ELLA, ÉL Y SUS MILLONES (1944) – JUAN DE ORDUÑA – UNA COMEDIA ENTRE PELÍCULAS HISTÓRICAS
El nombre de Juan de Orduña suele estar asociado a cine histórico-patriótico,
sin embargo, dirigió películas mucho más “ligeras” y comedias, como ésta, en la
que se juntan un buen guion, y los mejores actores de la época, para dar lugar
a un producto ingenuo, divertido, sin complicaciones y que, en el fondo, es una
comedia seudo-romántica.
FICHA
TITULO: Ella, él y sus millones
AÑO: 1944
DURACIÓN: 120
DIRECTOR: Juan de Orduña
GÉNERO: Comedia
ARGUMENTO: Una familia de la nobleza
con todos sus miembros absolutamente frívolos y despreocupados, pero con un
gran sentido de la unidad familiar, están al borde de la quiebra. Sin embargo,
la hija menor de la familia accede a casarse con un multimillonario que busca
emparentar con la nobleza. A pesar de tratarse de una boda “por interés”, pronto
surge el amor.
ACTORES: Rafael Durán, Josita
Hernán, Roberto Rey, Luchy Soto, Luis Peña, Raúl Cancio, Guadalupe Muñoz
Sampedro, Fernando Freyre de Andrade, Ana María Campoy, José Isbert, Juan
Calvo, Antonio Riquelme, Manuel Requena, Xan das Bolas, María Isbert, Juana
Mansó
CLIPS
CLIP 1 – UN TIBURÓN DE LAS FINANZAS
CLIP 2 – HASTA EL MAYORDOMO DIMAS RECUERDA LA FECHA
CLIP 3 – EL DUQUE PREPARANDO SU CONFERENCIA SOBRE LA MUERTE DE DON
FAVILA
CLIP 4 – REVELANDO LA SITUACIÓN CATASTRÓFICA DE LA ECONOMÍA
FAMILIAR
CLIP 5 – UN CASAMIENTO POR INTERÉS, SALVACIÓN DE LA FAMILIA
CLIP 6 – UNA DECLARACIÓN DE AMOR POCO HABITUAL
CLIP 7 – EL DUQUE DE SU PLACET A LA BODA
CLIP 8 – EL AMOR NO BROTA SIN SACACORCHOS
CLIP 9 – TRATANDO DE AVIVAR EL MONSTRUITO DE LOS CELOS
CLIP 10 – OBJETIVO LOGRADO
CLIP 11 – UNA GRAN NOTICIA: ME QUIERE Y NOS VAMOS A DIVORCIAR
CLIP 12 – ESTA BIEN LO QUE TERMINA BIEN
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A través de eMule (1ª OPCIÓN): ELLA,
ÉL Y SUS MILLONES
A través de eMule (2ª opción): ELLA,
ÉL Y SUS MILLONES
Lo menos que puede
decirse sobre ELLA, ÉL Y SUS MILLONES
En 1944, si algo quería el público español, además de comer, era
divertirse. La proximidad del final de la Segunda Guerra Mundial suscitaba
cierta inquietud sobre el futuro del régimen y, aunque este, tenia un indudable
apoyo popular, lo cierto era que las potencias que estaban siendo vencidas en
Europa eran las que, hasta ese momento, habían constituido su soporte, así que
cuando concluyera el conflicto, todo podía ocurrir. Reír era una buena terapia.
Y ahí estaba Juan de Orduña para cumplir esa misión sagrada. A
pesar de que su nombre ha quedado vinculado a las grandes películas de “cine
histórico” (Alba de América, 1951; La leona de Castilla, 1951; Agustina
de Aragón, 1950; Locura de Amor, 1948) o bien a películas de elevado
tono patriótico (¡A
mí la legión!, 1940), lo cierto es que lo que verdaderamente le
iba, por su carácter, era la comedia. Y eso era lo que había hecho en la mayor parte
de los años 40: La vida empieza a media noche (1944), La culpa la
tuvo Adán (1944), Rosas de Otoño (1943) o, la película que nos
ocupa, Ella, él y sus millones.
Se trata en todos los casos de comedias ingenuas, sin grandes
complicaciones, muy al uso de lo que se estaba filmando en aquellos mismos
momentos en EEUU y que hoy se han llamado “comedias screwball”, situadas a
medio camino entre el teatro y el cine, con situaciones propias de vodevil, picantes
y con fondo erótico, grandes pasiones convertidas en sujeto de humor. Ella,
él y sus millones enlazan perfectamente con este género y son, al mismo
tiempo, una muestra de la habilidad de Orduña en la dirección y de comedia que
supo captar el interés del público.
El guion se basa en una novela de Honorio Maura, “de los Maura de
toda la vida”, hijo de Antonio Maura, antiguo miembro del Bloque Nacional de
Calvo Sotelo, diputado en Cortes por
esta formación y fusilado durante la retirada republicana del País Vasco,
después de varios simulacros de fusilamiento por parte de los anarquistas.
Resulta absolutamente abominable y odioso, muestra de como se escribe la “memoria
histórica” en España, que cuando Wikipedia, en la página sobre Honorio Maura, alude
a la “Causa de la Muerte”, se limite a poner “Herida por arma de fuego”…
Las novelas de este autor fueron varias veces llevadas al cine en los años 30 y
40. Orduña, ayudado por Alfredo Echegaray y Manuel Tamayo, convirtió el texto
de la novela en libreto para la película.
La película puede ser entendida, como algunos hacen, como una
crítica a la aristocracia decadente, incapaz de conservar su patrimonio (que
han ido vendiendo para mantener su tren de vida), con unos hijos preocupados
solamente por problemas fútiles, sin muchas ganas de trabajar y que viven
inconscientes de que todo a su alrededor puede derrumbarse en cualquier
momento. Y esa, es en efecto, una de las lecturas posibles. Pero, también y
sobre todo es un canto al amor. Si la adscripción al subgénero de las “screwball”
le cuadra, cabría también señalar que es una comedia “romántica”, porque, a fin
de cuentas, quien vence, después de una serie, larga-larguísima de entuertos,
resulta ser el amor.
El nudo de la película es un matrimonio de conveniencia en la que
se junta el hambre con las ganas de comer: en efecto, la familia del Duque
recibe 10 millones de pesetas que le sacan del apuro y el tiburón de las
finanzas, “Arturo Salazar”, se corona con un título de nobleza que redundadará
en la buena marcha de sus negocios. Para él, inicialmente, casarse con una
noble es un buen big business. Y la película nos habla de la “magia del
amor”: cuando un hombre y una mujer se quedan solos, parece como si algo
sucediera y se vieran inexplicablemente atraídos uno hacia el otro, por mucho
que ninguno de los dos tuviera esa intención inicial. En esto, y en nada más,
reside el misterio del amor heretoxesual. Y es lo que les pasa a los
protagonistas: de ser un “gran negocio” y un “matrimonio por interés”, pronto
se pasa a un gran amor. El final hubiera sido el mismo, de no recurrir la
protagonista, “Diana” (Josita Hernán) a un truco para estimular los celos de “Arturo
Salazar”. Luis Peña, el amigo eterno de “Diana” se presta a colaborar. Pero,
antes de que triunfe el amor, hay que divorciarse: romper con el pasado, con el
“matrimonio-contrato”, para reemprender la normalidad de un “matrimonio-familia”.
Así podría resumirse el contenido de la película.
En algunos momentos, se diría que estamos asistiendo a una
representación teatral y en otras a una comedia americana de enredo. Si alguien
dudaba de la calidad de los actores españoles de la postguerra no tiene nada
más que escuchar la dicción perfecta de Rafael Durán (“Arturo Salazar”), la
frivolidad de Luis Cancio (uno de los hijos tarambanas del Duque), o el
monólogo de Pepe Isbert sobre Don Favila y el oso, dictado a una juvenil y casi
irreconocible María Isbert, su hija en la vida real. Sin olvidar la espontaneidad de Roberto Rey, o
la Juan Calvo o los papeles del mayordomo que brilla con luz propia tanto como
sus señores (Fernando Freyre de Andrade) y la “señora marquesa”, Guadalupe
Muñoz Sampedro.
La película hubiera podido concentrarse algo más, resulta
excesivamente larga para la época y para la temática. Es evidente que Orduña
quiso introducir todos los gags que se les habían ocurrido durante la etapa de
guionización y, a pesar que la película no decae, resulta, entre un cuarto de
hora y veinte minutos con más metraje que otros productos similares. Además, según
los cánones de la época, la película debía tener un aura de moralidad, si bien,
la construcción inicial (el “matrimonio por dinero”) era altamente inmoral: que
nadie se alarme, la moralidad queda a salvo. Solamente existen abrazos y
muestras de cariño marital desde el momento en el que las dos partes declaran
su amor y rechazan el convenio inicial. ¿Censura? No, es que esta idea era la
que estaba en el corazón de los españoles en aquella época. Se sabía que había
gente que se casaba “por interés”. Estaba mal visto. Así de sencillo.
Estamos en 2022, esta película se filmó hace 78 años. Se ve hoy y
seguimos riéndonos con el monólogo de Pepe Isbert sobre Don Favila y, a pesar
de su ingenuidad, su honestidad (un cine es “honesto” cuando refleja fielmente los
rasgos de una época) y su calidad interpretativa, es lo que hace que, al verla,
no bostecemos, ni estemos pendiente del Whastsapp. Mire la última película de
Almodóvar filmada hace 10 años (Los amantes pasajeros, 2011) y dígame
¿cuál de las dos le ha parecido más entretenida y le ha hecho pasar un mejor
momento
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