LA MUCHACHA DE MOSCÚ (1942) – EDGAR NEVILLE – LA CINTA MÁS DESCONOCIDA DE NEVILLE

Falangista por convicción, por tanto católico, ya había rodado la espectacular Frente de Madrid, en 1939 en Italia y tres años después, cuando la guerra empezaba a ponerse cuesta arriba para el Eje, volvió con su amada Conchita Montes, para filmar esta otra película, afirmación de su fe católica y cine anticomunista por excelencia. A pesar de su intención “adoctrinadora” (en el mejor sentido de la palabra: invitación a compartir las creencias del director) y de que se trate de la película más desconocida de Neville, es una obra interesante producto de la colaboración cinematográfica entre Italia y España.

FICHA

TITULO: La muchacha de Moscú (Sancta María)

AÑO: 1942

DURACIÓN: 76 minutos

DIRECTOR: Edgar Neville

GÉNERO: Drama

ARGUMENTO: Una joven atractiva, viaja en barco y demuestra a un sacerdote ateísmo y frivolidad. Es rusa y está realizando una serie de reportajes sobre las supersticiones en los países mediterráneos, dentro de la campaña antirreligiosa. En alta mar, un incendio genera el abandono acelerado del barco. Los náufragos llegan a Nápoles en donde se encuentra con su hermana, católica. La evolución de los hechos hará que se convierta en católica ferviente.

ACTORES: Amedeo Nazzari, Conchita Montes, Armando Falconi, Germana Paolieri, Sandro Ruffini, Osvaldo Valenti, Sandro Salvini, Gemma D'Alba, Carlo B. Todd, Pina Renzi, Rafael Calvo

 

 

CLIPS 

Por problemas técnicos, al cortar las escenas, la pista de audio italiana (de la versión original) se ha impuesto a la pista en castellano y no hemos podido resolver el problema. En los enlaces facilitados de eMule, están presentes las dos pitas.

CLIP 1 – CRÉDITOS DE UNA PELÍCULA ITALIANA


CLIP 2 – DONDE APARECE LA MUCHACHA DE MOSCU


CLIP 3 – “EL MATRIMONIO ES UNA COSA MUY SERIA…”


CLIP 4 – FUEGO EN EL TRASATLANTICO


CLIP 5 – LA MUCHACHA DE MOSCU SALVADA DE LAS AGUAS


CLIP 6 – EN NAPOLES Y EN CASA DE LA HERMANA ANTICOMUNISTA


CLIP 7 – UNA ATEA EN UN MUSEO CATOLICO


CLIP 8 – EN LAS RUINAS DE POMPEYA


CLIP 9 – AMORES CASI IMPOSIBLES


CLIP 10 – EL MISIONERO DE LA LEPROSERÍA RECONOCE LA ENFERMEDAD


CLIP 11 – “TU PADRE FUSILÓ A LOS MIOS. PERO HAY OTRA RAZON: NUESTRAS FES SON DIFERENTES”


CLIP 12 – UNA ORACION SUPERA LAS DIFERENCIAS Y, A VECES, HASTA OPERA MILAGROS


 

Carteles y programas

 

 

 




Cómo localizar la película

A través de eMule: LAMUCHACHA DE MOSCÚ (otra opción)

A través de eMule: LAMUCHACHA DE MOSCU

Lo menos que puede decirse sobre LA MUCHACHA DE MOSCU

Edgar Neville, en esta película consigue una síntesis de géneros y, lo que es más importante, una perfecta correspondencia entre los temas musicales y las escenas, reforzando su contenido. La película, además, es breve, poco mas de una hora, todos los actores principales, empezando por Conchita Montes y Amedeo Nazzari (que luego, en los años 50 proseguiría una brillante carrera filmando varias películas en España) y terminando por el último actor de reparto, están sembrados en sus papeles; los decorados de las distintas escenas muestran la perfección del cine italiano de la época. Y la “época” era el fascismo. En 1942, la suerte de las armas empezaba a ser desfavorable para el Eje. Y, sin embargo, seguían haciéndose películas notables. Se intentaban transmitir valores y la intención de aquella cinematografía, no era solamente, entretener, sino formar.

Dentro de la filmografía de Neville, esta película es la sexta que rodó desde el inicio de la guerra civil. En 1938 y 39, sus producciones fueron de pura propaganda política a favor del bando franquista en el que se ubicaba de corazón: Juventudes de España (1938), La ciudad universitaria (1938), Vivan los hombres libres (1939). Luego seguirán Frente de Madrid (1939) y Verbena (1941) y, nuevamente rodará en Italia Sancta María, difundida en España con el nombre de La Muchacha de Moscú. Aun sin tener el tono y la intensidad dramática de Frente de Madrid, la película tiene una expresividad notable e, incluso una perfección técnica superior a la ésta. El hecho de que fuera rodada en Italia y que, en el momento de su exhibición, tuviera que competir con otras películas igualmente notables (¡A mí la legión!, Correo de Indias, Rojo y Negro…), fue suficiente como para que la película se olvidara pronto. Sin embargo, la película merecía otra suerte a causa de su perfección técnica y de su rigor argumental.

Parte de la película se rueda en las ruinas de Pompeya y, al igual que en las escenas iniciales a bordo del buque, los diálogos muestran nítida y perfectamente la polémica religión-ateísmo. No se cargan las tintas en ninguna dirección, ni se pretende caricaturizar a la otra parte: la parte atea, representada por Conchita Montes (en uno de sus mejores papeles), dice lo que diría cualquier ateo y sus interlocutores la refutan. La polémica queda siempre en tablas: ninguna de las dos partes trata de convencer a la otra de la verdad de sus afirmación, pero, finalmente, es la vida y la oración lo que demuestra a “Nadia” (la muchacha de Moscú), el camino correcto. Cabe añadir que, a pesar de su contenido católico y favorable a la fe religiosa, la película está exenta de beaterías o de excesos ultramontanos

La película incluye tres géneros; de menor a mayor presencia: comedia blanca, por algunos comentarios, personajes y situaciones; drama romántico, por la temática formal: chica soviética de buen ver se enamora de italiano católico (y viceversa); y, finalmente, fondo religioso, en el que aparecen de un lado el binomio ateísmo-paganismo y de otro el catolicismo. A estos géneros podría añadirse otro más: cine anticomunista, pero éste queda algo oculto por todos los demás géneros, a pesar de que la película se vendiera como “la primera película anticomunista italiana”. Sí, porque la película no es española; de español solo tiene al director y a la protagonista. Todo lo demás es italiano. Aún así, hemos optado -como en el caso de Sin Novedad en el Alcázar- por considerarla, a todos los efectos, “española”.

El guion también es de Neville, con la salvedad de que había utilizado la novela del mismo título del novelista romano Guido Milanesi, como fuente de inspiración. En la versión italiana de la película, se mantuvo el título originario de la novela: Sancta Maria. Milanesi fue un escritor especializado en temática colonial que gozó de un merecido prestigio durante el fascismo. Era marino de carrera y sus obras, inspiradas en sus experiencias bélicas y en temáticas coloniales, fueron best-seller habituales en la Italia fascista. Era un fascista convencido que formaba parte del “Grupo de Acción al servicio de la novela italiana en Italia y en el extranjero”, en el que todos sus miembros pertenecían al Partido Nacional Fascista. Varias de sus novelas fueron llevadas al cine.

En esta película nos cuenta la historia de Nadie, una periodista soviética, especializada en cultura y, por tanto, convertida en un puntal de las campañas a favor del ateísmo realizadas en la prensa estalinista. Viaja hacia Nápoles en donde tiene intención de realizar varios reportajes sobre las supersticiones mediterráneas (entendiendo por “supersticiones” cualquier muestra de fe religiosa). En el barco es cortejada por varios galanes y mantiene algunos enfrentamientos cordiales con un sacerdote misionero que regresa de una leprosería. Sin embargo, en alta mar, el barco se incendia y sus pasajeros y tripulación se ven obligados a abandonarlo. Ella es salvada de las aguas por uno de los hombres que ha conocido en el curso del viaje y que le ha llamado poderosamente la atención. Los náufragos, una vez rescatados, serán llevados a Nápoles y allí, “Nadia” aprovechará para visitar a su hermana de la que fue separada cuando era muy niña y llevada por una tía de ambas a Moscú. La hermana, profundamente anticomunista, cree que ha venido para quedarse, pero ella le confiesa que regresará a Moscú después de realizar los reportajes. En un museo de temática religiosa, paseando con su hermana, se encuentra con el cura que había conocido en el barco, el cual le indica que su salvador está pintando en las ruinas de Pompeya. Éste, en efecto, es de origen ruso, pero huyó de allí después de que sus padres fueran asesinados por los bolcheviques. Esto les separa, pero pronto se evidencia que existe entre ambos una profunda atracción. Sin embargo, unos meses después, él, que también ha viajado por África y permanecido durante mucho tiempo en lugares insalubres, ha contraído la lepra y corre el riesgo de morir. El dramatismo de la situación es lo que hace que “Nadia” se replantee la cuestión de la fe y acceda a rezar una fervorosa oración, pidiendo la salvación de su amado y su restablecimiento.

El resumen de la cinta parece más melodramático de lo que es, en realidad. Un melodrama es, en definitiva, una obra en la que los aspectos sentimentales están extremados y exagerados hasta la lágrima; con ello se pretende suscitar una reacción en el público. Aquí no hay nada de todo esto. Quizás, la elección de la enfermedad -la lepra, hoy desterrada casi completamente de Europa- parezca hoy el elemento más melodramático de la cinta, en una sociedad postindustrial en el que las enfermedades más comunes son arritmias, depresiones o cánceres. Pero en los años 40, incluso en Europa, existía un miedo ancestral a la lepra y, sin duda, no es por casualidad que, en los años 40 y 50, en el seno del catolicismo se profesara gran veneración por el padre Pedro Damián “apóstol de los leprosos” que terminaría siendo santificado por Juan Pablo II en 1994, con el nombre de San Pedro Damián de Molokai. La película es muy ponderada incluso en los aspectos en los hubiera podido cargar las tintas sobre los aspectos emotivos y sentimentales.

La película se rodó en los estudios de Cineccittà, la “ciudad del cine” construida por Mussolini. Pocos meses después, los bombarderos norteamericanos destruían aquellos emplazamientos. Luego vino la detención de Mussolini, su liberación por el Coronel SS Otto Skorzeny, la formación de la República Social Italia, símbolo de lealismo cuando la partida ya estaba definitivamente perdida y algunos solo pensaron en salvar el honor. El catolicismo, que había firmado el histórico concordato con el Estado poniendo fin a una disputa casi centenaria, creyó que el haber podido colocar en el poder a la Democracia Cristiana en los países vencidos, era muestra de que la “victoria” también era suya. Pero el hecho de que la DC estuviera en el poder durante casi medio siglo, no implicó que el catolicismo italiano gozase de buena salud. De hecho, durante esos años de gobierno, a partir del Vaticano II, se produjo una pérdida de influencia creciente del catolicismo en las sociedades mediterráneas, Italia incluida. Esta fue también una causa de que esta película fuera, de entre todas las de Edgar Neville, la más olvidada. Y acaso una de sus mejores producciones.

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