SEXPERIENCIAS (1968) – José María Nunes – Cine experimental enfermo de tristeza progre
Lo peor de un cineasta progre es que cree que sus películas son
obras maestras construidas para “pensar”. El que aburran o no, es harina de
otro costal. El que su calidad argumental sea más o menos débil, importa poco.
Como en este caso en el que el director y la publicidad de la película indican
que “no tiene argumento”. En realidad, sí lo tiene, aunque parezca ausente. A
pesar de que el título pueda sugerir gozo y disfrute, es todo lo contrario:
anodina, tópica, demodé, casposa, en una palabra. Claro está que para un cineasta
progre su casta es -no podía ser de otra manera- la mejor del mundo
FICHA
TITULO: Sexperiencias
AÑO: 1968
DURACIÓN: 92 minutos
DIRECTOR: José María Nunes
GÉNERO: Experimental
ARGUMENTO: Por algún motivo, el
director une una chica provista de una “alta conciencia política” que vive
pendiente de las últimas noticias del mundo (Biafra, Vietnam, Mayo 68, guerras
periféricas) con un artista gráfico que está de vuelta de todo. El título es
deliberadamente engañoso: no hay ni sexo, ni siquiera “experiencia”
ACTORES: Antonio Betancourt, Marta
Mejías, Carlos Otero, María Quadreny, Antonio Iranzo, Mario Gas, Joan Pedrol,
CLIPS
CLIP 1 – PUESTA EN SITUACIÓN: UNA CHICA Y UNOS TITULARES DE LA
ÉPOCA
CLIP 2 – CANCION PROTESTA Y TRISTEZA
CLIP 3 – TITULARES Y TRISTEZA. DOS PROTAGONISTAS
CLIP 4 – EL IMPRESOR TRISTÓN
CLIP 5 – LA CHICA QUE NO QUERÍA SER “MISS” Y HABÍA LEÍDO A TEODORO
W. ADORNO
CLIP 6 – BOB KENNEDY HA MUERTO (LA NOTICIA EN “EL PARAIGUAS”).
TRISTE, MUY TRISTE
CLIP 7 – LA CHICA TRISTE CON 19 AÑOS, PARTIDARIA DEL SUICIDIO
CLIP 8 – EN EL TRISTE CEMENTERIO DE LOS ELEFANTES (DIGO, DE LAS
LOCOMOTORAS)
CLIP 9 – TRISTES TITULARES, TRISTES RUINAS, TRISTES PERSONAJES
CLIP 10 – MÁS TITULARES, MÁS TRISTEZA, MÁS DESOLACIÓN, MÁS AMARGURA
CLIP 11 – ESPLUGAS CITY (EL TRISTE RIVAL CATALÁN DEL DESIERTO DE TABERNAS)
CLIP 12 – TRISTEZA HASTA EL FINAL Y UNA CANCIÓN PARTICULARMENTE TRÁGICA
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
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Lo menos que puede
decirse sobre SEXPERIENCIAS
Después de ver una segunda vez esta película, la única pregunta
que creo que es posible plantear a 60 años de distancia es ¿cómo sobrevivió
toda aquella gente a tanta tristeza? Porque ésta es una película, no solo
triste, sino tristísima. Y yo recuerdo aquella época: había alegría. Claro está
que había guerras y violencia: pero estaban lejos y no podíamos hacer nada por
lo que ocurría en Biafra o en Vietnam. ¿Concienciarse? No servía de nada, porque
esa “concienciación” no implicaba “comprensión” de lo que estaba ocurriendo. Y
lo que estaba ocurriendo era que la “izquierda cultural” tenía la iniciativa y
proponía una concepción de la realidad triste, en la que los jóvenes eran el
elemento transmisor de tanta tristeza y eso era lo que les unía a la anterior
generación de fracasados. Lo que teníamos en España era, simplemente, un país que
quería recuperar su atraso secular y que, para hacerlo, renunciaba a libertades
públicas, partidos, autonomías y campañas electorales. Éramos jóvenes, éramos
alegres, éramos la antítesis de lo que nos muestra esta cinta. Hoy veo mucha
más tristeza y desesperanza en nuestras calles. Pero, eso sí, podemos votar una
vez cada cuatro años y creer que decidimos algo esencial. Hoy, además, de
tristeza, la mentira se ha apropiado del mundo.
Los muertos merecen un respeto y José María Nunes no está entre
nosotros desde 2010. Aquel portugués, trabajador, cinéfilo, hombre de
izquierdas, salido de la factoría Iquino, alma y último mohicano de la “escuela
de Barcelona”, sesentaichesco antes y después del 68, merece un respeto. Al
menos tuvo la decencia de no sumarse al PSUC en un momento en el que alguien
vinculado al cine en Cataluña que no estuviera más o menos vinculado con el “partido
comunista de Cataluña”, era considerado por el resto de “trabajadores de la
cultura” como un bicho raro. Nunes fue anarquista, yo creo que toda su vida.
Dicen que era un gran bebedor, lo que le honra. Era de origen portugués y
durante toda su vida practicó eso que se llamaba “cine experimental” y que, a
fin de cuentas, consistía solamente en hacer algo que no se hubiera hecho antes
en el cine y justificarlo mediante alguna peregrina perorata
ideológico-ingenuofelizota. Poco se salva del “cine experimental”. Poco o nada,
a este y al otro lado de los Pirineos que, en el fondo, era dónde miraban los “experimentalistas”
de la Escuela de Barcelona. Aquel movimiento progre de gente interesada por el
cine en la Barcelona sesentera fue flor de un día. Ha quedado poca memoria de
lo que fue -entre otras cosas, porque la mayoría de quienes participaron en ese
movimiento, pronto abjuraron de él- pero, de lo que no cabe duda fue de que
José María Nunes, más que ningún otro, se tomó en serio su pertenencia a la “escuela”
y fue fiel hasta su última película (Res publica, 2009) a los
principios de la misma.
El año 68 fue crucial para la “escuela de Barcelona”. Ricardo
Bofill, el arquitecto, también vinculado a este grupo, filmó unos cortos en
super 8 mm sobre la arquitectura de la Ciudad Condal. Pere Portabella realizó
su primer largometraje, Nocturno 29. Joaquín Jordá y Jaime Camino
lanzaron también dos largos que recibieron comentarios favorables fuera de
España. Fracasó el intento de una película “comercial” que reflejara los
principios de la “escuela”. En efecto, cuando Sara Montiel, harta de las burlas
y menosprecios de los cerebros de la “escuela”, llamó a su director de
confianza, Luis Marquina, para terminar Tuset Street, la mayoría de miembros
del grupo entendió que no iban a vivir del “cine experimental”. Principios o
mantequilla. Para la mayoría (que estaba compuesto por “chicos bien”) la opción
estaba clara. Para José María Nunes, también: solo que en dirección opuesta. En
su filmografía no hay ni una sola película que se haya salido de “lo
experimental”. Sexperiencias es un ejemplo de lo que fue su cine.
Dos años después del 68 dejo de hablarse de la “escuela de Barcelona” y si bien
sus miembros siguieron frecuentando los mismos locales de copas, cada uno
siguió su camino (si bien, la mayoría conservó hasta la transición el carnete
del PSUC.
Vayamos a Sexperiencias. En la web dedicada a Nunes,
puede leerse la sinopsis de esta película, que corto y pego, por aquello de que
no quito ni pongo: “El título de Sexperiencias procede de la doble pluralidad
de experiencia (una S delante y otra detrás). La película carece de argumento.
Trata de las reacciones de un señor mayor y una chica joven ante las noticias
que en 1968 aparecen en la prensa: El Mayo francés, el Vietnam, Biafra… Es
dispersa, aparentemente inconexa. Los personajes se encuentran en las
situaciones más ilógicas: en un cementerio de locomotoras de tren, en una casa
en ruinas donde unos muchachos editan una revista… No hay ruido de pasos, las
puertas, cuando se abren o cierran, no se oyen”. Pues eso… que no tiene
argumento. Más adelante, se nos dice en la misma web de homenaje a Nunes que “De
nuevo un grito contra todo lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor. Los
titulares de periódicos y revistas van golpeando al espectador con más fuerza
que en el kiosko. El marco fílmico los refuerza. Nunes NO manipulada. Insiste.
Estamos en guerra contra la estulticia”.
Todo esto parece excesivamente pretencioso. Pero eran las
temáticas que manejaban los progres en la segunda mitad de los 60: Vietnam
sobre todo. Fue una guerra muy sucia. Los EEUU no entendieron nunca qué hacían
allí. En Europa se ocultaba el hecho de que el Vietnam del Norte pretendía
anexionarse e invadir el Vietnam del Sur. Y en Biafra no se hablaba de que era
la enésima muestra del fracaso de la descolonización y solamente se reconocía
por lo bajini que toda África independiente y libre del colonialismo, se había
convertido en un reguero de conflictos y masacres sin fin (y en eso están aún
en algunas zonas). Nunes saca también a colación la invasión de Checoslovaquia.
Con menos fuerza, hay que decirlo, ni tampoco menciona a Jan Pallach el
estudiante autoinmolado en señal de la protesta por la presencia soviética en
Praga. Nunes no podía hacer otra cosa: el tema de Chescolovaquia había generado
polémicas y rupturas en el interior de la izquierda progre española, así que
consideró oportuno no mover mucho la temática.
La película salió por 15.000 pesetas, la mayoría en bocatas y
comidas. Nunes se las ingenió para que los actores lo hicieran ad honorem, sacó
la cámara prestada por los Estudios Balcazar, algunas escenas se rodaron en los
decorados de Esplugas City, cerca del cementerio de esa localidad catalana, que
compitió hasta finales de los 60 con el desierto de Tabernas en escenario para
los espagueti-westerns. No le cobraron ni por la sonoridad, ni por la
utilización de decorados de otros estudios. Nunes estaba considerado como un
buen tipo y todos se mostraron propensos a dejarle trabajar en su proyecto.
Cuando la cinta llegó a la Dirección General de Cultura Popular y
Espectáculos, se estrelló contra el muro del funcionario de ventanilla. Se llegó
a una tensa situación hasta que intervino el entonces director del departamento
-un tal Zabala- que “de manera fraternal”, le dijo a Nunes: “¿Por qué no hace
películas como todo el mundo hace? Que lo hace usted muy bien; todos aquí lo dicen”.
Nunes salió llorando del edificio. La película no superó la proyección con los
censores. El expediente añadía que, además de prohibir su exhibición en todo el
territorio nacional, se prohibía también su exportación al extranjero y se
advertía que cualquier exhibición sería considerada como “clandestina”. Hoy, la
película sigue sin existir oficialmente. A pesar de que se ha difundido
abundantemente en cineclubs y filmotecas.
Es triste que una película tenga este recorrido. Pero más triste
es que un entusiasta del cine como Nunes, no hubiera superado el cine panfletario
(esta película lo es) con pretensiones experimentales.
Marta Mejías, la protagonista, no volvió a aparecen en ninguna
otra película. Ignoramos quién era, de dónde salió y que hizo desde entonces.
Carlos Otero, que había aparecido en innumerables películas de los años 50 a
70, era, como Nunes, portugués de origen. El guion fue elaborado por el propio
Nunes y la música salió del pentagrama de Ros Marbà. Todo el conjunto es mucho
más “artesanal” que “experimental”. Mas bienintencionado que acertado. No
tenemos la menor duda de que Nunes podía estar agradecido al funcionario Zabala
que le dio el mejor consejo que le podían haber dado en su vida. De haberse
proyectado la película en cines, incluso los progres se hubieran aburrido.
Vista hoy, suscita una sonrisa involuntaria. A Nunes le salió una película en
la que “lo experimental” parecía ser el resultado de una acumulación de tópicos
y lugares comunes de la progresía sesentera. Y con esos mimbres, no podía salir
una gran película. Triste, muy triste.
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