LA CASA SIN FRONTERAS (1972) – PEDRO OLEA – TODOS IDENTIFICARON AL OPUS DEI
La película fue premiada en el Festival de Berlín de 1972. Entonces estaba de moda emprenderla contra el Opus Dei como responsable de todos los males del país. No era para tanto. Como máximo, se le podía reprochar que tuviera hombres en el poder (los “Lópeces”) y en la oposición democrática (Don Calvo Serer). No está muy claro si el director quiso aprovechar esa animosidad, el caso es que todos identificaron a la secta siniestra que “mueve los hilos” con la Obra fundada por San Josemaría.
FICHA
TITULO: La casa sin fronteras
AÑO: 1972
DURACIÓN: 92 minutos
DIRECTOR: Pedro Olea
GÉNERO: Intriga
ARGUMENTO: Un joven que llega a
Bilbao y busca trabajo conoce a un anciano que le formula un encargo que le
permitirá disponer de fondos abundantes: encontrar a una chica. Poco a poco se
da cuenta de que la chica ha ingresado en una extraña organización secreta a la
que ha traicionado y que, por eso, ha sido condenada a muerte. A él le ocurrirá
exactamente lo mismo.
ACTORES: Geraldine Chaplin, Tony
Isbert, Viveca Lindfors, José Orjas, Patty Shepard, Julio Peña, Luis Ciges,
María Rivas, Eusebio Poncela
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS Y UN PERSONAJE EN DIFÍCIL SITUACIÓN
CLIP 2 – BUSCANDO TRABAJO SE ENCUENTRA A UN ANCIANO BONDADOSO (O
NO TANTO)
CLIP 3 – UNA EXTRAÑA SOCIEDAD Y LAS INSTRUCCIONES PARA UN NUEVO
RECLUTA
CLIP 4 – MISIÓN: ENCONTRAR A UNA JOVEN
CLIP 5 – EL ANCIANO BONDADOSO EN EL ORIGEN DEL PROBLEMA
CLIP 6 – ELLA (OBJETO DE DESEO) TRABAJANDO PARA LA SOCIEDAD
SECRETA
CLIP 7 – ÉL INVESTIGANDO Y UNOS EXTRAÑOS ALBAÑILES
CLIP 8 – LA CHICA LOCALIZADA Y UNA IRRESISTIBLE ATRACCIÓN
CLIP 9 – UN RELATO TERRIBLE
CLIP 10 – “NO TE ENTREGARÉ, NO PODRÍA HACERLO”… LA NECESIDAD DE
HUIR
CLIP 11 – NUNCA OS FIEIS DE LOS VIEJOS CONTRABANDISTAS
CLIP 12 – DOS CUERPOS FRENTE A FRENTE ANTE LA TORTURA Y LA MUERTE
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A través de eMule: LA
CASA SIN FRONTERAS (FORMATO AVI)
A través de eMule: LA
CASA SIN FRONTERAS (FORMATO MKV)
Lo menos que puede
decirse sobre LA CASA SIN FRONTERAS
Es, indudablemente, una película que denuncia a una “secta”
destructiva, controladora y asesina, formada por privilegiados. La crítica de
la época quiso ver al Opus Dei. No está tan claro. Podría ser una crítica a la
mafia, incluso al Partido Comunista. Todo depende del cristal del color con que
se mire. Y en 1972, cuando se estrenó, el franquismo había iniciado su etapa
pre-terminal (la que empezó con el Proceso de Burgos en diciembre de 1970 y la
que terminó con el asesinato del Presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco
(diciembre de 1973). En el curso de esos tres años, se fue extendiendo la sensación
de que el régimen se aproximaba a su final. Así mismo, existía la creencia de
que “gobernaba el Opus Dei” y si es cierto que el Opus -o más bien, miembros del
grupo- tenía influencia y algunas personalidades situadas en el gobierno. Pero
distaba de ser la única fuerza política con presencia. De hecho, la influencia
del Opus había crecido, poco a poco, en la postguerra partiendo del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, luego en las universidad y,
finalmente, cuando el régimen superó la etapa autárquica, firmó los acuerdos de
cooperación con los EEUU y, en última instancia, permitió la entrada al capital
extranjero, el país vivió un período de “desarrollo” para el que se precisaban
técnicos: y estos solamente podían proceder del Opus Dei. Pero, como decimos,
hasta última hora, el Opus sería “una” de las fuerzas políticas del “espectro
franquista”, pero no la única. Incluso en manifestaciones de apoyo al régimen
que ocurrieron en ese período, pudieron leerse pancartas con la inscripción: “Franco
Si, Opus No” y similares. A la gente no le gustan las élites técnicas,
intelectuales ni económicas. Y los del Opus Dei tenían algo de todo eso, a
pesar de que estuvieran en el poder (con los ministros desarrollistas más
significativos: los “dos lopeces”, López Bravo y López Rodó) y en la oposición
(con Calvo Serer y Antonio Fontán). Si los primeros fueron ministros de Franco,
Calvo Serer sería el mascarón de proa de Santiago Carrillo que lo puso el
frente de su “Junta Democrática”. Así que, en Opus, hubo -y hay- de todo. Pero
en 1972, cuando se estrenó La casa sin fronteras, todos entendieron que aludía
directamente a esta organización.
¿Quién la dirigía? Pedro Olea. Fue su cuarta película y su segundo
gran éxito. Las dos primeras, Dias de viejo color (1967, cuyos grandes
atractivos son la presencia de Cristina Galbó y una fiesta psicodélica) y Juan
y Junior (1970, en la que los dos famosos de la época son sustituidos por dos
extraterrestres), no dejaron de ser películas musicales, bien hechas, pero
frívolas, ingenuas e, incluso oportunistas. Mucho más importante fue El
bosque del lobo (1971) en la que Olea revive la portentosa leyenda de
Manuel Blanco Romasanta (interpretado por José Luis López Vázquez) el hombre-lobo
gallego del XIX. A partir de aquí, ya fue considerado como un director
reconocido y admirado. Seguiría La casa sin fronteras.
En la película, un juvenil Tony Isbert (“Daniel Márquez”) llega a Bilbao,
con ganas de ganarse la vida y salir adelante. Los comienzos no son fáciles.
Sin embargo, desde su llegada es observado por un anciano (interpretado por
José Orjas, anciano oficial del cine español en los 60-70) que, finalmente, le
aborda. Parece un hombre bondadoso dispuesto a ayudar a gente joven. Le
ofrecerá un primer trabajo administrativo que, permite a “Daniel” pagar su
manutención en la pensión y vivir con cierta tranquilidad. Pero es un trabajo
aburrido y rutinario, así que el “anciano”, nuevamente, le propone prosperar y
le ofrece una dirección a la que deberá acudir para recibir instrucciones. Es una
mansión sombría en la que se encuentran reunidos gentes que parece
económicamente poderosa. Sin embargo, “la Señorita Elvira” (una mujer mayor,
adusta y casi siniestra, interpretada por la actriz sueca Viveca Lindfors) le
dará un sobre con una foto y un historial: la foto corresponde a “Lucia Alfaro”
(Geraldine Chaplin) a la que deberá encontrar y llevar hasta la mansión. No se
le indica ni para qué, ni las razones que han suscitado el encargo.
“Daniel” cumplirá la misión, pero, poco a poco, empezará a
preguntarse quién es la mujer y quiénes son los reunidos en aquella mansión
sombría donde ha recibido el encargo. Ignora que, desde el principio de su
llegada a Bilbao, ha sido observado y que sigue siéndolo. Vuelve a la mansión
para aclarar las cosas, pero allí solo encuentra a dos albañiles que están
realizando obras y que le hablan en un tono conminatorio: debe cumplir la misión
sin dilación. Resulta curioso que la introducción de estos dos albañiles, que
inmediatamente sugiere una proximidad a la masonería (maçon en francés, índice
albañil y la masonería siempre ha establecido sus símbolos y mitos en función
de la albañilería y la construcción) no fuera entendido como denuncia a esta
secta, si bien es cierto que en aquellos momentos, era frecuente que se
conociera a los miembros del Opus Dei como “la masonería blanca” (de hecho,
blanco es el uniforme de trabajo de los dos albañiles que aparecen en la escena).
Finalmente, “Daniel” encuentra a “Lucía”. Pero, cuando ha ocurrido
esto, él ya empieza a dudar de que vaya a cumplir la misión. Es más, durante la
búsqueda ha quedado fascinado por la foto de “Lucía”. No, no la entregará: ambos
se cuentan sus respectivas historias, ambos se sienten próximos el único del
otro y ambos intentarán huir por mar fuera de España, para escapar a la secta. Unos
contrabandistas les ofrecerán su barco de pesca: sin embargo, la película terminará
con la captura de ambos. Llevados a la mansión sufrirán la misma suerte que hemos
visto que la secta tenía deparada a otro de sus disidentes, “Oscar Fuentes”
(Eusebio Poncela): ser ejecutado por el sádico medio de clavarle estiletes
hasta que se desangre.
Y ¿qué es la Casa sin Fronteras que da título a la película?
Respuesta: la “casa” tiene que ver con la construcción, con la “obra”, con el
Opus. La ausencia de “fronteras” alude a la trascendencia, a lo que no tiene
límites, a Dios: así pues, fácil resolución del enigma, la “Casa sin Fronteras”
es el Opus Dei. Y, en aquella época, en la que los cinéfilos españoles
empezaban a acudir a masivamente a los cines de Perpiñán para ver películas
prohibidas en España, esta cinta permitió ver una película, calificada como “de
terror”, en la que veladamente se aludía a la “secta que gobernaba España” y
eso sin salir de las fronteras, en el cine del barrio.
La película es, ciertamente, inquietante. No es de terror en
sentido estricto: no hay apariciones fantasmales, higadillos desparramados o
efusiones hemoglobínicas: tan solo el clima de Bilbao y una escena inicial y
otra final en la que los disidentes de la secta o aquellos que han incumplido
sus órdenes, son ejecutados por el artístico procedimiento de los estiletes
clavados en su cuerpo. La película utiliza los flashbacks para situar a los personajes.
En algunos momentos, resulta algo confusa e, incluso, es posible que se hayan
omitido en el montaje algunas escenas filmadas. No siempre, el guion es
coherente: da la sensación que faltan datos o que estos están demasiado
apresuradamente tratados.
La película fue presentada en el Festival de Berlín en 1972, en la
sección oficial. Recibió buenas críticas y consiguió llamar la atención. Era,
en efecto, una buena película. Tenía algo de género negro, dosis de terror muy
localizadas, intriga, algo de romanticismo, elementos psicológicos de
manipulación y control, y también integraba aspiraciones de jóvenes que querían
mejorar su situación y que, en principio, estaban abiertos a cualquier
posibilidad. Tenía el aliciente de ver Bilbao a principios de los 70.
De las actuaciones puede decirse que el papel representado por
Tony Isbert fue de los mejores que interpretó. Geraldine Chaplin, demostró ser
mejor actriz de lo que hasta ese momento había sido con Saura. Éste le había
dado una total libertad interpretativa, mientras que Olea le encarriló hacia el
personaje que había pintado él mismo en el guion. Y acertó. Viveka Londfors,
igualmente, está sembrada en su rol de mujer adusta, con un toque lésbico, factótum
de la secta. José Orjas era el mejor anciano que podía encontrarse y, a partir
de ahí, quedó encasillado en el papel que seguiría ejerciendo hasta su muerte.
Una película redonda (o casi redonda) que es el testimonio de una
época. No, decididamente, el Opus Dei no era muy popular en 1972. Por eso,
todos los que iban a ver la cinta, creían saber que la Casa sin Fronteras era
el Opus… ¿Lo era? Es lo más probable, aunque de ser así, la crítica hubiera
podido ser más extrema. El catolicismo, por cierto, no aparece en ningún
momento (a ver, si luego resultará que Olea quiso denunciar a la masonería:
constructora de casas y que sustituye a Dios por el Gran Arquitecto del
Universo, concepto análogo). O, a lo mejor es que Olea quiso evitar problemas
con la censura y preparó su línea de retirada. En cualquier caso, ver la
película es lo que le permitirá juzgarla. No ha perdido con los años.
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