RELATO POLICIACO (1954) – ISASI-ISASMENDI – LO PELIGROSO DE LAS ARMAS DE FUEGO

Dos relatos ejemplarizantes que no tienen nada que ver, salvo porque tienen como denominador común las armas de fuego. La trama nos sitúa en la Escuela General de Policía y el “relator” es Conrado San Martin, que entonces multiplicaba sus actuaciones como policía. Nos muestra una España desconocida, en la que ser policía constituía un orgullo. Una España en la que no existían aglomeraciones, todavía viviendo las secuelas de la guerra civil y de la carestía, pero que, al menos, tenía valores hoy ya perdidos y, lo que es peor, olvidados.

FICHA

TITULO: Relato policíaco

AÑO: 1954

DURACIÓN: 80 minutos

DIRECTOR: Antonio Isasi-Isasmendi

GÉNERO: Negro

ARGUMENTO: Un inspector cuenta dos casos vividos directamente por él durante el acto de entrega de armas a los nuevos funcionarios salidos de la Escuela General de Policía. Las dos historias, ambientadas en España y en París, nos muestran la importancia de las armas, de su uso y de la función que se les da y también los métodos policiales de la época.

ACTORES: Luis Induni, Conrado San Martín, Jaime Avellán, María Victoria Durá, José Marco, Gloria García, José María Angelat, Emilio Fábregas

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS: TODOS LOS QUE SON Y ESTÁN


CLIP 2 – UNA NUEVA PROMOCIÓN BAJO LA IMAGEN DEL CAUDILLO: LA SUPREMA ENSEÑANZA


CLIP 3 – UN CADÁVER FRANCÉS JUNTO AL DELTA DEL EBRO…


CLIP 4 – AQUELLAS CARRETERAS DE LOS 50 Y AQUEL CONTRABANDO DE COCHES…


CLIP 5 – POLICIA EN LA ISLA DEL DELTA


CLIP 6 – UN CHEQUE SIN FONDOS COMO PAGO Y UNA FUGA AL ESTILO DEL DELTA


CLIP 7 – LA LECCIÓN PROFESORAL Y SU MORALEJA. ENTRADA AL SEGUNDO CASO: LO IMPONDERABLE


CLIP 8 – EL CADÁVER DE UN POLICÍA EN LA ESTACIÓN DE TARADELL


CLIP 9 – DE LA PUERTA DEL SOL A LA VÍA LAYETANA Y DE AHÍ A PARIS


CLIP 10 – EN LA PLACE DE LA CONCORDE (POR CIERTO, CON POCO TRÁFICO) Y EN LAS TUILLERIES


CLIP 11 – EN EL VALLE DE NURIA A CUATRO KILÓMETROS DE FRANCIA


CLIP 12 – POR CIERTO, EL MALO ERA UNA ANTIGUO SOLNADO NAZI QUE NO SE RINDIÓ EN BERLÍN SINO EN LA TORRE DEL PUERTO DE BARCELONA…

 

Carteles y programas

 

 


Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: RELATO POLICIACO (FORMATO AVI)

 

Lo menos que puede decirse sobre RELATO POLICIACO

Isasi-Isasmendi había nacido en Madrid, pero su primera película la filmó en Barcelona. Nacido en 1927, no vivió la guerra civil salvo como los niños de su edad, luego, inmediatamente, se trasladó a Barcelona en donde empezó a doblar la voz de niños en películas que lo requerían. Pasó luego a la sala de montaje y destacó en el oficio. En 1950, dirigió Barcelona es bona un documental que no hemos podido localizar. Relato policíaco sería su primera película. Si comparamos este punto de partida, con la cúspide de su carrera, Las Vegas, 500 millones (1968), veremos que existen unos nexos de unión: ambas son películas policíacas, género negro; en ambas hay gran cantidad de cambios de escenario; procura en las dos que la acción trepidante acompañe al guion y valora más guion y acción que trabajo actoral. ¿Diferencias? Presupuestarias, sobre todo, y de ambiciones. En la primera película, Isasi-Isasmendi quiere “quedar bien”, satisfacer a todos: a la policía, al régimen, al espectador español, a su propia conciencia interior; en la segunda, lo único que le interesa es lograr una película para la exportación, un éxito internacional hollywoodiense. Cuando rodó la primera tenía veintisiete años y cuando cerró la segunda ya era un cuarentón. Sabía lo que quería en cada momento, pero sus ambiciones habían ido creciendo.

Lo primero que sorprende al ver el Relato policíaco es que no es uno, sino dos. Treinta y cinco minutos dedicados a cada uno y diez a los créditos y a la presentación. Lo segundo es el continuo cambio de escenarios al que nos somete: el delta del Ebro, la isla de Buda en el mismo delta, Barcelona y su jefatura de policía, Madrid y la Dirección General de Seguridad instalada en la Puerta del Sol, e incluso un paseo por el centro de París: la Concorde, las Tuillerías, la Torre Eiffel, las cumbres nevadas de Nuria y, finalmente, el puerto de Barcelona y la Torre de San Sebastián… Pero, lo que más sorprende es que vamos a asistir a una ceremonia de graduación de miembros destacados de una promoción de la Escuela General de Policía. Son siete alumnos destacados a los que se les entregará ritualmente un revólver. Son los que han obtenido mejores calificaciones en la especialidad de tiro y reciben un premio que pondría los dientes largos al mismísimo Clint Eastwood y a su personaje “Harry Callahan”, llamado “el sucio”. Un instructor de la academia, “el inspector Nogués” (interpretado por Conrado San Martín que en esa época casi puede decirse que era “policía oficial” por las muchas interpretaciones que realizó en media docena de películas hasta casi quedar encasillado en él), es designado por el director para que dé una “lección magistral” (hoy, “master class”) sobre la utilización de las armas. Y la da. No cuenta una, sino dos historias personales que ha vivido y que tienen relación con las armas.

La primera se desarrolla en el Delta del Ebro. Ha aparecido un cadáver. Resulta ser de un francés que pasaba coches de contrabando (los famosos “Renault pato”), En 1954, el control de fronteras y de importaciones era todavía muy restringido. En cada coche, el ministerio de comercio, colocaba una chapa que garantizaba que había pagado impuestos. Si el coche no la tenía era que había entrado ilegalmente, guiado por alguien que pasaba como turista y que luego lo vendía. Los inspectores enviados, poco a poco, van deduciendo que el cadáver, antes de serlo, acompañado por una mujer, había permanecido en la isla de Buda una noche y que, a partir de ahí fue lo último que se supo de él. La policía sospecha de un taller mecánico y encuentra contradicciones entre la versión que el propietario da y los datos que le constan. Conseguirán, finalmente, demostrar que, efectivamente, ha sido una polémica con el precio del vehículo, lo que ha costado la vida del contrabandista. Las armas no serás disparadas. Tal es la lección: tener un arma, no significa hacer uso de ella, necesariamente.

La segunda historia es todavía más animada. Un par de policías va tras una banda de falsificadores de moneda. En un tren que va camino del Valle de Nuria, un par de inspectores piden la documentación a los viajeros. Uno de ellos dispara y mata a uno de los policías. A partir de ahí se inicia la búsqueda del culpable y de la red de falsificadores. Las pistas llevarán a un ex combatiente alemán de la Segunda Guerra Mundial que había servido en las tropas de montaña y que ahora ejerce como profesor de sky en los pirineos. Nuria está a pocos kilómetros de la frontera, así que la policía piensa que es a través suyo cómo entran los billetes. Localizado el alemán, consigue huir y ganar Barcelona. Va en busca de los billetes que ha logrado introducir. Allí es localizado por la policía en la Torre de San Sebastián. La escena tiene el sabor del mejor cine negro americano, pero, cuando creemos que se va a producir un tiroteo inenarrable entre el alemán que ha llegado a la cúspide de la torre y los policías que lo acosan, se rinde. Las armas están silenciosas, pero han logrado su fin: la captura de un malandrín…

Dos historias, entretenidas, rápidas, poco trabajadas, bien interpretadas, con una fotografía envidiable y unos cambios de escenario rápidos que generan interés del público. El tratamiento del tema es casi más interesante que el contenido del mismo. Historias de 35 minutos no podían ser, obviamente, tratadas en profundidad, así que no vamos a ver ni desarrollos de la psicología de los personajes, ni grandes diálogos en los que los malos expongan sus motivos: lo que vamos a ver es una película que demuestra que, en aquella época, la policía era tomada en serio, incluso respetada. No es una película de propaganda de la policía, en absoluto: es una muestra de cómo era España en aquellos momentos. Había autoridad: chistarla a un policía podría suponer un grave problema. Nadie quería problemas. Parecía que todo el país quería salir adelante. Es cierto que había “oposición clandestina”, pero eran minorías muy exiguas, a veces, minorías de uno. La mayor parte de la población en la primera mitad de los 50, tenía todavía la guerra muy cerca, las restricciones de electricidad y la cartilla de racionamiento eran cosas de anteayer y, quien quería trabajar podía hacer incluso pluriempleo; dejaba el trabajo un día por la mañana y por la tarde podía encontrar otro y al día siguiente, si era alguien ambicioso y con ganas de mejorar su posición (empezaba a forjarse el “sueño español”: casa en propiedad, 600 y una torre en la montaña, que solamente podría realizarse en la década siguiente) podía hacerlo. ¡Tiempos aquellos!

Isasi-Isasmendi, aparece entonces como un director al que le interesa sobre todo entretener al público. No cree que las conversaciones profundas, ni las largas parrafadas, consigan esos propósitos: quiere aportar fantasía, acción, dinamismo, viajes, malos que van de un sitio a otro, a lugares hermosos, poco conocidos, casi exóticos, busca escenas cortas, muchas y en rápida sucesión. Busca comprimir historias. Lo logra y, además, cuando la película se visiona casi 70 años después de haber sido filmada, uno tiene un documento de la España (e, incluso, el París) de aquellos años. Nos sorprende el poco tráfico que gira en torno a L’Etoile y no digamos en la Vía Layetana. Sorprende, también, que la jefatura de policía de aquella vía esté exactamente como está ahora. Nuria en blanco y negro que nos presenta Isasi-Isasmendi, está igual que hoy, en color y con masas de excursionistas y esquiadores subiendo y bajando. Y la policía ya no goza del prestigio social que tuvo ayer. Y, en cuando a los delincuentes, incluso se sientan en los escaños del congreso de los diputados con inmunidad, prebendas y reconocimiento social.

La película es el testimonio de otra época, por eso tiene interés, además de ser el anticipo de lo que será una brillante carrera del director que llevará a filmar casi una veintena de títulos en treinta años de ejercicio, casi siempre de género negro.

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