LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS (1944) – Edgar Neville – La gran película expresionista española

Hoy está clasificada en el número 17 de las mejores películas de terror sobrenatural. Pero esto es decir poco. Dirigida y escrita por Edgar Neville sobre un relato de Emilio Carrere, la película ejerce una extraña fascinación sobre quien la ve. Olvidada durante décadas y poco apreciada en el momento del estreno, empezó a ser revalorizada al emitirse en televisión por primera vez a finales de los 80 y luego se consagró definitivamente en 1996 con otra reemisión, pasando a ser una película “de culto”. No estoy muy seguro que sea una de las “grandes películas” del cine español, pero si fue una película “extraña”, “anómala”, y mucho más en aquella época.

 

FICHA

TITULO: La torre de los siete jorobados

AÑO: 1944

DURACIÓN: 81 minutos

DIRECTOR: Edgar Neville

GÉNERO: Fantástico

ARGUMENTO: A finales del siglo XIX, Basilio, un habitual de la vida frívola con cualidades de videncia, conoce al doctor Mantua, que ha fallecido un año antes. Éste le ayuda a vencer en la ruleta, pero luego le pide que proteja a su sobrina y la salve de un peligro. La chica es secuestrada y Basilio sigue las huellas que le llevan a una ciudad subterránea de origen judío en el que una red de jorobados falsifican moneda.

ACTORES: Antonio Casal, Isabel de Pomés, Julia Lajos, Guillermo Marín, Félix de Pomés, Julia Pachelo, Manolita Morán, Antonio Riquelme

 

CLIPS

CLIP 1 – UN TIPO SUPERSTICIOSO


CLIP 2 – APARECE ROBINSON DE MANTUA


CLIP 3 – EN EL MADRID DE LOS AUSTRIAS CUANDO SE APAGAN LAS LUCES DE LA CIUDAD


CLIP 4 – NAPOLEÓN SE EQUIVOCA DE VIVIENDA


CLIP 5 – EL DOCTOR SABATINO ENTRA EN ESCENA


CLIP 6 – “ESTA NOCHE EN LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS”…


CLIP 7 – … Y AHÍ QUE VAN BASILIO Y EL POLICIA.


CLIP 8 – EL DESCENSO A LOS INFIERNOS…


CLIP 9 – SABATINO HIPNOTIZANDO A INES


CLIP 10 – ESTA BIEN TODO LO QUE TERMINA BIEN



Carteles y programas

 

 

Portadas de la última y de la primera edición de la novela




  

 

Cómo localizar la película

Está en el catálogo de Filmin: LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS

También puede encontrarse en el catálogo de FlixOlé: LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS

Puede comprarse en DVD Blu-Ray: LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS

Finalmente puede obtenerse mediante eMulE: LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS

 

 

Lo menos que puede decirse sobre

Desde nuestro punto de vista, no es la mejor película de Edgar Neville. Sin embargo, es una película que, de entre toda la filmografía española de postguerra, ejerce una fascinación especial que todavía no ha perdido. Es más, incluso, a medida que pasa el tiempo, esa fascinación va en aumento, a medida que el Madrid que describe queda más y más lejos. El Madrid que vemos en la cinta es el de finales del XIX. No se precisa dato alguno que contribuya a fijar el momento concreto, pero los vestuarios elegidos por Neville (y que debieron contar con la aprobación de Emilio Carrere, autor del relato que vivía aún en ese momento), sugieren que debió ser en la última década del XIX, antes de la pérdida de Cuba y Filipinas. La trama se sitúa pues, ¿en el Madrid castizo? Sí y no. Una parte de la trama, desde luego, sí; pero, la otra, nos muestra un Madrid mucho más “profundo”. Y empleo la palabra “profundo” en su significado geológico (como algo subterráneo), pero también histórico (como referencia a un  ayer situado en la época de la expulsión de los judíos). Todo en esta película resulta deliberadamente arcaico, incluido el estilo en el que Neville la rodó: el expresionismo alemán que, quedaba veinte años atrás…

La historia de la novela ya es de por sí curiosa. Se publicó en 1920, firmada por Emilio Carrere. Hoy se sabe que Carrere entregó al editor un paquete de hojas, escritas unas y en blanco otras, cobrando por ello. Carrere era un tipo desorganizado en todos los sentidos y hasta la muerte de su padre en 1929 (que le legó una fortuna relativamente importante) no consiguió estabilizarse económicamente. El editor, al darse cuenta de que la novela estaba inacabada, contrató a Jesús de Aragón y Soldado, un ingeniero que trabajaba para la editorial Aguilar y que, inicialmente, se había especializado en libros de texto técnicos. De Aragón fue contratado para termina la obra entregada por Carrere y, a partir de ese momento, empezó a escribir novelas de ciencia ficción que tuvieron un notable éxito y se tradujeron a varios idiomas, hasta el punto de ser considerado como ”el Julio Verne español”. Tal es la historia de la novela.

Carrere, a todo esto, había introducido elementos teosóficos y ocultistas en la novela. Uno de sus biógrafos lo describe así: “No fue Carrere un escritor de derechas al uso como casi ninguno de su generación, incluido El Caballero Audaz, ni políticamente muy beligerante. De joven coqueteó con el socialismo y de hecho publicó algunos artículos y poemas en Vida Socialista y Acción Socialista que, en otro trabajo, analizaremos. En algunos de sus escritos se definió como anarquista, pero su acracia poco o nada tenía que ver con Bakunin y Kropotkin. Era hombre piadoso, profundamente devoto de la figura de Cristo, pero de ese Hijo de Dios evangélico desvinculado de la posterior apologética paulina. Coqueteó con el esoterismo fue íntimo amigo y seguidor de Mario Roso de Luna y no vio nunca con malos ojos esa masonería blanca encarnada en los Rosacruces”. Sin embargo, la República lo vacunó para siempre. Pasó la guerra escondido en Madrid (hasta el punto de que se creía que había sido fusilado) y al terminar el conflicto se adhirió al franquismo, a la Falange y prodigó loas a los fascismos. Véase, por ejemplo, este poema que publicó en Informaciones:

¡De nuevo los arcos triunfales y un son de Victoria!
¡De nuevo en España sus alas de cóndor extiende la Gloria!
Pasó la contienda fraterna, preñada de horrores:
“¡Dios salve al Caudillo!”, cantan los clamores
de veinte millones de hispánicos pechos unidos,
“¡El lauro y las rosas para las banderas de los vencedores,
y misericordia cristiana para los vencidos!”





O este otro dedicado al 18 de julio:

¡El dieciocho de Julio es el día del Milagro!
¡Cómo cantan las campanas en todos los campanarios!
¡Qué bien fulgen las banderas, las espadas y los cascos!
¡Qué fragancia hay en el aire de azucenas y de nardos!
Los vellones de las nubes son como corceles blancos,
y el que más brilla de todos el caballo de Santiago.
¡Que repiquen las campanas como en el Sábado Santo,
que el dieciocho de Julio es el día del Milagro,
pues con luz de profecía de los astros ha bajado
un haz de cinco claveles que son cinco sagitarios

Por no hablar de este otro en el que celebra la entrada de las tropas del Reich en París:

Solloza Lutecia, la loca sirena del arte y del vicio;
sus templos paganos cubiertos de negras cenizas están.
Las frívolas musas las rosas trocaron por rudo cilicio.
Cubren las ortigas los huesos simbólicos del pobre Lelián.
Monmartre se ha muerto, no giran las aspas del rojo Molino;
las frívolas risas de antaño semejan grotescos vestiglos.
La nueva Semíramis, la impura Princesa, cumplió sus destino.
París ya es un sueño lejano en la ronda que tejen los siglos.
El Arco del Triunfo -la gloria de Francia- ya invaden tropeles
de rubios guerreros. Los nuevos Lohengrines, con frescos laureles.
Llora en los Inválidos el viejo fantasma del Emperador.
Y al Führer de acero, como en el romántico mito wagneriano,
la cruz y la rosa del símbolo svástico llevando en la mano,

Sabemos que le gustaba el ocultismo, que fue seguidor del teósofo español Mario Roso de Luna y que en la parte que escribió de la novela, abundan estas referencias, que luego Neville minimizó en el guion, reduciéndolas a referencias a la “ciudad judía” subterránea, “a los espiriristas” (con la aparición chusca de Napoleón llamado por los ocultistas del 2º 1ª). Hay que tener en cuenta que la película se filmó en 1944, el período en el que el nacional-catolicismo ya era hegemónico en el gobierno de Franco y, consiguientemente, Neville se vio obligado a liquidar las referencias ocultistas que daban mayor coherencia a la novela de Carrere-Aragón

La película nos muestra a “Basilio” (Antonio Casal), un individuo algo bohemio, corto de dinero, pero habitual de los garitos y de las timbas madrileñas. Una noche, quiere aprovechar la última peseta que le queda apostándola a la ruleta. En la sala aparece la extraña figura de un hombre con capa y sombrero de copa, tuerto y sombrío que le indica a “Basilio” en qué números apostar. Gana en las tres ocasiones y multiplica su peseta por varios cientos. El desconocido, al que solamente, “Basilio” ve, le pide a cambio de la ayuda prestada, que colabore en una misión que le encargará al día siguiente. Y se despiden. “Basilio” es un tipo en extremo supersticioso. Le dan horror los gatos, las sillas vueltas del revés, pasa las fichas de la ruleta por la chepa de un jorobado, pero, al parecer, es también vidente y tiene acceso al mundo paranormal. Por eso el desconocido tuerto, que dice llamarse “Robinson de Mantua”  (Félix de Pomés) ha podido contactar con él.

Al día siguiente, “Basilio” se despierta tarde y no llega a la cita, frente a la casa en la que parece vivir “Robinsón de Mantua”. Saluda a “Malato”, un jorobado amigo suyo que va acompañado por otro jorobado más pulcro, se trata del “Doctor Sabatino” (Guillermo Marín). Ambos parecen preocupados por su presencia en el lugar. “Basilio” ayuda a una chica a la que se le han caído los libros que llevada y así conoce a “Inés”. Los porteros de la finca le informan que “Robinsón de Mantua” murió hace un año y que la chica es su sobrina. Por la noche, “Robinsón” aparecerá a través del espero y le encargará la misión de salvar a su sobrina que parece amenazada por un grave peligro.

“Basilio” se pondrá en contacto con un policía al que comunicará el problema. Éste anda preocupado en la persecución de una banda de falsificadores de moneda que, al parecer, se esconden en la zona del Madrid de los Austrias (en el que transcurre la cinta). El asunto se vuelve perentoria después de que “Inés” haya desaparecido, secuestrada a lo que parece. Ambos, “Balisilio” y el policía se dan cuenta de que un mendigo jorobado ha desaparecido junto a un edificio abandonado. Consiguen entrar en él y ven un entramado de pasadizos que cada vez les conducen más en las entrañas de Madrid. Se trata de galerías en donde se escondieron los judíos madrileños en la época de su expulsión. El policía y “Basilio” se separan. Él conseguirá dar con un arqueólogo que había trabajado con “Robinsón de Mantua”. Cree que un derrumbe los ha dejado aislados y sigue trabajando en el estudio de las riquezas arqueológicas de los subterráneos. Se sorprende de que “Basilio” no sea también jorobado. Más adelante, encontrará a “Inés” que parece estar allí por su propia voluntad. Todo se entenderá mejor cuando veamos que “el Doctor Sabatino” tiene cualidades de hipnotizador. Éste, por cierto, logra capturar a “Basilio” que, advertido por “Malato”, el jorobado amigo suyo que reencuentra en los pasadizos, intentaba volver a la superficie. “Malato” y el policía son asesinados por “Sabatino”. Finalmente, “Basilio” logra enterarse de lo que está haciendo la cofradía de jorobados, dirigida por “Sabatino”: falsificación de moneda. “Sabatino” lo explica por las peculiares circunstancias de su deformidad física que les impiden trabajar y ser aceptados, así que han optado por constituir esa hermandad de delincuentes en el “Madrid judío” de las profundidades. Como suele ocurrir, el héroe rescata a la chica y el rótulo de fin deja al aire misterios que hubieran podido dar para una “segunda parte” que jamás se filmaría.

La película resulta algo inconexa, y se entiende a la vista de que el guion estaba amputado de los elementos ocultistas que constituían su célula. Sin embargo, como hemos dicho desde el principio, se trata de una película hipnótica y fascinante que podría ser encuadrada, perfectamente, como apéndice de la escuela expresionista alemana de los años 20. Neville se vio beneficiado por su conocimiento de la cinematografía internacional adquirido durante los años en los que permaneció en Hollywood y de las influencias del cine expresionista alemán de los años 20. La película es de intriga, pero también es una ficción paranormal, en la que subsisten “residuos” ocultistas que, al estar reducidos a la mínima expresión, aumenta todavía más ese aura de misterio que envuelve a la cinta.

Con esta película se inicia el rosario de grandes éxitos de Neville en lo que podríamos considerar su “período glorioso”, de 1944 a 1960, con un rosario de cintas memorables: Domingo de Carnaval (1945), La vida en un hilo (1945), El crimen de la calle Bordadores (1946), Nada (1947), El último caballo (1950), Duende y misterio del flamenco (1952), La Ironía del dinero (1955), El baile (1959), para terminar con su testamento cinematográfico, Mi Calle (1960), una verdadera llamada a la reconciliación (que renovaba la última escena de su memorable Frente de Madrid (1939).

La torre de los siete jorobados puede considerarse como la gran joya del cine fantástico español. Eso nadie puede negarlo. Pero es también un testimonio “social”: Neville -un hombre dionisíaco en esencia- no se limitaba a ver en Madrid “alegre y confiado” de la superficie. La guerra civil y la miseria presente en la ciudad antes, durante y después del conflicto, le habían sugerido la existencia de ese “Madrid subterráneo”, paralelo, invertido, en donde la felicidad de la superficie se convertía en maldición, oscuridad y afán de supervivencia.

¿Lo más sorprendente? Lo escaso del presupuesto con el la productora España Films-Germán López consiguió filmarlo. ¿Lo que más se agradece? Morcillas de humor insertadas, especialmente en las escenas “de la superficie” madrileña. ¿Lo que preludia? El descenso a los infiernos del Orfeo de Cocteau que vería la luz cinco años después. ¿Huele a alcanfor? Lo huele; es una película otro tiempo; en lo personal, ni siquiera creo que sea un “peliculón”, es más bien, el testimonio de una época en la que se estaba formando el cine español y en la que Neville contrapone dos formas de entender Madrid (el de la superficie, con sus timbas y sus garitos frívolos, su racionalidad y su luminosidad, y el otro de los desgraciados, de los “parias de la tierra”, el mundo oscuro, oculto, delincuencial y subterráneo). Vamos, como ahora. Película con alcanfor, sí, pero bien conservada para la posteridad y quizás hoy más significativa que en 1944.

Otros enlaces:

Emilio Carrere y el nazi-fascismo. Poética  narrativa: deudas, autoplagio y plagio – A. Sánchez Álvares Insúa y J.Mª Labrador Ben

Noticia en No-Do del estreno de LA Torre de los Siete Jorobados – NO-DO 83, 31 de julio de 1944.

La torre de los siete jorobados: cuando el Madrid castizo abrió una puerta a un modelo urbano expresionista - Alfonso San Miguel Montes

Edgar Neville Romrée, Web site oficial

 



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