JUGUETES ROTOS (1966) – MANUEL SUMMERS – FAMOSOS ANTEAYER, OLVIDADOS AYER, DESCONOCIDOS HOY

Para algunos, como el que suscribe, ser famoso ya es, de por sí, un drama. Sin embargo, los hay que han aceptado la fama, la han vivido, la han apurado hasta las heces y, finalmente, para su desgracia, han caído en el olvido. Son los “juguetes rotos” de los que nos habla Summers con cierta ternura, un punto de nostalgia y bastante amargura.

FICHA

TITULO: Juguetes rotos

AÑO: 1966

DURACIÓN: 80 minutos

DIRECTOR: Manuel Summers

GÉNERO: Documental

ARGUMENTO: Summers y Tico Medina, retratan a personajes que, en otro tiempo fueron notables por sus éxitos, millonarios por sus ingresos y famosos en los medios de comunicación y que, en su vejez han sido completamente olvidos, la suerte les ha sido esquiva y viven prácticamente de recuerdos.

ACTORES: Ricardo Alís, Francisco Díaz 'Pacorro', Guillermo Gorostiza, Eusebio Librero, Eduardo López, Hilario Martínez, Justo Masó, Rosita Pinedo, Marina Torres, Paulino Uzcudum, Luis Vallespín, Nicanor Villalta

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS Y FIGURAS. ABRIENDO CON OH GRAND GILBERT EN LA BODEGA BOHEMIA


CLIP 2 – APRENDIENDO Y ACTUANDO A LOS 80 AÑOS… UN CATALÁN ENTRAÑABLE.


CLIP 3 – SALIENDO DEL RITZ PARA TRABAJAR EN LA BODEGA BOHEMIA


CLIP 4 – EN CUALQUIER RING, EN CUALQUIER GIMNASIO SIEMPRE HAY UN ANTIGUO BOXEADOR: PAULINO UZCUDUN FRENTE A MAX SCHMELING. Y GANÓ UZCUDUN


CLIP 5 – EL BOXEADOR CON SU HIJO MENOR: NO SEAS BOXEADOR, SE BUEN ESTUDIANTE


CLIP 6 – LOS QUE DISCURREN POR LA SENDA DE UZCUDUN. UN GIMNASIO EN LA ESPAÑA DE LOS 60.


CLIP 7 – HILARIO MARTINEZ, ASÍ ACABÓ OTRO CAMPEÓN


CLIP 8 – “QUERIDO GOROSTIZA…”


CLIP 9 – “¿POR DÓNDE ANDA GOROSTIZA QUE FUE CAPITÁN DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA MUCHO TIEMPO?”


CLIP 10 – EL PEQUEÑO MUNDO DE LOS MALETILLAS EN LOS TIEMPOS EN LOS QUE TRIUNFABA EL TREMENDISMO DE “EL CORDOBÉS”


CLIP 11 – LA ÚLTIMA FAENA DE NIVANOR VILLALTA


 

Carteles y programas

 

 

 

 

Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: JUGUETES ROTOS (en formato AVI)

A TRAVÉS DE EMULE: JUGUETES ROTOS (en formato MKV)

A TRAVÉS DE FLIXOLÉ: JUGUETES ROTOS

Lo menos que puede decirse sobre JUGUETES ROTOS

Cuando Manuel Summer lanzó su documental Juguetes rotos ya contaba en su haber con cuatro películas, dos de las cuales habían obtenido premios (Del rosa al amarillo ganó la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián de 1963, La niña de luto tuvo una mención especial en Cannes al año siguiente), mientras que El juego de la oca (que planteaba el problema del adulterio) se estrenó en Cannes en el 65 obteniendo buenas críticas y recibiendo varias medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos). Era el tiempo en el que cualquier película que llevara la etiqueta de “Manuel Summers”, llamaba la atención y tenía altas posibilidades de convertirse en un éxito de taquilla.

En aquellos momentos el documental era un género que, por sí mismo, podía llegar a las pantallas e, incluso, estrenarse en los grandes cines. Luego, le esperaba una larga vida en salas de restreno acompañando a alguna otra película en aquellos inolvidables “extraordinarios programas dobles”. Y lo que hizo Summers fue un documental que interesó a los espectadores: les reveló lo que había sido de aquellos que, en otro tiempo, ellos mismos habían aplaudido y que un mal día desaparecieron del candelero y fueron olvidados. Summers se planteó qué había sido de los ídolos de su infancia. Esta película encierra la respuesta.

El documental es pesimista, no hay en él rastro de alegría, esperanza o redención: todas las viejas glorias que aparecen, cayeron desde lo más alto, a las profundidades del olvido. Sus vidas se deshicieron como un azucarillo. Unas son, desde luego, más patéticas que otras, pero no van a ser sonrisas las que nos arranquen del rostro. Incluso las situaciones mas esperpénticas que nos muestra Summers, están ahí para acentuar el dramatismo de los personajes y de sus vidas que son, a fin de cuentas, las vidas de todos nosotros, con nuestros sueños juveniles, con nuestros momentos de gloria y con la inevitable caída que acompaña a la edad.

El documental se abre en las calles de Barcelona. De la mano de Summers entramos en la Bodega Bohemia, un local situado en la calle Lancaster, en pleno Barrio Chino, que permaneció abierta hasta principios de los 90. Allí actuaban artistas ancianos en un espectáculo que se prolongaba hasta las tres o cuatro de la madrugada. Era de ley que, quienes allí acudíamos, luego, nos tomáramos unos cruasanes en un garito que los fabricaba en la misma calle. No era un lugar que, particularmente, me gustase: ni las actuaciones patéticas de viejas glorias cascadas por los años, ni las burlas del público, ni siquiera el ambiente, pero ¿dónde acabar aquellas noches en las que habíamos estados colgando carteles hasta las tantas para olvidables causas políticas? Allí, en La Bodega Bohemia, el “plato fuerte” era la actuación de Oh Grand Gilbert, un anciano que soñaba con poder cantar en Madrid y que todavía seguía clases para modular su voz. Tenía pundonor y desparpajo sobre el escenario. Dignidad, sobre todo dignidad. Cuando Summers le propuso filmarlo en su casa, Oh Grand Gilbert se negó: quería mantener su intimidad, así que le propuso como alternativa, filmar en los lujosos salones del Hotel Ritz, él con frack y sombrero de copa. Es inevitable que el espectador sintiera una indecible ternura ante aquel personaje que solíamos encontrar en las Ramblas paseando a cualquier hora o en La Bodega Bohemia tratando de ganar laureles musicales.

La misma sensación de entrañable humanidad, la encontramos en el ex matador de toros Nicanor Villalta que, incluso, ante una plaza de las Ventas completamente vacía, lidia con un novillo, vestidos de luces, casi cuarenta años después de no lucir montera ni capote y consigue matar de una sola estocada. ¿Y qué fue de Gorostiza, la “flecha roja”? Summers le dedica un fragmento de su reportaje. Se nota que, de niño, Summers deparó por él un profundo respeto y una admiración sin límites. Ahora se lo encuentra, fresco como una rosa, pero en un asilo vasco. Es otro de los derrotados, pero se mantiene con el cerebro y la mente clara. Otro tanto le ocurre a Paulino Uzcudum, el boxeador español que nunca conoció el KO y que venció a todos sus rivales. El documental nos muestra algunos de sus momentos de gloria, como cuando venció a Max Schmeling antes de la guerra, el gigante alemán. Uzcudum, algo erosionado por el tiempo, seguía entrenando a boxeadores e, incluso, iniciaba a su hijo pequeño en las artes del puño. No recomendaba a nadie que fuera boxeador. Reconocía los riesgos de un deporte en el que las posibilidades de terminar “sonado” se situaban muy por encima de las de llegar a destacar.

Los 80 minutos suponen un continuo impacto y una ráfaga de emociones. Durante el metraje sabremos lo que supone el éxito y la caída, o incluso, en algunos casos, el haber rozado el éxito para luego precipitarse por la pendiente sin fin hacia la caja de pino. También ellos podrán decir con Harald Hardrada, el gigante que murió blandiendo su hacha en puente de Standfort contra las tropas de Harold el Sajón, que, como mínimo, han conquistado diez pies de tierra.

Nadie en su sano juicio se atrevería a formular una crítica negativa contra este documental. Es más, sería de desear que alguien mostrara a cada generación lo que fue de sus héroes cuando quedaron relegados al olvido. No hay mejor forma de educar que mediante los impactos directos al corazón. La vida es así de absurda y así la tenemos que aceptar y, una vez aceptada, somos dueños de seguir en pie o derrumbarnos.

Se nota que el guion de la película fue elaborado en gran medida por el periodista Tico Medina. En sus crónicas, Medina sabía imprimir unas pinceladas emotivas siempre demoledoras y con una capacidad de evocación que ningún otro periodista ha sido capaz. Él mismo falleció en 2021 y solamente la COPE, en la que colaboraba, dio cuenta de su muerte. Hasta el final, sus crónicas en el programa de Herrera en COPE, fueron lecciones magistrales de periodismo. Demasiado bueno para nuestra devastada época.

El documental, constituyó un nuevo éxito para Manuel Summers. Intentó volver a revalidar laureles con el mismo tema en otro documental (Urtain, el rey de la selva… o así, 1969), para caer luego en documentales sobre bromas calleras, en la trilogía To er mundo é güeno (con dos entregas en 1982 y otra más en 1985), que no pasaban de producciones poco ambiciosas y cuyo marco más adecuado hubieran sido canales de televisión. Intentó imitar a Mel Brooks en La Biblia en pasta (1984), pero dio la sensación de que su genialidad se había agotado. Todo lo que hizo luego fue apoyar a su hijo David Summers, entonces líder de la banda Hombres G, en dos películas (Sufre mamón y Sueltate el pelo) que tampoco aportaron excesivo lustre a su carrera. Como otros directores, dio la sensación de que su repertorio de genialidades se había agotado al llegar al ecuador de su carrera. Falleció a la temprana edad de 56 años.

 

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