RIFIFI EN LA CIUDAD (1963) – Jesús Franco – DE LAS MEJORES PELÍCULAS DE UN DIRECTOR FREAKY

Para Jesús Franco lo importante era la cantidad antes que la cantidad y, siempre, lo más porno antes que lo más erótico y, por supuesto, lo más sádico antes que lo más mesurado. Y, sin embargo, tenía cualidades de buen director. Esta película lo demuestra. Se dejo arrastrar por tres hándicaps: su bagaje interior, sus necesidades alimentarias y su la convicción de que esforzarse en la “obra bien hecha” no valía para mucho. En su primer período, hizo películas aceptables. Esta es una de ellas

FICHA

TITULO: Rififi en la ciudad

AÑO: 1963

DURACIÓN: 100 minutos

DIRECTOR: Jesús Franco

GÉNERO: Negro

ARGUMENTO: En un país caribeño no identificado, un confidente es asesinado por los sicarios de un candidato al senado y multimillonario. El policía para el que trabajaba intenta investigar el crimen, pero resulta víctima de una paliza. Poco después, todos los que han participado en el asesinato van siendo eliminados.

ACTORES: Fernando Fernán Gómez, Jean Servais, Laura Granados, Antonio Prieto, Robert Manuel, Marie Vincent, Tomás de Molina, Agustín González

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS A RITMO CARIBEÑO


CLIP 2 – UN GRUPO DE POLICIAS Y UNA AUSENCIA


CLIP 3 – LA ÚLTIMA LLAMADA DEL CONFIDENTE


CLIP 4 – EN CASA DE LEPRINCE


CLIP 5 – LA ANTREGA DE UN CADÁVER


CLIP 6 – UNA PALIZA EN EL CABARET


CLIP 7 – UN SICARIO FUERA DE JUEGO


CLIP 8 – CAMPAÑA ELECTORAL A LA CARIBEÑA


CLIP 9 – LA AMANTE DEL JEFE MAFIOSO (EMPRESARIO Y POLÍTICO)


CLIP 10 – DESCUBIERTA Y MUERTA


CLIP 11 – OTRO SICARIO ENFRIADO


CLIP 12 – UNA ESCENA PROPIA DE ORSON WELLES


 

Carteles y programas

 



Cómo localizar la película

En FlixOlé: RIFIFI EN LA CIUDAD

A través de eMule: RIFIFI EN LA CIUDAD (1ª OPCIÓN, FORMATO AVI)

A través de eMule: RIFIFI EN LA CIUDAD (2ª OPCIÓN, FORMATO MKVi)

 

Lo menos que puede decirse sobre RIFIFI EN LA CIUDAD

En sentido estricto, hoy se entiente por “rififí” es aquel ladrón que entra por el terrado, practica un agujero –“butrón”- y se introduce por él. Sin embargo, nada de todo esto tiene que ver con el título de esta película que, en realidad, tampoco tiene nada que ver con el contenido. A fin de cuentas, la película dirigida por Jesús Franco con guion de él mismo, no va de ningún robo, sino, más bien de un asesinato y de la venganza. Eso es todo. Por lo demás, tampoco aparece de manera especial una “ciudad”. Así pues, se trata de uno de esos títulos oportunistas que Jesús Franco empezó a utilizar en esa época y que trataban de aprovechar los réditos de una película anterior de éxito, para adaptar su título de manera que arrastrara automáticamente, solo por el recuerdo del producto original, cierto número de espectadores. Y, en efecto, siete años antes, Jules Dassin había filmado un peliculón que le valió el premio al mejor director en el festival de Cannes de ese año. Su película se llamaba Rififí (1955) y estaba protagonizada por Jean Servais. Hoy es considerada como una de las mejores películas del cine francés. Jesús Franco no era el único en utilizar esta táctica: el término “rififi”, ya había sido empleado en 1959 por Alex Joffé en su mediocre El rififí y las mujeres. Ninguna de estas películas trata de los mismos temas, sin embargo, la palabra “rififi” es la que las une. El término llegó a la delincuencia y hoy aparece en el Diccionario de Americanismos como “persona que viste, habla y actúa de manera afectada y característica de una clase social acomodada”…así que, para la Real Academia de la Lengua Española, no hay nada delictivo contenido en el término, aunque esta interpretación tiene un lejano enlace con la película de Jesús Franco si consideramos que el adversario del protagonista es un multimillonario engolado, mafioso, empresario naviero y candidato al senado.

Bien, el cine de Jesús Franco, por término medio debería ser calificado más próximo al cero que al diez, De hecho, muy por debajo del cinco. Es un cine, habitualmente, de serie B, bajo presupuesto, montaje catastrófico, actuaciones penosas, decorados chirriantes y argumentos incoherentes con un denominador común: erotismo en el mejor de los casos y pura pornografía en el más habitual. No, no fue un buen director. Fue una personalidad extraña, lúbrica, y cuyos bajos instintos y parafilias trasladaba a la pantalla. En él la cantidad dominaba sobre la calidad, la improvisación sobre la artesanía, sus gustos personales sobre cualquier otra consideración. Eso fue lo que llevó al traste su carrera y que, en su conjunto, las más de 200 películas que filmó con su nombre o con distintos seudónimos, lo sitúen en un lugar destacado en el ranking de peores directores del cine español, por mucho de que poco antes de morir, la Academia del Cine lo galardonara con un Goya de Honor.

En su filmografía, especialmente, en su primera época, hay algunas películas que están muy por encima de la media. Filmó hasta 2013, pero para encontrar alguna película que tenga un interés más alla de lo porno y del terror de baratillo, hay que remontarse a mediados de los 70 con El secreto del Dr. Orloff (1964), La muerte silba un blues (1964); Gritos en la noche (1962) y esta que comentamos. Poco más. Luego vino su desplome hacia el cine que le caracterizó.

Durante el franquismo se escudó en que la censura le impedía hacer “buen cine”, pero fue cuando esta desapareció, cuando su cine decayó todavía más. Incluso en la época en la que filmó esas películas, ya estaban potencialmente incluidas algunas de sus tendencias parafílicas, especialmente, en La mano del hombre muerto (1962) de puro sadismo sexual. Sus películas sobre Fu-Manchú casi evidencian un absoluto desprecio al espectador. Ya comentamos que, en nuestra opinión El castillo de Fu Manchú es, quizás, la peor película filmada en España durante el franquismo.

En fin, para filmar Rififí en la ciudad, recurrió al actor francés Jean Servais por un único motivo: garantizaba que el film podría exportarse, al menos a los países francófonos y, por otra parte, era el protagonista indiscutible de la película de Jules Dassin, el Rififí genuino. Y luego estaba Fernando Fernán Gómez con el que Jesús Franco haría buenas migas y que al año siguiente lo contrató, ahora como actor, para su película El extraño viaje, su mejor interpretación como actor (tenía cierta tendencia a aparecer en sus propias películas, no tanto por imitación a Alfred Hitchcock como por ahorrarse el sueldo de un actor de reparto). Fernán Gómez, todavía juvenil era un valor en alza en la escena española, detrás tenía ya una treintena de películas y fama de ser un “todo terreno” que lo mismo asumía un papel cómico, como desgarrador, pasando por cualquier registro intermedio. Sobre estos dos puntales y sobre unas escenas que evocaban el cine de Orson Welles, junto con la referencia al “rififi”, Jesús Franco cifraba el éxito de su película.

Se esforzó en esta cinta. Intentó alternar oportunismo comercial con calidad en el guion. El resultado fue una de sus mejores películas, sino la mejor. Aun con carencias y defectos, está muy por encima de cualquier otra que filmase, especialmente desde la segunda mitad de los 60 y puede incluirse en el pelotón de películas del período dorado del cine negro español… aunque también auguraría su futura decadencia. En realidad, es muy difícil encajar elementos oportunistas procedentes de distintos horizontes (Dassin, Welles, el Caribe en los momentos de la crisis de los misiles de Cuba y de los sucesos de la República Dominicana) con la calidad. Hubiera debido esforzarse más en el guion. Pero esto es lo que salió.

La ciudad vive momentos de efervescencia política. Un tal Leprince (Jean Servais) se presenta a las elecciones al senado; es un magnate naviero con algunos negocios turbios. La policía le teme, pero también se interesa por él. Hay sospechas de que, desde un club nocturno de su propiedad, ejerce el tráfico de cocaína. Así que un probo policía, “Miguel Mora”, (Fernando Fernán Gómez, infiltra a un amigo suyo en la banda. Sin embargo, durante dos días y medio pierde contacto con él. Algo ha ocurrido: lo han descubierto. Finalmente, decide ir al domicilio de Leprince a pedirle explicaciones. Por si esto fuera poco, “Mora” recibe una colosal paliza y lo arrojan al mar. Poco después, las obtiene: estando con su esposa, un vehículo arroja en cadáver del infiltrado delante de su casa. Poco después, empiezan a ser asesinados los tres sicarios que participaron en el crimen. La cuestión es ¿quién los ha asesinado? La propia policía sospecha de “Mora” que es relevado del cargo y dimite. Sin embargo, finalmente, la identidad del asesino resultará sorprendente y optamos por no revelarla. La película termina con una escena digna del Ciudadano Kane de Orson Wells (Franco trabajaría con Welles en Campanadas a Media Noche y en el Don Quijote): cuando Leprince ha sido elegido presidente del senado, recibe la visita de la policía y se produce un tiroteo en el que resulta muerto. Otras escenas, especialmente en la primera parte de la película, remiten a Sed de Mal, también de Welles e incluso la escena de la entrevista en el acuario entre el policía y la mujer fatal, remite directamente a La Dama de Shangai, también de Welles.

Las actuaciones, tanto masculinas como femeninas, buenas, convincentes e incluso notables en lo que se refiere a los protagonistas. Uno de los sicarios es Agustín González, muy joven, pero ya calvo que borda una actuación excesivamente histriónica y sobreactuada: el tiempo hará de él un actor excepcional. La “mujer fatal” de la cinta, Marie Vincent, apenas filmó esta película y otras tres en la misma época en Francia, Alemania e Italia y de ella han quedado pocos rastros. Se luce en los números musicales que dan a la cinta un tono deliberado de “negro americano”. Jesús Franco demuestra que sabe jugar con la iluminación y con los juegos de luces y sombras, con el movimiento de cámara y evidencia, así mismo, sensibilidad para los encuadres. Todo esto evidencia que no era un mal director. Todo lo contrario: sin embargo, había algo en él que le apremiaba a terminar pronto los proyectos y pasar a otros que fueran más de su agrado y le reportaran más dinero en menos tiempo. Fue así como se enclaustro en la serie B y en el erotismo más parafílico.

La película se filmó en Marbella de principios de los 60, cuando la ciudad casi no era tal. Es posible que lo mejor de la cinta sean los números musicales y sus coreografías, casi “clips” actuales. En cuanto al guion hubiera precisado más horas de refinado. La idea es buena, pero los diálogos son mediocres y en ningún personaje existe profundidad. También en esto falló Jesús Franco: confiaba en que los actores sabían lo que el guion pedía de ellos. Y no siempre es así. La película se exportó bien a Francia, con el título de Vous souvenez-vous de Paco?, pero también como Chasse a la mafia.

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