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Mostrando las entradas con la etiqueta Fernando Fernán Gómez

DOMINGO DE CARNAVAL (1945) – Edgar Neville – Género negro-goyesco con sonrisas

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A Edgar Neville le atraía el género negro. Lo había tocado en su primera película (El presidio, 1930) rodada en EEUU y en la que, en realidad, colaboró como meritorio en la guionización. De regreso a España, volverá a tratar el género en 1945 con Domingo de Carnaval en donde introducirá sus dos temáticas favoritas: una ironía siempre presente y el casticismo sobre el que se desarrolla la trama. El resultado es ingenuo, pero efectivo. Hay tensión e intriga hasta el último minuto. El mano a mano de Conchita Montes con Fernando Fernán-Gómez se muestra efectivo.   FICHA TITULO : Domingo de Carnaval AÑO : 1945 DURACIÓN : 85 minutos DIRECTOR : Edgar Neville GÉNERO : Negro ARGUMENTO : Al iniciarse el carnaval madrileño, un sereno encuentra el cadáver de una usurera. Cualquiera de sus clientes y deudores ha podido asesinarla. Es destinado para la investigación un joven policía que, pronto sospecha de un vendedor de “productos maravillosos” en el Rastro y cuya hija repara re

LA IRONÍA DEL DINERO (1955) – Edgar Neville - “La honradez recompensada, siempre; en España”

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Cuando Adolfo Marsillach ya en los años 70 lanzó en TVE su serie “Silencio se estrena”, en el curso de la misma, la censura impuso al pobre autor de una obra teatral, cuyo título era “La honradez recompensada”, el añadido “siempre”, para que no hubiera dudas y el prurito patriótico de “siempre, en España”. Pues bien, en esta película de Edgar Neville, realizada casi veinte años ante, este principio está presente: la honradez queda siempre recompensada. O no tanto.   FICHA TITULO : La ironía del dinero AÑO : 1955 DURACIÓN :   85 minutos DIRECTOR : Edgar Neville GÉNERO : Comedia ARGUMENTO : Cuatro historias que tienen como nexo común la relación de seres humanos con un dinero del que no disponen y casualmente encuentran. La moral enseñada en las escuelas y desde los púlpitos era clara al respecto: había que devolver la cartera a su legítimo propietario. No siempre se hacía y, por tanto, estas historias tienen distintos finales, ¿felices? Felices para unos, lamentables