EL CANTO DEL GALLO (1955) – Rafael Gil – Catolicismo y anticomunismo con Paco Rabal
Fue un éxito en su época. Paco Rabal como sacerdote que niega tres
veces su condición. Gérard Tichy como comisario político malvado y resentido.
Una película muy del gusto del nacional-catolicismo de la época, pero que tiene
la virtud de reflejar una ética y una moral católica, estricta a la que no le bastaba
con la absolución y el arrepentimiento para limpiar su conciencia.
FICHA
TITULO: El canto del gallo
AÑO: 1955
DURACIÓN: 85 minutos
DIRECTOR: Rafael Gil
GÉNERO: Religión y anticomunismo
ARGUMENTO: Un sacerdote es
perseguido en un país centro-europeo, sus compañeros han sido asesinados y él,
finalmente, es detenido. Su captor es un antiguo amigo suyo que le promete la
libertad a cambio de que niegue por escrito su fe. Antes a negado su condición
de sacerdote a un moribundo. Cuando los comunistas se batan en retirada será
absuelto, pero no logrará superar estas circunstancias.
ACTORES: Francisco Rabal, Gerard
Tichy, Jacqueline Pierreux, Asunción Balaguer, S. Demoslavsky, Félix de Pomés,
Gracian Espinosa, Antonio García Gómez, César Gil, X. Heiss, José Luis Heredia,
Francisco Herrera, Antonio Riquelme, Luis Induni, Porfiria Sanchiz, José
Villasante, Matilde Muñoz Sanpedro, José Manujel Martín, Julia Lajos,
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS SOBRE UNA PERSECUCIÓN
CLIP 2 – UN SACERDOTE PERSEGUIDO EN LA NOCHE
CLIP 3 – EL TERCER HOMBRE ERA SACERDOTE…
CLIP 4 – LA PRIMERA NEGACIÓN: NO HABRÁ CONFESIÓN PARA EL MORIBUNDO
CLIP 5 – EL SACERDOTE, SU VIEJO AMIGO EL COMISARIO POLÍTICO Y LA
MUJER FATAL. SEGUNDA NEGACIÓN
CLIP 6 – UNA EXTRAÑA PENSIÓN Y UN CONFLICTO CONVIVENCIA
CLIP 7 – EL AMOR IMPOSIBLE ENTRE EL PORTERO ANARQUISTA Y LA
RESIDENTE CATÓLICA
CLIP 8 – DELACIONES, REDADAS O EL INFIERNO BOLCHEVIQUE
CLIP 9 – UN FINAL FELIZ PARA LA FELIZ PAREJA: BODA POR EL RITO
CATÓLICO
CLIP 10 – TRAICIONAR [POR ERROR] A OTRO SACERDOTE
CLIP 11 – CON EL EJÉRCITO ROJO EN PLENO… UN SACERDOTE QUE NO
LEVANTA CABEZA
CLIP 12 – EL REGRESO AL HOGAR, CON LA MADRE
CLIP 13 – EL PERDÓN DEL OBISPO
CLIP 14 – PERSECUCIÓN Y MUERTE EN LA NOCHE
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A TRAVÉS DE EMULE: EL
CANTO DEL GALLO (en formato MKV)
A TRAVÉS DE EMULE: EL
CANTO DEL GALLO (en formato AVI)
En FlixOlé: EL
CANTO DEL GALLO
Lo menos que puede
decirse sobre EL CANTO DEL GALLO
No fue la primera película de tono religioso filmada por Rafael
Gil. Le había precedido La
guerra de Dios, Sor intrépida, La Señora de Fátima, La fe, Reina Santa
y seguramente alguna otra que se nos escapa. Tampoco era la primera película de
carácter anticomunista que realizaba. El año anterior a filmar El canto
del gallo, había lanzado su extraordinaria Murió
hace quince años. Hoy, su cine ha sido relegado al olvido, acaso
porque fue uno de los más próximos exponentes del tipo de cinematografía que
resultaba querida por el franquismo. Sin embargo, a poco que se ven sus cintas,
se percibe que, en todas ellas, incluso en las últimas (en las que llevó a la
pantalla las novelas de Vizcaíno Casas, …Y al tercer año resucitó, De
camisa vieja a chaqueta nueva, Las autonosuyas), o en la que filmó en
el mismo año de la muerte de Franco, Los
novios de la muerte, siempre fue fiel a un tipo de ideas y de cine
que encajaban con su visión del mundo.
Estamos en 1955: uno de los momentos más tensos de la Guerra Fría.
También el momento en el que la tensión internacional y el aislamiento del
régimen español empezaban a relajarse. Franco había apostado por la “defensa de
Occidente” y esta, en aquel momento, se realizaba aliándose con los EEUU. Las
películas de Hollywood empezaban a entrar a raudales, pero también las ideas
que transmitían. Y el anticomunismo era una de ellas: llovía sobre mojado,
porque el franquismo compartía, a fin de cuentas, esta orientación. Fueron
muchas las películas filmadas en aquellos años en los que el anticomunismo
estaba latente: Embajadores en el infierno, La
legión del silencio, La
muchacha de Moscú, Altas
variedades, Los
ases buscan la paz, Persecución
en Madrid, Rapsodia
de sangre, La
Patrulla, La
paz empieza nunca, sin olvidar a las directamente vinculadas a la
guerra civil: Raza
o Vivan
los hombres libres, ni, por supuesto, Murió
hace quince años, acaso la mejor de todas, del propio Rafael Gil.
Aquel 1955 fue un año prolijo en estrenos cinematográficos
españoles. Los
peces rojos, Los
agentes del Quinto Grupo, Historias
de la Radio, El
cerco, Camino
Cortado o La
muerte de un ciclista, fueron algunos de los estrenos más aclamados
por el público que aun pueden verse y cuya calidad no se oculta a nadie
razonable. Y hubo otras muchas ese año que, sin ser obras maestras, se
aproximaban a los estándares de calidad: Zalacaín el aventurero de
Juan de Orduña, La vida nueva de Pedrito Andia de Rafael Gil y
Orgullo de Manuel Mur Oti, y comedias que tuvieron su público
entusiasta y que hoy yacen olvidadas en un momento en el que ya nada es igual. Hoy
puede parecer increíble que, en un solo año, se filmaran tantas películas cuya
calidad media estaba era notable. No eran tiempo como para que Bardem dijera lo
que dijo al año siguiente en las “Conversaciones de Salamanca sobre el Cine
Español”, minusvalorando la producción nacional y acusando de esquelético al
cine español de la época.
A Rafael Gil, consciente de cuál era el signo de los tiempos, no
le costó mucho adaptarse a los gustos de la época y a las orientaciones que al
régimen le interesaba promocionar: anticomunismo y religión. La primera
temática estaba en la médula misma del régimen, pero también en la lógica de
los pactos suscritos con los EEUU en el marco de la Guerra Fría. En cuanto a la
segunda, España vivía el declive del nacional-catolicismo, pero sus valores -ya
que no sus ministros que iban siendo reemplazados por tecnócratas, como antes
se había reemplazado a los falangistas nacional-católicos- seguían presentes en
la sociedad española. Gil explotó esta veta.
El canto del gallo nos lleva a un país centro-europeo (quizás
Hungría o quizás Austria, no está completamente definida una ubicación
precisa), allí los sacerdotes y la religión sufren persecución. Han fusilado a
varios y el protagonista, el “Padre Miller” (Paco Rabal), consigue huir junto
con otro clérigo. Sin embargo, poco después resultará detenido por una ronda
nocturna. Afortunadamente para él, el comisario político al que es remitido
resultará ser un antiguo amigo suyo. Mientras permanece en la celda, un hombre
herido y moribundo le pide confesión, pero el “Padre Miller” cree que es una
trampa y niega su condición de sacerdote (primera negación). Luego, aceptará la
propuesta que le propone “Gans” (Gerard Tichy), el comisario político: salvar
la vida a cambio de firmar una declaración en la que abjura de la religión y
reconoce que ha tomado el pelo al pueblo. Y el “Padre Miller”, firma (segunda
negación). “Gans” lo pone en libertad, pero confinado en un piso del Estado,
junto con una mujer, amiga suya, “Elsa” (Jacqueline Pierreux), de vida alegre y
pocos escrúpulos. Allí negará su condición de sacerdote, pero sus modales y su
estilo lo delatarán. Mientras, en torno suyo, prosigue la persecución de
católicos y los fusilamientos. El portero de la casa en la que vive (Antonio
Riquelme), un hombre sencillo que ha adoptado el comunismo para sobrevivir,
pero está enamorado de una inquilina católica, amigo de “Gans”, lo identificará
como sacerdote, pero nuevamente, el “Padre Miller” salvará la vida.
Llevado nuevamente a comisaria, “Miller”, engañado por “Gans”, señalará
a un sacerdote amigo suyo que estaba preso entre otros y que el comisario no
estaba seguro de quien era. Será fusilado inmediatamente, generando otra crisis
de conciencia en “Miller”. En un momento dado, tras este episodio y después de varias
conversaciones con su compañera de apartamento y con un niño, adoptará una
postura resueltamente firme: cueste lo que cueste reconocerá su fe y actuará en
consecuencia. La primera ocasión que tiene de demostrarlo es casando al conserje
del edificio y a su novia por el rito católico.
Después, la zona quedará en manos de las fuerzas anticomunistas. “Gans”
entra en la clandestinidad y “Miller” puede volver a la casa de su madre y ser
recibido por el obispo, con el que se confiesa y que lo absuelve de todos sus
pecados, incluidas sus negaciones del catolicismo y su condición de clérigo.
Aún así, no se siente cómodo: sigue teniendo cargos de conciencia,
especialmente cuando visita a la esposa del moribundo con el que estuvo preso y
al que le negó la confesión. Apesadumbrado, vaga por las calles, hasta que un
coche para en torno suyo: es “Gans” que ha logrado escapar y que le pide ayuda.
La policía conseguirá identificarlo, pero al tratar de detenerlo consigue huir.
“Miller”, que no ha logrado superar su sensación de culpa, se lanza para tratar
de salvarle la vida, pero “Gans” le dispara y ambos mueren como católicos: la
moral católica redime tanto al perseguidor “Gans” como al atormentado “Miller”.
Hasta aquí el guion elaborado por Vicente Escribá a partir de una
novela de José Antonio Giménez Arnau (que tras el 18 de julio fue nombrado
Delegado Nacional de Prensa por Manuel Hedilla y fue miembro a partir de enero
de 1937 de la Junta de Mando Provisional de Falange Española. Luego escribiría
varias novelas, una de ellas El canto del gallo en 1954 (mientras
ejercía como embajador permanente de España ante la oficina de la ONU en
Ginebra) que Rafael Gil llevaría al cine al año siguiente. La película mereció
el premio al mejor actor extranjero -Gerard Tichy- concedida por el Círculo de
Escritores Cinematográficos.
De entre los méritos cinematográficos de la cinta merece destacarse
la iluminación y los contrastes entre blanco y negro que evocan deliberadamente
-como en Murió hace quince años- las imágenes de El Tercer Hombre
en especial la persecución por las alcantarillas de Viena, es las escenas finales
en las que “Gans”, perseguido, huye. La ambientación es, ciertamente, genial:
escenas nocturnas, lugares sórdidos, individuos groseros y despreciables, ambientes
y situaciones opresivas…
El duelo “Miller-Gans”, esto es Rabal-Tichy, es brillante. La
introducción de una “rubia peligrosa”, en la persona de “Elsa”, hace que la
feminidad esté también presente: como tentación, pero también dando muestras de
generosidad extrema. También remite al Tercer Hombre la amistad entre el
villano “Gans” y el hombre justo “Miller”, con la presencia de una mujer que
ejerce como nexo entre ambos. Gil extrajo todas las consecuencias que pudo de
la obra de Welles.
Quizás lo más importante de esta cinta sea los valores que
transmite: valores anticomunistas y nacional-católicos, firmes, bien arraigados
en el protagonista que ve en su oponente, el resultado de frustraciones y
fracasos personales que le han llevado a odiar a la religión y a sus ministros.
O la imagen de la mujer frívola que, siguiendo los consejos del “Padre Miller”
regresa con su marido… el cual la muele a palos y a la que reencontrará en la
institución social y caritativa que “Miller” ha creado tras la retirada de los
comunistas. El guion es redondo, las actuaciones también (no hay en Rabal ni sobreactuación
ni teatralidad), la fotografía excelente y el ritmo narrativo en ningún momento
se ralentiza. Hoy puede chocar -en un país que en 65 años se ha descristianizado-
tanto el peso de la culpa en la conciencia, como la defensa de la fe, pero en
1955, la normalidad estaba instalada ahí y no en el oportunismo. Dos tiempos,
dos valores. Elija usted el que cree más justo, pero vea esta película que le
llevará uno de los mejores momentos del cine español durante el franquismo (y,
por qué no, de la historia del cine español).
Otros enlaces:
Comentarios
Publicar un comentario