LA VENGANZA DE DON MENDO (1961) – FERNANDO FERNÁN GÓMEZ – ASTRACANADA A LA ENÉSIMA POTENCIA
Muñoz Seca (asesinado por los republicanos en Paracuellos del Jarama en 1936, por el único delito de ser católico y monárquico, memoria histórica obliga) no fue el inventor de la astracanada, pero sí su máximo representante en el siglo XX. Y, de entre sus varias astracanadas, La venganza de Don Mendo fue la más celebrada, incluso en nuestros días. Fernán Gómez dirigió esta versión en 1961 y once años después, Estudio 1 de TVE escenificó otra versión protagonizada por Tony Leblanc.
FICHA
TITULO: La venganza de Don Mendo
AÑO: 1961
DURACIÓN: 83 minutos
DIRECTOR: Fernando Fernán Gómez
GÉNERO: Humor
ARGUMENTO: El marqués de Cabra
asciende a las habitaciones de Magdalena, su amor, pero es sorprendido y
apresado. Para no confesar su amor, declara ser ladrón. Su amada le traiciona,
pero sus amigos logran que se fugue de prisión y aborde la nueva personalidad
de trovador. La reina se enamora de él y Magdalena, sin reconocerlo, lo
corteja, hasta que todo este tormento de engaños y pasiones desemboca en una
masacre generalizada.
ACTORES: Fernando Fernán Gómez,
Paloma Valdés, Juanjo Menéndez, Antonio Garisa, Joaquín Roa, Lina Canalejas,
María Luisa Ponte, José Vivó, Paula Martel, Naima Lamcharki, Lola Cardona,
Francisco Camoiras
CLIPS
CLIP 1 – EL ROMANCE DE LOS CUATRO HERMANOS QUIÑONES
CLIP 2 – “TRISTE DÍA EL DE AYER…”
CLIP 3 – “MAGDALENA… ESA ESCALA EN UNA ALMENA…”
CLIP 4 – “HOY ES MARTES, HAY DIOS, MARTES Y TRECE…”
CLIP 5 – “NO HAY PENDÓN MÁS GRANDE, NI MÁS ALTO, NI MAS VIEJO…”
CLIP 6 – “SIEMPRE FUISTEIS ENIGMÁTICO Y EPIGRAMÁTICO Y ÁTICO…”
CLIP 7 – “SED TESTIGOS CISTERCIANOS QUE MUERO POR MI MANO Y
EMPAREDAN A UN FIAMBRE…”
CLIP 8 – EL TROVADOR Y DON MENDO
CLIP 9 – EL REENCUENTRO CON MAGDALENA LA INFAME
CLIP 10 – “PERO ES POSIBLE, DON PERO, QUE QUIEN DISTRAIGA NO HAIGA”
CLIP 11 – “TAL VEZ POR LAVARME EN SANGRE, ME LLEGARÍA A LAVAR…”
CLIP 12 – “HIÉREME DUQUE DE TORO SI TU VALOR LLEGA A TANTO…”
CLIP 13 – “¿QUÉ HAS HECHO, MALDITA MORA? ¿EN QUIÉN ME VENGO YO AHORA?...”
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
En FlixOlé: LA
VENGANZA DE DON MENDO
A través de eMule: LA
VENGANZA DE DON MENDO (en formato mkv)
A través de eMule: LA
VENGANZA DE DON MENDO (en formato avi)
En RTVE: LA
VENGANZA DE DON MENDO (versión de RTVE en Estudio 1, con Tony Leblanc)
En YouTube: LA
VENGANZA DE DON MENDO (versión de RTVE, 1977)
En YouTube: LA VENGANZA DE DON MENDO (versión teatral de José
Sazatornil, 1988)
Lo menos que puede
decirse sobre LA VENGANZA DE DON MENDO
Pedro Muñoz Seca ha constituido un punto y aparte en el teatro
español. Hizo reír a varias generaciones, incluso después de muerto. Y sus
obras seguirían ejerciendo el mismo efecto sobre el público de no ser porque la
corrección política y la “memoria histórica hemipléjica” han implicado,
necesariamente, relegarlo al olvido. Pero los que consideramos que reír figura
entre las cosas más serias que puede hacer un español medio en nuestros días,
seguimos teniendo una profunda veneración por la obra de Muñoz Seca. La persona
que enterró su cadáver en Paracuellos del Jarama, fusilado junto con otras 112
personas, dio cuenta de que, hasta sus últimos momentos quiso mantener bien
alto el sentido del humor. Se conoce su frase postrera: “Podéis quitarme la
vida… pero el miedo que estoy pasando, eso si que no me lo quitáis”. Fue
fusilado por aquellos que solamente reían viendo a caer a otros. Detenido en
Barcelona por los anarcosindicalistas, en los primeros días de la guerra civil,
su único delito fue ser monárquico, decirlo pública y abiertamente. También se
le achacó ser católico. Eso bastó para que la FAI, con el visto bueno de Companys,
lo pusiera en manos del aparato represivo madrileño, controlado por comunistas
que no dudaron en incluirlo en una “saca”. De vivir hoy, sin duda, habría compuesto
alguna astracanada poniendo en su lugar a Santiago Carrillo, santificado en la
transición y cerebro de aquella masacre. Es lo que tiene la “memoria histórica”,
que cuando se ejerce, se hunden todos los mitos de los que se alimenta la
izquierda de nuestros días.
Vi por primera vez, La Venganza de Don Mendo en TVE,
pocos años después de que se estrenara en los cines, filmada en 1961 y que,
para mí, sigue siendo hoy la mejor, muy superior a la protagonizada por Tony
Leblanc y emitida también por TVE en el archifamoso programa Estudio 1 (cuando
os directivos de televisión tenían un compromiso con la cultura y la audiencia
respondía prestando interés). También considero obligado citar la versión
teatral de la misma pieza, protagonizada por José Sazatornil y que se
escenificó con el mismo éxito en 1988. En el apartado de “enlaces”, será
posible al interesado, encontrar las tres versiones y juzgar por sí mismo.
En la filmada en 1961, adaptada, dirigida y protagonizada por
Fernando Fernán Gómez (acaso por sentirse anarquista y querer enmendar la
detención de Muñoz Seca durante la guerra civil), se quiso mantener el aspecto “teatralizante”
de la obra, en los decorados, deliberadamente minimalistas y de cartón piedra. Cabe
decir que hoy sería una obra censurada por la “corrección política”, esa que
impide reírse de casi todo y se preocupa solamente de exaltar revanchas,
venganzas y desvengüenzas.
Unas líneas sobre el autor. En 1901, estrenado el siglo y acabados
sus estudios de Filosofia y Derecho, estrenó su primera obra cómica. A esta
seguirían en los 35 años siguiente, casi centenar y medio de piezas teatrales.
Erróneamente, se le tiene como crear del “astracán” o de la “astracanada”,
género teatral cómico, que había nacido en el XIX. Nadie niega, de todas
formas, a Muñoz Seca, el que alcanzó las más altas cumbres de esta especialidad
con tres obras (las tres repuestas por TVE en los años del franquismo en
Estudio 1): El verdugo de Sevilla, Los extremeños se tocan y la
que comentamos hoy. En la astracanada, lo que cuenta, por encima de cualquier
otra consideración, es generar carcajadas continuas en el espectador: cuando se
consiguen, por encima de la coherencia argumental o de la verosimilitud de lo representado,
la pieza puede decirse que ha logrado lo que se proponía. El retruécano, los
juegos de palabras, la polisemia de los vocablos, los anacronismos, son los
recursos más habitualmente empleados. Incluso el ripio forzado, denostado por
la lírica convencional, es aceptado en la astracanada y casi necesario para
inducir la risa.
Pero hay algo más en La venganza de Don Mendo. El
lenguaje no era el habitual de los años 20, sino que está inspirado en el Romancero
Español y en la poesía medieval de Jorge Manrique. Hay algo del arcipreste de
Hita en tanta chanza desbordada. Incluso el reencuentro entre Magdalena y Don
Mendo, convertido en trovador, tiene algo de Gonzalo de Berceo. Algunas
construcciones gramaticales arcaizantes encuentran su material en ese museo
glorioso de los orígenes de la lengua castellana. Muñoz Seca demuestra aquí ser
un intelectual con una cultura envidiable. No es raro que la obra, estrenada en
el Teatro de la Comedia -sí, en el mismo en el que José Antonio Primo de
Rivera, fundaría Falange Española en veinticinco años después- en 1918, sea hoy
la cuarta obra más representada de todos los tiempos (después de Don Juan Tenorio,
Fuenteovejuna y La Vida es sueño). Y estamos seguros que esta clasificación
hubiera gustado a Muñoz Seca que, profesaba admiración y respeto por los
clásicos.
El argumento es suficientemente conocido, como para que lo
repitamos. Más que repetirlo, nos limitaremos al cómodo “corta y pega” que
hemos encontrado en una de las webs consultada para redactar estas notas: Magdalena,
hija de don Nuño Manso de Jarama, mantiene relaciones a escondidas con el noble
don Mendo. El padre de la joven decide casarla con un rico privado del rey, don
Pero de Toro. Ella, que quiere ascender socialmente, acepta, sin avisar a su
amante. Don Pero y todo el castillo de don Nuño descubren a los amantes. Don
Mendo se autoinculpa diciendo que entró al castillo para robar, buscando de
esta forma proteger a Magdalena. Acaba encarcelado y condenado a muerte, por
orden de don Nuño, y emparedado, por orden de Magdalena. Magdalena y don Pero
se casan. Don Mendo descubre, con este acto, la traición y miserabilidad de
Magdalena, que resulta no amar a nadie más que a sí misma. Un amigo de él, el
marqués de Moncada, lo rescata de la torre, dándole así la oportunidad de
llevar a cabo su venganza. Comienza una nueva vida en la que irónicamente se
hace llamar Renato ("renacido"), un apuesto trovador al que todas
adulan. Comienzan a trabajar con él unas moras, de esta forma le añaden baile a
sus cantos. Una de ellas es Azofaifa, quien está perdidamente enamorada del
juglar. Magdalena, sin saber que es don Mendo, también se fija en él y lo
seduce. Por si fuera poco, Magdalena también mantiene relaciones a escondidas con
el rey, don Alfonso. Don Pero y su padre, don Nuño, la espían mientras se cita
con Renato y con don Alfonso en la cueva. La reina Berenguela, esposa de don
Alfonso, también se cita con el apuesto trovador en la cueva. Su padre y su
esposo, ante esto, planean matar a Magdalena por infiel y arpía, y se dirigen,
para ello, a la cueva donde se ha citado con el juglar Renato (don Mendo).
Todos van a la cueva: don Mendo, Magdalena, don Nuño, don Pero, Moncada, el
rey, la reina, Azofaifa, y demás acompañantes, así como doña Ramírez y el
marqués de Moncada. En esa cueva mueren todos personajes principales, menos el
rey, la reina y el marqués de Moncada.
Lo enrevesado del argumento, dice muy poco de su comicidad. Por
eso, casi pediríamos al lector que no perdiera el tiempo y si quiere convencerse
de que esta es una película filmada durante el franquismo que pudiera
interesarle, lo mejor es que pase a los clips para advertir el lenguaje y en
dónde reside la comicidad.
En esta versión, Fernán Gómez asume el papel de Don Mendo. Hay que
ser muy buen actor para representar este papel. Fernán Gómez lo es y, por
entonces, todavía no había pasado a caracterizarse por ese genio endiablado que
le caracterizó en los años de su tercera edad. Hizo una película a su medida y
le quedó bordada. Era la séptima película que dirigía. Se estrenó con Manicomio y
se consagró con El
malvado Carabel, experimentando su carrera un ascenso continuo que
encontró su punto álgido con El
extraño viaje. Si, como director era bueno, como actor era,
sencillamente genial. Y aquí lo demuestra declamando versos, cambiando de
actitud dramática impostada a locura final, igualmente impostada, pasando por
indiferencia, ira y lujuria. De hecho, hay que reconocer que, si en los años
del franquismo, existía un plantel de actores excelentes, se debía
principalmente, a que todos ellos, incluso los especializados en papeles
cómicos, habían representado, inicialmente, teatro clásico: quien logra
declamar teatro clásico, puede hacer luego cualquier papel. No a la inversa, algo
que hoy podemos ver en buena parte de los actores españoles, incapaces de hacer
otra cosa que musitar de manera monocorde sus papeles, sin ninguna emoción, ni
alteraciones del rostro, ni de la gestualidad corporal. Este es otro buen
motivo para añorar aquella época y reconocer que, aunque no todo tiempo pasado
fue mejor, en el terreno de la escena si se cumplió el refrán.
Vale la pena citar a otros actores del reparto. Paloma Valdés, uno
de los rostros más perfectos de la escena de aquellos años, ejerce como “malvada
Magdalena”, arquetipo de la mujer oportunista, caprichosa e, incluso,
psicópata. Ahora tiene 78 años y lleva desde 1971 separada de la escena, no por
que su carrera entrara en declive, sino porque se casó. Se inició en las filas
del Teatro Español Universitario y de ahí pasó a ser dirigida por Juan de
Orduña, Klimowsky, Lazaga y Bardem. En los 60 se centró en televisión
alcanzando gran popularidad en las Historias para no dormir de Ibáñez Serrador
o en distintos Estudios 1 o Novelas. Compárese toda aquella programación en un
solo canal con la que se ofrece hoy en decenas y se entenderá porque, quien ama
la cultura, añora aquellos años.
Juanjo Menéndez, “el Duque de Toro” y, por tanto “el cornudo”,
Antonio Garisa como “rey Alfonso”, José Vivó como “el marqués de Moncada”, Joaquin
Roa como “don Manso del Jarama” y Francisco Camoiras como “Clodulfo”, merecen,
sin excepción, un diez en sus actuaciones. Sin olvidar la brevísima actuación
de Valentín Tormos como el moro fabricante de babuchas cuyos segundos de
actuación valen su peso en oro. Pero los personajes femeninos no van a la zaga.
Entre ellas nos encontramos a una casi juvenil Lina Canalejas, como “la reina”,
casquivana y apasionada, a una veinteañera Lola Cardona, ejerciendo como “Azofaifa”,
la “maldita mora”, una casi desfigurada Maria Luisa Ponte como carabina de “Magdalena”,
Paula Martel y Naima Lamcharki como “balladeras”… que contribuyen a dar mas
realce a la cinta. Por entonces María Luisa Ponte ya era una actriz consagrada
que aumentaría su prestigio en las dos décadas siguientes, mientras que la
carrera de Lola Cardona, entonces en sus primeros pasos, pasaría a ser una
actriz de referencia en los Estudios 1 de TVE en los años 60 y principios de
los 70.
No puedo terminar este resumen si un recuerdo a Liberato Egea. Era
Liberato un buen amigo y mejor camarada. Compartíamos opiniones políticas lo que
no nos eximía de discutir de política. Lo conocí en la Semana Santa de 1969.
Fallecido unos después del 11-S de 2001 y yo solíamos ir de copas y picos
pardos especialmente en los años 80. Ambos profesábamos admiración por la lengua
española (más notable en su caso, cuando hablaba un catalán con acento de Pont
de Suert propio de su tierra natal leridana) y acaso por eso, solíamos recitar
al alimón, cuando el alcohol entraba en las venas, fragmentos de La
Venganza de Don Mendo que generaban interés en tabernas y tugurios de aquel
Raval barcelonés de la época. Vaya por él estos comentarios.
Otros enlaces:
Texto
completo de LA VENGANZA DE DON MENDO – Muñoz Seca
PASO DE
COMEDIA DE PEDRO MUÑOZ SECA Y JUAN LOIPEZ NUÑEZ – Mª Teresa García Abad
PEDRO
MUÑOZ SECA, CINCUENTA AÑOS DESPUÉS – Mª José Conde Guerri
LA CENSURA DEL TEATRO REPUBLICANO DE PEDRO MUÑOZ SECA – Carlos Alba
LA CENSURA FRANQUISTA Y EL TEATRO CONSERVADOR: EL CASO DE MUÑOZ SECA – Mª Rosario Jurado Latorre.
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