AGONIZANDO EN EL CRIMEN (1968) – Enrique López Eguiluz – ENTRE EL GÉNERO NEGRO Y EL FANTATERROR

Vaya por delante que es una película muy mediocre. Facilona, pretendidamente “psicológica”, pero que falle precisamente en ese punto. Con medios limitados, ingenio e imaginación aún más limitados y en la que el único interés es ver a Paul Naschy en el papel de inspector policía en un pequeño papel que no dejaba presagiar que solo unos meses después rodaría, con el mismo director, La marca del hombre lobo, en la primera del ciclo “Waldemar Daninsky”.

FICHA

TITULO: Agonizando en el crimen

AÑO: 1968

DURACIÓN:  85 minutos

DIRECTOR: Enrique López Eguiluz

GÉNERO: Negro

ARGUMENTO: Un estudiante de medicina está a punto de casarse, pero la novia muere en el curso de una operación. Desde entonces, el joven en cuestión alberga un odio hacia todos los estudiantes de cirugía, matándolos poco a poco y amputándoles la mano derecha.

ACTORES: Paul Naschy, José Rubio, Yelena Samarina, Irene Gutiérrez Caba, Juan Logar, Tomás Blanco, Manuel Manzaneque, Nuria Gimeno, Annie Sinigalia, Angel Soler,

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS SOBRE EL PARÍS DE LA FRANCIA…



CLIP 2 – UN PAR DE TORTOLITOS EN LAS ORILLAS DEL SENA



CLIP 3 – UNA MALA NOTICIA Y ALGO QUE SE ROMPE EN EL CEREBRO DE “JEAN”



CLIP 4 – … Y EMPIEZAN A APARECER CADÁVERES



CLIP 5 – ESE RITMO EN EL BAILE, ESA MESA QUE PARECE TENER VIDA PROPIA…



CLIP 6 – PAUL NACHY, FUNCIONARIO DE LA “POLICE”, MIENTRAS LOS MUERTOS CRECEN



CLIP 7 – LA MADRE EJERCIENDO DE TAL Y LOS AMIGOS PREOCUPADOS POR EL SÁDICO ASESINO



CLIP 8 – LA MADRE ENCUENTRA UNA DE LAS MANOS DE LOS ASESINADOS…



CLIP 9 – UNA MUY BUENA ACTUACIÓN DE IRENE GUTIÉRREZ CABA. Y EL HIJO PREPARANDO OTRA ESCABECHINA.



CLIP 10 – DESCUBIERTO



CLIP 11 – PERSEGUIDO Y MUERTO


 

 

Carteles y programas

 


 


Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: AGONIZANDO EN EL CRIMEN (formato AVI)

 

Lo menos que puede decirse sobre AGONIZANDO EN EL CRIMEN

Película extraña, casi diría anómala, pero suficientemente ilustrativa de la decadencia del “género negro” español. Estamos en 1968. Solo cinco años antes Pérez Dolç ha filmado una de las mejores película de este tipo filmadas en España, A tiro limpio. El listón estaba situado demasiado alto. Los tiempos del racionamiento y de la carestía quedaban muy atrás. Estábamos en pleno desarrollismo. En los sesenta, la producción de películas en España se disparó (y también la importación de productos extranjeros). Y, ya se sabe, cantidad y calidad están siempre reñidos. Sea por lo que fuere, cuando López Eguiluz filma Agonizando en el crimen, parece como si los guionistas y los directores no se esforzasen; la “obra bien hecha” quedaba lejos. Ahora se trataba de producir cuanto más mejor y en menos tiempo. Jesús Franco andaba por ahí filmando dos películas al mismo tiempo y prácticamente una cada tres meses. Creía saber lo que buscaba el público: sexo, sobresaltos, mujeres hermosas, monstruos depravados, paisajes exóticos. Otros le imitaron. Algunos creyeron que podían irrumpir con géneros nuevos: en Gran Bretaña, la Hammer se estaba, literalmente, haciendo de oro con películas de terror fabricadas en serie. ¿Por qué no hacer lo mismo en España? López Eguiluz era uno de los que pensaban así. Paul Naschy, por su parte, estaba pergeñando un proyecto parecido: la Hammer en España. Vampiros, monstruos victorianos, engendros góticos, adaptaciones de Alan Poe (en TVE, Chicho Ibáñez, había abordado la temática con sus Historias para no dormir). Además, existía la creencia de que el “negro español” ya no podía estirarse mas. Isasi-Isasmendi acababa de filmar Las Vegas, 500 millones, dos horas de acción, matriculada en España, pero en la que no aparecían actores españoles. Era, en realidad, un thriller norteamericano, “a la española”. Salió bien, pero todo alejaba del clásico “negro español”. Así que Naschy, Eguiluz y algunos otros se plantearon si no era mejor cambiar el chip: el nuevo género sería el “fantaterror español”. Ese año de 1968 Eguiluz lanzó dos películas: la primera era esta que comentamos, Agonizando en el crimen, la segunda sería La marca del hombre lobo, primera aparición de Paul Naschy en el papel de Walvemar Daninsky.  En la primera está ya presente el asesino trastornado armado con un hacha quirúrgica, haciendo destrozos a diestro y siniestro. No es propiamente “fantaterror”, pero tampoco es “género negro”. Es un mestizaje entre los dos géneros. Un “a ver qué pasa”. Tuvo el éxito que esperaban sus promotores: recaudó casi cuatro millones de pesetas y la productora creada por Juan Logar cubrió la inversión y obtuvo algún beneficio. Logar, a todo esto, era, además de productor, protagonista y guionista; luego evolucionaría hacia el doblaje.

Es una película algo tosca, de Serie B, filmada con lo imprescindible. Con algunos defectos tan notables que en una de las escenas, la mesa con una vela sobre la que habla una pareja está mal calzada y no deja de moverse. En la escena siguiente la script o los propios actores debieron alertar del problema y ya se mueve… pero el metraje anterior no se volvió a rodar. De estas hay varias.

No fallan los actores: encontramos a nombres tan brillantes como Irene Gutiérrez Caba o Tomás Blanco y actores que entonces empezaban a gozar de fama mediática como Pepe Rubio o el mismísimo Paul Naschy. Fallaron los medios y la guionización. Inicialmente, la película tiende a ser un “drama psicológico”: el protagonista –“Jean”, el propio Logar- es un estudiante de medicina de últimos cursos. Contra la opinión de su padre, va a casarse antes de terminar la carrera. Por algún motivo que no queda suficientemente claro, la novia termina en el quirófano y, a pesar de las garantías, ofrecidas por el cirujano, la chica muere en la mesa de operación. “Jean” sufre un trauma psicológico de envergadura. Y, a partir de ahí, se convierte en un asesino en serie especializado en cargarse a estudiantes de medicina que opten por la cirugía. Les mata con un hacha quirúrgica y con la misma les corta la mano derecho para que nunca puedan operar ni siquiera después de muertos. “Jean”, a la vuelta de pocos días, se ha convertido de aplicado estudiante y amantísimo novio, en asesino despiadado que no duda en llevarse por delante a sus propios amigos…

Este es el guion, demasiado precipitado para ser creíble. Un ir del blanco impoluto al negro carbonilla sin tránsitos intermedios. Los diálogos son olvidables, incluso la ciudad de París, en la que transcurre la trama pasa desapercibida casi por completo. Sobran asesinatos, pero falta sangre: al parecer, el equipo de producción o bien no dominaban la técnica del “gore”, o quizás tenían miedo de que la película tuviera problemas con la censura por excesivamente violenta. Hay mucho amateurismo en esta cinta y, quizás en ello radique hoy el encanto. Esa mesa que se mueve por estar mal calzada, desde luego, incita a la ternura. Otro problema de la cinta es que, el grupo de amigos del protagonista -que va mermando, por cierto- aporta poco, derivan en escenas de baile (poco lustrosas) y se comen metraje con calorías vacías. Naschy apenas aparece y cuando lo hace pasa bastante desapercibido. Probablemente, disminuyendo la presencia del grupo de amigos y aumentan las que atañían a la investigación judicial, la película hubiera resultado más equilibrada. Tal como se montó, es aburrida hasta el bostezo en algunos tramos.

Poco más puede decirse de esta película. López Eguiluz se mantuvo activo entre 1950 hasta 1971. En el 70 rodaría en México Santo contra los asesinos de la mafia y luego parece que se dedicó a realizar documentales. El terror siempre le había gustado: no en vano, su primera película fue El barril de amontillado, sobre el relato de Allan Poe del mismo título, un corto filmado como trabajo de fin de carrera de la Escuela Oficial de Cinematografía, rodado sin sonido y en 16 mm. Logar, por su parte, se orientaría hacia el doblaje en el que destacó y especialidad en la que se jubiló.

El título de la película es algo retórico y no parece tener mucha relación con el contenido. Trata, más bien, se suscitar interés. Los estudios de marketing en España en aquellos momentos, como puede sospecharse, no estaban todavía muy desarrollados.

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