustí Peypoch, había sido afiliado de la Liga Regionalista y ejercido como periodista en su diario, La Veu de Catalunya, así que nadie podía arrojarle el insulto de “anti-catalán”, cuando al estallar la Guerra Civil huyó del criminal desmadre en las calles que se enseñoreó de esta bendita región desde el 18 de julio, especialmente durante los cuatro primeros meses del conflicto, en los cuales -dicho sea de paso- el inquilino del Palau de la generalitat hacía todo lo posible por mirar a otra parte. Nueve mil personas, en números redondos fueron asesinados sin juicio (y muchos de ellos por simples venganzas personales, como la que el propio president Companys se tomó contra Andreu Reverter i Llopart, algo que está fuera de toda duda histórica razonable). Agustí, que era un catalán conservador, al iniciarse las matanzas, optó por lo más razonable -escapar a Alemania a través de Lisboa- y luego, a principios de 1937, volver a España y establecerse en Salamanca, incorporándose a Falange Española. Desde Burgos dirigió la revista Destino, redactada íntegramente por falangistas catalanes. No se hizo falangista por “revolucionario”, sino, simplemente para reinstalar el sentido común en el país. Fue un conservador toda su vida. Era un “trabajador de la cultura”, aunque no sería ese el calificativo “carrillista” con que le hubiera gustado ser recordado, y como tal, presidió en Ateneo de Barcelona de 1962 a 1971. Escribía con la misma agilidad en catalán como en castellano. Conocía su tierra natal y a ella le dedicó su obra capital, la saga La ceniza del árbol publicada entre 1943 y 1972.

Se trata de una “pentalogía” compuesta por las novelas tituladas Mariona Rebull (1943), El viudo Rius (1944), Desiderio (1957), Diecinueve de junio (1965) y Guerra civil (1972). La primera es considerada como una de las 100 mejores novelas en lengua castellana en el siglo XX. Sáenz de Heredia tomó los dos primeros relatos, los comprimió, los aligeró y compuso esta película. Televisión Española realizó varias adaptaciones, la más conocida de las cuales es la protagonizada por Fernando Guillén y Maribel Martín en 1976 y 1977, titulada La Saga de los Rius y compuesta por 13 episodios y dirigida por Pedro Amalio López.

Dentro de la filmografía de Sáenz de Heredia, Mariona Rebull, se sitúa en un lugar intermedio en su carrera que, en nuestra opinión abarca hasta La verbena de la Paloma (1963), período dentro del cual se inscriben películas de todos los géneros: comedias (Historias de la radio, Faustina), adaptaciones literarias (Las aguas bajan negras, 1948; Don Juan, 1950, El indulto 1961), género negro (Los ojos dejan huellas, 1952), cine religioso (La mies es mucha, 1948), históricas (Diez fusiles esperan, 1959, ambientada en la Primer Guerra Carlista) y, el musical con el que damos por concluida esta etapa (La verbena de la Paloma). Este período de madurez, se caracteriza por películas muy cuidadas, buenos guiones, temáticas -como puede verse- muy variadas y que gozaron de amplia aceptación popular y buenas críticas. A partir de la filmación de Franco, ese hombre (1964), documental de transición en el que, en cierto sentido, vuelve a sus orígenes (Raza, 1941), se inicia una época que podríamos llamar, rutinaria, caracterizada por películas ligeras, rutinarias y, en general de un interés mucho más reducido. Mariona Rebull, abre pues, esta segunda etapa en la filmografía de Sáenz de Heredia.

El director -que, a la vez adaptó la novela de Ignacio Agustí- utilizó un artificio no presente en el relato original. Empleó a un personaje de la segunda parte -El viudo Rius- como excusa para narrar su drama. En efecto, “Lula”, una cantante de cabaret (papel interpretado por Sara Montiel que ya había colaborado con Sáenz de Heredia en Bambú, 1947), ha conocido a “Joaquín Rius (José María Seoane) en los días que éste ha pasado en Madrid y le sigue en su retorno a Barcelona. Inicialmente, cuando “Rius” se encuentra a “Lula” en el expreso de Barcelona, no reacciona bien, pero luego, repensando la situación, va a buscarla y le cuenta el porqué no quiere iniciar una relación. El flashback se prolongará durante tres cuartos de hora en el curso de los cuales la película aborda la narración de Agustí, con el título que lleva la película. “Rius” explica a “Lula” cómo era la fábrica de tejidos que heredó de su padre, el clima social de la Barcelona de 1880-90 en el que las fábricas eran pequeñas familias y el propietario cuidaba de todos como si fueran sus hijos. El cuadro es elocuente de la Barcelona de aquella época y de la mentalidad de los industriales que hicieron la ciudad. Narrará como conoce a “Mariona Rebull” (Blanca de Silos), antigua novia de “Ernesto Villar”, cínico y calavera, compañero de infancia de “Rius” y adornado con todos los vicios opuestos a las virtudes de éste. Se casan, tienen un hijo (“Desiderio”, que será el título de la tercera parte del ciclo), pero pronto surgen los problemas entre la pareja: “Mariona” no acepta los convencionalismos, la seriedad, la dedicación de su marido a la empresa y busca algo más. Recuperará la relación con “Ernesto”, dando lugar a lo que parece una ruptura definitiva entre éste y “Rius”. “Mariona” elegirá quedarse con el industrial y, a partir de aquí, su relación parece normalizarse. Ambos van al estreno de Guillermo Tell de Rossini el 7 de noviembre de 1893. Antes, él le ha regalado un collar de perlas que se pone en la función. Al final del primer acto, ella le dice que va a saludar a una amiga en un palco distante. Cuando se inaugura el segundo acto, Santiago Salvador, desde la quinta planta del teatro, arrojó una bomba Orsini a la platea que causó 20 muertos casi 100 heridos. “Rius”, desesperado y entre la confusión, busca dónde está su esposa. La encontrará, muerta junto al cadáver de “Ernesto”. Para evitar el escándalo, subirá en brazos el cadáver de “Mariona” y lo dejará en el suelo de su propio palco. La escena memorable en que las perlas del collar se van desgranando y cayendo por las escaleras, es, estéticamente, antológica.

“Lula” no termina de creerse esa historia, pero acepta que ambos queden como buenos amigos. La vida de “Rius” seguirá entonces (y lo que nos cuenta la película, pertenece ya a la segunda parte de la saga: El viudo Rius). Lo que vemos es cómo ha cambiado y se ha enrarecido el clima social. Estamos en los años del pistolerismo. Los atentados y las huelgas se multiplican. Los negocios se resienten, pero las energías de Rius, para olvidar a “Mariona” se han concentrado en su fábrica y en su trabajo. Sale adelante en la “Semana Trágica” de 1909, es objeto de un atentado en el curso del cual resulta herido y su contable (el “señor Llobet”, interpretado por Alberto Romea) se lleva la peor parte y su gran preocupación es la decisión que adoptará su hijo “Desiderio” (Mario Berriatúa) que se está formando en el Reino Unido. Inesperadamente, “Lula” visita Barcelona y telefonea a “Rius”. No lo reconoce en la cafetería en la que han quedado: él está cojo, envejecido, canoso y con barba (para evitar mostrar la cicatriz del rostro que le causó el atentado). Va a recibir a su hijo “Desiderio” que vuelve de Londres acompañado por un amigo (papel interpretado fugazmente por Adolfo Marsillach). Padre e hijo tienen un encontronazo: él primero le pide que a partir del lunes entre a trabajar en la fábrica; el otro, le responde que quiere emprender una carrera artística. “Rius” entrega la dirección de la fábrica a “Arturo”, el hijo del “señor Llobet” (interpretado por Carlos Muñoz) y va a ver a “Lula”, proponiéndole iniciar esa misma noche, en ese mismo momento, un viaje por Europa. Ella le responde que vaya a su casa a hacer la maleta, intuyendo que no volverá: allí encontrará cosas que le aten mucho más a su pasado que al futuro que no parece capaz de afrontar racionalmente. Así es. Un antiguo ayudante de contabilidad, resentido con “Rius”, por agravios pasados, intentará quemar la fábrica y matar a “Rius” y a “Arturo” a quien atribuye el haber sido relegado. Disparará contra ellos, pero al arrojar la tea encendido caerá de la escalera y se matará. El drama parece la puntilla a “Rius”. Sin embargo, “Desiderio” ha seguido a su padre hasta la fábrica y se reconciliará con él. En la última escena, ambos, padre e hijo, marcharán a pie por las callejas de la Barcelona antigua hasta la fábrica, el mismo camino que había seguido cuarenta años atrás con su padre.

La impresión que da la película es que Sáenz de Heredia, se había sentido seducido por las dos primeras novelas de Agustí y decidió comprimirlas. Esto hace que algunas temáticas presentadas por el novelista hayan quedado reducidas a unas pocas pinceladas en la película. Salvo por este problema, la película tiene un tono aceptable y refleja perfectamente el espíritu del relato originario. Sáenz de Heredia y los actores que trabajaron con él, supieron construir todos los personajes asignados. Incluso Sara Montiel se adapta perfectamente a las características de “Lula” (tardará 8 años en ser “la violetera”, película de Luis César Amadori en 1958, que le dio fama internacional y, sin duda, en su elección como protagonista debió pesar el buen juego que dio en la película de Sáenz de Heredia en donde canto su primer cuplé). La escenografía es magistral en todas las tomas.

Por esta película, Sáenz de Heredia acaparó las medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos, al mejor actor (Seoane), al mejor director y a los mejores decorados (Luis Santamaría). Vista tres cuartos de siglos después de haberse filmado, sigue conservando su vigencia y vigor: aunque Ignacio Agustí sea hoy un apestado en la “cultura de la gencat” y aunque en las Historias del Cine Español, la figura de Sáenz de Heredia haya sido reducida a la de un facha de tomo y lomo…

Se me olvidaba, y tanto en la apertura de la película como en las escenas finales, suena una de las sardanas más entrañables y populares.

 

Otros enlaces:

Análisis de la filmografía de José Luis Sáenz de Heredia – Daniel Ibarra

Las primeras grandes series literarias de la transición. La saga de los Rius y Cañas y Barro – Carmen Peña.








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