NO ES NADA MAMÁ, SÓLO UN JUEGO (1974) – JOSÉ MARÍA FORQUÉ – EL DESNUDO INTEGRAL CON FRANCO VIVO

Suele repetirse que la primera aparición de un desnudo integral en el cine español fue en La Trastienda, el año 1975. Error. A principios del año anterior, cuando hacía poco que ETA había asesinado al Presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, José María Forqué ya había mostrado, no uno, sino dos cuerpos desnudos femeninos, uno de ellos de subsahariana, en su película, No es nada mamá, sólo un juego. No solamente quedaba deshecha la leyenda de que la censura franquista se mantuvo en materia moral hasta el último momento, sino que, además, con esta cinta resultaba evidente que cuanta más “carne” se exhibía, menos calidad tenía el filme… incluso con actores excelente y de fama internacional.

FICHA

TITULO: No es nada mamá, sólo un juego

AÑO: 1974

DURACIÓN: 85 minutos

DIRECTOR: José María Forqué

GÉNERO: Drama erótico

ARGUMENTO: El hijo de una viuda, rica hacendada con problemas económicos, se comporta como un monstruo sexual a causa de vivencias sufridas durante su infancia con su tío. Tiene una obsesión fetichista por los conejos y le gusta perseguir mujeres disfrazadas de “conejitas”, hasta cazarlas y matarlas. Su madre contrata a una sirvienta con la que el hijo le encapricha manteniendo con ella una relación sadomasoquista.

ACTORES: David Hemmings, Alida Valli, Francisco Rabal, Andrea Rau, Nuria Gimeno, Galeazzo Benti, Aquiles Guerrero, Lucila Herrera, Rudy Fernández, Enrique Soto

 

 CLIPS

CLIP 1 – PERSIGUIENDO CONEJITAS EN LA SELVA VENEZOLANA


CLIP 2 – “JUAN, HABLEMOS CLARAMENTE…” AHORA Y ENTONCES


CLIP 3 – EL PSIQUIATRA FREUDIANO Y SU DIAGNOSTICO


CLIP 4 – LA TAREA DE CUIDAR UN BONSAI, UN EJERCICIO DE DOMINACIÓN


CLIP 5 – RAVAL “EL AFRICANO” Y HEMMINGS “EL EDÍPICO


CLIP 6 – LO QUE DAVID APRENDIO DE SU TÍO PACO


CLIP 7 – LA EDUCACION DE UNA ESCLAVA SEXUAL


CLIP 8 – EROTISMO, MACHETE Y FRUTA TROPICAL


CLIP 9 – ACASO LA ESCENA MÁS RIDÍCULA DE TODA LA PELÍCULA: FETICHISMO FORQUIANO


CLIP 10 – CAÑA PARA DESAYUNAR Y CORTE DE PELO RITUAL…


CLIP 11 – … Y YA TENEMOS LA CONEJITA PERFECTA


CLIP 12 – LA CONEJITA QUE SE REBELA CONTRA EL CRIADOR


 

 

Carteles y programas

 

Cómo localizar la película

En FlixOlé: NO ES NADA MAMA, SOLO UN JUEGO

A través de eMule: NO ES NADA MAMA, SOLO UN JUEGO (1ª opción)

A través de eMule: NO ES NADA MAMA, SOLO UN JUEGO (2ª opción)

 

Lo menos que puede decirse sobre NO ES NADA MAMÁ, SÓLO UN JUEGO

Para Wikipedia, esa fuente inagotable de datos (y e errores) esta película es “una de las más difíciles y complejas en cuanto a realización [de la filmografía de Forqué] y también fue catalogada en su momento como el trabajo más maduro del cineasta realizado hasta entonces”… En realidad, fue todo lo contrario: una película simplona, mal construida, con un guion muy poco refinado, erotismo de baja estofa, un producto indigno de un director que había firmado Embajadores en el infierno, La legión del silencio, 091 policía al habla, o astracanadas como Atraco a las tres o Usted puede ser un asesino. Cualquiera de estas películas es mucho más convincente, coherente e, incluso, actual, a pesar de ser filmadas todas ellas en los años 50 y 60, que esta rodada en el ocaso del franquismo, cuando ya se presentía la “transición” política. Porque No es nada mamá, sólo un juego, no pasa de ser una “película erótica” que puede alardear, como máximo, de ser la primera en la que aparecieron desnudos integrales en el cine español. Ese era el único reclamo del que podía alardear la película, aparte del hecho de que participaban en su reparto tres actores reconocidos internacionalmente: David Hemmings, Alida Valli y Francisco Rabal. El guionista que ayudó a Forqué a perfilar el argumento fue Hermógenes Sáinz, guionista frecuente de programas de TVE. Pero se evidencia un guion hecho apresuradamente, sin ningún tipo de refinado y más pendiente de las modas de la época, de la exportación del producto, que de cualquier otra consideración artística, técnica o ética.

La película, fue un éxito de público. Los que no podían desplazarse a Francia a ver cine porno y/o erótico (y en aquella época, desde las provincias más próximas a la frontera francesa, había verdaderas riadas los fines de semana hacia Perpiñán, viajes organizados, incluso con tickets forfaits para acudir a distintas proyecciones) tuvieron que conformarse con esta película. Cuenta Wikipedia -y eso si parece ser cierto- que se estreno en el “ya desaparecido cine El Españoleto en Madrid el 30 de mayo de 1974 y duró cuatro semanas en cartelera. Acudieron 1.268.176 espectadores y recaudó 395.118,16 pesetas de la época”. Hemos encontrado cartelería de su estreno en Francia, Italia y el Reino Unido. Así pues, fue un “éxito” económico y de exportación. La cinta se filmó en el Estado de Aragua en Venezuela. Inversores de ese país que habían creado la productora Alfa Filma, cuyo personaje más conocido era el presentador Renny Ottolina, muy popular en aquella época, apostaron por la película que fue rodada íntegramente en inglés.

Los guionistas -Forqué y Sainz- parecen haber oído las campanas más habituales de la época: freudianas, por supuesto. El guion nos presenta a un tipo despreciable -Hemmings- un verdadero maníaco sexual- que ha desarrollado neurosis sexuales criminales a partir de sus experiencias de niño. En efecto, cuando tenía cinco años, su tío -Paco Raval- perseguía a las mujeres de la hacienda sin ningún miramiento y sin excluir malos tratos. Freud se daba la mano -en aquella época- con Marx (gracias, por cierto, a la Escuela de Frankfurt), por tanto, en algún lugar había que colocar la “lucha de clases”. Los débiles eran explotados por los poderosos y las mujeres, explotadas sexualmente. Con estos criterios creció el protagonista. Mientras, su permisiva y autoritaria madre -Alida Valli- le permitía cualquier exceso, incluso lo estimulaba.

La trama se desarrolla en una hacienda cuya actividad no está del todo claro: caballos, caña de azúcar y… conejos. Esto último introduce el elemento más chusco de la cinta. Sí, porque el protagonista está obsesionado por los conejos hasta el punto de que, en la primera escena, una chica en bikini disfrazada de “conejita” (cuando aparecía esta imagen Hugh Heffner llevaba más de veinte años con sus “conejitas” del Play Boy, lo cual dice muy poco sobre la originalidad del guion de Forqué) a la que persigue por la selva y termina asesinando. Al parecer era una práctica habitual que había costado el que en el vecino pueblo, el joven hacendado fuera considerado como un monstruo. Todos los miembros de su familia, saben que el chico no está muy bien. Su tío lo considera, pura y simplemente, un anormal. Pero su amantísima madre le da todo lo que pide: sirvientas con las que pueda aplacar su sexualidad anómala. Rechaza a una excesivamente casquivana y “fácil”: lo que a él le gusta es la dificultad, forzar a la mujer, obligarla a algo que ella no desea, vencer su resistencia, romper su voluntad. Acabemos: lo que busca y le excita son prácticas sádicas. Y en ese momento, llega una chica ingenua, elegida por la madre, pare ejercer como su sirvienta y le satisfaga en todo lo que pida.

A partir de ese momento -estamos en el primer cuarto de la película- todo se convierte en un repertorio sado-masoquista hasta el rótulo de fin. El hacendado encerrará a la sirvienta, la someterá a vejaciones. Ella se niega a acceder a sus deseos (lo que excita todavía más al joven). El hambre, el miedo, la sed, la soledad, hacen que, poco a poco, vaya cediendo hasta que, finalmente, termine siendo una sumisa fiel y devota. La propia madre se sorprende de lo que ha logrado su hijo. Pero, entonces, aparecen dos problemas.

Por una parte, la hacienda está al borde de la quiebra. El protagonista y su madre, han dilapidado la inmensa fortuna que les legó su padre. El joven ni ha sabido dirigir los negocios, ni siquiera se ha preocupado: el sexo es lo único que le interesa. Así que la madre se ve obligada a pedir dinero prestado a su tío. El otro problema es que la madre ha detectado una creciente dependencia de su hijo en relación a su sumisa. Es la típica “dialéctica del amo y del esclavo”, ninguno puede prescindir del otro, ambos extremos son interdependientes. Para colmo, la sumisa busca casarse con el hijo. Así que cuando aparece el tío por la hacienda, la madre ve la posibilidad de solucionar ambos problemas: por una parte, recibir el préstamo que intuye estará condicionado a “comprar” también a la sumisa y liberar a su hijo de su dependencia en relación a ésta. Pero todo sale a la inversa de lo planeado y termina en un drama final, con la chica, disfrazada de conejita perseguida por el tío y el “holocausto” final… En fin, un verdadero drama freudo-marxista.

El argumento, mal hilvanado, muestra un absoluto desprecio por los diálogos, acaso la parte de peor calidad de la cinta. Ésta se basa solamente en el erotismo que destilan algunas escenas. Y aquí es donde aparecen los famosos desnudos integrales de los que Forqué podía alardear como los “primeros del cine español” (la trampa radica en que Jorge Grau pudo alardear con La Trastienda, del “primer desnudo integral del cine español… filmado en España). El cine español, ya en esa época, había degenerado hasta el punto de disputarse la primacía de algo tan banal como las cortas escenas de desnudos.

La filmografía de Forqué es representativa de la evolución del país: hasta mediados de los años 60, su cine era sólido, tanto en las películas de género dramático como en las comedias, pero, a partir de mediados de esa misma década, llega el punto de inflexión y su calidad va descendiendo: se convierte, cada vez más, en un cine facilón, en el que el “destape”, el erotismo inherente, los bikinis, proliferan, en razón inversa a la calidad argumental. Cualquiera que vea las películas que filmó entre 1951 y 1993, advertirá este rasgo degenerativo. ¿Qué había ocurrido en España para que a mediados de la década de los 60, tanto Forqué, como otros directores de cine que se habían caraterizado por filmar películas muy notables en el período anterior -incluido Sáenz de Heredia- finalizaban sus carreras con películas comerciales de muy escasas ambiciones y mucha superficie femenina exhibida?

La respuesta es muy simple. Cuatro fueron los factores que contribuyeron a originar esta degeneración fílmica: de un lado, el cese de la “tensión doctrinal” del régimen franquista que, a partir de la primera mitad de los años 60, fue dando progresivamente la espalda a sus orígenes. En segundo lugar, el hecho de que los “apoyos” del régimen fueran fallando: si el régimen fue fascista-paternatista en su primera etapa, la derrota de los fascismos, le obligó a rectificar el rumbo para sobrevivir. Y el rumbo elegido sería el catolicismo. Pero las conclusiones del Concilio Vaticano II abrieron un período de “aggiornamento” en la Iglesia que le fue separando de los ideales del régimen franquista. En ese momento, el único apoyo exterior que le quedaba al franquismo era, o bien la “tradicional amistad con el mundo árabe” (que no producía cine), o bien la “amistad con los EEUU dentro del marco de la Guerra Fría” (que sí producían -y de qué manera- cine). Fue así como los valores de la civilización norteamericana empezaron a difundirse en España. En tercer lugar, el desarrollismo, iniciado en 1959, unido a los fenómenos anteriores, fue manifestando su impacto en la sociedad española a mediados de los 60: cambiaron las costumbres, los hábitos, los valores… El régimen intentó recoger estos cambios en la Ley Orgánica del Estado de 1967, pero ya era tarde. A partir de la eclosión de un “capitalismo español” estaba claro que, a una economía capitalista correspondía un régimen político liberal y parlamentario. Era solo cuestión de esperar. Llegó con la transición, pero el camino ya estaba marcado desde 1967 y los primeros pasos se dieron en los años 70, precisamente, bajo la batuta de Carrero Blanco. Finalmente, el propio régimen se dio cuenta de que la sociedad precisaba “válvulas de escape”: el erotismo era una de ellas, ¿a quién podía importarle que aparecieran durante unos segundos partes del cuerpo femenino desnudo en pantalla? Hacer la vista ciega podía evidenciar que “algo estaba cambiando”. Y, claro que cambió: la renuncia a los propios ideales del régimen, la reducción de la censura a campos estrictamente políticos, pero no ya morales, el “modelo americano” (conejitas de Play Boy y conejitas de Forqué…), la inestabilidad de todos los valores que apareció en la segunda mitad de los 60, fueron los elementos que generaron la caída en picado de la calidad de las producciones españolas en esa época. El gobierno dejo de ser “exigente” con guiones y producciones y el público aceptó -por la ley del mínimo esfuerzo- todo lo que le arrojaban en la pantalla, por muy escasa que fuera su calidad.

Esta película es el testimonio vivo de esta decadencia. Véase cualquier de las películas dirigidas por Forqué antes del “desarrollismo” y compárese con No es nada mamá, sólo un juego. El descenso de Forqué hacia los infiernos del cine facilón y del destape, no fue un movimiento personal de aquella generación de directores que habían hecho su fama al calor del franquismo: fue un movimiento generalizado. Todos, casi sin excepción, circularon en la misma dirección: del cine patriótico, del cine que destilaba y transmitía valores, pasaron al cine del destape, al “landismo” y al cine oportunista e intrascendente.

 

Otros enlaces:

Entrada de Wikipedia sobre NO ES NADA MAMA, SOLO UN JUEGO.

 








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