HORAS DE PÁNICO (1957) – Arturo Ruiz Castillo – MEDICAMENTOS AMERICANOS… “OS RECIBIMOS CON ALEGRÍA”
Película curiosa para los anales y casi premonitoria: de una
epidemia desencadenada en Madrid y de una vacuna que lo resolverá. La vacuna
viene de EEUU, pero en el camino al hospital central de Madrid, alguien roba
las vacunas. Los culpables son miembros de la profesión médica -y, mira por
dónde- también de la compañía farmacéutica. Y, algo más de 60 años después,
llegó el COVID.
FICHA
TITULO: Horas de pánico
AÑO: 1957
DURACIÓN: 84 minutos
DIRECTOR: Donald Taylor y Arturo
Ruiz Castillo
GÉNERO: Negro
ARGUMENTO: En Madrid se ha producido
una emergencia sanitaria. Pero se puede remediar con la llegada de una vacuna
de los EEUU. El fármaco es anunciado por los medios de comunicación, pero
cuando llega al aeropuerto, es sustraída. Un policía y un médico se encargan de
la investigación que llega a otros profesionales de la medicina.
ACTORES: Fernando Rey, Laura
Valenzuela, Fernando Sancho, Julio Peña, Julián Ugarte, Rubén Rojo, Carme
Carulla, Rolf Wanka, Elena Barrios
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS
CLIP 2 – COROLEN, EL MEDICAMENTO MILAGROSO
CLIP 3 – LA BANDA DE DELINCUENTES, SU SORPRENDETE JEFE Y EL PLAN
INFALIBLE
CLIP 4 – LA LLEGA DEL MEDICAMENTO Y SU TRANSPORTE
CLIP 5 – Y EL ROBO AL DESCUIDO… PERO…
CLIP 6 – LA POLICÍA ENCUENTRA UN COLABORADOR ENTRE LOS MÉDICOS
CLIP 7 – LA BANDA APESADUMBRADA: HAN ROBADO LA DROGA, PERO NO LA TIENEN…
CLIP 8 – UNO DE LA BANDA SE SIENTE SEGUIDO (Y CON RAZÓN…)
CLIP 9 – PERSEGUIDO, DEL ARCO DE LA VICTORIA A LA PLAZA DE LAS VENTAS
CLIP 10 – REMATADO EN EL HOSPITAL
CLIP 11 – UNO QUE CANTA…
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A TRAVÉS DE EMULE: HORAS
DE PÁNICO (EN FORMATO AVI)
Lo menos que puede
decirse sobre HORAS DE PÁNICO
Otra película que llama la atención por su contenido especialmente.
Es ahí en donde reside su “actualidad”: el efecto, nos habla de un virus que se
ha extendido por la capital de España y que corre el riesgo de causar estragos
en la población si no llega a tiempo un medicamento milagroso. Filmada hace más
de 65 años, resulta inevitable recordar que, el fondo de la cuestión, tiene
mucho que ver con el Covid y las “vacunas milagrosas”. Por lo demás, no es una
gran película. Hay que reconocer que el argumento es flojo, casi artesanal,
atado con alfileres, en absoluto creíble, algo que se explica si tenemos en
cuenta que los guionistas son norteamericanos y que la película, en el fondo,
no es más que un producto de serie B, realizado en doble versión encubierta
como se percibe rápidamente en los créditos, en donde figura Donald Taylor como
director y Arturo Ruiz-Castillo como “realizador español”. En realidad, la
versión española corrió a cargo de Ruiz-Castillo pero los argumentistas fueron
Ernest y Elizabeth Shenkin que no debieron tener mucho éxito en este oficio
porque éste es el único guion en el que aparecen como autores en todas las
bases de datos de cinematografía. La trama ideada por los Shenkin fue
articulada en forma de guion por otros tres personajes norteamericanos -George
y Gertrude Fass y Martin A. Gosh- que tampoco fueron muy prolíficos: Gosh
solamente aparece en esta película y los otros dos hermanos, solamente aparecen
en otras dos producciones de serie B y muy escaso presupuesto.
Parte de los actores que aparecen son, igualmente, norteamericanos:
algunos, como Rolf Wanka habían dejado atrás sus años de éxito relativo y se
encaminaban a las sombras del ocaso, otros como Nina Karell, no volvieron a
hacer cine, y el resto son, pura y simplemente, desconocidos. No así los
actores españoles: Fernando Rey, Julio Peña, Julián Ugarte, Fernando Sancho, Carmen
Carulla, junto con el mexicano Rubén Rojo, que entonces prodigaba relativamente
su físico en producciones rodadas en España. El año anterior había encarnado al
“teniendo Durán” en Embajadores
en el infierno, sobre la gesta de los miembros de la División
Español de Voluntarios, División 250 de la Wehrmatch, presos en la URSS. Es
curioso que, en algunas bases de datos se presente como actriz partícipe en
esta cinta a Laura Valenzuela que, sin embargo, nosotros no hemos podido
localizar.
Como hemos dicho al principio, la trama deja mucho que desear. La cuestión
de fondo es una epidemia que amenaza con asolar Madrid. Menos mal que el
delegado de una multinacional de farmacia norteamericana ha anunciado en rueda
de prensa que al día siguiente su firma hará llegar al Hospital Central de
Madrid una remesa de vacunas que conjurarán la epidemia. Y las vacunas llegan a
Barajas, se cargan en una destartalada furgoneta Citröen con una reducidísima escolta
de motoristas. En el interior de la furgoneta, al descuido, se esconde el
miembro de una banda de delincuentes que se proponen hacerse con el cargamento.
Cuando, finalmente, los dos motoristas son puestos fuera de combate y otro miembro
de la banda se hace con el alijo de vacunas sobreviene lo inesperado: el ladrón
recibe un estacazo en el cráneo que lo deja fuera de combate y las vacunas
desaparecen…
Hay que decir que el jefe de la banda es el director del servicio
de cirugía del hospital (Rolf Wanka) y que su ayudante (Rubén Rojo) se presta
para colaborar con la policía en la localización del paquete robado. La policía
consigue detener a algunos delincuentes que parecen tener algo que ver -van
provistos de los mismos cronómetros, impropios de sirleros, espadistas y
butroneros-, a lo que se une que uno de los delincuentes, conmovido por los
efectos de lo que puede ocurrir en un Madrid a causa de la epidemia, opta por
arrepentirse, pero, localizado en la calle emprende una huida que termina en el
hospital en el que debe ser operado por el jefe de cirugía que, claro está, se
deshace de él. Sin embargo, otro de los delincuentes, canta de plano y la
policía logra ubicar el alijo de vacunas en las instalaciones de la Feria del
Campo de Madrid -entonces en construcción-. Pero no es el jefe de la banda
quien está en posesión de las vacunas, sino -miren ustedes por donde- el
delegado de la multinacional farmacéutica en España que resulta muerto en el
tiroteo.
La película es curiosa, pero en absoluto brillante. Se filmó en la
“época dorada del negro español”, pero dista mucho de pertenecer al pelotón de
cabeza, está más bien situada en la cola, como podría esperarse de la
aportación norteamericana que hemos enumerado. Más bien parece un productor
forzado por las circunstancias: entonces era frecuente que se filmaran “co-producciones”
de bajo presupuesto para permitir la exhibición de productos extranjeros en
nuestras pantallas. Buena parte de estas “co-producciones” jamás se estrenaron,
pero ésta, seguramente por la participación de Ruiz-Castillo y del grupo de
actores españoles, tuvo un mejor destino. La calidad de la fotografía no es
mala, incluso algunos encuadres y situaciones resultan agradables a la vista y
pertinentes: es el fondo de la cuestión lo que resulta increíble. Y, miren por
donde, lo increíble se hizo realidad con el Covid sesenta y tantos años
después. Quizás sea ésta la única razón por la que ver hoy esta cinta.
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