LA DAMA DEL ALBA (1966) – ROVIRA VELETA – Una leyenda del norte reinterpretada por Casona
En 1944 se había estrenado una obra teatral telúrica y que
misteriosa. Entonces se la calificó como arquetipo del “realismo mágico”. En
realidad eran ecos de una antigua leyenda astur reinterpretada por Alejandro
Casona. Miembro de la Generación del 27, se exilió en 1937, cuando sus
convicciones republicanas chocaron con la realidad del conflicto. Escribió el
texto de esta obra en Buenos Aires en donde permanecería hasta 1962. Su teatro
fue rechazado por la progresía de la época e integrado en la política cultural
del franquismo.
FICHA
TITULO: La dama del alba
AÑO: 1966
DURACIÓN: 101 minutos
DIRECTOR: Francisco Rovira Beleta
GÉNERO: Drama
ARGUMENTO: Una joven casada ha
desaparecido en el río, al parecer arrastrada por la corriente. Tres años
después, en medio de una tormenta, su ex marido sala a trabajar y se encuentra
con una misteriosa mujer. Es la encarnación de la muerte que viene a apoderarse
de otra alma de aquel pueblo perdido
ACTORES: Juliette Villard, Daniel
Martín, Yelena Samarina, Jean Yonnel, Dolores del Río, Barta Barri, Fernando
Cebrian, Ana María Noé,
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS Y PRESENTACIÓN
CLIP 2 – UNA MISTERIOSA MUJER LLEGA AL PUEBLO ENTRE LA LLUVIA
CLIP 3 – EL JINETE Y LA DONCELLA PERDIDA
CLIP 4 – LA RISA INQUIETANTE DE LA MISTERIOSA MUJER
CLIP 5 – LA MADRE QUE NO OLVIDA A LA HIJA DESAPARECIDA Y EL VIUDO
QUE ACOJE A LA JOVEN
CLIP 6 – ESCENAS RURALES EN UN PUEBLO ASTUR, ASÍ PARE UN CABALLO
CLIP 7 – UN JOVEN BIEN INTEGRADA EN EL PAISAJE Y EN LA FAMILIA, CAPAZ
DE DESPERTAR PASIONES
CLIP 8 – LA LLAMA DEL AMOR QUE VA SURGIENDO
CLIP 9 – EL RETORNO DE LA DAMA DEL ALBA EN NOCHE DE LUNA LLENA
CLIP 10 – AMOR BAJO LAS ESTRELLAS Y EL RETORNO DE ANGÉLICA
CLIP 11 – ANGELICA Y LA DAMA DEL ALMA FRENTE A FRENTE
CLIP 12 – A VECES UNA MUERTE RESUELVE MUCHAS VIDAS
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
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Lo menos que puede
decirse sobre LA DAMA DEL ALBA
De las cuatro versiones que se han hecho de este drama de
Alejandro Casona, éste que comentamos fue la primera filmada en España.
Previamente, en 1949, se había estrenado una primera versión en México dirigida
por Emilio Gómez Muriel, que no se ha proyectado en España. Las versiones de
1965 y de 1989 fueron realizadas por Gustavo Pérez Puig. Así pues, la dirigida
por Rovira Beleta en 1966 es la única filmada en España en formato de pantalla
grande. Ciertamente, las otras dos, dirigidas por Pérez Puig, integran a
actores mucho más conocidos (especialmente la de 1965 en donde aparecen Concha
Velasco, Fernando Delgado, Mercedes Prendes, Tota Alba, Carlos Lemos, Juan Ramón
Torremocha, Álvaro de Luna, María José Goyanes, Nuria Carresi, actores todos
muy conocidos en los 60), pero Rovira Beleta, en nuestra opinión, gracias a los
recursos del medio cinematográfico, logró crear una atmóstfera misteriosa y
aumentar la carga psicológica del drama. Es una de esas películas que pueden
calificarse de “adaptaciones al cine”, “género dramático”, “cine psicológico” y,
por supuesto, “realismo fantástico”.
Alejandro Casona, seudónimo de Alejandro Rodríguez Álvarez. El
contenido de La Dama del Alba se explica por su lugar de nacimiento, una altera
montañesa asturiana. Es famoso que, de niño, solía jugar con un castaño. A
diferencia de los niños de hoy con la imaginación capada por las terminales
electrónicas, Casona desarrolló en aquellos años una creatividad para llenar su
tiempo. Le fue bien. En 1928, tras acabar los estudios de magisterio, fue
destinado al Valle de Arán y allí, con los alumnos, creó su primer grupo de
teatro. Había algo en este arte que le atraída. En los años 20 fue cultivando
esta afición y profesionalizándose progresivamente. Políticamente, era un
liberal de la época que aceptó bien la llegada de la Segunda República. Trabajó
para el Estado llevando el teatro clásico español a pequeños pueblos y ciudades.
Aprovechó también para escribir sus propias obras. En 1932, ya era un autor
consagrado con varios premios en su haber. La sirena varada (1934) fue
su mayor éxito antes de la guerra. Él mksmo la definió como “antinaturalista”,
aunque Max Aub dijera de ella que era un “misterio a la asturiana”.
Al estallar la guerra civil, inicialmente tomó partido por la
República, pero aquello le desagradó profundamente. Se autoexilió en 1937, no
tanto por miedo a los que ya en ese momento se auguraban como vencedores o por
haber servidor a la República, sino porque las masacres, la violencia política,
las armas que le rodeaban incluso en la retaguardia valenciana, le generaban un
inmenso desasosiego. Su autoexilio se prolongaría hasta 1962. Se sintió bien en
los países iberoamericanos en los que residió (Costa Rica, Venezuela, Perú,
Colombia, Cuba) y allí desarrolló y profundizó su teatro. Siempre la fantasía,
siempre arraigado en leyendas de su tierra natal, siempre procurando ir más
allá del naturalismo y de lo tangible. Fue en esa época en donde estrenó La
Dama del Alba.
La obra se estrenó en Buenos Aires y, sin duda, es la pieza más
representativa de este autor. Demuestra que, aun lejos de la patria, alejado de
su tierra natal, si las raíces son profundas, siempre la planta está viva. La
obra está ambientada en Besulio, el pueblo astur que le vio nacer. En las primeras
escenas, genera la impresión de que vamos a asistir a un drama rural. Pero es
algo más. Luego, creemos que será una obra con ingredientes parapsicológicos o
paranormales, o, si se prefiere, míticos. Finalmente, acabada la proyección,
meditando sobre lo que hemos visto, reveremos que es una reflexión sobre la
vida, la muerte, el azar y el destino. Y, créanme, vale la pena verla y no
perderse ni un segundo del relato.
En 1962, cuando Casona regresa a España, las modas han cambiado.
La cultura oficial lo acoge con cariño y no duda en facilitar las
representaciones de sus obras. Es un autor republicano “recuperable”. Es la
progresía la que lo rechaza: no era marxista ni en su obra hay el menor rastro
de marxismo. De hecho, ni siquiera de materialismo. Esto es lo que enfurece a
la nueva generación de intelectuales progresistas que no dudan en calificar su
teatro como trasnochado, antiguo y reaccionario. En una palabra, “de derechas”.
Murió con cierta amargura tres años después, rechazado por “los progresistas”,
por mucho que su última obra de teatro El caballero de las espuelas de oro (1964)
tuviera un éxito arrollados con un José María Rodero encarnando a Francisco de
Quevedo.
La obra teatral fue llevada a la pantalla por Francisco Rovira
Beleta cuatro años después del retorno de Casona a España. Supuso una gran satisfacción
para el autor, ver su obra en las pantallas de los mejores cines de su país.
Beleta no se prodigó excesivamente como director. Trabajó, eso sí, en la
industria del cine casi desde su infancia. Como un título universitario nunca
viene mal, estudió derecho en Barcelona y al acabar la carrera, avalado por los
fondos familiares, se lanzo en cuerpo y alma en brazos del Séptimo Arte. Tras
los primeros ensayos, con un resultado discreto, en 1950, filmó Luna de sangre,
un drama situado en el período napoleónico, película que llamó la atención. Se
consagraría con su “trilogía del cine negro” compuesta por Hay
un camino a la derecha, Los atracadores y El expreso de Andalucía,
películas que, por sí mismos, figuran en lo más alto del período áureo del “negro
español”. Con su propia productora filmó en 1963 Los Tarantos,
ambientado en la Barcelona gitana, cinta que alcanzó un éxito internacional. En
1964, su carrera estaba en la cima cuando rodó La Dama del Alba,
hasta el punto de que la cinemateca de París le dedicó un ciclo. Estaba en la
cima y, a diferencia de otros directores, jamás se entregó al cine comercial,
acaso porque le gustaba demasiado el cine como para hacer concesiones a “lo
popular”. Eso le honra.
El protagonista de La Dama del Alba, Daniel Martín, ya había
trabajado con Rovira Beleta en Los Tarantos, pero su carrera se malogró al
aceptar excesivos papeles en spagheti westerns irrelevantes o de escasos
méritos (si bien estuvo presente en el reparto de Por un puñado de
dólares, obra maestra del género). Yelena Samarina, actriz de origen
siberiano, casada con un hijo de exiliados españoles, y madrileña de adopción
desde 1956, ejerció el papel de misteriosa “dama del alba”, en otras palabras,
de la muerte, mientras que la juvenil Juliette Villard, con cara de inocente, asumía
el papel de “Angélica”, la joven que un mal día había ido al río,
desapareciendo. Nadie encontró su cadáver, pero en el pueblo circulaba la
leyenda de que cada vez que un alma se iba era porque una misteriosa dama
llegaba al pueblo para llevársela. Era la “dama del alma” que da título a la
obra de teatro.
Cuando Rovira Beleta filma la película, ya era notorio que la progresía
había arrojado el teatro de Casona al foso de la condenación eterna. Aún así se
arriesgó y la apuesta tuvo éxito. Después de Los Tarantos, fue su gran
película. De hecho, es posible que si esta última no tuviera como protagonistas
a una familia gitana del extrarradio, una temática que resultaba muy agradable para
la progresía de la época porque describía los barrios marginales de la Ciudad
Condal, esta hubiera sido su gran película y solo por ella, su nombre hubiera merecido
figurar en la historia del cine español.
Rovira Beleta consigue interpretar las imágenes y los símbolos generados
por Casona. De hecho, algunos de estos era mucho más fácil mostrarlos en el
cine que sobre las tablas del teatro. Aquella imagen subliminal en la que la
calavera de la muerte aparece sobre el rostro de la protagonistas, es magistral
e imposible de escenificar en el teatro. Las escenas de tormentas en el campo o
de la naturaleza desatada, las vistas del pueblo, de sus fiestas y de sus
gentes, constituyen casi un estudio de antropología rural.
Lejos de ser un teatro acartonado y arcaico, los personajes
creados por Casona y genialmente trasladados al cine por Rovira Beleta, están
vivos, incluso la muerte parece tener, tras la máscara de la frialdad,
sentimientos y poder llegar a pactos con los vivos. Hay sorpresas en la narración:
la joven muerta el día de su boda, no está muerte, regresa, pero no se trata en
absoluto de un milagro sino de algo mucho más banal. Es una de esas películas
sobre las que no se puede contar ni el final ni como se llega a él: baste decir
que es una reflexión sobre la vida y la muerte. Sólo por eso, por Casona y por
Rovira Beleta, vale la pena verla de principio a fin.
Otros enlaces:
Ver la obra de teatro en Estudio
1 RTVE
Ver la obra de teatro en YouTube

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