ODIO MI CUERPO (1974) - LEÓN KLIMOVSKY – TRANSEXUALIDAD EN EL TARDOFRANQUISMO


En 1974 el transexualismo no era completamente desconocido en España. El pintor Salvador Dalí se había unido a una transexual de origen vietnamita, “Amanda Lear”, y el asunto había hecho verter mucha tinta. Klimovsky que, entonces alternaba spaghetti-western, películas de terror de calidad dudosa y alguna que otra incursión en el “destape”, aprovechó esta temática para componer una película que está hoy más de actualidad que hace 45 años cuando se filmó.



FICHA

TITULO: Odio mi cuerpo

 AÑO: 1974

DURACIÓN: 94 minutos

DIRECTOR: Leon Klimovsky

GÉNERO: Ciencia Ficción

ARGUMENTO: Un directivo algo disipado de costumbres se estrella después de una noche loca y su cuerpo queda literalmente deshecho. Cae en manos de un médico alemán que experimenta con él una nueva técnica: el trasplante de cerebro. La operación tiene éxito, pero el problema es que el “donante” es una mujer. Así que, al despertar, el directivo descubre que se ha convertido en mujer.

ACTORES: Alexandra Bastedo, Byron Mabe, Eva León, Gemma Cuervo, Manuel Zarzo, Narciso Ibáñez Menta, Manuel de Blas


CLIPS

CLIP 1 – EL DOCTOR MUERTE Y SU ENFERMERA PREPARADOS PARA LA CARCINERÍA

CLIP 2 – LA OPERACION HA RESULTADO UN ÉXITO...


CLIP 3 – EL GRITO DE HORROR: YO NO SOY YO, YO SOY ELLA


CLIP 4 – FUGA DEL HOSPITAL Y MUERTE DEL DOCTOR MUERTE...


CLIP 5 – PRIMERA EXPERIENCIA EN SU NUEVA CONDICIÓN SEXUAL


CLIP 6 – EVA LEON, LA AMIGA PARA TODO (INCLUSO PARA HACER OLVIDAR UNA PÉRDIDA AL COMPAÑERO DE ALESANDRA BASTEDO)


CLIP 7 – MALA EXPERIENCIA EN EL BUS (HABITUAL EN LAS MUJERES DE LA ÉPOCA)


CLIP 8 – EL SEÑOR NOTARIO NO QUIERA UNA EMPLEADA, QUIERE UNA AMANTE...


CLIP 9 – VISITANDO A LOS PADRES EL DONANTE DE CUERPO


CLIP 10 – UNA MALA EXPERIENCIA EN LA BARRA AMERICANA...


CLIP 11 – HAY ZONAS DE LA CIUDAD QUE UNA MUJER NO PUEDE VISITAR SOLA...


 

 

Carteles y programas

 

Cómo localizar la película

En Vimeo: ODIO MI CUERPO (en inglés)

En eMule: ODIO MI CUERPO

 

Lo menos que puede decirse sobre ODIO MI CUERPO

Klimovsky, como otros directores de la época, incluido Sáenz de Heredia, se fueron “apoltronando” a medida que avanzó el franquismo. Cuando se llegó al “tardofranquismo”, se diría que todos ellos se habían convertido en directores “de consumo”, capaces solamente de realizar trabajos “alimentarios”, rutinarios y que la ilusión, al alegría y el empeño del que habían hecho gala tal solo veinte años antes, se había disipado. Sáenz de Heredia rodó en esa época “españoladas” (¿Pero en qué país vivimos?, 1967) sin el más mínimo interés. Y, por su parte, el director judío-argentino afincado en España, que había sido capaz de filmar una película tan absolutamente interesante como La paz empieza nunca, al iniciarse la década siguiente pasó a rodas solamente películas de serie B, spagheti westerns, terror erótico o películas que ponían el énfasis en el transexualismo. En plena transición rodó El transexual (1977) demostrando que el tema le interesaba. En efecto, dos años antes, en 1975, dirigió Odio mi cuerpo, la película que comentamos ahora.

A diferencia de en nuestros días, cuando la izquierda progre y los comedores de pisto LGTBIQ+, han conseguido banalizar está temática, incluso convertir ese apoyo en leyes que protegen, benefician, estimulan y subvencionan el cambio de sexo, en 1975, era todavía una curiosidad morbosa, e incluso, tenía mucho de chiste de pésimo gusto. Se sabía, por ejemplo, que el pintor Salvador Dalí, había sido seducido por un transexual de origen vietnamita y pasaporte francés, salido del taller de un cirujano estético brasileño. Para Dalí, un ser de esas características tenía el morbo de la androginia: dos sexos en un solo ser. El ADN indicaba a las claras y sin paliativos que Amanda Lear era hombre, pero su vocación y su opción eran la de ser mujer. Ayer, el resultado era un aumento del morbo sobre la materia; hoy es un derecho elegir el sexo al que nos queremos parecer. Y recalco lo de “parecer” en contraposición a “ser”, algo que siempre queda definido por algo tan sencillo como el ADN.

León Klimovsky, que percibía el morbo que había generado la relación de Dalí con Amanda Lear, meditó sobre la cuestión y consideró que el tema tenía suficiente “tirón” como para convertirlo en película. Y a ello que se dedicó preparando un guion junto a Solly Wolodarsky, otro amigo suyo también judío e interesado por la historia de los judíos españoles. La productora francesa Galaxia Films y André Kuhn asumieron la producción y la contratación de los actores protagonistas. El soporte de la película sería Alexandra Bastedo, una actriz inglesa que todavía arrastraba la popularidad que había alcanzado con la serie Los invencibles de Némesis que se prolongó desde 1965 a 1969. Estuvo considerada como una de las actrices más bellas de todos los tiempos, algo que, como mínimo es subjetivo. Sus cualidades interpretativas pueden comprobarse en esta película: no es una actriz extraordinaria, su rostro resulta poco expresivo, casi es una “carapalo”, bonita pero con pocos recursos dramáticos. El resto de los personajes son muy secundarios y se limitan a “pasar” ante la cámara.

Destaca, eso sí, Narciso Ibáñez Menta en el papel de cirujano-loco (que, al parecer, había hecho experimentos en “los campos de exterminio”…). Ibáñez Menta es un actor inquietante, especializado en papeles de terror. Aquí luce unas gafas de montura rectangular que aumentan esa sensación de intranquilidad que ya de por sí trasluce su rostro y su particular dicción. Como papeles femeninos destacan también Gemma Cuervo, como la enfermeda del “doctor muerte” y Eva León como amiga desinhibida de la protagonista y antigua compañero de piso.

La película nos muestra a “Ernesto”, un directivo de una compañía informática, amantísimo esposo a sus horas, pero también vividor y calavera que, tras una fiesta en la que proliferan alcohol y drogas, se estampa con su coche contra un muro. Su cuerpo queda hecho fosfatina, pero su cerebro sigue vivo. Es trasladado a una clínica en donde cae en manos del habitual “médico-loco” que desde hace años ha ido realizando experimentos de trasplante de cerebro. Su enfermera le convence de que es el momento de realizar la operación, a pesar de que entrañe problemas éticos que no se escapan a nadie. Y, hete aquí, que el único cuerpo disponible es el de una mujer. Así que “Ernesto”, al despertar, ya no se reconoce: y no porque el médico haya alterado algunos de sus rasgos físico, sino porque, por arte de magia, le ha cambiado el sexo, trasplantando su cerebro de hombre a cuerpo de mujer.

A partir de aquí la serie da un giro. Si hasta ese momento, no sabíamos hacia donde se iba a encaminar, a partir del momento en el que le quitan la venda al protagonista, el rumbo está tomado: “Ernesto” en su nuevo sexo empieza a vivir todos los problemas que implican ser mujer. Además, experimenta los que ha sufrido la personalidad anterior del cuerpo que ocupa. Y, en esta parte, hay que reconocer que el análisis es más interesante que el desarrollo escénico y artístico. La Bastedo no parece sentirse muy bien en el papel y la película empieza a declinar. La última escena es descorazonadora: una violación grupal en la zona portuaria.

La película podría adscribirse al género dramático, incluso a la intriga, pero, para nosotros es, sobre todo, una película de ciencia ficción en donde el punto central está constituido por las implicaciones que conlleva un cambio de sexo.

La película no encontró problemas con la censura. Por esas fechas, ya era solo un recuerdo y el franquismo parecía haber renunciado a encarrilar la moralidad popular en determinada dirección. Las películas que filmó Klimovsky en los cinco años anteriores y posteriores demuestran que vivía particularmente de los spagheti western y de las películas de terror de bajo presupuesto. Realizó también alguna película de poco lustre sobre la Segunda Guerra Mundial. Era un buen director, pero en esa última época parecía desmotivado y resignado a realizar trabajos alimentarios. Su declive, como el de otros de su generación, me resulta bastante patético. En 1972, no olvidemos, que todavía había filmado La casa de las Chivas con guion de Carlos Pumares, sobre una obra de teatro de Jaime Salom.

Sobre la película Odio mi cuerpo, puede extraerse una moraleja: piénsatelo antes de cambiar de sexo. Si te miras al espejo y ves una mujer, teniendo toda la barba y algo en las entrepiernas, no te apresures. Haz lo mismo que debería de hacer una anoréxica cuando se mira al espejo y se ve gorda: ser consciente de que tienes un problema psicológico y pedir ayuda. La peor opción es entrar en un quirófano. Incluso para hacerse un lifting.

 

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