SENDAS MARCAS (1957) – JUAN BOSCH – EXPERIMENTO MULTIGENÉRICO
En 1957 se estaban haciendo muy buenas películas de “género negro”
en España, pero también otros géneros empezaban a ser populares. El director Juan
Bosch pretendió realizar un planteamiento nuevo: unir, bajo el denominador común
de un thriller convencional distintas historias que abarcan desde el drama de
montaña, hasta el milagro religioso, pasando por la fenomenología paranormal y
la historia de amor. El resultado, además de original, demostró ser ágil y
entretenido
FICHA
TITULO: Sendas marcadas
AÑO: 1957
DURACIÓN: 86 minutos
DIRECTOR: Juan Bosch
GÉNERO: Thriller mixto
ARGUMENTO: Un delincuente es
detenido en plenos Pirineos por la Guardia Civil, está herido y ha oscurecido,
optan por establecerse en un refugio en donde se encontrarán con otras personas.
Cada una de ellas contará una historia breve que marcó su vida.
ACTORES: Adriano Rimoldi, Antonio
Puga, Ana Amendola, Francisco Piquer, Montserrat Julió, Luis Induni, Santiago
Medrano, Paco Martínez Soria, Ángel Jordán, Maria Dolores Gispert, Miguyel
Palenzuela, Carlos Otero, Carlos de Ronda,
CLIPS
CLIP 1 – UN TIROTEO EN LAS MONTAÑAS
CLIP 2 – CAMINO DE LAS CUMBRES
CLIP 3 – EL DELINCUENTE DIGNO DE LASTIMA
CLIP 4 – LA MUJER QUE MURIÓ UN AÑO ANTES
CLIP 5 – LA VICTIMA QUIERE QUE EL TAXISTA ATROPELLE A SU NOVIO
CLIP 6 – LA MUJER POLICÍA ASESINADA
CLIP 7 – MILAGRO (O NO TANTO) EL DÍA DE REYES
CLIP 8 – EL DELITO NUNCA VENCE. JUSTICIA EXPEDITIVA
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
En youTube (1): SENDAS MARCADAS
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Lo menos que puede
decirse sobre SENDAS MARCADAS
No se trata de un thriller convencional, ni tampoco de una
película fácil de definir. Fue, más bien, un ensayo de lo que podríamos llamar “multigénero”
con historias segmentadas de características muy diferentes, unidas todas por
la persecución de un peligroso criminal. Fue, además, la primera película de
Juan Bosch Palau. Se había interesado por el cine desde antes de cumplir el
servicio militar en el Protectorado de Marruecos, pero no será sino hasta su
licenciamiento cuando decida dedicarse en cuerpo y alma al Séptimo Arte.
Colaborará con Antonio del Amo en Día tras día que le reporta cierta tranquilidad
económica y al año siguiente dirige su primer corto sobre el arquitecto Gaudí.
Luego inicia una colaboración con Miguel Iglesias en la elaboración de cinco
guiones. En 1957 iniciará su primer proyecto estrictamente personal: Sendas
marcadas.
En aquella época se vivía la “edad de oro del cine negro español”,
así que Bosch decidió hace una película que, en principio, arrancara de esos
presupuestos. Sin embargo, a medida que fue elaborando el guion, se le ocurrió
dar un giro imprevisto a la trama. A fin de cuentas, le gustaba el cine y había
quedado seducido por temáticas muy diversas: el romanticismo, las apariciones
paranormales, las estafas a partir de confusiones, incluso la temática
religiosa. Así que, amparado en la experiencia que había adquirido con el
director Miguel Iglesias, preparando los diálogos y guiones de El fugitivo
de Amberes (1954), El cerco (1955), Veraneo en España (1956),
Heredero en apuros (1956) y Un tesoro en el cielo (1956) y
asistiendo a los rodajes, se atrevió a fundir todas estas temáticas y a
dirigirlas en los escenarios más variados. El resultado fue aceptable. Costo
filmarla y más aún montarla, pero, terminó estrenándose en el desaparecido cine
Fantasio de Barcelona en 1959. A pesar de que no recibió ningún premio ni
mención especial, fue muy apreciada por el público y elogiada por la crítica.
La historia se inicia en la montaña: vemos a un grupo de Guardias
Civiles cercar a un delincuente que resultará herido en el tiroteo. Es por la
tarde y el camino hasta el pueblo más próximo es excesivamente largo para
obligar al detenido a caminar. Así que el jefe del grupo se pone en marcha con
un Guardia Civil hacia un refugio de montaña en el que utilizarán el botiquín para
curar al herido, mientras el resto del grupo vuelve al pueblo para traer al día
siguiente medios de transporte para el traslado. El refugio resulta ser un
caserón situado en una zona que parecen los Pirineos (se menciona en varios
momentos la “proximidad de la frontera”). Allí se encuentran con un pequeño
grupo de personas: un joven escalador que acaba de sufrir un accidente está
inquieto por la suerte de sus dos compañeros; los administradores del lugar,
dos ancianos, acogen a los recién llegados y, a partir de aquí, empiezan las
narraciones. El escalador es el primero en contar su historia. Por la mañana,
él y una pareja de amigos han salido para alcanzar un pico. Pero una confusión
hace que, en lugar de llevarse una cuerda en buen estado, deban hacer el rapel
de descenso con una cuerda desgastada. Se trata de un drama de amor: la pareja
está a punto de romperse; ella, se ha enamorado del tercer escalador y han
decidido sincerarse con el novio que cree que se va a casar en breve con la
chica. Pero, justo en el momento en el que se lo van a confesar, se dan cuenta
del problema de las cuerdas. Deciden iniciar el rapel antes de que oscurezca,
la cuerda se rompe cuando desciende el novio que resulta herido. El otro
escalador logra llegar hasta el refugio y organizar una partida de rescate de
la chica y del herido: sabe que ella, en estas circunstancias, no abandonará a
su novio… La historia es simple; está inspirada en un tipo de cinematografía
que tuvo gran éxito en el Tercer Reich, el cine de escaladas y que tuvo a Louis
Trinker y a Leni Riefenstahl como sus mejores intérpretes.
A esta seguirán el resto de historias. Si la primera es un drama
de montaña, la segunda tendrá un sesgo policíaco. Un estafador, amparado en la
identidad física con un empresario albergado en el hotel, suplanta su
personalidad y es detenido en el interior de un tren. Luego llegará otro
personaje al refugio que contará la primera de las dos historias paranormales:
se enamora de una chica que conoce en otro refugio de montaña; se despide de
ella, pero cuando va a buscarla al día siguiente, le comunican que murió el año
anterior en un alud. La segunda la cuenta el propio policía que ha dirigido la
operación contra el delincuente. Fue un caso con el que se topó en Barcelona
cuando servía allí. Un taxista (Paco Martínez Soria) oye voces en el curso de
un servicio. Cree atropellar a una chica joven, pero no hay nadie debajo de las
ruedas. La chica, sin embargo, aparece sentada en la parte trasera del taxi: es
una chica que atropelló unos meses antes que le pide que la lleve a determinada
dirección y, de paso, atropelle a su novio con el que se iba a casar. Así, la
muerte los unirá a ambos. Así ocurre, en efecto, el taxista atropella
accidentalmente a un viandante que resulta ser el novio de la chica. Tras ser
detenido es ingresado en un manicomio al contar esta historia y sostener su
veracidad.
La siguiente historia pertenece casi al cine religioso: un niño
roba la imagen del Niño Jesús de una capilla de montaña. Tiene un amigo de su
edad, hijo de padres adinerados. Ha llegado la Navidad y el niño, cuyos
familiares carecen de medios tiene la ilusión de que los Reyes Magos le traigan
un par de esquís. Le dice a la Virgen que le devolverá al Niño cuando reciba
los esquís. Sin embargo, a la mañana siguiente, el zueco de madera que ha
dejado en la ventana sigue vació. El niño va a ver a su amigo y sus padres, al
verlo triste, le regalan los esquís diciéndole que los Reyes Magos, lo han
dejado para él. Una historia de contenido casi religioso, típica “historia de
Navidad”, completamente diferente de las demás.
Finalmente llegamos a los antecedentes de las escenas iniciales:
cómo el policía ha logrado localizar al delincuente y qué ha ocurrido antes del
tiroteo en la montaña. Se trataba de una red de narcotraficantes que recibía
droga de Marsella. El policía pide ayuda a la comandancia de la Guardia Civil.
Viaja acompañado de una funcionaria que resultará muerta en el tiroteo. La Guardia
civil logra ametrallar el vehículo en el que huyen los tres delincuentes,
matando a uno. Otro de ellos resulta herido y es asesinado fríamente por el
superviviente para poder huir más rápidamente. Sin embargo, la Guardia Civil
dispara sobre él y lo hiere. Es entonces cuando llegamos a las escenas
iniciales de la película.
El escalador que esperaba noticias de la pareja accidentada, por
fin recibe buenas noticias: han sido localizados y rescatados. Cuando todos
están celebrando la buena noticia, el delincuente herido ha logrado deshacerse
de las esposas, y se abalanza sobre un “naranjero” (ametralladora de la época
utilizada por la Guardia Civil) tratando de huir. Un Guardia Civil dispara y lo
mata… Sobre el rostro del delincuente muerto aparece el rótulo de “Fin”.
La película, de poco menos de una hora, resulta simpática en su
conjunto: con momentos de dramatismo, de tensión, pero también instantes
románticos, cómicos, edificantes… Es una simbiosis de distintos géneros,
ninguno de los cuales chirría y demuestra el buen hacer de Juan Bosch, tanto en
la guionización como en la dirección. Participan en la película algunos actores
habituales en el cine de la época: Adriano Rimoldi es el “inspector Ojeda”,
Francisco Piquer, Luis Induni (el padre del niño que regala los esquíes),
Carlos Otero (actor portugués que interpreta a uno de los delincuentes), etc.
Montserrat Julió es la mujer que acompaña al inspector en su misión y resulta
muerta. Además, de Paco Martínez Soria. Se rodó en zonas del interior de
Cataluña (Matadepera, Prades, Berga, Montserrat) y algunas escenas en Barcelona
(puede verse la situación de Vía Agusta y la plaza de Gala Placidia en 1957)
Es una película sin complicaciones, poliédrica, “para todos los
públicos”, en un sentido, no de edad, sino de gustos. Finalmente, Bosch se
decantaría hacia el cine policíaco en sus siguientes cintas: A Sangre fría
(1959) y Regresa un desconocido (1961), ambas protagonizadas por Arturo
Fernández. A pesar de que se trataron de buenas cintas, Busch pasó luego a
realizar un cine mucho más comercial: las llamadas “comedias de playa y bikini”
que cubrirían toda su producción en los años 60; baja calidad, pero con clara
intencionalidad de promover el turismo y dar salida a un tímido erotismo (en
1962, su película Bahía de Palma mostró por primera vez un cuerpo
femenino -el de Elke Sommer- en bikini), alternándolas con otras películas de
humor (con Casto Sendra “Cassen” como protagonista). En los 70 se pasó al
western. Para comercializarse en el extranjero, estas cintas venían firmadas
por “John Wood”, extranjerización del nombre del director, Juan Bosch.
Hay algo de terrible y doloroso en la filmografía de este
director: era un buen director, pero las necesidades alimentarias le impulsaron
a realizar un cine de bajo nivel, facilón y extremadamente banal en la segunda
parte de su producción. No fue el único entre los directores de aquella época
que siguió este camino. Hay casos mucho más extremos (sin duda, el que llegó
mas lejos en esta dirección fue Jesús Franco). Pero también otros directores,
específicamente franquistas, como veremos tomaron este camino.
Bosch fue completamente apolítico. Alegó, a posteriori, que la
censura le había vetado el título inicial que tenía previsto para esta
cinta, “Historia del destino” (aunque no se explica ni el motivo, ni el
episodio, pero era de rigor que a partir de 1975 todos los directores contaran
historias similares en un panorama cinematográfico dominado por la “progresía”
y por lo que Santiago Carrillo apellidó como “trabajadores de la cultura”). En
la película participó como co-guionista Alexandre Cirirí Pellicer que luego
tendría cierto protagonismo en el Partido Socialista de Cataluña durante la
transición y fue elegido senador en las legislaturas de 1977, 1919 y 1982, para
fallecer poco después.
No volvieron a darse películas de este estilo, a pesar de que el
resultado había sido bueno. A pesar de tratarse de la “opera prima” del
director, el nivel técnico y artístico es aceptable, incluso las escenas de
acción trascurren con bastante realismo.
Otros enlaces:
La imagen poética
en la narrativa de Juan Bosch – Amparo Reyes Velázqauez
Cuestión
de género: la representación de la mujer en la historia del thriller español
– Laura Pacheco
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