DIEZ FUSILES ESPERAN (1959) – Sáenz de Heredia – Exaltación del honor carlista y efusión de Boinas Rojas

 

La cinematografía española parece hacerse desarrollado casi totalmente de espaldas a nuestra Historia. Y muy especialmente hacia la Guerras Carlistas del XIX. Nuestra contabilidad nos dice que solamente en tres películas -Alma aragonesa (1961), Las aguas bajan negras (1948) y la que comentamos ahora- tocaron estos importantes hechos históricos durante el franquismo. Sáenz de Heredia, se atrevió con Las aguas bajan negras y repitió con Diez fusiles esperan: y esta última aborda mucho más directamente el carácter carlista.

FICHA

TITULO: Diez fusiles esperan

AÑO: 1959

DURACIÓN: 84 minutos

DIRECTOR: José Luis Sáenz de Heredia

GÉNERO: Drama histórico

ARGUMENTO: Un teniente carlista es hecho prisionero por los liberales. Va a ser fusilado, pero pide despedirse de su mujer e hijo. El presidente del consejo de guerra le autoriza a ir a despedirse a condición de que vuelva para situarse ante el pelotón.

ACTORES: Francisco Rabal, Ettore Manni, Rosa Arenas, Berta Riaza, Félix de Pomés, Memmo Carotenuto, Milly Vitale, Xan das Bolas, Jesús Puente, Santiago Rivero, Carlos Martínez Campos, Juan Carlo Doménech, Carola Fernán Gómez, Beni Deus, Juan Cazalilla, María Jesús Lara,

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS E INTRODUCCIÓN



CLIP 2 – LA SENTENCIA DEL CONSEJO DE GUERRA



CLIP 3 – UN PACTO ENTRE CABALLEROS



CLIP 4 – EN LA TABERNA SALVANDO LA VIDA Y BUSCANDO EL AMOR



CLIP 5 – CON EL EJÉRCITO CARLISTA



CLIP 6 – DOS TENIENTES CARLISTAS ALGO GAMBERROS



CLIP 7 – BUSCANDO EL AMOR CON LA BOINA ROJA



CLIP 8 – COROS Y DANZAS DE LA ÉPOCA



CLIP 9 – CONVERSACION EN EL CUARTEL CARLISTA



CLIP 10 – IRIBARREN EN MALA SITUACIÓN SALVADO POR LA CABALLERÍA DEL REY DON CARLOS



CLIP 11 – ¡NO DESERTES, POR TU HONOR!



CLIP 12 – CON EL HONOR SALVADO. “HOY DEBE MORIR AQUÍ UN OFICIAL CARLISTA, Y ESE SOY YO. ÉRAMOS TAN AMIGOS QUE LO MISMO DA QUE FUERA UNO O EL OTRO”


 

Carteles y programas

 


Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: DIEZ FUSILES ESPERAN (en formato MKV)

A TRAVÉS DE EMULE: DIEZ FUSILES ESPERAN (en formato AVI)

En FlixOlé: DIEZ FUSILES ESPERAN

 

Lo menos que puede decirse sobre DIEZ FUSILES ESPERAN

Carlos Blanco fue un habitual de las tertulias del Café Gijón en la postguerra. Había sido voluntario en el ejército republicano y fue hecho prisionero en Córdoba. No pudo continuar sus estudios de Ingeniero de Caminos, y casualmente se introdujo en el mundo de la guionización participando en un concurso -que ganó- escribiendo el original en los mármoles del Café Gijón: “Don Beltrán de la Cueva”, película que jamás se filmaría, drama situado en el siglo XV y cuyo protagonista era el -presunto- padre de Juana “la Beltraneja”. Este primer guion marcaría en cierto sentido su carrera. A pesar de que se sentía atraído por el misterio y el género negro (escribió el guion de Los ojos dejan huella, una de las mejores películas de este género filmadas en España, dirigida por Sáenz de Heredia y de Los peces rojos de Nieves Conde, otra de las cintas magistrales de nuestro cine), en buena medida su carrera se orientaría hacia el cine histórico con La princesa de los Ursinos (de Luis Lucia), Locura de amor (de Juan de Orduña), una versión del Don Juan (de Juan de Orduña), Llegada de Noche (de Nives Conde, con diálogos de Torrente Ballester) y dos de las tres cintas con el carlismo de trasfondo rodadas durante el franquismo: Las aguas bajan negras y Diez fusiles esperan, ambas dirigidas por Sáenz de Heredia.

Resulta un misterio insondable el hecho de que durante el franquismo no se filmasen más cintas en las que los dos protagonistas civiles de la sublevación del 18 de julio de 1936, la Falange y el Carlismo, estuvieran presentes. También es significativo que las cintas más representativas del carácter político de aquellos años estuvieran a cargo de directores con los que Carlos Blanco escribió guiones. José Luis Sáenz de Heredia, el más significativo.

Diez fusiles esperan surgió como una co-producción hispano-italiana, en la que Domiziana Internazionale Cinematografica impuso a algunos de sus actores: Ettore Manni, Milly Vitale y Memmo Carotenuto, mientras que Prcusa y Chapalo Films incluían a los suyos: Paco Rabal, Félix de Pomés, Xan das Bolas, Rosa Arenas, Berta Riaza.

La película está ambientada en Primera Guerra Carlista (1933-1840). Se rodó en los escenarios naturales de Navarra y Guipúzcoa (paisajes  de Lucunza, Lecumberri, Leiza y en la iglesia de Oñate, donde tiene lugar el consejo de guerra inicial). El tono es romántico y especialmente en la última parte, se hace exaltación de los valores de honor propios del carlismo. De hecho, en la introducción, la voz en off, alude a la Primera Guerra Carlista como “la última guerra romántica”.

La película nos cuenta la historia de un par de amigos jóvenes, “José Iribarren” (Paco Rabal) y “Miguel” (Ettore Manni), que aparecen como tenientes carlistas se enamoran de la misma mujer, rompen su amistad, pero, finalmente, reaccionan de la misma manera por honor. La película tiene flashback que ayudan en la comprensión de los hechos. Se inicia con un consejo de guerra de que es objeto el “teniente carlista Iribarren”. Luego sabremos cómo y por qué ha sido capturado. El tribunal lo condena a muerte y, tras conocer la sentencia impasible, solamente comenta que lamentará no poder despedirse de su esposa y de su hija. El coronel presidente del tribunal militar liberal le propone ponerlo en libertad para que pueda despedirse de su supuesta esposa, bajo palabra de que regresará al amanecer para ser fusilado (el pelotón, son precisamente los diez fusiles que dan título a la cinta). “Iribarren” acepta sin tener intención de volver. Poco a poco nos iremos enterando de cómo se ha llegado a esa situación.

En efecto, un flashback nos muestra a los dos tenientes tiempo atrás. Son hijos de aquellas tierras del Norte, se conocen desde pequeños y, antes de comprometerse con el carlismo, han sido un par de “calaveras”. Solo que, en uno de esos lances frívolos, cuando ambos ya están enrolados en el ejército carlista, ambos se enamoran de la misma mujer, “Teresa” (Rosa Arenas). Ésta terminará correspondiendo a las solicitudes de unos de ellos (Ettore Manni), dando calabazas al otro (Paco Rabal). Esto precipitará la deserción del segundo. Cuando el presidente del consejo de guerra lo pone en libertad se cruza con una tropa de cómicos entre los que se encuentra “Maritxu” (Berta Riaza), amiga de “Teresa”. Por ella sabe que “Teresa” y “Miguel” van a casarse. Él todavía no ha superado la decepción de que su amor prefiriera a su amigo. Cuando se encuentra con él, “Iribarren” le comunica que no piensa volver a presentarse ante el pelotón de fusilamiento. Su amigo, le recuerda que eso supondrá la pérdida de su honor. Ambos se despiden bruscamente, pero “Miguel” va a tratar de salvar el honor de su amigo, presentándose él en el campo liberal, para ser fusilado en su lugar. Cuando llega, se encuentra con que “Iribarren”, ha recapacitado, asumiendo las consecuencias de su palabra de honor y solamente puede verlo ya fusilado.

Tal es, en líneas generales, el guion que evita por todos los medios entrar en el fondo de la cuestión de porqué se lucha en aquella guerra y porque se produce la escisión entre las dos ramas monárquicas. Tanto el director como el guionista, sugieren que en ambos bandos luchaban españoles y que, por tanto, ambos tenían el mismo concepto del honor al que se consideraban indisolublemente ligados y les inducía a actuar como lo hacen los protagonistas: con el sacrificio para mantener su honor, el amigo aceptando sustituir al desertor para defender su honor y el protagonista aceptando su destino y apreciando, en ambos casos, su palabra antes que su vida.

Valores que en el momento en el que se filmó la película, todavía podían ser aceptados por un público educado en esos valores, pero que ahora parece completamente increíble. Y han pasado poco más de sesenta años. Aquella España ya no es la que podemos contemplar al salir a la calle. Aunque, en realidad, la que nos muestra Sáenz de Heredia tampoco es la que correspondía a la Primera Guerra Carlista: una guerra a muerte por dos concepciones políticos encarnadas en dos opciones monárquicas.

Desde el punto de vista cinematográfico, la película está rodada con medios suficientes para resultar técnicamente irreprochable. El guion procuró ser ágil introduciendo elementos románticos con amores imposibles, introduce elementos cómicos (a través de los miembros la compañía de teatro que aparece), bélicos, incluso pinceladas antropológicas. Elementos de intriga, etc. El problema de la cinta es que los 84 minutos ofrecen poco espacio de tiempo para incluir todos estos elementos y la cinta queda excesivamente abigarrada.

Es una cinta curiosa y especial que hoy no puede ser valorada por un público que, no solo permanece de espaldas a los valores que defiende la cinta, sino que, incluso, es posible que ni siquiera tenga una idea clara de lo que suponen. La alternativa entre salvar el honor y salvar la vida es algo que puede parecer desmesurado a unos e imposible a otros. Eran valores, que en el momento en el que se estrenó la película empezaban a no ser a tener dificultades: en 1959, el gobierno de Franco ya había suscrito los pactos con los EEUU, había aprobado una nueva ley de inversiones extranjeras y se preparaba para la “década desarrollista”, los años 60, en la que la cultura del honor y los valores que habían constituido su armadura en la posguerra, daban paso al desarrollismo, al turismo, al “sueño español” (vivienda en propiedad, “600” y vacaciones en la costa).

Seguramente por esto último, la película, aparte de las excelentes interpretaciones que la llevaron a la edición de 1959 del Festival de Berlín en su sección oficial de largometrajes, no fuera particularmente apreciada por el público español. Bob Dylan aún no había caído en la cuenta que “los tiempos estaban cambiando”, pero, realmente, cambiaban. Y mucho más en España que empezaría la década entre cantos gregorianos y la terminaría con espirituales negros en las parroquias.

 

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