NOCHE DE VINO TINTO (1966) – José María Nunes – LA MELOPEA DE LA ESCUELA DE BARCELONA

Si tiene algo de interesante Noche de vino tinto es que supone un recorrido por la Barcelona nocturna de los años 60. De hecho, es mejor que cualquier documental: es, en realidad, un documental. Y muy bueno, por cierto. Pero, de hí a considerarlo como una especie de manifiesto de la Escuela de Barcelona, hay un trecho. Ni la juventud de Serena Vergano (esposa del arquitecto Ricardo Bofill), ni la ceja continua de enrique Irazoqui (el “Cristo” de Passolini) logran sacar a la película de sus diálogos plúmbeos. La salva, eso sí, las vistas de una Barcelona que conocimos y que ya no existe.

   

FICHA

TITULO: Noche de vino tinto

AÑO: 1966

DURACIÓN: 98 minutos

DIRECTOR: José María Nunes

GÉNERO: Drama

ARGUMENTO: Dos personas que han sufrido simultáneas crisis sentimentales y que no se conocen previamente, se encuentran y ahogan sus penas en el alcohol. Todo ocurre durante una sola noche y a través de sus pasos vamos recorriendo distintos garitos nocturnos de Barcelona de la mano de dos decepcionados de la vida que recuerdan y comparan pasado y presente.

ACTORES: Serena Vergano, Enrique Irazoqui, Anne M. Settimó, Rafael Arcos

CLIPS

CLIP 1 – EMPIEZA LA RONDA: DOS SERES QUE SE ATRAEN MUTUAMENTE EN LAS “MEJORES TASCAS”. ÉPICA DEL LIGOTEO EN UN BAR DEL RAVAL.


CLIP 2 – “RECORRER TODAS LAS TASCAS DE ESTA CIUDAD QUE ESTÁ MÁS TRISTE QUE NUNCA”. AMOR NUEVO = AMOR AL CRISTAL (DE LA COPA). EN UN BAR DE CALLE DEL CARMEN


CLIP 3 – EN VICH CON EL ANTIGUO AMOR (A PLENA LUZ DEL DÍA). LA “CIUTAT DELS SANTS” AHOGA A LA PROTAGONISTA


CLIP 4 – EN OTRA TASCA DE LA BARCELONA ANTIGUA (A PLENA LUZ DE LAS BOMBILLAS). EL DESENGAÑADO “FLIRT” DEL PROTA, DESPERTANDO CON LA NUEVA AMIGA


CLIP 5 – METERSE EN UN MEUBLÉ ERA UN BUEN RECURSO CUANDO TODO ESTABA CERRADO… RECORDANDO A LA COMPAÑERA PASADA (SIEMPRE CON GAFAS DE SOL)


CLIP 6 – ELLA RECUERDA SU AMOR DEL PASADO (EN LA PLAZA DE CATALUÑA, EN GRAN VÍA-URGEL Y EN LA PUERTA DEL EDEN PUB). PASADO Y PRESENTE: “NO ME DEJES. NO DEJES QUE PIENSE”


CLIP 7 – UN “BESO ESTÉTICO”. LÁGRIMAS JUNTO A LA FUENTE. EN EL BARRIO BÓTICO. PASADO Y PRESENTE. CAMPANADAS A MEDIA NOCHE.


CLIP 8 – QUIZÁS EN UNA TASCA DEL “BARRIO DEL VIDRIO” SESENTERO. INTELECTUALES, ESTUDIANTES, JÓVENES EN BUSCA DE DIVERSIÓN.


CLIP 9 – ¿DÓNDE VAMOS AHORA? SIEMPRE HABÍA ALGÚN LUGAR DONDE PODER IR (SIN RIESGOS, AUNQUE CON PELMAZOS). “AYÚDAME A PENSAR”.


CLIP 10 – CONVERSACIONES EN LA NOCHE: “YO SOLA NO PUEDO SABER QUÉ HACER”


CLIP 11 – DE UN COLMAO DE FLAMENCO PRÓXIMA A CAPITANÍA GENERAL A LA OFICINA DE CORREOS (CUANDO SE PONÍAN TELEGRAMAS A CUALQUIER HORA DEL DÍA O DE LA NOCHE)


CLIP 12 – EL RITO DEL AMOR Y DE LA MUERTE ANTES DEL AMANECER. RESACA Y SOLEDAD.

 

Carteles y programas

 



 

 



Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: Noche de vino tinto (en formato AVI)

A TRAVÉS DE EMULE: Noche de vino tinto (en formato MKV)

En Filmin: Noche de vino tinto

 

Lo menos que puede decirse sobre NOCHE DE VINO TINTO

De filmarse hoy Noche de vino tinto, José María Nunes hubiera cambiado las ubicaciones, hubiera debido de filmar acompañado de una escuadra de seguratas en su recorrido por la Barcelona nocturna del siglo XXI. En efecto, hubiera corrido el riesgo de que desaprensivos llegados de toda la galaxia, le robaran el equipo de filmación, violaran a la protagonista y al personal femenino del equipo, incluida la protagonista. La contrapartida positiva sería que la cinta habría sido regada con millones de euros desde el momento mismo de su concepción y el bueno de Nunes hubiera podido retirarse tras filmar la que ha sido considerada como su “obra maestra”.

Porque, hay que decirlo, Noche de vino tinto es una película muy buena. Casi diríamos, involuntariamente buena: Nunes quiso retratar la psicología de dos decepcionados por la vida (cuya decepción partía de algo tan prosaico como una ruptura sentimental que solamente se supera siguiendo al pie de la letra el viejo refrán castellano: “A rey muerto, reu puesto”). Lo que logra son diálogos bastante aburridos, pretenciosos, con intención épica en algunos momentos y en otros al nivel de autoayuda de consumo, pero en general, plúmbeos. Ni la juventud de Serena Vergano, ni la inexpresiva uniceja de Enrique Irazoqui, otorgan a la cinta el rango de visibilidad. Lo bueno, lo mejor de esta cinta es que nos muestra una parte de la Barcelona nocturna de la época franquista. Y no es esa Barcelona lánguida y silenciosa, repleta de beatas y de policías que nos han hecho creer en las últimas décadas: es una Barcelona bulliciosa, alegre y confiada, en la que los dos protagonistas parecen ser los únicos que tienen problemas insolubles. Problemas de soledad. No practican desde luego aquel dicho nietzscheano (aunque no se debiera a Nietzsche sino a uno de los “innombrables”) “El fuerte es más fuerte cuando está solo”. Todo lo contrario: aquí, en la película de Nunes, cabría decir que “el solitario se apuntala con otro solitario”. Sea como fuera, la película puede considerarse como un documental sobre la Barcelona nocturna. No es completo, pero sí suficientemente ilustrativo y es, sin duda, lo mejor que queda de esta cinta. Todo lo demás es desechable.

En 1966, Noche de vino tinto unió a la “musa de la Escuela de Barcelona”, Serena Vergano, con un actor no profesional, Enrique Irazoqui. La primera era en aquel momento compañera del arquitecto Ricardo Bofill que había realizado ese mismo año un corto, Insultante y que hasta finales de la década alternó su trabajo como arquitecto con un interés por el cine. La Vergano, era actriz profesional con una aceptable formación dramática, mientras que el mérito de Irazoqui consistía en que, en Italia, donde sus padres le habían enviado para evitar que se metiera en “líos políticos” (en los que ya andaba), se había cruzado con Pier Paolo Passolini que, al verlo exclamó: “¡Ahí está mi Cristo!”. Dicho y hecho: Irazoqui, por arte de birlibirloque y por las entrañas del impulsivo Passolini, se convirtió en el protagonista de El Evangelio según San Mateo, también llamado Cristo. Los escolapios me obligaron a ver la película en el colegio poco después de su estreno, como si se tratara de una obra maestra. La verdad, a todos nos aburrió profundamente, pero aquellos curas, decididos a demostrar que Cristo era un “hijo del pueblo”, elogiaron durante varios días aquella producción (L’Osservatore Romano, incluso en 2015, esto es con Bergoglio como Papa, seguía diciendo que era la mejor película sobre Jesucristo, algo cuestionable desde todos los puntos de vista, incluido el cinematográfico). Irazoqui, volvió a España, filmó unas pocas películas, dio clases de literatura y se estableció en el Cadaqués daliniano, muriendo discretamente en plena pandemia (2020).

La cinta es puro cine experimental. La Escuela de Barcelona había nacido entre lo que ellos denostaban como “cine mesetario” (el que se había en España y que despreciaban orgullosamente) y la “nouvelle vague” francesa (a la que querían seguir e imitar). Querían traer a Cataluña algo similar a lo que causaba furor entre la intelectualidad francesa (y no tanto en el público galo) y querían que fuera autónomo, barcelonés (en un momento en el que Barcelona era -por proximidad a la frontera- mucho más internacional que Madrid o San Sebastián). Es raro que el cine experimental tenga eco entre el público y rara vez sobrevive en el tiempo.

¿Los diálogos? Si pretendemos encontrar profundidad en ellos, perdemos el tiempo. Ella es una mujer banal, muy superficial, sufre y, incluso en algunos momentos, logra transmitir ese sufrimiento que todos alguna vez habremos sentido ante una decepción amorosa. Eso es todo. Las frases de él son mucho más petulantes, algunas inoportunas, otras retóricas, engoladas, muy del uso de la progresía sesentera. Todo para ocultar una historia poco estimulante y bastante sosa, excesivamente larga y con tramos que suponen verdaderas invocaciones a Morfeo y a Hypnos, dioses del sueño. A pesar de que, en algunos momentos, las frases -que no el rostro- de Irazoqui intenten encendernos, lo cierto es que el tono de la cinta es apagado, nocturno, sonámbulo, lo que contrasta, aún más, con la pretenciosidad de algunas frases.

La película, por cierto, es hoy considerada por algunos como “una película manifiesto de los sesenta” (es Wikipedia quien lo recuerda, añadiendo que se trata de un “poema en movimiento sobre la soledad y el abandono”). Me esfuerzo -porque Nunes, un portugués llegado a Barcelona y que salió de la pobreza y de la miseria, y se formó a sí mismo, en la factoría Iquino del Paralelo, me parece un tipo de una estatura muy superior a otros exponentes de la Escuela de Barcelona. Siempre permaneció fiel a sus principios. A eso se le llama Lealtad y merece un respeto. Los demás miembros de la Escuela, optaron, o bien por el cine comercial o bien disponían de suficiente patrimonio para permitirse seguir durante décadas con su cine experimental filmado para minorías selectas. Esto es, para el círculo de amiguetes progres que los acompañaban.

Créanme, la película de Nunes vale la pena verla por las pinceladas de la Barcelona nocturna. Nosotros mismos recorrimos en aquellos años en los que nuestros padres fruncían el ceño cuando llegábamos más allá de las 22:00 horas, aquellos mismos garitos. Un ejercicio recordatorio para los que tenemos más de 70 años y un documental de la Barcelona del tardofranquismo para los más jóvenes.

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