MARE NOSTRUM (1948) – Rafael Gil – España seducida por las potencias del Eje

Hacía solo tres años que la guerra mundial había concluido. España vivía su peor momento de aislamiento internacional. España era la antigua aliada de las potencias del Eje ahora vencidas. Rafael Gil aprovechó un relato de Blasco Ibáñez, lo descontextualizó, y lo utilizó como argumento justificativo en pro del régimen español: todo había sido un trabajo de seducción. Es una película antifascista que aparece en el centro del “primer franquismo”, una cinta extraña, brillante en su ejecución, muy actual en cierto sentido (ahora que el gobierno español está seducido por la OTAN y por el Foro Económico Mundial), y que debió desorientar muchos espectadores. Los antiguos aliados habían pasado a ser enemigos.

 

FICHA

TITULO: Mare Nostrum

AÑO: 1948

DURACIÓN: 84 minutos

DIRECTOR: Rafael Gil

GÉNERO: Espionaje

ARGUMENTO: Un barco español debe realizar una estancia en Nápoles para realizar reparaciones. En el curso de la estancia, su capitán conoce a una extraña mujer que resultará ser una espía alemana. Se enamora localmente de ella y se integra en la red alemana. Minará algunos puertos mediterráneos y su hijo, también marinero, perecerá por una de estas minas. A partir de ese momento, decidirá vengarse.

ACTORES: María Félix, Fernando Rey, Guillermo Marín, José Nieto, Juan Espantaleón, Porfiria Sanchiz, Eduardo Fajardo, Ánbgel de Andrés, Rafael Romero Marchent, Nerio Bernardi, Osvaldo Genazzani, Arturi Marín, Féliz Fernández, José Franco, José Prada, Manuel Aguilera, Santiago Rivero, Antonio Vilar, Teresa Arcos, Francisco Bernal

 

CLIPS

CLIP 1 – UN AMOR A PRIMERA VISTA EN LAS RUINAS DE POMPEYA


CLIP 2 – UN REENCUENTRO EN ABSOLUTO CASUAL 


CLIP 3 – FERRAGUT CON LA RED DE ESPIONAJE ALEMÁN


CLIP 4 – ASÍ TRATA FREYA A SUS EX AMANTES...


CLIP 5 – UNA MISIÓN PARA LA RED: EL MINADO DE LOS PUERTOS INGLESES DEL MEDITERRÁNEO


CLIP 6 – Y LA EJECUCIÓN DE LA MISIÓN: SEMBRADO DE MINAS MAGNÉTICAS



CLIP 7 – EL HIJO MUERE A CAUSA DE UNA MINA SEMBRADA POR PAPÁ


CLIP 8 – FREYA DETENIDA, LA RED DE ESPIONAJE DESARTICULADA


CLIP 9 – FERRAGUT NAVEGA, FREYA ES FUSILADA EN LA PLAYA

 

CLIP 10 – UN MARINO ESPAÑOL COMBATIENDO CON LAS ARMAS EN LA MANO... BAJO BANDERA INGLESA



 

Carteles y programas

 

 


Carles con el título con el que se exhibió en Franci: "Du sang à l'aube - Mare Nostrum"


 

Distintos carteles para la exhibición en España




Título de la película en países iberoamericanos: "Alba de Sangre"


Cómo localizar la película

A través de eMule: MARE NOSTRUM

 


Lo menos que puede decirse sobre MARE NOSTRUM

Rafael Gil fue uno de los directores más próximos al régimen franquista. A pesar de no tener la genialidad de otros, fue siempre un hábil artesano que sabía construir películas amenas e, incluso, hacer llevadero el mensaje político. En Murió hace 15 años, por ejemplo, hace digerible el cine anticomunista. En La Guerra de Dios se adelanta al fenómeno de los “curas obreros” casi dos décadas. Y en El clavo, consigue una muy aceptable traslación al cine de una novela del siglo XIX. Reitera esta capacidad para contar bien historias muy distintas en Mare Nostrum. Pero, además de las connotaciones artísticas, esta película es particularmente especial: se trata de la primera cinta en la que los antiguos aliados del Tercer Reich, aparecen como malvados. Pacto de Silencio, va en la misma dirección, siendo solamente un año posterior. Legítimamente, podemos pensar que “alguien” sugirió la oportunidad de estas dos cintas en las que los antiguos aliados del Eje, ya derrotados, pasan a ser los “malos”.

El relato originario había sido escrito por Blasco Ibáñez en 1918. La narración era la segunda de una trilogía dedicada a la Primera Guerra Mundial. La primera había sido Los cuatro jinetes del Apocalipsis, llevada al cine en varias ocasiones y que catapultó a su autor a la fama internacional. Blasco Ibáñez, como se sabe, republicano, masón, era favorable a los aliados y, seguramente, eso también, contribuyó a que su relato se difundiera internacionalmente a partir de noviembre de 1918, cuando terminó el conflicto. Mare Nostrum, no alcanzó no remotamente el éxito de ventas de la anterior novela, pero también gozó de una amplia difusión.

Rafael Gil, ayudado por Antonio Abad Ohuel, adaptó la novela a las necesidades de la política y de la imagen que el régimen franquista quería dar en ese momento en el exterior. De hecho, su película, se difundió en Francia, en Inglaterra y en otros países, amén del continente iberoamericano (con el título de Alba de sangre). Se ignora si algún agente del régimen “sugirió” la conveniencia de una película así al director o a la productora (Suevia Films). Pero, el caso es que respondía exactamente a las necesidades del régimen franquista en aquel momento.

Gil se limitó a trasladar la trama elaborada por Blasco Ibáñez, de la Primera, a la Segunda Guerra Mundial. Es fácil pensar que la trama le fue sugerida al autor valenciano por el caso de Mata Hari, la espía que trabajó para los alemanes durante el primer conflicto. Todo lo demás, es prácticamente similar, salvo la moraleja de la historia.

Estamos a finales de agosto de 1939, un mercante de bandera española llega a Nápoles donde debe pasar unas semanas por distintas reparaciones. El capitán, Ulises Ferragut (Fernando Rey), intenta matar el tiempo en la ciudad italiana y conoce a una enigmática mujer de la que se siente inmediatamente prendado. Es Freya (María Félix), una vampiresa que se mueve como pez en el agua en Nápoles y que va acompañada de la que parece su secretaria. El nombre no es gratuito: la Freya germánica equivale a la Afrodita latina, la diosa del amor. Ambos visitan Pompeya, la Acrópolis y otros monumentos mediterráneos antes de que el espectador sepa quién es verdaderamente la mujer. Se trata de una agente del Tercer Reich vinculada a una red que está preparándose para cuando se produzca el inicio de la guerra. En ese momento, Freya amenaza con irse, pero el capitán Ferragut, le declara su amor y su intención de no separarse de ella.

En realidad, Freya, especialista en la captación de marineros para la causa del Reich, espera que Ferragut ponga su barco a disposición de la causa alemana o bien que asuma la dirección de una goleta, aparentemente mercante, cuyo destino es el de minar las entradas a los puertos ingleses del Mediterráneo. Cuando Ferragut plantea a sus marineros trabajar para los alemanes, su segundo de a bordo (Ángel de Andrés) le dice que eso sería “vulnerar la neutralidad” española. Así que opta por asumir la capitanía de la goleta en donde irá acompañado por el superior de Freya, Von Kramer, Conde Gavelin (Guillermo Marín), el jefe de la red de espionaje. Freya, a todo esto, resulta ser ciudadana germano-italiana y cumple las órdenes de Von Kramer. Conduce a uno de sus antiguos amantes hasta la muerte y manipula al capitán Ferragut para la operación de minado. No está muy claro si la propia Freya termina o no enamorándose de Ferragut de manera sincera, lo que sí está suficientemente es que ésta lo manipula para que sirva a la causa alemana.

Ferragut, a todo esto, es viudo. Tiene un hijo también marino que está embarcado en otro navío que surca el Mediterráneo. En uno de estos viajes, cuando Italia ya ha entrado en guerra, el barco en el que navega el hijo choca con una de las minas sembradas por la red de von Kramer. Esto desata las iras de Ferragut que comprende perfectamente la manipulación de la que ha sido objeto.

Pasan los años y, cuando todavía sigue la Segunda Guerra Mundial, Ferragut se cruza en las calles de un puerto italiano con Von Kramer, lo persigue y consigue matarlo. Luego, se toma, en el mismo puerto con Freya a la que denuncia a la policía. La última escena es la de la detención por los ingleses de la espía. Podemos imaginar su destino, similar al de Mata-Hari. Ferragut, finalmente, muere en su barco defendiéndolo con una ametralladora antiaérea de los ataques de la aviación alemana. Español, sí, pero héroe de la causa aliada.

Hasta aquí el contenido de una película en el que lo dramático, se mezcla con lo romántico y lo bélico. Vale la pena realizar algunas observaciones. La lectura que puede hacerse de la película en clave “política” es palmaria: España, esto es, el “capitán Farragut”, se ha dejado seducir por el Eje, representado por la aventurera germano-italiana Freya. Ha sido engañada por ella y, finalmente, tras observar los horrores de la guerra, ha recuperado el buen sentido y combatido en la “parte justa”.

Así leída, la película supone un quiebro a la política que había llevado España hasta 1942, cuando estuvo a punto de entrar en guerra junto a las potencias del Eje, sin cuya colaboración hubiera resultado imposible la victoria de Franco sobre la República. España fue “seducida” por el Eje, pero ahora ha recuperado el “buen sentido” y ha ayudado a la “parte justa”.

Hace falta situar la película en el momento histórico en el que fue rodada, exhibida y exportada, entre otros países, a Francia, país que ese mismo año -1948- había reabierto su frontera con España. El régimen de Franco, precisaba un pulmón exterior, sabía que el aislamiento internacional podía asfixiarlo en pocos años y de ahí la necesidad de negar, como Pedro, tres veces lo que había sido la realidad histórica, al menos entre 1939 y 1942. Es significativo que este guiño hacia los aliados -y el que seguirá el año siguiente con Pacto de Silencio, preceda a la primera película en la que aparece el tema de la División Azul (La Patrulla, 1954).

Como se sabe, la interpretación franquista del conflicto consistía en explicar que, bajo el nombre de “Segunda Guerra Mundial”, eran dos conflictos diferentes los que habían estallado. Por una parte, la guerra entre las democracias y el totalitarismo nazi-fascista, conflicto, ante el cual, España se había declarado neutral y, en segundo lugar, una guerra de Europa contra el comunismo, en el cual España había participado enviando a la División Azul. Pero esto valió hasta mayo de 1945, cuando la derrota del Eje, hizo necesario alterar el relato. A partir de ese momento, de lo que se trató fue de recordar la ayuda que España prestó a refugiados y presos del bando aliado, incluso a judíos. Esta película puede considerarse como puntal de ese relato y nueva interpretación: España había sido seducida por el Eje, pero, finalmente, recuperó la cordura.

La película cuenta con la presencia de María Félix, la actriz mexicana, que en ese momento multiplicaba sus intervenciones en el cine español. Fernando Rey, su oponente, tenía a sus espaldas, a pesar de su juventud, un amplio historial cinematográfico: había sido Felipe el Hermoso en Locura de amor (1948), el bachiller Sansón Carrasco en Don Quijote de la Mancha (1947), el infante Alfonso en La reina santa (1947), Juan Chamizo en Los últimos de Filipinas (1945), El duque de Alba en Eugenia de Montijo (1944) y todavía le quedaría protagonizar medio centenar de películas hasta su retirada en 1994: su historial cinematográfico abarca medio siglo de cine español.

Desde el punto de vista visual la película es correcta, e irreprochable en sus interpretaciones. El ritmo narrativo es lo que le ha permitido sobrevivir hasta nuestros días sin quedar acartonada. Quizás, lo único que se resiente del cambio de décadas es que los diálogos románticos son excesivamente acaramelados, pero, en general, la película ha sobrevivido bien al paso del tiempo y nos demuestra la capacidad de adaptación que tuvo el régimen franquista a las circunstancias internacionales siempre cambiantes. Rafael Gil, ya sea por iniciativa propia, o bien por sugestiones llegadas de las altas esferas del régimen, interpretó a la perfección sus necesidades en ese momento.

La película recibió distintos galardones, Gil fue premiado como el “mejor director” en la Cuarta Edición de las Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos, y Fernando Rey recibió el premio al mejor actor principal en el mismo certamen. Y, el Sindicato Nacional del Espectáculo le otorgó una mención especial como mejor película del año.

 

Otros enlaces:

Descarga del PDF de la novela: MARE NOSTRUM

Cine, ideología y género: la ·”femme fatale· al servicio de la falsificación de la historia en Mare Nostrum (Rafael Gil, 1948) – Marianne Bloch-Robin



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