UNA GOTA DE SANGRE PARA MORIR AMANDO (1973) – Eloy de la Iglesia – EL “NARANJERO MECÁNICO” O CÓMO DE LA IGLESIA NO ERA KUBRICK

 

Es una vulgar, baja -e, incluso, zafia- copia de La naranja mecánica filmada por Kubrick dos años antes. Y, lo peor de todo, sin estilo. No basta con traer a un trío de actores extranjeros más o menos de mona en el cine de aquellos años, hace falta tener calidad en el guion y rigor en la dirección. Nada de ello encontraremos en esta cinta que no es más que un testimonio de cómo la relajación de la censura y cierta “apertura” no contribuyeron en nada a aumentar la calidad de las producciones. Sino todo lo contrario.

 

FICHA

TITULO: Una gota de sangre para morir amando

AÑO: 1973

DURACIÓN: 100 minutos

DIRECTOR: Eloy de la Iglesia

GÉNERO: Negro

ARGUMENTO: Una banda de jóvenes aterroriza a la ciudad cometiendo crímenes cada vez más atroces. Uno de los miembros de la banda se desvincula y conoce a una enfermera de un hospital en el que ha aumentado el número de fallecimientos. La enfermera seduce y asesina a víctimas tras mantener relaciones sexuales con ellos.

ACTORES: Christopher Mitchum, Sue Lyon, Jean Sorel, Ramón Pons, Charly Bravo, Alfredo Alba, Antonio del Real, David Carpenter, Ramón Tejada, Fernando Hilbeck, Eduardo Calvo, Fernando Sánchez Polack

 

CLIPS

CLIP 1 – CREDITOS Y NOTICIAS DE LA TELE



CLIP 2 – NO ES LA NARANJA MECÁNICA, ES ELOY IMITANDO A STANLEY



CLIP 3 – ASÍ SE LOS GUISA Y ASÍ SE LOS COME LA LOLITA.



CLIP 4 – EL DOCTORCETE Y SUS EXPERIMENTOS (Y DEMÁS OBSESIONES DEL DIRECTOR)



CLIP 5 – LOLITA A LA GARÇON OBSERVADA



CLIP 6 – LOS DRUGOS PERSIGUEN AL DISIDENTE



CLIP 7 – LOS INVENTOS DEL PROFESOR BACTERIO…



CLIP 8 – EL FINAL DE UNA HISTORIA MAL CONCEBIDA, PEOR CONTADA Y PESIMAMENTE IMITADA

 


 Carteles y programas

 

 


 

 

 

Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: UNA GOTA DE SANGRE PARA MORIR AMANDO (EN FORMATO MKV)

A TRAVÉS DE EMULE: UNA GOTA DE SANGRE PARA MORIR AMANDO (EN FORMATO AVI)

En OK.ru: UNA GOTA DE SANGRE PARA MORIR AMANDO

 

Lo menos que puede decirse sobre UNA GOTA DE SANGRE PARA MORIR AMANDO

Sólo los admiradores de Eloy de la Iglesia salvan esta película. De la Iglesia había realizado tres películas aceptables: El techo de cristal, La semana del asesino y Nadie oyó gritar. Fueron películas notables si se las compara con la medie del cine español de nuestros días; pero las tres, en su conjunto, suponían un retroceso en relación a las grandes cintas del género negro español de los años 1950-1965. Los tiempos habían cambiado y daba la sensación de que, con ver nuevos actores, gente de moda, directores que se presentaran (o que fueran efectivamente) “enfants terribles”, una película tendría éxito. ¿Y el guion? Muy secundario; por detrás, desde luego, de la promoción publicitaria. Con el turismo sesentero, al parecer, había entrado también el papanatismo. Bastaba con que un actor fuera extranjero y tuviera un apellido sonoro para que el público decidiera verla. Los españoles, en los años 70 empezamos a desconfiar de “lo nuestro” y nos arrojamos en brazos de “lo extranjero”. Con Franco vivo, este proceso ya estaba en marcha. Si bien el turismo -a diferencia de hoy- era una actividad económica más junto a otras de mucho más valor añadido, y si bien era cierto que las divisas que traían los turistas eran necesarias en aquel momento, también es cierto que el desarrollismo sesentero generó una primera erosión en el régimen franquista que se fue acentuando en la primera mitad de los setenta, cuando Eloy de la Iglesia estrenó esta cinta.

La cinta es de muy escasa calidad visual, con un guion pergeñado con escasas luces, sin ni un solo momento inolvidable, ni ninguna frase para recordar. Floja en todos los sentidos. Un aprobadillo raspado si hubiera que calificarla a la antigua. Ahora bien, el hecho de los tres cabezas de cartel -Chris Mitchum, hijo de Robert Mitchum, la rubicunda explosiva Sue Lyon y el francés Jean Sorel- fueran extranjeros parecía dar empaque a la película. A esto se unió el que se la presentó como “La naranja mecánica a la española”. Calcada, incluso fotocopiada hasta el plagio. Pero el éxito que había tenido aquella obra maestra de Kubrick, hizo que el espectador pidiera más de lo mismo. Y Eloy de la Iglesia se lo facilitó sin excesivas complicaciones. Digamos que, simplificó, el argumento, conservó solamente las dosis de ultraviolencia, conservó la cuestión de fondo (el hallazgo de un método de control mental para reciclar delincuentes) y liquidó el fondo musical de Ludwig Van Beethoven. Algunos encuadres son calcados de la película de Kubrick. Pero, en su conjunto, todo resulta mucho más pobre y, no solamente, por una evidente limitación presupuestaria, sino también por simple pereza, por amateurismo, por falta de experiencia, por oportunismo…

Sin prejuicio de que otras películas de De la Iglesia, anteriores y posteriores a esta, fueran mejores y denotaran cierto dominio de la imagen, del relato y una predilección por determinados temas (crímenes, toxicómanos, gays, etc), esta película que comentamos ahora es, sin lugar a dudas, una de las peores de su filmografía. Wikipedia en castellano, extremadamente favorable a este director la define como “película exploitation encuadrada dentro del género de la ficción científica”… difícilmente; en efecto, definir esta cinta como “ficción científica” es abusivo: aceptarlo sería encuadrar a esta película en un género que no es el suyo. En cuanto a definirla como “cine de explotación”, es igualmente erróneo: no hubo muchas películas que tendieran a “explotar” el camino abierto por Kubrick con su Naranja Mecánica. Es mucho más sencillo, realista y directo, definir a esta película como simple plagio infame de una película histórica.

¿De que va la cinta? Sue Lyon, enfermera casadera, de mirada aniñada (tenía 25 años cuando participó en esta cinta y todavía conservaba los rasgos que le hicieron protagonista -con Kubrick, mira por dónde- de Lolita (1962), resulta ser una asesina en serie especializada en cargarse jóvenes que, por algún motivo, no son “normales” según los estándares de la época. La chica, los busca, los elige, copula y los mata. Por este orden. Esta sería una de las líneas argumentales. La otra se centra en una banda de gamberros urbanos que van causan destrozos aquí y allí. Uno de ellos, más sensato que los demás -Chris Mitchum- abandona la banda y conoce casualmente a la enfermera que ve en él al próximo palomo a sacrificar. El chico terminará en el hospital en el que el novio de la enfermera realiza experimentos de control mental y decide sacrificarlo, esta vez para evitarle sufrimientos. El experimento fracasa, todos mueren y la chica, aparentemente, ya está loca en la última escena y se muestra como tal. Y, claro, todo esto -Eloy de la Iglesia no podía evitar introducir el “mensaje político”, tan de moda en aquellos años y que era casi obligado para los “trabajadores de la cultura”: el trasfondo era un Estado fascista autoritario (que, por lo demás, casi pasaba desapercibido, pero que los críticos favorables a De la Iglesia destacan unánimemente…).

No es la actividad de los actores la que pasará al recuerdo (en el fondo el guion era demasiado débil como para que pudieran destacar). ¿Provocación? ¿desafíos en esta cinta? Pocos. En realidad, los mismos temas que siempre aparecen obsesivamente en el cine de este director: violencia sádica, morcillas gays y muertes cantadas.

Cien minutos de basura sin ingenio, ni calidad, ni sombra de maestría. ¿Lo más ridículo? Sin duda, los uniformes de la banda de jóvenes gamberretes. ¿Lo peor? El guion y la puesta en escena. No voy a mencionar grandes nombres del cine español que, en sus comienzos, participaron en este disparate. ¿Cómo algún productor se arriesgó a apoyar esta cinta? Es sencillo. La película de Kubrick no se proyectaría en España hasta 1976 a causa de las escenas de ultraviolencia (no de los desnudos que ya había visto muchos desde finales de los 60), así pues, cuando De la Iglesia estrenó esta cinta, se ignoraba que era una simple copia barata de la obra maestra La naranja mecánica. Por eso pudo recaudar 25 millones de las antiguas pesetas. Y la suerte que tuvo el director, fue que cuando se estrenó la cinta de Kubrick, este subproducto ya se había olvidado.

Para componer estos comentarios he mirado críticas formuladas por otros. Una de ellas me ha llamado la atención. En general, los devotos de De la Iglesia lo comparan con Passolini o con Rainer Fassbinder, loan méritos difíciles de ver en esta cinta, pero hay crítica con la que me quedo. Se titula así: “Su autor tiene películas mucho peores” (y la crítica es de un davoto)… Pues eso: que la época dorada del cine negro español había quedado muy atrás y quienes aspiraron a recoger la antorcha, no hicieron nada más que acentuar una pendiente decadente. No tenían grandes historias que contar, ni imaginación suficiente para armar relatos inolvidables, tan solo querían sacar a la superficie sus obsesiones, sus fantasmas personales y los temas que conocían bien. Se envolvía todo esto con papel de estraza (denuncia al “fascismo”, “a la burguesía”, “al capitalismo”) y se servía para paladares poco exigentes.

Por cierto, el título, además de ser largo hasta el aburrimiento, tiene también poca relación con el contenido de la cinta.

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