VIAJE SIN DESTINO (1942) – Rafael Gil – cine para un país que quería reír en primavera
La tercera película de Rafael Gil (de las sesenta y ocho que rodó)
demuestra que, con una pobreza de medios, pero con un buen guion y unos
excelentes actores, se puede rodar una película que ochenta y dos años después
de ser filmado, sigue gozando de buena salud. Incluso cabría decir que, por su
temática -el turismo de aventura- es hoy casi más actual que cuando se filmó.
FICHA
TITULO: Viaje sin destino
AÑO: 1942
DURACIÓN: 73 minutos
DIRECTOR: Rafael Gil
GÉNERO: Comedia
ARGUMENTO: No soplaban buenos
tiempos para las agencias de viajes justo después de acabar la guerra civil,
pero a un probo empleado de una se le ocurre un sistema para aumentar ventas:
ofrecer a los clientes viajes sorpresa de aventura en el que se ignore el
destino. La primera hornada acaba en una mansión en la que ocurren hechos
extraños.
ACTORES: Antonio Casal, Luchy Soto,
Alberto Rome, Manuel Arbó, Pedro Cabré, Joaquín Cucirella, Camino Garrigó,
Manrique Gil, Jorge León, Alberto López, Fuensanta Lorente, Pedro Mascaró,
Miguel Pozanco, Blanca Pozas, José Prada,
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS
CLIP 2 – FLECHAZO: UN TIPO INGENIOSO Y UNA MUCHACHA INGENUA
CLIP 3 – EL INFIERNO DEL PATINADOR: EL SEGUNDO FLECHAZO
CLIP 4 – UNA IDEA GENIAL PARA UNA AGENCIA DE VIAJES EN CRISIS
CLIP 5 – UN MINIBUS CON LOS PRIMEROS CLIENTES
CLIP 6 – HACIA EL DESTINO: CONVERSACIONES ENTRE VIAJEROS
CLIP 7 – UN DESTARTALADO Y SOMBRÍO CASERÓN
CLIP 8 – AMBIENTÁNDOSE EN LA CASA DEL TERROR
CLIP 9 – LA TRISTE HISTORIA DEL SINIESTRO CASERÓN
CLIP 10 – MISTERIO, LOCURA EN EL CASERÓN E INQUIETUD ENTRE LOS
VIAJEROS
CLIP 11 – TRUCOS DEL MAESTRO DE CEREMONIAS
CLIP 12 – DESPUÉS DE TODO… FUE UN BUEN VIAJE
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A TRAVÉS DE EMULE: VIAJE
SIN DESTINO (en formato MKV)
En FlixOlé: VIAJE
SIN DESTINO
Lo menos que puede
decirse sobre VIAJE SIN DESTINO
De no ser porque la cinta viene firmada y rubricada por Rafael
Gil, casi podría decirse que estamos ante una astracanada a la española, es decir,
una película desmadrada en la que todo resulta absurdo con una intención de
hacer sonreír al espectador. Pero Gil fue uno de los directores más constantes
en su trabajo, desde que filmó Flechas en 1939, su primera película, hasta que
en la última fase de su cine convirtió, ya en los años 80, las novelas de
Vizcaíno Casas en películas. Gil fue, innegablemente franquista. Pero también
un buen director injustamente olvidado que en su tercera película, Viaje sin
destino, estaba claro que iba a despuntar como uno de los grandes del cine
español de postguerra. Nunca cayó en el “destape” ni en las modas propias de
los más de cuarenta años en los que permaneció en activo. Se limitó a hacer un
cine que sintonizaba con el deseo del público de evadirse, pasarlo bien, sonreír,
o bien estremecerse con historias de alto voltaje al estilo de Murió hace 15
años, una de las grandes películas olvidades del mejor cine español, rival de El
Tercer Hombre.
La historia se inicia en una agencia de viajes, “Panorama”.
Estamos en los años de la postguerra. Hay ganas de pasarlo bien, pero no el
dinero suficiente para que todos puedan hacerlo. Lejos de amargarse por ello, “Poveda”
(Antonio Casal), empleado de la agencia, idea un plan para captar nuevos
clientes y sobrevivir. Se trata de organizar viajes de aventura. Quien se embarque,
ignorará el destino y solamente sabrá que a lo largo del recorrido disfrutará
de una serie de “emociones fuertes” que pondrá a prueba al corazón más intrépido.
No son muchos los que se embarcan en la aventura, pero un pequeño
grupo de “turistas aventureros”, variopinto y heterogéneo, se suben al bus de la
compañía junto con el inevitable “Poveda”. A pocos kilómetros de Madrid
empiezan los problemas y las sorpresas: el autobús sufre una avería y los
pasajeros van a parar a una especie de albergue, situado en una mansión lujosa.
Los viajeros deberán pasar la noche hasta que reparen el bus. Allí se
encontrarán con todo tipo de sorpresas y sobresaltos. Todas han sido preparada
por “Poveda”, pero lo que el inquieto funcionario de la agencia no ha previsto,
es que algunos de los figurantes están completamente locos y pronto la situación
se sale de madre, cuando todos comprueban que el director del hotel no está muy
en sus cabales.
El argumento, elaborado por el propio Gil y los diálogos por José
Santurgini, entra pronto en materia. El metraje de que disponía CIFESA en aquel
momento no daba para realizar más que una película de poco más de una hora. No
había tiempo para presentar a los personajes, ni para crear un ambiente previo
de tensión: había que hacerlo a contrarreloj y el dúo Gil-Santurgini lo
consigue a poco de finalizar los créditos iniciales.
El humor que destila esta cinta es “blanco”, “limpio”,
bienintencionado. El lenguaje, depurado. En 1942, al parecer, no era necesario
decir un taco para suscitar sonrisas. Ni siquiera mostrar una pechuga para
suscitar interés. Algunos dirán que esta era una película sin ambiciones. Vale
la pena negar la mayor: tenía una sola ambición, entretener, distraer,
distender al público. Y lo consigue. ¿Qué otra cosa se podía dar a un público que
había estado 3 años atemorizado por la Guerra Civil, otras seis años antes
sorprendido por la inestabilidad de la República y que, cuando parecía que se
iban escampando los negros nubarrones, estalla una guerra en Europa que amenaza
a todo el mundo? Reír y sobrellevar de la mejor manera posible aquella
situación era lo poco que se podía hacer en aquel momento, en el que, por
faltar, en España faltaban incluso metros de película.
Otro aspecto meritorio de la cinta es que, en menos de 70 minutos,
concentra distintos géneros: desde el costumbrismo español, al género negro,
pasando por el romanticismo, la intriga y el terror. La “pareja romántica” es,
por supuesto, Antonio Casal y Luchy Soto. Sobre los hombros del primero recae
lo esencial de la cinta. Gil supo combinar elementos procedentes de muy
distintos géneros, equilibrarlos y conseguir que el combinado perviva y haga
sonreír, ochenta y dos años después de haberlo filmado. Ese es el buen cine: el
que desafía al tiempo.
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