CRIMEN PARA RECIÉN CASADOS (1960) – PEDRO LUIS RAMÍREZ – EL CAOS DEL CASO DE UNO DE “EL CASO”, CASADO

Comedia desmadrada en torno a un crimen protagonizada por el, ya por entonces, consolidado Fernando Fernán Gómez y por la estrella ascendente Concha Velasco. La película es un reflejo de la popularidad que había adquirido el semanario de sucesos, El Caso, y que, en el fondo, era una muestra de lo que interesaban los “crímenes” a los españoles de entonces (como hoy el Sálvame de Luxe o Corazón Corazón pueden interesar a los nuevos españoles del siglo XXI). Una película algo caricaturesca sobre un crimen y la investigación que realiza un periodista poco eficiente de El Caso.

FICHA

TITULO: Crimen para recién casados

AÑO: 1960

DURACIÓN: 85 minutos

DIRECTOR: Pedro Luis Ramírez

GÉNERO: Comedia

ARGUMENTO: Un periodista se acaba de casar y la pareja inicia un viaje de novios por la Costa Brava. Sin embargo, encuentran todo tipo de problemas para consolidar su noche de bodas y, para colmo, en el hotel en el que se hospedan a duras penas, se comete un crimen. El periodista se propone resolver el misterio para conseguir un ascenso, sin embargo, será su mujer la que demuestre estar mejor dotada para estos asuntos.

ACTORES: Fernando Fernán Gómez, Concha Velasco, Roberto Rey, Raúl Cancio, José Calvo, José María Caffarel, Agustín González, Manolo Gómez Bur, José María Tasso

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS. TODO EMPIEZA CON UNA BODA


CLIP 2 – VIAJE DE NOVIOS HACIA LA COSTA BRAVA


CLIP 3 – CUANDO UNO SE HA EQUIVOCADO DE AGENCIA DE VIAJES


CLIP 4 – PROBLEMAS EN EL HOTEL Y ALGUNOS CLIENTES EXTRAÑOS


CLIP 5 – HABITACION COMPARTIDA


CLIP 6 – EL HOTEL DE LOS LÍOS


CLIP 7 – UN CADÁVER PARA UN PERIODISTA DE “EL CASO” (Y PARA SU ESPOSA)


CLIP 8 – BUSCANDO PISTAS ANTES DE CONSUMAR EL MATRIMONIO


CLIP 9 – CON LA ESPOSA DEL FALLECIDO


CLIP 10 – LA ESPOSA TOMA CARTAS EN EL ASUNTO


CLIP 11 – RESOLVIENDO EL CASO DESDE MIRAMAR


CLIP 12 – TODO ATADO Y BIEN ATADO


Carteles y programas

 

 

Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE FLIXOLE: CRIMEN PARA RECEN CASADOS

A TRAVÉS DE EMULE: CRIMEN PARA RECEN CASADOS (formato AVI)

A TRAVÉS DE EMULE: CRIMEN PARA RECEN CASADOS (formato MKV)

A TRAVÉS DE TOKYOVIDEO: CRIMEN PARA RECIÉN CASADOS

 

Lo menos que puede decirse sobre CRIMEN PARA RECIÉN CASADOS

Esta película puede ser encasillada perfectamente entre las que se han ido emitiendo durante décadas en “cine de barrio” y que, con mucha frecuencia, vienen reemitiéndose en fines de semana en canales de poca audiencia. Ese cine es “amable”, “familiar”, “risueño”, “ingenuo” y, hasta cierto punto “tierno”. Entonces, ¿cómo puede ser que este crítico incluya una película sobre un crimen en este cine pacífico y entrañable? Sencillo: porque, con un trasfondo de crimen y misterio, lo que se encuentra es una cinta de humor y costumbrismo. El humor que puede destilar una pareja de recién casados que no logra consumar su matrimonio, las situaciones habituales en la España de los 60, cuando empezaba a notarse cierta masificación turística, pero nuestras infraestructuras todavía no estaban preparadas para ello, o cuando la recién estrenada esposa del periodista de “El Caso”, se empeña en demostrar que es más perspicaz que su marido y se mete a detective aunque solamente sea para que el marido se preocupe por ella. Un alegato feminista, en última instancia.

Pedro Luis Ramírez no fue un director particularmente prolífico. Su carrera tuvo dos fases: en la primera se dedicó al cine costumbrista y folklórico, con títulos como Los ladrones somos gente honrada (1956), Recluta con niño (1955), El Tigre de Chamberí (1957), Los guerrilleros (1962), protagonizada por Manolo escobar y que supuso su lanzamiento cinematográfico. Luego prosiguió su carrera en televisión, hasta que en 1972 volvió a dirigir películas, pero en esta ocasión y hasta el final de su carrera (en 1975), solamente dirigió spagheti-westerns, bastante oportunistas si tenemos en cuenta el título de alguno de ellos (Ninguno de los tres se llamaba Trinidad, en 1972).

Pedro Luis Ramírez había pasado por todos oficios del mundo del espectáculo. Fue figurante en la postguerra, luego ascendió a actor con frase, luego pasó al otro lado de la cámara, como regidor, como ayudante de dirección y, finalmente, como director. En su etapa de aprendizaje, Rafael Gil, actuó como su mentor y, de hecho, fue en la productora de éste donde filmó sus primeras películas.

Desde el punto de vista forma, la película es correcta. No vamos a ver en ella ni espectaculares tomas, ni alardes de fotografía, ni nada que, visualmente, suponga una novedad: todo lo que vamos a presenciar es, en cualquier caso, correcto, profesional y realizado en función de los dos objetivos que se ha fijado la cinta: por una parte, suscitar sonrisas y, por otra, mantener hasta el final un cierto nivel de intriga. Algo parecido a lo que intentaría apenas un año después, José María Forqué con su Usted puede ser una asesino. Estas dos cintas, marcan las necesidades de los españoles de la época que oscilan entre el misterio y la sonrisa. Es, en cualquier caso, una cinta amable, de las que resultan gratificantes y que se agradece el esfuerzo de todos los participantes en habernos hecho pasar un buen rato.

Fernando Fernán Gómez es, a la sazón, “Antonio Menéndez”, un periodista de El Caso, el popular semanario de “sucesos”. No gana mucho, pero tiene un trabajo y, además, le gusta. Suele obsesionarse por los casos y cuando eso ocurre, no hay nada en el mundo que pueda distraerle. Acaba de casarse en Madrid, con “Elisa Sáinz” (Congra Velasco). En la boda han estado presentes sus compañeros de redacción y, a poco de recibir la bendición del sacerdote, inician su viaje de novios. El trayecto hasta la Costa Brava (escenario habitual de muchas películas de aquellos años) se convertirá en un verdadero suplicio que les hace imposible consumar su matrimonio. Ni siquiera cuando lleguen al hotel las cosas funcionarán bien: la agencia de viajes ha cometido un error y deberán de dormir en habitaciones separadas y acompañados por otros desconocidos.

Entre los clientes del hotel figura alguien que parece un millonario iberoamericano que recibe la visita de un joyero de Barcelona que ha llegado para entregarle un collar de perlas negras valorados en una importante cantidad. Hay algo en este millonario y en su guardaespaldas que induce a la sospecha (el guardaespaldas no es otro que un joven Agustín González). Algo ocurre, efectivamente: el propietario del hotel (Raúl Cancio), guarda el collar en la caja fuerte. Poco después, el joyero aparece muerto: su coche se ha despeñado, ha ardido y está irreconocible. Corresponderá al intrépido “Antonio Menéndez” descubrir el cadáver. A partir de ahí se inicia la investigación: sabe que si logra resolver el enigma, el director de “El Caso” le recompensará con una promoción y quince días de vacaciones.

En un momento dado, las pesquisas del periodista se enfrentan a la realidad de los hechos: nada es comprensible, todo tiene doble vertiente, nada es lo que parece, hasta el punto de que va obsesionándose más y más con el asunto, dejando de prestar atención a su esposa. Ésta, opta por intentar resolver ella misma el caso con una maniobra insensata: citar a todos los protagonistas de la trama, en el mismo edificio situado justo donde se produjo el accidente que costó la vida al joyero. Y, a partir de aquí, nos negamos a seguir desvelando la trama, por obvias razones.

La película cuenta con un plantel de actores consagrados en ese momento y otros que estaban en fase de consolidación. Aparecen, así mismo, algunos actores de reparto que logran aumentar el contenido cómico de algunas escenas. Vale la pena citarlos: Goyo Lebrero (que habla soñando), Manolo Gómez Bur (que actúa como vigilante), Antonio Garisa, José María Tasso (y su inevitable flequillo), etc. También en este aspecto, la película resulta entrañable y con toques de genialidad y comicidad.

Fernando Fernán Gómez, asume de nuevo un papel cómico y, en esta ocasión, se muestra mucho más maduro y convincente que en películas como El sistema Pelegrín (1952), Faustina (1957) o El malvado Carabel (1956). Por su parte, Concha Velasco, que llevaba en el cine desde 1954, cuando apenas contaba 15 años, había ya adquirido una gran experiencia al rodar ésta que fue su duodécima película. Desde que filmó Las chicas de la Cruz Roja (1958), puede decirse que ya era una “actriz consagrada”.

Además, de algunas escenas divertidas, una trama de innegable intriga y misterio bien resuelto, la cinta nos puede servir también para apreciar algunos lugares de la Barcelona sesentera todavía no explotados por el cine. Las playas y los perfiles de costa que se muestran corresponden a Bagur (que se promocionaba en la época con el eslogan: “Playas, las de Bagur”). Es evidente que la parte de misterio debe mucho al cine de Alfred Hitchcok y resulta muy bien engarzada con la parte cómico-costumbrista.

Es una de esas películas que conviene ver cuando uno está desesperado por la trayectoria del cine español de nuestros días.

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