PACTO DE SILENCIO (1949) – Antonio Román – Cuando el protagonista es un militar… inglés.

Hacía solamente cuatro años que la Guerra Mundial había concluido con la derrota de las potencias del Eje que habían ayudado de manera determinante a Franco a instaurar el nuevo régimen en España. Desde 1942, la embajada inglesa había influido entre los Capitanes Generales, distribuyendo fondos a través del financiera Juan March, para presionar a Franco e inhibirse de participar en el conflicto. Cuatro años después de acabadas las hostilidades, se lanza esta cinta en la que, sorprendentemente, el protagonista es un militar inglés, héroes de la resistencia francesa… ¿Qué había ocurrido? Simplemente, que Albión figuraba en el bando vencedor.

 

FICHA

TITULO: Pacto de Silencio

AÑO: 1949

DURACIÓN: 106 minutos

DIRECTOR: Antonio Román

GÉNERO: Thriller

ARGUMENTO: Un militar inglés de memoria prodigiosa salva unos documentos esenciales durante la retirada de Dunkerke y luego, ante la imposibilidad de huir a las Islas Británicas encuentra refugio en una casa de campo, tras ser dado por muerto. Deja en España a su esposa. El Intelligence Service da con él y le reincorpora en el servicio organizando grupos de resistencia contra los alemanes. En una misión  es destinado a España en donde todo se complicará al tratar de contactar con su esposa y ser seguido por un colaborador de la Gestapo.

ACTORES: Rafael Bardem, Ana Mariscal, Adriano Rimoldi, María Martín, Conrado San Martín, Osvaldo Genazzani, José Isbert, Ángel Picazo

 

CLIPS

CLIP 1 – LA RETIRADA DE DUNKERKE VISTA POR ANTONIO ROMAN


 

CLIP 2 – MALAS NOTICIAS PARA ANA MARISCAL, LA ATRIBULADA ESPOSA 


CLIP 3 – UNA EXTRAÑA VISITA EN LA CASA RURAL


 

CLIP 4 – EL DESCONOCIDO ERA UN COLEGA DEL INTELLIGENCE SERVICE


 

CLIP 5 – LA "ONU" DE LA RESISTENCIA ANTIFASCISTA 


CLIP 6 – LA VIUDA QUE DEJA DE SERLO



CLIP 7 – A PALOS CON EL GESTAPISTA (O "AGENTE MERCENARIO") 


CLIP 8 – LA PORTENTOSA DECLARACIÓN DE PEPE YSBERT ANTE EL TRIBUNAL



CLIP 9 – LA JUSTICIA QUE SIEMPRE VENCE EN ESPAÑA... 


CLIP 10 – LA POTENCIA MILITAR INGLESA EN EL HAPPY END... 


Carteles y programas

 

 

Cómo localizar la película

A través de eMule: PACTO DE SILENCIO

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Lo menos que puede decirse sobre PACTO DE SILENCIO

Lo más sorprendente de esta película es su contenido. O no tanto. En efecto, siempre hemos sostenido que el régimen de Franco se fue adaptando progresivamente a las situaciones cambiantes de la política internacional. Cuando se estrena Pacto de Silencio, estamos en la primera fase de la Guerra Fría. El año anterior, se había producido el “Golpe de Praga” que demostraba a las claras que Europa del Este estaba en la zona de influencia soviética y que “Occidente” (esto es, Europa Occidental democrática más los EEUU) seguían dispuestos a respetar los acuerdos suscritos en Yalta, pero a impedir que los soviéticos se extendiesen más allá de los límites impuestos allí. Franco, vivía ese año el momento más angustioso del aislamiento internacional. Era, por tanto, necesario que renegara de sus antiguos aliados (los países del Eje, gracias a los cuales había obtenido la victoria de las armas nacionales en 1939) y se alinease frente a las potencias democráticas… Aunque España no lo fuera, si le unía algo a ese bloque: el anticomunismo. Y es en ese contexto en donde el régimen español buscaba aproximarse a los países anglosajones, cuando se filma esta significativa película que dice mucho sobre el espíritu de aquellos momentos.

Estamos ante un cine bélico y de intriga, pero el protagonista no es ni un divisionario que regresa del gulag ruso (como en La patrulla o en Embajadores en el infierno), ni siquiera un legionario levantisco (como en ¡A mí la legión!), ni tampoco un falangista (como en Rojo y Negro o en Frente de Madrid), o un aviador (como en Escuadrilla), o un militar africanista (como en Harka), ni mucho menos un episodio de la Guerra Civil, sino un mayor inglés casado con una española, atrapado en Dunkerke.

El mayor en cuestión (Adriano Rimoldi), opta por renunciar a la evacuación para rescatar unos documentos que no deben caer en manos de los alemanes. Las escenas del cerco de Dunkerke están realizadas con habilidad, uniendo efectos especiales artesanales, filmaciones históricas y reconstrucción de escenarios. Tras hacerse con los documentos, logra destruirlos, pero cae herido. El alto mando inglés, a todo esto, comunica a su familia, residente en la “ciutat dels Sants”, Vich, que el mayor ha muerto. Su desconsolada viuda (Ana Mariscal), tiene todavía la esperanza de que siga vivo o prisionero y, como la Penélope, esposa de Ulises, da largas a su pretendiente (Conrado San Martín).

El mayor, como era de esperar, ha logrado sobrevivir. Se ha hecho con una nueva documentación y está refugiado en una casa de campo francesa. Un buen día aparece allí un personaje enigmático (Ángel Picazo) que pregunta por él. Sabe quién es, se le presenta como oficial del Intelligence Service y le ordena que se reintegre a la actividad militar: deberá organizar la resistencia anti-nazi en Europa, junto a otros oficiales polacos, franceses, ingleses, belgas, holandeses, etc. Acepta, por supuesto.

En una de las misiones, deberá cruzar la frontera española. Provisto de una memoria fotográfica fuera de serie, deberá memorizar unos documentos y entregarlos a otro agente en España. Pero se le ordenado que no se entreviste con nadie: el enemigo le cree muerto y es bueno que siga pensando que lo está. Sin embargo, está seguido por un agente francés que colabora con la Gestapo y no puede evitar ponerse en contacto con su esposa desde un hotel próximo a San Sebastián. El director del hotel (Pepe Ysbert), hombre solícito, se pone a su disposición y no le extraña que, bruscamente, hayan llegado al hotel tres nuevos huéspedes fuera de temporada: el mayor inglés, el gestapista (que se menciona como “agente mercenario”) que lo persigue y la mujer del primero.

En el curso de una pelea el mayor se deshará del agente francés. Deberá despedirse de su mujer y dejar el cuerpo en el hotel. Cuando ya se encuentra fuera del alcance de la policía española, colaborando de nuevo con la resistencia, su esposa es detenida y procesada como cómplice en la muerte del agente francés. Sin embargo, antes de que se dicte sentencia, su abogado defensor (Conrado San Martín) hará llegar al tribunal todos los datos que demuestran que el muerto era agente de la Gestapo y que el mayor actuó en defensa propia. Todo lo cual basta para que la esposa sea absuelta y la película tenga un “happy end”.

El guion fue elaborado por Julio Coll, Manuel Tamayo y Alfonso Sánchez, aquel crítico de cine que apareció desde el principio de la televisión en España provisto de una voz particular que hizo las delicias de los imitadores. Sánchez, por cierto, fue Alférez Provisional durante la guerra civil y colaborador de la revista Primer Plano, del diario El Alcázar y de revista satírica La Codorniz. Fue la única ocasión en la que Alfonso Sánchez elaboró un guion). En cuanto a Manuel Tamayo, era sobrino nieto del dramaturgo Manuel Tamayo i Baus. En 1942 fue contratado por Cifesa como guionista y unos años después pasaría a Emisora Films, para la que escribió el guion de esta película. Colaboró con los grandes del cine español del período franquista, prácticamente sin excepción. Fue guionista de El batallón de las sombras y de ¿Dónde vas Alfonso XII?, sus trabajos más conocidos. Ocupó varios cargos oficiales en el ámbito de la cinematografía franquista. Finalmente, Julio Coll, tras participar en los servicios sanitarios del ejército nacional en el frente de Aragón, colaboró con la revista Destino, en la época en la que estaba gestionada por los falangistas catalanes, asumiendo la crítica cinematográfica. Emisora Films, propiedad de Ignacio F. Iquino, le ofreció un puesto como guionista; más adelante creó su propia productora y dirigió casi una veintena de películas entre 1955 y 1971; se trasladó de Barcelona a Madrid y empezó a trabajar para Televisión Española. Sus guiones y películas tienden siempre a dar profundidad psicológica a sus personajes.

Con este equipo de guionistas, Antonio Román asumió la dirección de la cinta. Estaba vinculado a la industria del cine desde antes del estallido de la guerra civil y durante la postguerra filmaría algunas de las películas de más renombre en la época. A él se debe Escuadrilla (1941) y, especialmente, Los últimos de Filipinas (1945). Su recorrido cinematográfico (que se prolongó durante 39 años, desde su primer corto en 1930, hasta 1969, cuando dirigió El mesón gitano con Peret de protagonista). Román está considerado como uno de los grandes directores del período franquista y se le sitúa como uno de los “renovadores del cine español”, junto a Sáenz de Heredia y Rafael Gil.

La película tiene como aliciente su propia temática y el, sorprendente, intento de adaptarse a la realidad de los comienzos de la Guerra Fría. El propio Román dirigiría en 1963 otra película con el mismo título y análoga temática. Los guionistas volvieron a ser Tamayo y Coll. El mayor inglés ya no era tal, sino francés. La esposa no vivía en Vich, sino en San Sebastián. Y la muerte del protagonista no ocurre en Dunkerke, sino durante la guerra de Argelia. No trabajará para el Intelligence Service, sino para la OAS. Tras unas cuantas misiones terroristas, vendrá a España en donde contactará con su esposa… Como puede verse, se trata de un “remake”, igualmente significativo, porque en esos momentos, todavía estaba vivo el recuerdo de los atentados de la OAS y en Francia se solía criticar la permisividad con la que el gobierno español había dejado operar a los comandos armados de extrema-derecha.

La versión que comentamos, la de 1949, es discreta en su resultado final. Picazo, que luego sería un gran actor -se decía, y parece ser que con razón, que era hijo bastardo de Alfonso XIII y, ciertamente, como puede apreciarse en las escenas en las que aparece, el parecido es sorprendente- estaba todavía verde, bastante inexpresivo y hierático. Otro tanto cabría decir de Conrado San Martín en esos, sus primeros pasos cinematográficos. Adriano Rimoldi, por su parte, borda una buena actuación correcta, especialmente por su feeling con Ana Mariscal, la Penélope de este drama. Médico de profesión, rodó entre 1939 y 1943, esto es, durante el período fascista, una veintena de películas; en la postguerra siguió ejerciendo como actor pero, en esta ocasión, con frecuentes incursiones en la cinematografía española: rodó con Edgar Neville, Voragine (1948), Las aguas bajan negra (1948) de Sáenz de Heredia, Sendas Marcadas (1957) con Juan Bosch, la película que comentamos y otras muchas. Gozó de una cierta popularidad en los primeros programas de TVE en el Paseo de La Habana donde asumió lo que hoy sería la sección de “cotilleos”.

La película es, en sí misma, sorprendente y anómalo. Los aliados y los resistentes resultan ser héroes (lo paradójico es que, en ese momento, el maquis que operaba desde Francia seguía todavía vivo). Pero las necesidades del régimen hicieron que la película pudiera prosperar sin ningún encontronazo con la censura.

Algo acartonada, con un guion que hubiera podido estar mucho más elaborado, tiene como alicientes, la aparición de Pepe Ysbert en un papel secundario en el que brilla con luz propia, el rostro y la expresividad de Ana Mariscal, pero, sobre todo, puede ser considerada como un “signo de los tiempos”: cuando había que negar tres veces la ayuda recibida del Eje y afirmar lo justo de la lucha de los anglosajones contra ese mismo Eje.

 

Otros enlaces:

Antonio Román, de un cine a otro – Filmoteca Española

La música en el cine español de posguerra (1939-1950) – Esther García Soriano

 



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