EL ABANDERADO (1943) – EUSEBIO FERNANDEZ ARDAVIN – MADRID, 2 DE MAYO DE 1808, EN EL CUARTEL DE MONTELEÓN
Del antiguo Cuartel de Monteleón creo que solamente queda la
puerta de entrada que aparece reproducida en esta película que glosa la
sublevación del 2 de mayo de 1808. Aquella puerta histórica enmarca el
monumento a los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde. La trama de la película
se enmarca dentro de una desgarradora historia de amor imposible, en la que el
protagonista -Alfredo Mayo- pasa de ser sospechoso de traición ante el pelotón
de fusilamiento a héroe de la jornada con medalla incluida. Una cinta muy del
gusto de la época.
FICHA
TITULO: El abanderado
AÑO: 1943
DURACIÓN: 85 minutos
DIRECTOR: Eusebio Fernández Ardavín
GÉNERO: Histórico
ARGUMENTO: Un teniente al que se le
entrega del regimiento, novio de una francesa, llega tarde a la sublevación del
2 de mayo, y solamente alcanza el cuartel de artillería de Monteleón, cuando la
sublevación patriótica ha sido aplastada. Cumple sus funciones durante la
guerra, pero al ser encargado de dirigir el pelotón de fusilamiento contra su
novia, decide salvarla, haciéndose acreedor del mismo destino. En el momento de
ser fusilados ambos, se produce un ataque francés y el abanderado cumple
heroicamente con su misión, siendo condecorado por ello.
ACTORES: Alfredo Mayo, Mercedes Vecino, José Nieto, Isabel de Pomés, Raúl Cancio, Carlos Muñoz, Julio Rey de las Heras, Guadalupe Muñoz Sampedro, Manolo Morán
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS INICIALES
CLIP 2 – TRES OFICIALES (Y UN SARGENTO) DEL REGIMIENTO DE
MONTELEÓN
CLIP 3 – CUANDO EL ABANDERADO SE CONVIERTA EN TAL…
CLIP 4 – LOS CONSPIRADORES Y “EL NOVIO DE LA FRANCESA” (ESTO ES,
EL ABANDERADO)
CLIP 5 – “DE TODO HAY, DESDE PALOMOS QUE ROBAN TODO HASTA
JERIFALTES…”. DEL PARQUE DE LA MONCLOA AL PRADO DE LAS DELICIAS
CLIP 6 – “SE TRATA DE PROPONER UN ALZAMIENTO NACIONAL…”
CLIP 7 – “ME PARECE ESTAS VIENDO A MI MARIDO… CUANDO LE CONOCÍ”
CLIP 8 – EL 2 DE MAYO DE 1808, TODO ESTALLÓ…
CLIP 9 – EN MONTELEÓN…
CLIP 10 – EL ABANDERADO QUE LLEGÓ TARDE A LA CITA CON LA MUERTE: ANTE
LOS CADÁVERES DE DAOIZ Y VELARDE
CLIP 11 – “OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE”, LOS HITOS DE NUESTRA
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
CLIP 12 – ESTÁ BIEN, TODO LO QUE TERMINA BIEN…
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A través de eMule (1ª opción): EL
ABANDERADO
A través de eMule (2ª opción): EL
ABANDERADO
Lo menos que puede
decirse sobre EL ABANDERADO
Drama de tomo y lomo, el primero filmado en la postguerra sobre la
“guerra contra el francés”, El abanderado es una de esas
películas que no terminas de creértelas pero que, sin embargo, al menos en su
primera parte, nos muestran un hecho histórico ocurrido en el arranque de aquella
guerra. En efecto, lo esencial de la película es glosar a los “héroes del 2 de mayo”
de 1808 en Madrid y, muy especialmente, a los hechos ocurrido en el parque de
artillería de Monteleón. La película nos traslada a la conspiración previa a la
insurrección cívico-militar. Y, según la moda de la época -que ha llegado
indemne hasta nuestros días en superproducciones como Pearl Harbour
(2001)- lo bélico-patriótico termina influyendo en lo romántico-patriótico, en lo
que podemos calificar como “melodrama bélico histórico patriótico”. Y, a pesar
de todo, la película es entretenida, bien realizada y compensa los 85 minutos
que emplearemos en su visionado (lo que no es poco).
Veamos, en primer lugar, el contexto en el que se había rodado la
película. Era la época en la que el régimen franquista, a pesar de su victoria
político-militar, todavía no estaba asentado completamente en el poder. Por un
lado, se temía el resultado de la Segunda Guerra Mundial: en 1943, el destino
de las armas ya había dado un giro inesperado con la entrada de los EEUU en el
conflicto. Hasta ese momento, la guerra había sido instigada por Roosevelt, la
neutralidad de los EEUU que era el anhelo del pueblo norteamericano, no había
sido respetada y desde antes incluso del inicio del conflicto, la
administración norteamericana había vendido material bélico a todas las partes.
Realizó presiones inconmensurables para obligar a Japón a atacar la rada de
Pearl Harbour, e incluso dispuso allí, como cebo, unos acorazados anticuados y
reservó los portaviones en lugar seguro. Pero lo cierto es que, a mediados de
1943, la guerra ya había cambiado de curso. Existía el riesgo de que el Eje perdiera
el conflicto, y en ese caso ¿qué ocurriría con el régimen franquista? Así pues,
para los propagandistas se trataba de estimular dos ideas: patriotismo y
unidad. Sea lo que fuere, se trataba de hablar de traidores. Una película como El
Abanderado, contribuía a reforzar estas ideas: traidores no existían en
nuestro, incluso aquel que podía ser considerado como tal por no cumplir con su
deber, tenía redención. La redención estaba en el patriotismo.
Así pues, el gobierno no tuvo inconveniente en avalar la película
de Eusebio Fernández Ardavín, con guion de su hermano Luis Fernández Ardavín,
producida por Suevia Films y Cesáreo González. El pasado -la guerra de la
independencia- avalaba y obligaba el presente. El pasado imponía la ruta al
presente. Luis Fernández Ardavín, por cierto, fue guionista en otras muchas
películas entre 1925 (El reloj del anticuario o del rastro de La
Castellana), hasta Caudillo (documental filmado en 1977),
en cuya elaboración participó con un poema (junto a Alberti, Machado y Neruda).
Fue una “superproducción” de la época (si en aquella época podía
hablarse de superproducciones, pero haberlas, las hubo). Ardavín contó para
ella con un actor que ya había trabajado con él en 1940 (en La florista
de la reina), Alfredo Mayo. En esta cinta, Mayo representaba a un poeta
melancólico, visionario y timorato, nada que ver con los papeles que
representaría luego para CIFESA: piloto de caza en Escuadrilla
(1941), legionario y mercenario en ¡A
mí la legión!, oficial ejemplar en ¡Harka!,
y, por supuesto Raza.
Todas estas películas están filmadas entre 1940 y 1942. Cuando se llega a esta
fecha, Mayo, que había figurado en el bando nacional durante la guerra, como mecánico
de aviación, se había convertido en el arquetipo del “héroe”. Era casi obligado
que, en una cinta sobre la Guerra de la Independencia y sobre los sucesos del
cuartel de Monteleón y alrededores el 2 de mayo de 1808, Mayo ocupara un lugar
axial, frente al que palidecen todos los demás.
Y ese es, quizás, el principal problema de la cinta: que el
elemento patriótico central, el 2 de mayo, sucede justo en la mitad de la cinta
y, a partir de ese momento, el factor romántico desgarrado, el melodramón, se
convierte en lo característico del producto y en lo que el espectador más
recuerda al salir. La cosa se resuelve en la escena final, en la que el
protagonista, otro joven oficial, la novia y el corneta, son condecorados por
su valor. Pero, un melodrama es un melodrama, con o sin condecoraciones.
En efecto, el guion nos muestra a un Alfredo Mayo junto a otros
teniente del Regimiento de Artillería de Monteleón, en los momentos previos a
la insurrección. Mayo, en la película “el Teniente Javier Torrealta”, va a casarse
con “Renata Laroche” (Isabelita Pomés), hija de un oficial francés. Junto con
sus compañeros Luis Daoiz (Raúl Cancio), José Nieto (Pedro Velarde) y el “teniente
Ruiz” (José María Soane, interpretaba a Jacinto Ruiz, subteniente que resultó herido
en los combates y falleció al año siguiente), tienen una buena relación de
camaradería, pero, a medida que se acerca el 2 de mayo y se van viendo las
intenciones francesas de ocupar territorio español, se inicia la conspiración
que mantiene alejado a “Torrealta” a causa de su romance con la francesa. Éste,
acompañado por su inseparable “Marchena” (el sargento-machaca representado por
un casi juvenil Manolo Morán), reciben la orden de acuartelamiento lejos del
cuartel y durante el camino de retorno tienen las primeras noticias sobre lo
que ha sucedido en Madrid. Llegan solo a ver los cadáveres de Daoiz y Velarde.
Nadie se lo reprocha y en los meses siguientes, “Torrealta”, abanderado de la
compañía, ganará la confianza de sus superiores. Sin embargo, su ex novia -ha
roto con ella por motivos patrióticos- quiere acercarse a él y se aproxima a la
posición en la que se encuentra. Apresada y, a la vista de su nacionalidad
francesa, es tomada por una espía: deberá ser fusilada por su exnovio, nombrado
jefe del pelotón de ejecución. Aquí, la trama patriótica ha pasado la raya,
deviniendo melodrama. Y así seguirá hasta dos minutos antes del final.
“Torrealta” saca de la mazmorra a su ex novia y le facilita la
huida, pero, en el momento de despedirse, ambos son apresados por un retén,
juzgados y condenados a muerte por traición. La situación parecía no tener una
salida airosa para nadie, cuando un ataque francés lo resuelve todo: “Torrealta”
se porta como un héroe, al igual que su ex novia (que vuelta a serlo), su
amigo, el subteniente de artillería (Carlos Muñoz, que mandaba el pelotón de fusilamiento
que debía acabar con su amigo) que resulta herido; el corneta del regimiento,
un adolescente, también se porta heroicamente.
Tal es el argumento. Están claros los valores patrióticos que se
aspira a exaltar. El enemigo es exterior, quien tiene contacto con un oficial
español, parece como si se contagiara del virus del patriotismo y, poco importa
quién fuera. Lo comunitario, esto es, “lo español”, está por encima de cada uno
de los miembros de la comunidad y ningún español de bien dudaría de
sacrificarse en favor de España y de los españoles. Tal es el mensaje de la película.
No siempre el mensaje queda claro: en las escenas del 2 de mayo,
Ardavín nos muestra al “populacho” de Madrid (aparece Manuel Malasaña y su
padre) con unos rasgos poco tranquilizadores. De hecho, hubo algo de “guerra
social” el 2 de mayo, y casi pareció una prolongación del “motín de Esquilache”.
De ahí la importancia de esas escenas: es especialmente el ejército el que da
coherencia a la insurrección y quien impide que los bajos instintos del “populacho”
se impongan.
La ambientación histórica es precisa, exacta y metódica. Cesáreo
González, el productor, contó con asesores militares y no escatimó fondos en
decorados ni en uniformes. Las interpretaciones son buenas, tirando a muy
buenas. Estamos lejos de las sobreactuaciones que apenas siete años después
veríamos en Agustina
de Aragón, ubicada en el mismo conflicto. Los gustos de la época
son respetados para hacer más digerible y asumible los ideales patrióticos que
destila la cinta.
El abanderado es una de las películas de “género histórico”,
filmadas durante el franquismo, más olvidadas y desconocidas, pero en absoluto
es la peor, sino que está más bien en las posiciones de cabeza. Si hacemos
abstracción de los aspectos románticos y melodramáticos, el asunto histórico del
2 de mayo y lo que siguió está perfectamente contado. La inclusión en una de
las escenas de la figurea de Francisco de Goya, es también pertinente. Los
valores que pretende transmitir están claros: patriotismo, entrega, servicio,
fe, elegancia, marcialidad, deber… Y solo por eso, esta película debería de ser
más conocida y apreciada. Porque todo eso -y alguna cosa más- es lo que la
falta hoy a la sociedad.
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