EL CLAVO (1944) – Adaptando la literatura española
La literatura
romántica del siglo XIX dio obras de calidad suficiente como para no ser
olvidadas un siglo después de su redacción. La novela El clavo de Pedro Antonio
de Alarcón es buena muestra de ello. A veces, vale la más recuperar una novela
de otra época y adaptarla al lenguaje cinematográfico, que poner en marcha a
guionistas que, por lo general, nunca superarán el nivel de los grandes de la
literatura. Este razonamiento fue el adoptado por Rafael Gil para rodar esta
película en 1944 que obtuvo el favor de la crítica y la adhesión del público.
FICHA
TITULO: El Clavo
AÑO: 1944
DURACIÓN: 99
DIRECTOR: Rafael Gil
GÉNERO: Dramático
SUBGÉNERO: Adaptación literaria
ARGUMENTO: Un juez y una joven de enigmática belleza, coinciden en un viaje
el carro. Se enamoran y a partir de ahí inician una relación. Sin embargo,
bruscamente, ella desaparecerá de su vida. Sin embargo, poco después del primer
encuentro con la joven, en el ejercicio de su profesión de juez, investigará un
misterioso asesinato de alguien cuya muerte pasó por una enfermedad natural. Su
calavera mostraba un clavo que le atravesaba el cerebro. Años después, el juez,
paseando por Madrid se la cruza y, a partir de allí reinician la relación. Un
funcionario del juzgado, encargado por el juez de investigar el asunto,
finalmente dará con el asesino.
ACTORES: Amparo Rivelles, Rafael Durán, Juan Espantaleón, Milagros Leal,
Joaquín Roa, Irene Caba Alba, Ramón Martori, Rafaela Satorrés, Manuel Arbó
CLIPS
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Carteles y programas
Lo menos que puede decirse sobre EL
CLAVO
Vista con los ojos de un espectador del siglo XXI, la película de
Rafael Gil, El Clavo, puede parecer un melodrama. Y, no digamos, la novela de
Pedro Antonio de Alarcón del mismo título, escrita en 1881 y que formaba parte
de sus Cuentos amatorios. Sin embargo, cuando se vuelve a ver esta
película, incluso con los ojos de nuestro tiempo, se percibe lo que es la
novela romántica (como escuela literaria, más que como impulso amatorio): misterios
del pasado, claros de luna en medio de ruinas, paisajes desolados de sombras
inquietantes, situaciones desgarradoras de salida imposible… Y todo esto es
interpretado en imágenes en movimiento de manera genial por Rafael Gil. Así
pues, lo que tenemos en El Clavo, es una buena película, basada en una buena
novela.
No fue la única novela de Pedro Antonio de Alarcón que se llevó al
cine en aquellos momentos. El sombrero de tres picos, fue llevada al
cine en dos ocasiones, una en 1930, durante los últimos estertores de la
monarquía y en 1944... pero en Italia y México respectivamente. El Capitán Veneno,
dirigida por Luis Marquina y protagonizada por Fernando Fernán Gómez y Sara
Montiel, sería filmada en 1950 y se situó en la estela de El Clavo. También
en México se filmó Historia de un gran amor (1942), dirigida por Julio
Bracho, con Jorge Negrete como protagonista. Otra Novela de Alarcón llevada al
cine, La Prodiga (1944) fue la última adaptación de este autor a la
pantalla grande, a la que solamente seguiría, muy tardíamente, la novela El
niño de la bola se estrenó en 1972 con formato de serie de televisión
dirigida por José Luis Tafur. Todo esto índice que, especialmente en los años
40, la obra de Antonio de Alarcón seguía interesando al público, incluso en el
ámbito hispanoamericano.
La película de Rafael Gil es particularmente pulida. Al verla hoy,
da la sensación de que el público de los años 40, mucho más que la censura,
pedía lo ve en pantalla: no hay escenas eróticas, ni de cama, pero sí una
sensualidad contenida, implícita, perceptible en la gestualidad y en las
situaciones. Estos rasgos se encuentran en el cine de los directores más
famosos de la época que no precisan recurrir a “lo explícito”, sino que les
basta unas pinceladas para sugerir estados de ánimo.
La novela es muy conocida como para que pueda depararnos alguna
sorpresa: un juez joven emprende un viaje en diligencia, en el curso del cual
conoce a una mujer fascinante de la que queda profundamente enamorado. Ella,
arisca, inicialmente, le corresponde. El juez ha sido destinado a un pueblo lejano
y espera poder obtener un buen destino en breve. Será entonces cuando se casen.
Sin embargo, al cabo de unos meses, la relación se interrumpe, las cartas no
son contestadas y vienen devueltas al remitente. El juez, no por ello, olvida a
su amada. En esos días, dando una vuelta con el secretario del juzgado por el
cementerio, entablan conversación con un enterrador que está llevando restos de
fallecidos al osario. El juez advierte la presencia de un cráneo descarnado que
muestra un clavo en su parte superior y que, verosímilmente ha causado la
muerte de alguien. Poco a poco, va averiguando el nombre del muerto y sus
circunstancias. La sospechosa es una mujer que ha desaparecido, así que encarga
al secretario del juzgado que se esfuerce en localizarla. Pasan los años y el
juez dando una vuelta por Madrid se cruza con su amada. Ella le da algunas
explicaciones sobre su corte de relaciones y ambos emprenden la relación. Sin
embargo, poco después, ella es detenida como sospechosa de haber cometido el
crimen en la figura de su marido, con quien debió casarse a la fuerza. El juez,
ignorando quien ha sido detenida por el asunto, acude al juicio y va entrar,
custodiada por la policía a su amada a la que deberá condenar a muerte según la
ley por el delito cometido. Finalmente, después de ímprobos esfuerzos,
conseguirá que se le conmute la pena de muerte por la de cadena perpetua.
El argumento, como puede verse, es previsible desde el principio,
pero no quita el interés que va aumentando a medida que avanza la película. A
ellos contribuye el buen hacer de los dos protagonistas, Amparo Rivelles y
Rafael Durán que demuestran una química excelente (y su talla de buenos actores,
porque en otras producciones de la misma época, consiguen armonizar igualmente con
el reparto. Es cierto que Durán, especialmente en las escenas del juicio, se
muestra algo sobreactuado, pero no debemos olvidar que estamos en un momento en
el que el cine contaba con actores procedentes del teatro y solamente hacia 10
ó 15 años que se había configurado como “séptimo arte”.
La película, firmada por Gil, fue producida por SUEVIA Films y
rodada en su mayor parte en el estudio con decorados, salvo las escenas de
exteriores filmadas en Cuenca. Se conoce el coste de la película (en torno a
los 3.000.000 de pesetas) y los días de rodaje (140, un tiempo excesivamente
prolongado que solamente se debió a las restricciones eléctricas de aquella
época).
El mensaje de la película es, como en todas las obras de Alarcón,
moralizador. El destino marca la pauta de nuestras vidas: es caprichoso,
imprevisible y trágico, pero no podemos escapar a él. Aquello que hemos hecho
nos persigue y, finalmente, encontramos nuestro castigo. Éste, no solamente nos
afecta a nosotros, sino que, además, puede afectar a nuestros seres queridos.
Tanto la aplicación de la justicia por parte del juez, como los motivos que
puede tener alguien para asesinar a otra persona, no son gratuitos: se pagan.
Ahora le llamamos “karma”, pero en nuestro mundo, se llamaba “destino”.
La película es fácil de encontrar a través de eMule y comprada en
DVD
Cómo localizar y ver la película
Hay varias
versiones en eMule en formato AVI, MKV y MPG. En formato AVI puede encontrarse
en el siguiente ENLACE
Enlace HTML:
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clavo (1944).avi</a>
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Otros enlaces:
El
Clavo, dos épocas y dos géneros para un relato de Pedro Antonio de Alarcón,
Susana Margarita López Díaz
Rafael
Gil: Cinco Films, Jesús G. Requena
Cuerpo(s)
para nuestras letras: Rafael Gil y CIFESA (1940-1947), José Luis Castro Paz
Revisión
de la obra de un cineasta olvidado: Rafael Gil (1913-1986), Juan Ignacio
Valenzuela Moreno
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