TUSET STREET (1968) – Luis Marquina - Los progres también filmaron truños durante el franquismo
Una de las películas que fue acogida por el público con mayor
curiosidad (y que, a continuación, suscitó las críticas más duras) fue ésta,
pensada como el doble intento de relanzar la carrera de Sara Montiel (ya cuarentona
y entradita en carnes) con el progresismo que despuntaba en ambientes
artísticos. El escenario previsto fue la meca de la “izquierda caviar”
(entonces gauche divine) en Barcelona, la calle Tuset, convertida en
aquellos años en una especie de remedo del Carnaby Street londinense. Todo
salió mal. Incluso, la propia idea de la película era mala.
FICHA
TITULO: Tuset Street
AÑO: 1968
DURACIÓN: 89
DIRECTOR: Luis Marquina
GÉNERO: Drama
ARGUMENTO: Un arquitecto pasa por
ser, delante de sus maridos una especie de Don Juan sin moral ni escrúpulos,
capaz de acostarse con quien se lo proponga. Su centro de operaciones está en
la calle Tuset y, por una apuesta, empieza a relacionarse con una vedete del
Paralelo. La historia que, en principio, era una charada, terminará siendo algo
serio, pero terminará dramáticamente.
ACTORES: Sara Montiel, Jacinto
Esteva, Jaime Picas, Luis García Berlanga, Tomás Torres, Patrick Bauchau,
Teresa Gimpera, Emma Cohen
CLIPS
CLIP 1 – MARIONA (EMMA COHEN) RECIEN LLEGADA DE MAYO DEL 68
CLIP 2 – EN LA TERRAZA DE TUSET, LA NOCHE PIJO-PROGRE
CLIP 3 – LA APUESTA: ENAMORAR A UNA PROFESIONAL DEL SEXO Y DEL PARALELO
CLIP 4 – EL PROYECTO URBANISTICO PROGRE
CLIP 5 – SOLO PARA ADMIRADORES DE SARA MONTIEL
CLIP 6 – LA TRISTE DECEPCIÓN DE LA MONTIEL: EL AMOR IMPOSIBLE ENTRE LA GAUCHE DIVINE Y LA BARCELONA CANALLA DE EL MOLINO
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
En Amazon Prime Video: Tuset
Street
En Emule: Tuset
Street
Lo menos que puede
decirse sobre TUSET STREET
Peripatético truño insalvable, incluso para los admiradores de
Sara Montiel, y que deja incluso en mal lugar a Luis García Berlanga, y a otros
progres inmaculados de la época (Teresa Gimpera, la pobre Emma Cohen, Jacinto
Esteva). Ninguno de los copartícipes en esta película podrá alegar que fue la odiada
censura la que malograra la cinta y la convirtiera en un involuntario
esperpento en el momento del estreno y hoy, más de medio siglo después en una ocasión
para demostrar que, durante el franquismo, se filmaron truñazos de tomo y lomo
y que no fueron privativos del “cine de barrio”, sino en los que participaron
los tenores de la progresía de la época, que, invariablemente militaba en el
PSUC en ese momento o ingresaría en la rama catalana del partido comunista, en el
siguiente lustro.
Tuset Street (es decir, la calle
Tuset) me caía cerca. El que suscribe, estudiaba el bachillerato en el colegio
de los Escolapios (también allí, el 75% de los curas allí anidades terminaron
el PSUC y, alguno de ellos, incluso llegó a secretario general, el inolvidable “pare
Botey” que, tras abandonar la orden escolapia fue proclamando no haber
suspendido a ningún alumno en sus clases de religión… salvo a otro amigo (que
también terminó en el PSUC y también como secretario general) y a servidor. En
los años 68 y 69, la Cova del Drac y el drugstore Tuset, se habían convertido
en los lugares a los que algunos íbamos -de tanto en tanto, cuando nos
permitían nuestro ahorros- a tomar una cafelito o una caña. Allí vimos como
rodaban Tuset Street y allí nos relacionamos con los ambientes de
la nova canço, acuartelados en aquellos garitos. La calle Tuset era para
algunos de nosotros, la etapa previa a volver a casa en las tardes, hacer los
deberes, ver un par de horas de la única televisión y hablar con nuestros
padres.
Hacia mediados de los años 60, llegaron a Barcelona noticias de
que, en Londre,s Carnaby Street se había convertido en la calle de moda. No
sabíamos todavía lo que era el “shopping”, pero hacia 1965, la calle se había
convertido en la meca de esta práctica londinense. Allí habían instalado sus
boutiques, las principales diseñadoras (Mary Quant (creadora de la minifalda, Marion
Foale and Sally Tuffin, Lord John, Merc, Take Six y Irvine Sellars), garitos de
música pop en donde actuaban las bandas de rock de la época, se ensayaron
nuevos grafismos inspirados en la psicodelia para rotular los establecimientos y,
desde allí, se exportó la moda. En Barcelona, cuajó algo parecido en los apenas
120 metros de la calle Tuset, perpendicular a la Diagonal y entre las calles
Balmes y Muntaner. Incluso el Pasaje Arcadia que comunica Tuset con Balmes ingresó
en la cofradía del shoping progre barcelonés. Una de las tapias del Instituto
Francés, otra meca del progresismo barcelonés en el tardofranquismo, lindaba
con la calle Tuset y los nuevos edificios de oficinas, albergaron agencias de
modelos y de publicidad dirigidos por exponentes de la “gauche divine”. Y luego
estaban las tiendas, y la tortillería Flash-Flash, y la meca de los
posters en el pasage Arcadia, junto a los locales ya citados, alguna tienda de
moda, etc, etc.
Jorge Grau, estaba vinculado a la “Escuela de Barcelona”, traslación
forzada de las ideas de la “nouvelle vague” francesa a la Ciudad Condal, que
quería ser una respuesta “moderna” al cine “mesetario” y folklorico (o al
menos, a lo que se veía como tal; en realidad, quería ser una “cine barcelonés”
en lugar de “madrileño”, es decir, había un prurito regionalista en sus puntos
de vista). Todos sus miembros frecuentaban la boite Bocaccio,
pertenecían -casi en su totalidad- a la alta burguesía catalana y albergaban
proyectos “creativos y experimentales”. En fin, cosas de amigos y de progres que
trataban de ser guays y exquisitos. Pues bien, Grau elaboró un argumento de
carácter social, más ambicioso que lo que habían sido hasta ese momento los
coros experimentales. Se trataba de contraponer el mundo de lo popular,
representado en Barcelona, por el Paralelo, los espectáculos de revista, el
Molino, con lo progresista, encarnado en la calle de moda: Tuset Steet. La idea
no era mala: una corista del Paralelo frente a un arquitecto progre. Algunos
progres, tenían la idea de que estaban desconectados del “pueblo” y, a fin de
cuentas, el PSUC era el “partido de la clase obrera”, así que, de alguna
manera, estaban interesados en realizar una aproximación entre los hijos de la
alta burguesía, burgueses que proclamaban no querer ser burgueses, pero no
sabían como hacerlo, y las clases populares que se movían en el entorno del Paralelo.
En aquellos momentos, Sara Montiel había regresado de su
experiencia hollywoodiense y su carrera se encontraba atascada. Además, los
años no habían pasado en balde para ella y los kilos ya no le permitían lucir
palmito como un lustro antes. Participar en esta película era una forma de
reinventarse, romper con su pasado y ser admitida en un ambiente más acorde con
los tiempos del postfranquismo que se aproximaba. La introducción de la Montiel.
Fue contratado un equopo de lujo, con Rafael Azcona como guionista, Augusto
Algueró para la banda sonora y un actor belga, Patrick Bauchau, como réplica la
Montiel.
Nada salió como estaba previsto. Los técnicos procedentes de la
Escuela de Barcelona, nunca se tomaron en serio a la Montiel, ésta notó el
vacío y las ironías que le deparaban. Ella, además, era la productora y ni por
su procedencia, ni por sus modales, encajó con los pijo-progres ya implicados
en el PSUC. En un momento dado, Saritísima, se quejó abiertamente del boicot
que le estaban planteando e interrumpió el rodaje. Grau y ella se enzarzaron en
una discusión airada de mutuos reproches. El, hasta ese momento, director de la
cinta, renunció a sus derechos sobre ella, siendo nombrado nuevo director Luis
Marquina, que gozaba de toda la confianza de la Montiel (habían filmado Adiós,
Mimi Pompon). Como era de esperar, el sector progre hizo todo lo posible para
que la disputa apareciera en los medios de comunicación de la época, generando
una gran expectación en el público. Estrenada la película, satisfizo solamente
a los admiradores de la Montiel. Hoy, es considerada como un verdadero aborto
cinematográfico.
La película discurre en dos ambientes opuestos: el Paralelo, en
donde la protagonista es la vedette “Violeta Riscal” (Sara) y la calle Tuset en
donde se mueve “Jordi Artigas”, arquitecto de éxito, ligoncillo y chico bien.
Un amigo de éste, apuesta a que no será capaz de ligar con una mujer de fuera
de su ambiente. La vedette, además, ejerce la prostitución. El arquitecto se aproxima
a ella, finge estar enamorado y, finalmente, ella lo acepta. Lo que ignora es
que la escena de amor ha sido grabada y será reproducida en el pub donde se
reúne la peña progre. A todo esto, el arquitecto ha sentido escrúpulos y no
sabe cómo cortar la situación, incluso se ha medio enamorado. La vedette oye la
grabación, se siente humillada y corta con el arquitecto que intenta recuperar
la relación.
En el fondo es un improbable drama “social” que debería haber hecho
las delicias de la progresía. Pero, el cambio de director y las exigencias de
la Montiel dieron un giro a la trama, la convirtieron en una película casi
musical, en la que el entorno del arquitecto pasa a un lugar secundario y las
musas de la “gauche divine” quedan relegadas casi al olvido: Teresa Gimpera, Emma
Cohen (que aparecía como la enésima barcelonesa presente en el mayo del 68
francés…).
A pesar de que Sara Montiel quedó muy satisfecha de su papel y de
la película y sus fans la aplaudieron, incluso apareció en paños menores y en
el desplegable en la revista Bocaccio (émulo del Play-Boy dentro
de los márgenes permitidos por el franquismo), demostrando que el paso del
tiempo es inexorable y que lo que puede mostrarse a los 20, es de rigor que
quede en la intimidad en la segunda mitad de la vida, lo cierto es que la
película fue muy criticada y el éxito económico no impidió su fracaso
histórico.
Hay dos cameos notables. Por una parte, Luis García Berlanga, que
se erige en defensor de la vedette (y cliente de pago) asestando un puñetazo
memorable al protagonista y Alfredo Landa, desde las gradas de El Molino, como
incondicional de la vedete. Ambos debieron arrepentirse ampliamente de haber
figurado en la cinta.
Es una película que pasará a la historia como un intento frustrado
de soldar lo insoldable: lo popular con lo pijo-progre.
Otros enlaces:
Cuando
Tuset era una “Street” – Artículo revista
Boomerang
La
moguda de Tuset Street – EINA, Centro
Cultural de Disseny i Art de Barcelona
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