LA TRASTIENDA (1975) –JORGE GRAU – EL ACTA DE DEFUNCION DE LOS IDEALES DEL 18 DE JULIO

A Franco (que, cuando se estrenó esta película tenía ya muy mala salud), gran aficionado al cine, debió llamarle la atención esta película que gozó de gran fama en el momento de su estreno. Se decía que era el “primer desnudo integral del cine español”. Pero también -y sobre todo- era una crítica (bien es cierto que muy tópica) al Opus Dei y todo ello arropado por imágenes obsesivas de los sanfermines. Viendo esta película se evidenció que quedaba atrás la época en la que se exaltaban los “valores del 18 de julio” y se abría un período nuevo: “el destape”. Con “el destape” llegó la transición (que era a la política lo que el destape suponía en cinematografía: poca calidad de las tramas)

FICHA

TITULO: La Trastienda

AÑO: 1975

DURACIÓN: 102

DIRECTOR: Jorge Grau

GÉNERO: Drama

ARGUMENTO: Un médico del Hospital Universitario de Navarra, miembro del Opus Dei se siente irresistiblemente atraído por una enfermera. Su “director espiritual” le da buenos consejos sobre cómo mantener su matrimonio en pie, pero, su esposa también tiene deslices amorosos con amigos. Finalmente, la esposa no puede soportar que “todo Pamplona” se haya enterado de los amores de su marido y se produce la ruptura. Pero él también rompe con la enfermera, siguiendo los consejos de su “director espiritual”

ACTORES: María José Cantudo, Frederick Stafford, Rosanna Schiaffino, Ángel del Pozo, José Suárez, Pep Munné, Carmen de Lirio, Maruchi Fresno, Pedro Ignacio Paul, Joaquín Hinojosa, Susana Estrada

 

CLIPS

CLIP 1 – EL MARCO: LOS SANFERMINES DE 1975


CLIP 2 – EN EL HOGAR DE UNA FAMILIA FELIZ DEL OPUS DEI


CLIP 3 – LOS CONSEJOS DEL “DIRECTOR ESPIRITUAL”


CLIP 4 – LA ESPOSA Y SU AMANTE… EN LA TRASTIENDA


CLIP 5 – “OS PRESENTO A JUANA, UNA COLABORADORA EXCEPCIONAL… AQUÍ MI MUJER Y UNOS AMIGOS”


CLIP 6 – TRASLADAR A LA ENFERMERA NO PARECE LA MEJOR SOLUCION PARA NADIE


CLIP 7 – LA PEOR COYUNTURA: LA ESPOSA EN CASA DE LA AMANTE


CLIP 8 – LA APARICIÓN DE SUSANA ESTRADA -MUSA DEL DESTAPE- EN EL PISO DE LAS ENFERMERAS


CLIP 9 – EL MEDICO DECIDIDO A ROMPER SU MATRIMONIO VESTIDO DE SANFERMINERO


CLIP 10 – AMORES FURTIVOS BAJO LAS ESTRELLAS (Y A OJOS DEL ESCRUTINIO PÚBLICO)


CLIP 11 – EL “DIRECTOR ESPIRITUAL” MUESTRA EL “BUEN CAMINO”


CLIP 12 – LA AMANTE NUNCA GANA… "POBRE DE MI, POBRE DE MI..."

 


 

Carteles y programas

 


 


Cómo localizar la película

En TokioVideo: LA TRASTIENDA

En eMule: LA TRASTIENDA

 

Lo menos que puede decirse sobre LA TRASTIENDA

Ver La Trastienda en 2022, es casi un ejercicio de paciencia. Es una película “justita”. No es que sea mala, es que es, más bien, floja en el argumento, en el desarrollo, en el desenlace, sobran demasiadas escenas, incluso los diálogos hubieran podido ser más inteligentes. Se nota que es una película hecha aprisa y corriendo. Poco refinada y con un montaje más rápido todavía. Sin embargo, fue una película que gozó de gran éxito de público en su momento. Pero, lo triste es que el motivo por el que esta película “justita” se recuerda en las historias del cine español, es por acompañarle la fama de haber mostrado el “primer desnudo integral”. El mérito correspondió a María José Cantudo. Y, si tenemos en cuenta que en la película aparece en un papel de reparto Susana Estrada, que terminaría recibiendo el inmerecido título de “musa erótica de la transición”, con esto tenemos las claves esenciales de la película.

Una época estaba muriendo, en paralelo a la larga agonía del Jefe del Estado. Algo había fallado en el diseño del nuevo Estado nacido el 18 de julio, cuando eran riadas de españoles los que acudían a Perpiñán a ver películas en las que se enseñaba partes elocuentes de la anatomía femenina. La “subversión” no era culpable: es que la tensión espiritual había desaparecido casi por completo, la falta, no de “educación sexual”, sino de “educación en la sexualidad”, había generado el impulso del pansexualismo (esto es del sexo invadiendo todos los aspectos de la vida social). Y cuando no se ha enseñado a “educar al sexo”, esto es, a saber cuando es tiempo de sexo y cuando no lo es, se produce un fatal e irremisible deslizamiento hacia el pansexualismo: el sexo está en todas partes, el sexo lo es todo, vivo para el sexo y sin sexo muero… La gran mentira de todo esto radica en que el “sexo no es libertad”, salvo que se separa encauzar y se esté en condiciones de controlar y no de ser controlado por él. En caso contrario, el sexo de convierte en tiranía. Y, por lo demás, el drama de quienes siguen pensando que el “sexo es libertad” consiste en definir los márgenes de esa “libertad”: ¿pedofilia? ¿género a la carta? ¿neurosis sexual permanente?

Pero lo cierto es que la película tuvo un gran éxito avalada por esos segundos en los que la Cantudo aparecía luciendo lo que podía lucir (que tampoco era como para echar cohetes). Como en toda película, en esta también hay un “malo”. El papel antipático, distante, autoritario, corresponde al polifacético José Suárez, que tan pronto aparecía como policía en cintas de género negro de los 50 y 60, como atracador inolvidable en ¡A tiro limpio! (1964) de Pérez Dolz. Aquí lo vemos con alzacuellos y sotana, gesto adusto, convertido en “director espiritual” de un cirujano de campanillas, miembros ambos del Opus Dei. Este factor fue también clase para que esta película despuntara sobre su propia mediocridad.

En 1975 se tenía por cierto que el Opus Dei “estaba en el poder”. Era, a fin de cuentas, uno de los grupos de presión que habían detentado parcelas variables, pero siempre muy influyentes de poder, desde mediados de los años 50. Los “tecnócratas” pertenecían “a la Obra”. Los gobiernos de Franco entre 1956 y 1969 tuvieron como miembros destacados a los afiliados a la red de Escribá de Balaguer. Se les tenía por elitistas, extremadamente rigoristas en lo sexual, miembros de una secta que solamente procuraba el bien de la secta y de sus miembros. Esta percepción era algo exagerada, pero era, a fin de cuentas, la que estaba extendida en la sociedad. En París había aparecido de la mano de Ruedo Ibérico, el libro La Santa Mafia de Jesús Ynfante que tuvo una gran repercusión en la percepción que se tenía en esa época del Opus Dei. En esta película, la Obra queda fulminada por todos los tópicos que se le atribuían.

Esta actitud anti-opusdeista explica la ubicación de la película de Jorge Grau en Pamplona y en los sanfermines. En la época se tenía a Pamplona como “capital de Opus Dei”. Dominaba en su universidad y en el Hospital Universitario. Así que facilitaba un buen encuadre para una temática antiopusdeista. ¿Por qué la trama se desarrolla en los sanfermines? Porque es el momento en que una sociedad entonces estable, se desmadraba hasta extremos insospechados. Y era también el momento en el que los encierros y las cornadas enviaban a más clientes al Hospital. En aquel Hospital Universitario de Navarra, trabajan los dos protagonistas de la historia: el médico del Opus y su joven enfermera.

Él está casado. Forma un matrimonio convencional, si bien su esposa es algo ligera de cascos y suele recibir a su amante en la “trastienda” de su casa de modas. Pero las apariencias quedan salvaguardadas y estos amoríos furtivos se realizan en la más estricta intimidad. Lo que la esposa no perdonará a su marido, no es que este le endose la consabida cornamenta, sino que lo haga a la luz pública: en la plaza de toros y durmiendo con ella al raso, melopea incluida, en un lugar público. Hasta ahí podríamos llegar.

Y se produce la ruptura. Los “buenos consejos” del “director espiritual” sirven solamente para acelerar el alejamiento mutuo. El médico optará por irse a una provincia de la áspera meseta castellana, en la que lo más parecido a los sanfermines es una romería hacia la ermita del santo patrón. ¿Y la enfermera? La chica -la Cantudo, más felina que nunca- se hacía ilusiones de que acabaría llevándose el premio gordo, esto es el cirujano y que sus formas fibradas podrían más que las curvis de la esposa y madre (que también tenían su aquel). Y resulta que no, que un miembro del Opus Dei sigue los consejos de su “director espiritual” y éste, como no podía ser de otra forma, se mostraba opuesto a la relación y ya intentó hacerla imposible, trasladando a la enfermera.

Así pues, la “trastienda” no es solamente aquel lugar en donde la esposa y madre retoza con su amante ocasional, sino también lo que está detrás de la normalidad aparente de una “familia de bien”. Como puede advertirse por este argumento, lo del “destape” es algo forzado. Ni lo exigía el guion, ni tampoco generaba un efecto particularmente erótico y estimulante en el público: era solo un recurso de marketing para generar colas ante las taquillas.

La fiebre pasó pronto y, aun antes de que se hubiera extinguido el eco de esta cinta, otras muchas empeñadas en mostrar más y más centímetros cuadrados más y más tiempo, habían tomado el relevo. Franco, a todo esto, ya había muerto. Parece increíble que un viejo general con ochenta y muchos años, constituyera por su mera presencia, una muralla contra este tipo de cine. Desaparecido él, “osados” directores se aventuraron en las más sicalípticas, voluptuosas y cutres escenas de “destape”. La crisis del cine español, que ya se había iniciado en un momento indeterminados a finales de los 60 y principios de los 70, se hizo irreversible. Lo triste es que en La Trastienda todavía existía la voluntad de realizar un guion coherente y crítico respecto a algunos problemas de la España de la época, el erotismo era un añadido en función de las conveniencias de marketing. Lo que vino luego era fronterizo con el porno.

Jorge Grau no era un mal director. Tiene en su haber la primera película de zombis españoles (muy superior, por cierto, a los equivalentes foráneos del mismo género) No profanar el sueño de los muertos que siguió a Ceremonia sangrienta (1973) en la que Lucía Bosé interpretaba a la Condesa Isabel Báthory y en donde ya se presagiaba la erotomanía del director. Antes había iniciado, pero no terminado, aquel aborto cinematográfico protagonizado por Sara Montiel que fue Tuset Street. Había empezado en el cine como meritorio de Sáenz de Heredia.

El matrimonio está representado por Frederick Stafford y Rosanna Schiaffino, y su hijo un juvenil Pepe Munné que todavía no dominaba las artes interpretativas. Fue una de las últimas interpretaciones de la Schiffino que se retiraría de la escena al año siguiente y, en cuanto a Stafford, actor de origen checo, descolló en la película de Hitchcock, Topaz (1968). Rodaría dos películas más después de La Trastienda, antes de morir prematuramente en accidente aéreo cerca de Lugano. Las actuaciones del trío, junto con la de María José Cantudo, resultan aceptables, pero en modo alguno memorables, casi rutinarias.

Una película discreta que dejaba presagiar todo lo que ocurriría después: destape, crítica a todo lo que hubiera significado el franquismo, cine inconsistente y, en general, desprovisto de valores instrumentales susceptibles de ser transmitidos a las nuevas generaciones. Reflejo, en cualquier caso, de la época terminal del franquismo.

Otros enlaces:

Enfermería y postfranquismo. Una visión frívola – Pilar Almansa Martínez

 

 








 

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