SENDA TORCIDA (1963) – Antonio Santillán – Otra vez el constructivo mensaje moral implícito
En la primera mitad de los 60, el público seguía interesándose por
el consabido género negro que había reportado sus mejores cintas a la
cinematografía española en la década anterior. Se había perdido la novedad y
había algo de estereotipado en el género, pero aún así, se realizaron intentos
notables de revitalizarlo. Uno de ellos fue Senda Torcida de Antonio Santillán
en el que, como en cualquier otra película de este género en aquellos años, los
fotogramas se utilizaban para educar al espectador y lanzar mensajes morales.
Eso -que hoy suele denostarse- no era “adoctrinamiento” -que hoy suele ser
habitual-: era, simplemente, formación ética y moral del espectador.
FICHA
TITULO: Senda torcida
AÑO: 1963
DURACIÓN: 89 minutos
DIRECTOR: Antonio Santillán
GÉNERO: Negro
ARGUMENTO: Un empleado de una gran empresa
tiene novia. Ambos van cortos de dinero y la vida se encarece cada día más. El
opta por realizar un atraco y le deja el dinero a ella que no acude a la cita
en Barcelona. A partir de aquí, él pasa a relacionarse con un atracador
profesional y a realizar varios robos que les obligan a huir.
ACTORES: Víctor Valverde, Gerard
Tichy, Marta Padován, Luis Induni, Mario Casas, Miguel Ligero, Carlos Otero,
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS Y SALIDA DE LOS OBREROS DE LA FÁBRICA (yo diría
que es la Hispano Olivetti)
CLIP 2 – ASI SE ROBABA UNA PISTOLA AL SERENO
CLIP 3 – Y ASÍ SE DA UN “PALO” EN UN CINE DE ESTRENO
CLIP 4 – LA NOVIA NO ACUDE A LA CITA
CLIP 5 – EL INICIO DE UNA GRAN AMISTAD…
CLIP 6 – EN LA TRAPERÍA FRENTE A LA CÁRCEL MODELO
CLIP 7 – UN ATRACO LIMPIO Y UN BOTIN JUGOSO
CLIP 8 – EL REENCUENTRO CON LA NOVIA A LA SALIDA DEL MOLINO
CLIP 9 – EMPIEZA LA HUIDA
CLIP 10 – DE UN SEAT 600 A UN CAMIÓN PEGASO DE ENASA
CLIP 11 – HUYENDO POR LOS PIRINEOS
CLIP 12 – PUIGCERDÁ, ESTACION TERMINO
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A TRAVÉS DE EMULE: SENDA
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A TRAVÉS DE EMULE: SENDA
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En youTube: SENDA
TORCIDA
Lo menos que puede
decirse sobre SENDA TORCIDA
1963 es el año en que Pérez Dolç lanza su extraordinaria película ¡A
tiro limpio!, que, por si misma, desdice la opinión de quienes daban
for finiquitado el “negro español” al acabar la década de los 50. Todavía
quedaba mucho por decir, como muestran las cintas de este género filmadas hasta
1965. Luego, efectivamente, el género decaerá y las producciones de calidad que
aparezcan en los diez años siguientes, serán excepciones. Senda torcida figura
es, desde luego, inferior a la cinta de Pérez Dolç, pero es notable, tanto por
sus interpretaciones, como por su guión, como por su ejecución técnica y por
algunos elementos curiosos que iremos reseñando: el “verismo”, por ejemplo.
La película está protagonizada por Víctor Valverde (que en
aquellos años se prodigaba tanto en televisión como en teatro y, por supuesto,
en la gran pantalla) y Gerard Tichy, el antiguo teniente de la Wehmacht durante
la Segunda Guerra Mundial que huyó de un campo de concentración y llegó a
España, optando por dedicarse al cine desde 1949 en donde filmó en torno a
veinticinco cintas con una calidad media aceptable o francamente buena. Estuvo presente
en películas como El Cid (1961), Rey de Reyes (1961)
o Doctor Zhivago (1965), rodadas en nuestro país: a pesar de que
hoy sea un actor olvidado, lo cierto es que, a su físico, unía unas innegables
dotes interpretativas, trabajando a las órdenes de Lazaga, Julio Coll, Nieves
Conde, Fernández Ardavín, Rafael Gil, Julio Salvador, etc, etc. Los secundarios
son, igualmente, de lujo: Luis Induni (italiano que siguió un recorrido
parecido al de Tichy en la Segunda Guerra Mundial), Miguel Ligero (con aquella
voz particular y aquella espontaneidad interpretativa que siempre le acompañó y
que se disponía a filmar La
Verbena de la Paloma, asumiendo el papel de “Don Hilarión”),
Antonio Casas (eterno policía) y Marta Padován (que aquí interpreta a la novia
que sueña con una posición económica privilegiada y que obligará a Valverde a
convertirse en atracador a tiempo completo).
Con este cartel de actores y con un guion elaborado al alimón por
Santillán y por Enrique Josa (que ese mismo año había elaborado el guion de Trampa
mortal), el primero trenzo hábilmente los mimbres de una película
entretenida, amena y, no por previsible -todos sabemos, desde el principio, que
la historia terminará mal- ágil y dinámica.
La pareja de novios -inicialmente protagonista- trabaja mucho y
gana poco. Ella, que trabaja en una firma de modas, se enzarza en una pelea con
otra compañera y resulta despedida. Sus ambiciones quedan frustradas. Él, por
su parte, apenas le llega para dar algo de dinero a su madre, con la que vive.
La ambición de ella y la falta de perspectivas de él, les lleva a un callejón
sin salida. Así que lo más fácil es darle un porrazo a un sereno, robarle el
arma y con ella hacer un atraco. Y él, así lo hace. Deja el botín a su novia
para que se reúna con él en Barcelona una semana después. Pero ella no acude a
la cita… Fin de la primera parte.
Él conocerá luego a un delincuente experimentado (Tichy) en la
pensión regentada por un antiguo perista (Ligero). De la relación surgen varios
golpes a joyerías y la inevitable huida. Pero antes de emprender las de
Villadiego, el protagonista ve en un cartel de El Molino, un conocido local de
revista musical, a su ex novia anunciada como cantante. La va a ser. Pelean y
él, en el curso de la trifulca, la mata accidentalmente. Fin de la segunda
parte.
Lo que sigue es una huida cada vez más desesperada y enloquecida.
El perista les denuncia a la policía en el momento de embarcarse para Marsella.
Los dos protagonistas, Valverde y Tichy, se proponen ahora llegar a Francia a
través de la montaña, por Puigcerdá. Todo se va volviendo cada vez más difícil
a medida que se aproximan a la frontera. Y al final ocurre lo que todos
estábamos temiendo desde el principio. El atracador veterano acentúa sus rasgos
criminales en un cine de Puigcerdá, mientras que el atracador novel termina
disparando a su compañero para liberar al niño que el primero había
secuestrado. Fin de la tercera parte.
La película es muy lineal. A ratos demasiado rápida (la
transformación del honrado empleado en atracador osado, hubiera precisado más
etapas intermedias), pero en otras muy “verista” (es curioso que, en la
película aparezca una trapería situada frentes a la cárcel Modelo -trapería
que, efectivamente, existió hasta los años 90- en donde se preparan los golpes;
el recurso a la agresión a un sereno era habitual en aquellos años para
conseguir un arma; la joyería atracada en Barcelona, situada en la esquina de
Diagonal con Vía Augusta todavía existe y la escena se filmó en su interior,
etc.).
¿La peor de la cinta? Hay una música, especialmente en la tercera
parte final, especialmente irritante: una especie de jazz enloquecido contra
somos de sardana. Hay momentos en que la trompeta es tan estridente que resulta
justo y necesario bajar el volumen…
Hay algo en esta película de la estética de El Tercer hombre,
especialmente en algunos encuadres nocturnos; la huida desde la playa de San
Adrián hasta Puigcerdá recuerda el “descenso del Mekong” de Apocalipsis
Now (con una situación de los protagonistas cada vez mas degradada y
una huida más frenética). Veremos también buenas vistas de Barcelona y Gerona
en aquellos años. Los vehículos que se utilizan son siempre españoles, o
camiones Pegado de ENASA o SEAT 600 y 1300. La bebida habitual de los
protagonistas es el “coñac doble”. Y luego está el papel de las madres que
queda exaltado, como verdaderas víctimas de las fechorías de sus hijos: la madre
del protagonista, la madre de su novia, la madre de uno de los policías que
participan en la persecución, la madre del propietario de la masía pirenaica
por la que pasan los fugados…
Y es con las madres con las que enlace el mensaje constructivo de
la cinta: no vayas por la “senda torcida”, “quien mal anda, mal acaba”… Mensaje
irreprochable y que debería proliferar más a menudo en el cine actual en donde
la sobredosis de “adoctrinamiento” tiene como contrapartida la ausencia de
valores morales tradicionales. A fin de cuentas, ¿es tan raro que las madres
quieran que sus hijos se casen y tengan hijos? (tema que se repite en la cinta
en cuanto aparece una madre)
Sin ser de las mejores películas del “negro español”, sin llegar a
la altura de ¡A tiro limpio!, la película de Santillán puede
verse y disfrutarse todavía sesenta años después de haber sido filmada. Lo que
no es poco.
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