CIUDAD UNIVERSITARIA (1938) – EDGAR NEVILLE – UN EJEMPLO DE PROPAGANDA DE GUERRA FRANQUISTA
Hay propaganda de guerra “honesta” y propaganda de guerra “exaltada”.
Este documental de Neville es una muestra de lo primero. Neville recibe un
encargo de su amigo Dionisio Ridruejo y lo cumple sin fanatismos ni
impostaciones excesivas. Su segundo documental, Vivan
los hombres libres, sobre las chekas de Barcelona, es mucho más
radical y se entiende perfectamente: lo que vio, no era un frente de batalla en
donde los hombres se enfrentan en igualdad de condiciones, sino un lugar de
tortura y asesinato.
FICHA
TITULO: La Ciudad Universitaria
AÑO: 1938
DURACIÓN: 13 minutos
DIRECTOR: Edgar Neville
GÉNERO: Documental
ARGUMENTO: Documental realizado en
el “frente de Madrid”, en la zona de la Ciudad Universitaria, en los primeros
meses de 1938. A pesar de que se trata de un documental de propaganda y se
insiste en el “heroísmo de la juventud ejemplar”, el documental es un testimonio
de gran calidad gráfica sobre la Guerra Civil Española y, concretamente, sobre los
combates en aquellos lugares
ACTORES: documental.
CLIPS
CLIP 1 – “EL MAYOR EJEMPLO DE FIRMEZA Y VALOR QUE PUEDA RECOGER LA
HISTORIA…”
CLIP 2 – “RUINAS DE CEMENTO Y DE HIERRO RETORCIDO, COMO DE DOLOR
HUMANO…”
CLIP 3 – “TODO SE DERRIBÓ, HASTA LA GRACIA BREVE DEL PALACETE DE
LA MONCLOA…”
CLIP 4 – ESCENAS DE DESOLACION EN EL FRENTE DE MADRID.
CLIP 5 – “MADRID ANTE NOSOTROS… DESDE AQUÍ VEMOS A MADRID CADA DÍA”
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
(En los clips ofrecemos el documental completo dividido en cinco
partes)
En TokyoVideo: LA
CIUDAD UNIVERSITARIA
En youTube (1ª opción) LA
CIUDAD UNIVERSITARIA
En youTube (2ª opción) LA
CIUDAD UNIVERSITARIA
Lo menos que puede
decirse sobre LA CIUDAD UNIVERSITARIA
Antes de la guerra civil, Neville no era ningún “activista
nacional”. Solo le interesaba la aventura del cine. Para ello había aprovechado
su estancia como diplomático en los EEUU para visitar Hollywood y después de
hacerlo, ya no pudo vivir sin el olor a celuloide y calor de los focos. El
estallido de la guerra civil fue un drama para Neville que había estrenado
apenas tres meses antes su película La Señorita de Trévelez, sobre
una comedia ácida de Carlos Arniches, protagonizada en la pantalla por María
Gámez. El Frente Popular hacía dos meses que se había impuesto en las
elecciones, victoria que la izquierda consideró como el “asalto al palacio de
invierno”. A partir de ese momento, para todo el que tuviera ojos y viera,
entendimiento y comprendiera lo que estaba sucediendo, era evidente que España
se encontraba en un momento pre-revolucionario y que las izquierdas no iban a permitir
que, en las siguientes elecciones, les arrebataran el poder. El clima político
ya estaba muy enrarecido el día en que se estrenó es cinta de Neville que pasó
casi completamente desapercibida.
Iniciado el conflicto, Neville conoció -y sintonizó- con Dionisio
Ridruejo, jefe de la propaganda franquista y aceptó rodar para su departamento tres
documentales. El primero fue, precisamente, La Ciudad Universitaria
(1938) que se proyectó en todas las salas de cinematografía a modo de lo que
sería luego el NO-DO. El segundo documental, Juventudes de España
(fechado el mismo año y que se ha perdido), más que interés bélico, es casi un
reportaje sociológico sobre los miembros más jóvenes que había llegado a la
organización juvenil franquista y que se hermanaban, en Sevilla, con los “balillas”
italianos. El tercera, es el más emotivo: Vivan
los hombres libres, evidencia en apenas sus siete minutos de
duración, el impacto que le causó a Neville la visita a la Cheka de la Calle
Vallmajor de Barcelona, una vez la ciudad fue tomada por las tropas de Franco.
Después, Neville marcharía a Roma en donde filmaría tres películas. A diferencia
de este documental, que cuenta con algunas pequeñas dramatizaciones para
enfatizar más el objetivo perseguido, en La Ciudad Universitaria,
estamos ante un documental puro. Y, si exceptuamos algunos comentarios de la
voz en off -con un marcado acento catalán, por cierto, que confirma que en el
Cuartel General de Franco, no faltaban catalanes y vascos- las imágenes
constituyen uno de los mejores testimonios gráficos sobre la Guerra Civil
(pensemos en las escenas finales en las que se ven los edificios de la Puerta
del Sol y de la Gran Vía, a cinco minutos del frente.
Fue durante la guerra civil cuando Neville se convirtió en un “activista
nacional”. Las noticias de las masacres cometidas en la zona republicana y su ecuación
personal como “hombre de orden”, operaron la mutación. Y, a partir de ese
momento, puso sus habilidades cinematográficas al servicio del franquismo. Pero
rodar documentales de propaganda no era su máxima aspiración. Es cierto que,
durante esos años, colaboró con artículos enviados a las revistas más prestigiosas
de la zona nacional. Los artículos y relatos que publicó en Vértice, eran
leídos con interés. También escribió para revistas de humor como La
Ametralladora (creando el personaje del “sargento Botella”, cortos
escritos a vuelapluma, poco cuidados, en los que pasaba a relatos
extravagantes, anécdotas que circulaban en los frentes). Pero lo que él quería
era sentarse en la silla del director y reemprender su carrera allí donde la
había dejado en 1936. Italia y los acuerdos entre el departamento de
cinematografía dirigido por García Viñolas, y el Ministerio de Cultura Popular
Italiano, le permitieron reemprender su obra en Roma (junto a Conchita Montes,
claro está, que será desde ese momento y hasta sus últimas películas su eterna
protagonista, musa, acompañante y colaboradora de La Codorniz).
Fruto de esa colaboración fueron tres cintas: Santa Rogelia, La
muchacha de Moscú y Frente
de Madrid. Esta última será el resultado de las notas que tomó
durante la filmación de su documental sobre la Ciudad Universitaria. Agustín de
Foxá, amigo de Neville, fue quien le abrió el canal italiano, mucho mas atractivo
todavía en la medida en que filmar películas en virtud de los acuerdos entre
Dino Alfieri y Ridruejo suscritos en octubre de 1938, le permitiría realizar
filmes orientados, no solamente hacia España e Italia (en esos mismos momentos,
se estaban ultimando los acuerdos germano-italianos, a los que luego se
sumarían otros países europeos, con la intención de crear una contrapartida al
gigante hollywoodiense), sino muy especialmente, al mercado iberoamericano. En
1943, con la caída de Mussolini, todo esto quedaría en suspenso, pero hay que
reconocer que si Hollywood fue desbancado en algún momento de su primacía en
Europa, fue durante esos años.
La fuera de este documental radica en la naturalidad de las
imágenes: las vistas del campo de batalla, de la “pasarela de la muerte”, de
las trincheras, pero también la desolación de vehículos destrozados, los
lugares conocidos por todos los madrileños que durante tres años constituyeron “la
línea del frente”, las imágenes de aquellos mismos lugares antes del conflicto,
todo ello remite a un realismo poco frecuente en documentales “de guerra”
habitualmente lastrados por explosiones, movimientos de tropas, banderas
victoriosas que avanzas, imágenes de prisioneros capturados al enemigos, etc, etc.
Este no es el camino elegido por Neville que se limita al realismo más extremo.
Si alguien quiere conocer los resultados de una guerra civil que vea este
documental.
Otros enlaces:
La Ciudad
Universitaria en el cine (youTube) El cine y la televisión en la España de
la post-transición.
Especial de FlixOlé en el 121 aniversario de Edgar Neville.
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