LOS CULPABLES (1962) - José Mª Forn - Los muertos que gozan de buena salud
Forn terminó su carrera recibiendo la consabida Creu Sant Jordi
otorgada por la Generalitat, especie de premio de consolación para los que han
cumplido una tarea al servicio de la cultura catalana. El género negro le
interesó a Form más que cualquier otro. Los culpables pertenece a
esa época en la que, en general, empezaba a decaer pero todavía era capaz de
dar algunas películas que, aun hoy, no han perdido su interés. Era la
adaptación al cine de una obra de teatro escrita por Jaime Salom
FICHA
TITULO: Los culpables
AÑO: 1962
DURACIÓN: 88 minutos
DIRECTOR: José María Forn
GÉNERO: Negro
ARGUMENTO: Un empresario próximo a
la quiebra trama su desaparición, ayudado por su esposa y por el médico y
amante de ésta que deberá certificar su muerte por ataque al corazón. Sin
embargo, la compañía de seguros, exige una investigación a fondo. La policía
descubre un cadáver, sin embargo, el empresario sigue vivo…
ACTORES: Tomás Blanco, Florencio
Calpe, Susana Campos, Félix Fernandez, Luis Induni, Yves Massard, Gonzalo
Medel, Carmen Mejías, Salvador Muñoz, Joaquín Navales,
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS EN LAS CALLES DE GERONA
CLIP 2 – UNA PAREJA DE TORTOLITOS
CLIP 3 – UNA SITUACIÓN VIOLENTA: EL MARIDO AL CABO DE LA CALLE
CLIP 4 – TODOS DE ACUERDO EN SIMULAR UNA MUERTE
CLIP 5 – LA PROPIETARIA DEL NIDO DE AMOR CHANTAJEANDO Y LA POLICÍA
SOSPECHANDO
CLIP 6 – UN POLICÍA PATERNAL PERO IMPLACABLE
CLIP 7 – DESENTERRANDO UN CADÁVER PARA UN EXAMEN FORENSE
CLIP 8 – TODOS SOSPECHAN DE TODOS
CLIP 9 – LA CHANTAGISTA SIGUE QUERIENDO EXPLOTAR EL NEGOCIO
CLIP 10 – LOS MUERTOS QUE VOS CERTIFICASTEIS GOZAN DE BUENA SALUD
CLIP 11 – LA HORA DE LAS DESPEDIDAS Y DE LOS TIROS
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A TRAVÉS DE EMULE: LOS
CULPABLES (en formato AVI)
A TRAVÉS DE EMULE: LOS
CULPABLES (en formato MKV)
En FlixOlé: LOS
CULPABLES
Lo menos que puede
decirse sobre LOS CULPABLES
Lo bueno del buen cine es que siempre resulta actual. Parece como
si el tiempo no pasara por él. Esto es lo que distingue buenos directores, de
fenómenos puntuales de masas. Los programas de intercambio de archivos son un
buen termómetro: ¿cómo es posible que películas de hace sesenta años sigan
siendo demandadas por el público? Respuesta: porque no han perdido actualidad
con el paso del tiempo. Esto es lo que le ocurre a Los Culpables
de José María Forn. Se visiona, se degusta y se recuerda como la tarea de un
artesano que supo hacer la obra bien hecha. A diferencia de directores que tratan
de aupar su producto en los medios de comunicación y en la crítica de pago y su
obra se olvida al cabo de unos meses. Luego, si algún canal de TV la repone, se
recuerda fugazmente, para caer en el olvido de nuevo.
José María Forn, nació en Calella de la Costa. Era 1928 y sus
primeros años estuvieron marcados por los estudios de derecho y comercio. Fue a
los 20 años cuando decidió dedicarse al cine. Meritorio en Emisora Films hasta
1951, pasó a ser ayudante de dirección en Once pares de botas
(1954) con Rovira Beleta. Pasó a los Estudios Balcázar filmado su primera
película como director, Yo maté (1955) y La rana verde
(1957). Se apeó de la dirección unos años para escribir guiones que le
proporcionaron medios suficientes como para hacerse con el control de la
productora madrileña PC Teide que trasladó a Barcelona. No le fue muy bien y se
apunto a la factoría Iquino donde rodó Pena de muerte (1961) y La
ruta de los narcóticos (1962), ambas de género negro. Luego reactivó su
propia empresa y optó por aprovechar dos obras teatrales ya escritas, una de
Alejandro Casona (La barca sin pescador, 1965) y otra la que nos
ocupa, escrita por Jaime Salom. Repuesto económicamente optó por filmar la que
sería su mejor película: La piel quemada, sobre la inmigración interior llegada
a Cataluña y que contempla el boom turístico y el resquebrajamiento de sus
valores. Cine hecho en Barcelona, pero que no tenía nada que ver con la “Escuela
de Barcelona”, sino más bien, con su rival, el “cine mesetario” hecho en Madrid.
Los culpables, en tanto que versión cinematográfica de una obra de
teatro, se caracteriza por diálogos fluidos, pocos cambios de escenario y
interpretaciones sólidas. Para los papeles protagonistas se contó con el trío
Tomar Blanco (el empresario en quiebra que quiere desaparecer), Susana Campos
(la esposa cuyo amante es médico) e Yves Massard (el médico que deberá firmar el
certificado sobre la muerte natural del empresario). Aparecen, así mismo,
secundarios de lujo: Félix Fernández (esta vez como policía paternal pero
implacable) y Luis Induni (el hombre de confianza del empresario al que sirve
con fidelidad perruna).
El desarrollo lleva a sorpresas en todos los tramos de la cinta:
el empresario que descubre que su esposa tiene un amor con un médico y esto le
da una pista sobre el camino a seguir. La propia desaparición del empresario,
la reclamación de la compañía de seguros que acepta pagar la póliza de cinco
millones de pesetas, a cambio de una investigación policial sobre las causas de
la muerte del empresario. El levantamiento del cadáver de una caja que debería
estar vacía, pero que, sorprendentemente, contiene un cadáver que ha muerto de
forma natural. Las reacciones de los dos amantes que no creen cada uno que el
otro ha actuado a sus espaldas. El policía, cuya insistencia pertinaz es propia
de un Colombo. La reaparición del empresario y el desenlace final en
donde todos los cabos resultan atados.
Viendo esta película parece dan la razón a los que estimamos que
la época dorada del cine español no terminó en la década anterior, sino que se
prolongó durante otro quinquenio. Es cierto que los gustos del público estaban
cambiando y que existía saturación temática. El público de los años 50 (donde
todavía eran palpables las secuelas de la guerra civil) y el de los 60 (la
época del desarrollismo, el turismo de masas, la industrialización acelerada y
el inicio del consumismo) tenía objetivos e intereses muy diferentes: pero al
ir al cine, exigían entretenimiento y calidad. José María Forn se la dio en
esta cinta.
El peso de la trama recae sobre Tomás Blanco, un actor de
cualidades excepcionales y un rostro muy habitual en los Estudios 1 de TVE,
provisto de una voz característica y una gestualidad insuperable, actor
todoterreno que lo mismo encajaba en una tragedia clásica, que en una comedia.
Pero es Forn el que sabe mover la cámara, retratar las expresiones de tensión
de los rostros (imperdible el momento en el que se está abriendo el cadáver del
supuesto fallecido para buscar las causas de la muerte) y generar un clima
agobiante y denso.
Siempre hemos dicho que, el primer elemento para un buena película
es un buen guion. Forn lo tenía: la obra de Jaime Salom había sido un éxito en
Europa y en Iberoamérica, todo el problema era de adaptación. Forn optó por
situar la trama en Gerona, una ciudad que no estaba suficientemente explotada
por la cinematografía de la época (a diferencia de Barcelona, escenario
habitual de la factoría Iquino). Varias escenas están rodadas baja una lluvia
torrencial, en la noche, lo que contribuye a acentuar el dramatismo. Desde el
punto de vista estético, la película es irreprochable y cada oficio cinematográfico
supo emplearse a fondo en su construcción.
Desde el principio de la película, intuimos que la historia va a
terminar mal, pero ignoramos en qué momento y cómo se torcerá: ¿será a causa de
la enfermera del doctor celosa de su amante? ¿será la propietaria del picadero
en donde se encontraban? ¿se derrumbará el doctor que jamás había pensado en
cometer ningún delito, ni levantar un certificado falso? ¿será el hombre de
confianza que, en cualquier momento, puede dejar de serlo?
Lo sorprendente es que este cine esté olvidado. En los años 50, películas se esta calidad -incluso de calidad superior- y de este género se hacían en torno a cuatro al año. En la década de los 60, el número descendió, estuvo cerca de las dos. En la actualidad, la frecuencia se ha invertido: una película notable de género negro cada lustro… Quizás esto explique porqué esta película -y la mayoría de las filmadas en aquellos años de este género- están hoy olvidadas o relegadas a almacenes polvorientos. Sin embargo, en los programas de intercambio de archivos, siguen estando presentes y demandadas…
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