CONGRESO EN SEVILLA (1955) – Antonio Román – Cuando toda España reía
Ver esta cinta suscita inevitablemente nostalgia. Nos presenta una
España mucho menos complicada que en la actualidad. Más sana. Un país sin “libertades”,
sin lujos, pero que quería y sabía reír. Carmen Sevilla sabía como hacerlo. Era
1955 y tenía ya una amplia experiencia escénica. Estaba en su mejor momento (si
bien su “mejor momento” prosiguió hasta el Telecupón de los años 90. Esta película,
intrascendente e ingenua muestra una España que hoy añoramos y deseamos.
FICHA
TITULO: Congreso en Sevilla
AÑO: 1995
DURACIÓN: 85 minutos
DIRECTOR: Antonio Román
GÉNERO: Comedia
ARGUMENTO: Las cosas le van mal a
una española afincada en Suecia. Debe cerrar su negocio y ni siquiera le queda
dinero para volver a España. Concibe la idea de hacerse pasar por una célebre
científica que ha sido invitada a participar en un congreso en Sevilla. No lo
duda, asume su personalidad y luego, una vez en España, se verá obligada a
mantener la mentirijilla
ACTORES: Carmen Sevilla, Fernando
Fernán Gómez, Manolo Morán, Fernando Nogueras, Carlos Casaravilla, Katie
Rolfsen, Nicolas Perichot, Gustavo Re, Manolo Gómez Bur, Teófilo Palou, Juan
Cartés, Domingo Rivas, Aníbal Vela, José Isbert,
CLIPS
CLIP 1 – CREDITOS
CLIP 2 – METROS DE CINTA ESPAÑOLES RODADOS EN ESTOCOLMO
CLIP 3 – UNA CHICA CON PROBLEMAS
CLIP 4 – BUSCANDO UNA SALIDA FOLKLORICA
CLIP 5 – EN UN HOSPITAL DE ESTOCOLMO
CLIP 6 – LA AUTÉNTICA “DOCTORA PETERSEN”…
CLIP 7 – …Y LA FALSA “DOCTORA PETERSEN”
CLIP 8 – RECEPCIÓN EN SEVILLA A LA EMINENCIA MÉDICA SUECA
CLIP 9 – UN VIEJO CONOCIDO RECIÉN TRAPANADO
CLIP 10 – AMOR Y FOLKLORE EN LAS BODEGAS DE JEREZ
CLIP 11 – UNA CURACION MILAGROSA A LA ESPAÑOLA
CLIP 12 – LA VERDADERA DOCTORA PETERSSEN ESPAÑOLEANDO
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A TRAVÉS DE EMULE: CONGRESO
EN SEVILLA (en formato MPG)
A TRAVÉS DE EMULE: CONGRESO
EN SEVILLA (en formato MKV)
En FlixOlé: CONGRESO
EN SEVILLA

Lo menos que puede
decirse sobre CONGRESO EN SEVILLA
Una película intrascendente. De acuerdo. Con un argumento altamente
improbable. Coincidimos. En algunos momentos, excesivamente acaramelada. Sin
duda. En la que se exalta la Sevilla de las batas de cola y el flamenco.
Inevitable. Que pone en escena de manera muy oportunista a los dos actores que
en esos momentos -1955- estaban en el candelero (Carmen Sevilla y Fernán Gómez).
Indiscutible. Pero no era un petardo: era, más bien, el signo de los tiempos.
La aspiración de los españoles de 1955 a reír, disfrutar de la vida y gozar del
tiempo de descuento que nos haya sido dados desde el momento en el que nacemos.
Y en función de esto, todos los “peros…” que pudieran plantearse a esta
película, saltan por los aires. Una sociedad sana -y la española de aquella
época era, desde luego, más sana y auténtica que la de nuestros días- de ser
ingenua y de aplaudir a un cine intrascendente, para al día siguiente,
plantearse sesudos problemas y disfrutar también. Y al otro, ver una película
de “género negro” y pedir más. Hoy, en cambio, la ingenuidad ha sido suplantada
por la estupidez mediática (desde First Dates, hasta los programas de cotilleo,
sin olvidar los informativos), no hace falta ver una película de crímenes, sino
solamente salir a la calle con altas posibilidades de verlos en directo o,
incluso de ser víctimas de ellos en el propio hogar. Y, en cuanto a la risa,
cada día las posibilidades de reír se van achicando no sea que ofendamos a
alguna minoría sensible. Así están las cosas y así estaban en 1955. Busque,
compare y elija, que decía aquel.
Es una comedia. Una comedia absurda. Con una temática no menos absurda
y un desenlace del mismo tono. Pero ¡qué interpretaciones! Los secundarios,
Manolo Morán y Carlos Casaravilla demuestran que solo apareciendo en unas pocas
escenas, logran encandilar al público con la modulación de sus voces, su gestualidad
y su expresividad: no necesitan siquiera de un guion genial para ello. Y, en
cuanto a la pareja protagonista, simplemente, actualiza sus laureles que les
acompañarán hasta la jubilación.
¿De qué va la cinta? De una chica joven española que se encuentra
sola y en dificultades económicas en Estocolmo. Tiene que volver a España. No
tiene dinero para nada, ni siquiera para comprar un billete a avión o de
autobús. No se desespera, simplemente está en guardia y su momento llega cuando
la confunden con una famosa doctora -la “Doctora Petersen”- reputada científica
que debe acudir a un congreso médico en Sevilla. Nuestra protagonista no lo
duda: se las ingenia para sustituir a la doctora -ella que tiene una cultura
básica, un cerebro ágil y, sobre todo una alta capacidad de supervivencia en
cualquier medio, por hostil que sea- y realizar el vuelo hasta Sevilla con su
nombre. Pero una vez en tierra, debe acudir al congreso y, a partir de ahí,
todos son malentendidos, la mentira debe proseguir hasta que caiga el telón.
Surge, claro está, una atracción irresistible hacia otro congresista cuya
ponencia usurpa salvando la moción que debía presentar ante el pleno del
congreso. El usurpado consiente. Así es el amor y así era el cine en España en
1955.
Era una película arriesgada: podía ocurrir que nada funcionara y
que la acumulación de absurdos y lo absolutamente increíble de las premisas de
partida, se derrumbaran desde las primeras escenas evidenciando una
imposibilidad casi metafísica. Pero Antonio Aurelio del Sacramento
Fernández-Román García de Quevedo, nombre del director que, afortunadamente
para todos se contrajo en “Antonio Román” había filmado ya 25 películas -entra
ellas, una tan notable como Los
últimos de Filipinas o El amor brujo (1949) y
firmaría después de Congreso en Sevilla otra comedia de éxito, La
fierecilla domada, sin olvidar, por supuesto, la trilogía de género
negro formada por Pacto
de Silencio, Último
día, Madrugada
o la descacharrante Bombas
para la paz. Román sabía cómo hacer cine y con quien hacerlo. La
apuesta de esta película era menos arriesgada si introducía a los dos actores
más taquilleros de aquellos años (Fernán Gómez y la Sevilla). Era consciente
también de que iría en el “sentido de la historia” con alguna morcilla política
(el papel de Manolo Morán) e incrustando unas cuantas cancioncillas y escenas
flamencas. El resultado fue una película aplaudida por el público que no podía
evitar identificarse con la calidez mediterránea opuesta al pesado frío nórdico.
¿Su problema y lo que la ha precipitado al olvido? Que ese mismo año se estrenó
otra comedia que tuvo aún más éxito: Historias
de la radio… Dos comedias geniales distantes apenas unas semanas. Y
en 1955.
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