DISTRITO QUINTO (1957) –– Julio Coll – Ahora ya sabemos en quién se inspiró Tarantino para su Reservoir Dogs
La gran película de Julio Coll es, a la vez, una de las grandes
películas del cine español y está considerada como una de las mejores películas
de género negro de todos los tiempos, hasta el punto de que Tarantino la
utilizó como base para componen la película que lo propulsó a la fama, Reservoir
Dogs. La película se llevó casi todos los premios de la edición de 1957 del
Círculo de Escritores Cinematográficos. Su visionado hoy constituye un placer, quizás
mayor el que generó en el momento de su estreno.
FICHA
TITULO: Distrito Quinto
AÑO: 1957
DURACIÓN: 91 minutos
DIRECTOR: Julio Coll
GÉNERO: Negro
ARGUMENTO: Un grupo de atracadores
se reúnen en el lugar acordado después del golpe para repartirse el dinero.
Esperan al que lleva el botín, pero este tarda más de la cuenta. Mientras
esperan hablan sobre lo que harán con el dinero y con sus vidas. Pero pronto se
convencen de que el quinto hombre nunca llegará.
ACTORES: Alberto Closas, Arturo
Fernández, Jesús Colomer, Carlos Mendy, Linda Chacón, Montserrat Salvador,
Pedro de Córdoba, Carlos Otero, Josefina Güell, José María Caffarel
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS: TODOS ELLOS HICIERON ESTA GRAN PELÍCULA
CLIP 2 – DESPUES DEL GOLPE
CLIP 3 – ¿VENDRÁ EL QUINTO HOMBRE?
CLIP 4 – LLEGA UN DESCONOCIDO
CLIP 5 – UNA HABITACION SÓRDIDA, EN UN PISO SÓRDIDO, CON GENTE SÓRDIDA:
EL DISTRITO QUINTO.
CLIP 6 – LA VISITA DE LA POLICÍA
CLIP 7 – LAS HABILIDADES OCULTAS DE LA MUJER FATAL
CLIP 8 – “¿CUÁNDO VOLVERÁ? ¡NO VOLVERÁ!”
CLIP 9 – SUEÑOS, ILUSIONES, FANTASÍAS QUE NUNCA SE HARÁN REALIDAD.
CLIP 10 – EL QUINTO HOMBRE LLEGA, PERO LLEGA TARDE…
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
En FlixOlé: DISTRITO
QUINTO
En RTVE-Play: DISTRITO
QUINTO
En eMule: DISTRITO
QUINTO
Lo menos que puede
decirse sobre DISTRITO QUINTO
El “Distrito Quinto” de Barcelona no ha cambiado mucho de ayer a
hoy. Los pisos que hace sesenta años -como el que se desarrolla la trama- eran
pequeñas escuelitas de flamenco, se han convertido en narcopisos, pisos patera
o simplemente han sido okupados por MENAS. Ya no se mueven prostitutas, ni el “barrio
chino” es la “zona golfa” de la ciudad. Es más bien una zona “multiculti” -con
todo lo que ello implica- incrustada en la parte derecha de las Ramblas,
frecuentada por millones de turistas en busca de gadgets que les recuerden su
estancia en la ciudad condal, latas de cerveza a menos de medio euro y porritos
en alguno de los casi 400 “clubs de cannabis” esparcidos por la zona. No,
Barcelona ni ha dignificado el Distrito Quinto, ni ha mejorado su situación. Incluso
la delincuencia que vivía en la zona a mediados del siglo XX, resultaba más
llevadera para el vecindario que la aglomeración “multiculti” actual.
Desde la Edad Media, aquella zona de Barcelona, era la de los
marginados, delincuentes y raritos. Estaba extramuros, en torno a la iglesuela
de Sant Pau del Camp (San Pablo Extramuros). Se le empezó a llamar “barrio
Chino” en los años 20, a pesar de que siempre fueron pocos los chinos de raza
que vivieron allí. Antes de la guerra civil, se hacían notar en la ciudad por
vender “collares [‘colales’, en su jerga) a pesetas” que ellos mismos confeccionaban
en los pocos pisos de la calle Lancaster (no lejos del Arco del Teatro, la zona
más sórdida de la ciudad). Desde siempre allí se habían refugiado prostitutas,
clubs de mala nota y gentes de peor vivir. Durante la guerra, la zona,
especialmente en su proximidad al puerto, sufrió las destrucciones de los
bombardeos, lo que “esponjar” la zona y abrir la avenida García Morato (hoy “Rambla
del Ravavl”, ampliada). Pero no había nada que hacer: en aquellos cuarenta
años, la zona siguió degradada, poblada por macarrillas, prostitutas y protosexshops,
llamados “clínicas urinarias” en donde se vendían preservativos y se curaban
ladillas. Florecieron en aquel barrio las “Comisiones Obreras” que atribuían el
abandono a la negligencia del franquismo. Hoy sigue peor, sin duda, a causa de
la negligencia de los distintos ayuntamientos y gobiernos democráticos. En este
barrio, el Distrito Quinto de la Ciudad Condal, está ambientada esta película.
Cuando se ve, el espectador comprueba sorprendido que se parece
extraordinariamente a Reservoir Dogs (1992) de Tarantino. Si quitamos la
sobredosis de sangre y los fetichismos propios de Tarantino, lo que nos queda
es la misma trama: un grupo de atracadores que acaban de dar un golpe y esperan
la llegada de uno de ellos, el que lleva el botín. Mientras dura la espera, y
cada vez pierden las esperanzas en que todo acabe bien, recuerdan cómo han
llegado hasta ese punto y hablan de lo que harían con el dinero del botín.
El argumento es simple. En la película de Tarantino resulta eficaz
por dos motivos: la efusión de sangre y la notoriedad de algunos de sus
protagonistas. Además, claro está, del apoyo propagandístico de Hollywood y de
la personalidad estrafalaria y excéntrica del director de la película. Ninguna
de estas circunstancias se daba en la España de 1957. Los protagonistas de la
película empezaban a ser suficientemente conocidos en la piel de toro, pero sin
proyección ni relevancia internacional. Y, en cuanto a Julio Coll, el director,
era cierto que era de los pocos españoles que después de la guerra civil, se sentían
atraídos por el jazz. Escribió frecuentemente sobre este tema, sobre cine y
teatro en la revista Destino, fundada por los falangistas catalanes en Burgos
durante la guerra civil. Iquino le contrató como guionista y lo ilustro en los
oficios del cine. Luego, voló solo. Esta película le proporcionó el prestigio y
los fondos suficientes como para que, tras su éxito de taquilla, pudiera
constituir su propia productora. Además, tenía facilidad para escribir novelas
de ciencia ficción y relatos policíacos de marcado cariz psicológico.
Distrito Quinto fue su gran película. El ambiente de la cinta se
torna cada vez más asfixiante. Los personajes -y, además, de los cinco atracadores
(Alberto Cosas, Jesús Colomer, Carlos Mendy, Pedro de Córdoba y Carlos Otero),
están las compañeras de dos de ellos (Montserrat Salvador y Josefina Güell)-
empezaban a ser rostros conocidos en la escena de la época. Tanto Alberto
Closas, como Arturo Fernández demuestran las cualidades interpretativas que les
acompañarán en toda su trayectoria artística. Todos ellos son excelentes
actores con formación teatral. De hecho, el guion original fue concebido a
partir de una obra de teatro de Josep Mª Espinás. Por cierto, Montserrat
Salvador vive todavía, con 94 años y a partir de las transición se convirtió en
una actriz de culto en TV3, interviniendo en series tan populares como Nissaga
de poder o Poblenou.
El clima del piso del Distrito Quinto, un piso al que se asciende
por una escalera miserable y que rezuma humedad, con la pintura descascarillada,
oliendo a cocido y deshaciéndose al roce de la mano. Los muebles modestos, desgastados,
todo sórdido, pobre, lámparas de cobre y percheros de moda en los felices 20 y
ya en los 50 desplazados a quienes no habían podido ponerse al día y que no soñaban
todavía con el desarrollismo que eclosionaría apenas un lustro después. Se
diría que es el Barrio China, el que vemos revivir en esta película: un retrato
de la realidad social y urbanística de aquella zona en el período franquista.
La espera angustiosa, los sueños que todos saben que difícilmente
podrán lograr, los riesgos de una profesión -la de atracador, chorizo,
descuidero y estafador- con una inevitable “inestabilidad laboral”, distintos
grados de integración en la delincuencia, gentes que buscaban -y no terminaban
de encontrar- una oportunidad para conquistar un lugar bajo el sol. Los cinco
delincuentes que viven y se encuentran en aquel piso del Barrio Chino, son unas
buenas piezas, pero, son humanos, hijos de aquella zona, practicando todos los
oficios de la delincuencia, hábiles en el engaño, con las manos bien entrenadas
para el robo al descuido, no les falta dinero, pero tienen el justo para sobrevivir
y ellos quieren algo más: vivir, ni siquiera vivir a lo grande, vivir como
seres humanos.
¿Qué es lo que hace que esta película, con un presupuesto, no particularmente
elevado, dirigida por un director todavía poco experimentado y con unos actores
brillantes en el arranque de sus carreras, se haya convertido hoy en una
película mítica? Tres elementos, de los que ya hemos mencionado dos (el perfecto
equilibrio entre el guion y su interpretación, la hábil tarea de dirección que obtiene
el máximo rendimiento de un presupuesto reducido) y de los que el más
importante, en nuestra opinión, es el clima de tensión generado desde el minuto
uno y que se mantiene in crescendo a lo largo de toda la película. Esa tensión
es lo que exime a Julio Coll de las efusiones de sangre y de la violencia que
caracteriza a Tarantino. Y es de agradecer que el efectismo de riadas de sangre
artificial sea sustituido por situaciones, diálogos, gestos y actitudes que eximen
al director de explicitar la violencia. A medida que avanza la cinta, nos damos
cuenta de que no hemos salido -ni siquiera en los flashbacks- del piso del Distrito
Quinto… y ni siquiera lo hemos notado. En cambio, lo que si nos está causando
angustia, asfixia, agobio y claustrofobia, es la cámara que se mueve de una
habitación a otra, mostrándonos a perdedores precipitándose hacia lo que
promete ser un nuevo fracaso.
Solamente viendo esta película se comprueba que aquel cine de hace
60 años era, no solo diferente, sino mejor que el actual. Esta es la conclusión
de esta breve crítica. Hoy, con presupuestos, mil o diez mil veces mayores, con
actores proyectados obsesivamente en múltiples redes sociales que apenas son
capaces de vocalizar ni siquiera de hacerse entender, con equipos de guionistas
con títulos universitarios, el resultado obtenido es mucho menor, en ocasiones,
incluso, decepcionante. ¿Qué ha pasado en nuestro cine? Y lo que es más
importante: ¿qué le ha pasado a nuestra sociedad que languidece y muere de
corrección política, conformismo acrítico y consumo de productos importados que
ni siquiera reconocemos que algunos de ellos son simples copias reducidas de
obras maestras que hemos olvidado.
Otros enlaces:
La
construcción del personaje en el relato cinematográfico: héroes y villanos –
Francisco José Gil Ruiz.
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