AGUSTINA DE ARAGÓN (1950) – JUAN DE ORDUÑA– LA IGUALDAD DE LA MUJER AFIRMADA Y CONFIRMADA…

No es una película, digamos, que haya resistido bien el paso del tiempo. Hay algo falso en esta cinta, la penúltima en fechas, del género histórico producido durante el franquismo. Lo narrado tiene cierta parecido con lo que ocurrió realmente, pero responde mucho más a la situación española de la época: en 1950, el gobierno francés se empeñaba en mantener aislado al gobierno español y a permitir que grupos anarquistas especialmente penetraran en territorio español para cometer atentados. Así se explica mucho mejor el contenido de esta cinta.

FICHA

TITULO: Agustina de Aragón

AÑO: 1950

DURACIÓN: 126 minutos

DIRECTOR: Juan de Orduña

GÉNERO: Histórico

ARGUMENTO: Agustina viaja desde Barcelona a Zaragoza para contraer matrimonio. Por el camino conoce a un resistente que le entrega, antes de morir unos documentos que deberá llevar a Zaragoza. Cumple la misión ayudada por un grupo de guerrilleros. Ha llevado las órdenes para la insurrección de la capital aragonesa contra la ocupación francesa. En el curso de los combates se distingue la figura de Agustina que anima a la resistencia y participa en los combates.

ACTORES: Aurora Bautista, Fernando Rey, Virgilio Teixeira, Eduardo Fajardo, Manuel Luna, José Bódalo, Fernando Fernández de Córdoba, Guillermo Marín, María Asquerino, Manuel Arbó, Fernando Aguirre, Juan Espantaleón, Raúl Cancio, Aníbal Vela, Nicolás Perchicot, Pablo Álvarez Rubio, Juan Vázquez, María Cañete, Valeriano Andrés, Eugenio Domingo, Fernando Nogueras, Fernando Sancho, Antonia Plana, Francisco Pierrá, José Orjas, Pilar Muñoz, Arturo Marín, José Jaspe, Rosario García Ortega, Félix Fernández, Adriano Domínguez, Alfonso de Córdoba

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS, EMPEZANDO POR EL FINAL…


CLIP 2 – RECORDANDO LA “GUERRA DE LA INDEPENDENCIA”


CLIP 3 – LA PROVIDENCIAL PARTIDA DE GUERRILLEROS CON “EL CATALÁN”


CLIP 4 – MALDITOS GABACHOS…


CLIP 5 – EL AFRANCESADO…


CLIP 6 – CUMPLIENDO LA MISION Y REZANDO A LA VIRGEN DEL PILAR…


CLIP 7 – “MAÑANA SERÁ UN GRAN DÍA PARA ZARAGOZA”


CLIP 8 – LA INSURRECCIÓN DE ZARAGOZA: LA CIUDAD EN MANOS DE LOS PATRIOTAS


CLIP 9 – PRIMEROS CHOQUES Y PRIMERAS DERROTAS


CLIP 10 – EL ASALTO A LA CIUDAD… (ESCENAS PROPIAS DE SUPERPRODUCCIÓN)


CLIP 11 – EL “AFRANCESADO” QUE DEJA DE SERLO O EL PATRIOTISMO REDENTOR


CLIP 12 – LA MUERTE “DEL CATALAN”…


CLIP 13 – "LA VIRGEN DEL PILAR NO QUIERE SER FRANCESA, QUE QUIERE SER CAPITANA DE LA TROPA ARAGONESA". LAS MUJERES EN PIE DE IGUALDAD.


CLIP 14 – AGUSTINA LA ARTILLERA


Carteles y programas

 

 

 

 




Cómo localizar la película

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Lo menos que puede decirse sobre AGUSTINA DE ARAGÓN

La leyenda merecía serlo. Porque es rigurosamente cierto y está comprobado que Agustina Raimunda María Zaragoza y Doménech, nacida en Barcelona y más conocida como “Agustina de Aragón”, participó en la defensa de Zaragoza, disparó un cañón contra los franceses, tal como cuenta la película de Juan de Orduña, y lo que no cuenta es que, con posterioridad, participó en otros combates y realizó, lo hoy se llamarían “giras”, por todo el país, para instigar la resistencia contra la ocupación francesa. Así pues, existe, en la forma y en el fondo de esta cinta, una correspondencia bastante exacta con lo que ocurrió históricamente. Otro tanto ocurre con el resto de películas de género histórico que se rodaron en España hasta 1953, cuando el género se detiene bruscamente. Todo tiene su explicación.

Con la victoria de los “aliados” en la Segunda Guerra Mundial (en realidad, una victoria al alimón de soviéticos y norteamericanos, porque todos los demás, incluidas Francia e Inglaterra, salieron muy perjudicadas del conflicto y en pocos años vieron desmoronarse sus imperios coloniales), el régimen franquista pasó a ser el apestado de Europa. Mucho más que Portugal que, en realidad, siempre fue aliado del Reino Unido y al que se le podía perdonar la persistencia del salazarismo en el poder. En 1950, cuando se rueda esta cinta, la presión internacional, empieza a descender. Incluso el gobierno español estaba ya en la primera ronda de conversaciones con el norteamericano para lo que luego, en 1953, sería el primer acuerdo de ayuda y cooperación. El presidente Eisenhower tardaría todavía tres años en dar un caluroso abrazo, de militar a militar, al Jefe del Estado Español.

Solamente el gobierno francés seguía insistiendo en hostigar directa e indirectamente al régimen de Franco. Por una parte, había permitido el establecimiento de los focos más radicales anarquistas en Toulousse del Languedoc, desde donde partían expediciones de “maquís” para cometer atentados. Francia temía, además, en esa época, que España llegara a algún tipo de acuerdo con la monarquía marroquí para que la parte española del “protectorado” accediera a la independencia como recompensa a los servicios prestados durante la Guerra Civil. Y eso, indudablemente, tendría repercusiones, no solamente sobre la parte francesa del protectorado, sino también sobre la situación en la Argelia francesa. Era algo que Francia debía de cuidar, porque en esos momentos, empezaba a quedar claro que la bandera gala sería arriada, antes o después, de Indochina y se estaban produciendo los primeros conatos independentistas en Argelia.

El gobierno español, estimuló la filmación de esta película como respuesta a la actitud francesa en relación a España: queda claro, después de verla, que Francia había sido enemiga de España y que, probablemente, seguía siéndolo… Por tanto, los españoles tenían buenos motivos para odiar a los franceses. Esta película echaba leña al fuego.

Quizás en esto radique el principal problema “histórico” de la cinta. Contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, la “Guerra de la Independencia”, no fue exactamente lo que nos contaban que fue durante el bachillerato franquista y mucho menos aún lo que siguen contando hoy. Aquel conflicto fue “uno y trino”: uno porque se desarrolló en territorio español y trino porque englobaba a tres conflictos diferentes. El primero de todos, bien es cierto, la lucha de una parte del pueblo español contra la ocupación francesa. Y ni siquiera, todos los que participaron en esos combates estaban provistos de los mismos ideales: unos eran monárquicos fieles a Fernando VII, otros lo eran a su padre, Carlos IV y también los había absolutistas y constitucionalistas. El segundo frente era una guerra civil entre españoles: había españoles del lado de los resistentes antifranceses, pero los había también (y no pocos y bien notables muchos de ellos) que eran “ilustrados” y asumieron que la presencia de las tropas francesas podía aprovecharse para evitar lo que en el vecino país había sido la Revolución Francesa, esa orgía de sangre. La presencia napoleónica podía servir para evitar aquel derramamiento brutal de sangre, sin sentido y sin control. La monarquía de José Bonaparte sería, en cualquier caso, una monarquía “liberal” y constitucional. Y, finalmente, los sucesos que ocurrieron en España entre 1808 y 1814, estaban inscritos dentro de un conflicto internacional que tenía como protagonistas a franceses e ingleses. No fue por casualidad que las tropas inglesas desembarcaran en Galicia y Portugal y estuvieran persiguiendo durante dos años a los franceses y viceversa. Los ingleses, por cierto, aprovecharon su presencia aquí, para bombardear y destruir factorías que podían competir con los productos ingleses (la industria textil de Béjar o la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro. 

En la película, se prioriza solamente el primer aspecto del conflicto, la lucha contra los franceses, dando la sensación de que solamente una ínfima minoría eran “afrancesados”. Hay que reconocer, igualmente, que el pundonor de Orduña, le impuso la presencia del “prometido” de Agustina, un afrancesado, lector de Voltaire e interesado por Napoleón. También puede entenderse el que no mencionara a los ingleses que entrarían en España unos años después.

Era frecuente que, en las películas de la época, fuera cual fuera el género, detrás de la trama central, existiera una historia de amor. En el fondo, ésta es una película “de amor y de guerra”. En tanto que mujer, Agustina es deseada y admirada por otros hombres y, a su vez, siente el amor por aquel que es patriota, heroico y guapo, antes que por el afrancesado, oportunista y menos guapo. Muy comprensible, por lo demás. Pero, incluso, el afrancesado termina reivindicándose como patriota y muriendo como tal. Era la moral de la época: España es “una” y a esa unidad se reintegra el afrancesado engañado que, finalmente, se redime muriendo por a patria.

Todo esto tiene que ver con el “fondo” de la película. Vayamos ahora a la “forma”. Esta es menos defendible. A pesar de que, en la época, pudo ser considerado como una “superproducción”, lo cierto es que aquellos tiempos no daban para mucho. El ejercito ayudo prestando unidades de caballería y asesoramiento militar. Pero no se pudo evitar que las maquetas fueran casi dioramas poco creíbles, los cañones ni siquiera tenían retroceso al detonar, algunos decorados rezumaban cartón piedra y las escenas de batallas se desarrollaban, más bien, en un clima de confusión general de los extras, más que siguiendo una planificación organizada.

Aurora Bautista estaba al comienzo de su carrera. Sus dos películas anteriores, primeras en su carrera, habían sido dirigidas, como ésta, por Juan de Orduña que diez años después, cuando ya era una actriz consagrada, volvería a contar con ella para protagonizar su Teresa de Jesús (1961). No era una actriz que se prodigase mucho, en su historial, que abarca medio siglo, rodó en torno a veinticinco películas. Se le puede disculpar que estuviera en esta obra de juventud excesivamente teatral, afectada y gesticulante. Mucho más sereno aparece un también joven Fernando Rey ejerciendo de Palafox y Manuel Luna, sevillano de nacimiento, casi nos convence con el cachirulo y el acento, de ser un maño de pro. José Bódalo -uno de los mejores actores de la época- brilla como lúbrico oficial francés y Fernando Sancho, zaragozano de nacimiento, adopta idéntico cachirulo, pero con acento catalán algo forzado. La escena en la que muere arrojando sangre por la boca es antológica y conmovió incluso a los regionalistas catalanes enternecidos por las alusiones a la batalla del Bruch y al heroísmo catalán en la resistencia antinapoleónica.

El período del franquismo en el que fue filmada esta película, corresponde a la fase nacional-católica del régimen y, seguramente por eso, la película tiene un carácter especialmente católico. La ideología de la época era “maurrasiana”: España no puede entenderse sin el catolicismo y sin la monarquía. Y también, por eso mismo, un Fernando VII “mejorado” aparece en las últimas escenas.

Después de 1950, el género “histórico” reverdecería al año siguiente con Alba de América, también de Orduña, una película notable, y más tarde con Jeromín (1954), el hijo ilegítimo del buen Emperador Carlos, que pasó a la historia con el nombre de Don Juan de Austria, vencedor en Lepanto. El género había nacido de las necesidades del régimen, como forma de estimular el patriotismo y de señalar a enemigos que lo fueron y que seguían siéndolo. Y el género periclitó, cuando España se fue “abriendo” al exterior y el exterior le permitió insertarse en organismos internacionales y normalizar al régimen. Así de simple. El género histórico demostró que España también era capaz de crear una “épica patriótica”, como, por lo demás, había realizado el resto de naciones en las que existiera un tomavistas y un rollo de super 8.

Una película este tipo, protagonizada por una mujer que demuestra su heroísmo y se impone a los hombres, les saca de su apatía y les induce al combate, debería ser apreciado por el “ministerio de igualdad” (las minúsculas y las comillas son merecidas y puestas a posta para indicar nuestro aprecio a la institución) para el que el modelo a seguir sea una feminista radical que no se afeite las piernas, una abortista o el varón recién hormonado, castrado e inyectado de botox y de implantes de silicona.

Lo cierto es que la ampulosidad de algunos diálogos, lo teatral de las actuaciones de la protagonista, los decorados y los cañones de guardarropía, todo ello, va en detrimento de la cinta. El espectador, al verla, siente cierto rechazo por todo lo que ve, pero no termina de creer, pero también admiración por la gesta histórica de la resistencia de Zaragoza a la ocupación napoleónica.

Vale la pena recordar que la película causó impacto en la época. Es fácil de conseguirla, así que juzguen ustedes mismos

 

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