CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA (1971) – BASILIO MARTIN PATINO – La ironía del progre al que le costaba reir

De verdad, reconociendo los méritos y la ironía que podía tener esta cinta, habrá que reconocer también que se trató de una selección muy subjetiva, desequilibrada y maniquea de las canciones que cantaron y oyeron nuestros padres y abuelos. Hay cierto mérito en la selección del material documental y muy mala uva a la hora de ordenarlo. La película, montada en 1971-72, no pudo exhibirse hasta 1976.

FICHA

TITULO: Canciones para después de una guerra

AÑO: 1971 - 1976

DURACIÓN: 99 minutos

DIRECTOR: Basilio Martín Patino

GÉNERO: Documental

ARGUMENTO: Documental sobre las canciones que gozaron de cierta popularidad en la postguerra española. Van acompañadas por montajes de imágenes que deberían evocar las letras de las canciones. No hay explicaciones, ni datos añadidos: se trata de un documental musical.

ACTORES: Imperio Argentina, Estrellita Castro, Miguel de Molina, Lola Flores, Celia Gámez, Juanita Reina

 

 

CLIPS

CLIP 1 – MEMORIA HISTÓRICA: FRANCO VENCIÓ EN LA GUERRA CIVIL. EL “CARA AL SOL” EN EL MADRID LIBERADO. AROMA DE VICTORIA. ALEGRÍA ENTRE LAS RUINAS



CLIP 2 – “YA HEMOS PASAO DECIMOS LOS FACCIOSOS…”. EL MADRID DEL BRAZO EN ALTO Y DE LA FALANGE



CLIP 3 – EL DOLOR POR PARACUELLOS Y LA MUSICA PARA OLVIDAR LA BARBARIE



CLIP 4 – “JULIO ROMERO DE TORRES”, UN PASADOBLE INOLVIDABLE



CLIP 5 – “EL QUE TENGA UN AMOR…”, TANGO CANALLA EN LA POSTGUERRA Y EL “LILY MARLEN”



CLIP 6 – CANCIONES PARA SER CANTADAS, PARA SOÑAR… LA DIVISION AZUL SE VA…



CLIP 7 – AQUELLA ESPAÑA DEL 45, ALEJADA DEL FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. DRAMÁTICA, INGENUA Y ATRASADA.



CLIP 8 – EL NO-DO INFORMABA. DUELO NACIONAL POR EL ASESINATO DE DOS FALANGISTAS. “YO TENÍA UN CAMARADA”



CLIP 9 – UN PAIS QUE QUERÍA LEVANTAR CABEZA ORGULLOSAMENTE AISLADO: “MI CASITA DE PAPEL”



CLIP 10 – “RASCAYÚ, ¿CUÁNDO MUERAS QUE HARÁS TU?” Y “LAS ESPAÑOLAS, CARAMBA”



CLIP 11 – CUANDO SE ENSEÑABA, SE TRANSMITÍA Y SE VIVÍA EL PATRIOTISMO. INGENUO, EXALTADO Y DRAMÁTICO, SI QUERÉIS, PERO, EN CUALQUIER CASO, SANO.



CLIP 12 – “A LO LOCO SE VIVE MEJOR…”. Y, ADEMÁS, PRONTO REGRESARÁN LOS DIVISIONARIOS DEL GULAG


 

Carteles y programas

 





Cómo localizar la película

En Youtube: CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA

En Filmin: CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA

En RTVE Play: CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA

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A TRAVÉS DE EMULE: CANCIONES PARA DESPUES DE UNA GUERRA (formato mp4)

A TRAVÉS DE EMULE: CANCIONES PARA DESPUES DE UNA GUERRA (formato MKV)

 

Lo menos que puede decirse sobre CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA

Documental que armó mucho ruido en su tiempo y cuyo impacto hoy es quizás mucho menor del que tuvo en los años 70. A fin de cuentas, hoy tenemos youTube para encontrar filmaciones del pasado, canciones de cualquier época, sin necesidad de montajes irónicos que, en sí mismos, constituyen una forma de “adoctrinamiento”. Tal fue lo que intentó Basilio Martín Patino en 1971, película que se estrenaría cinco años después, si no recuerdo mal, en salas de “arte y ensayo”.

Martín Patino (1930-2017) alcanzó la fama en 1965 con Nueve cartas a Berta. Allí mostró sus cualidades como cineasta. Sus apellidos sonaron mucho en los setenta, no solo porque fue en esa década cuando estrenó sus tres documentales más notables (Canciones para después de una guerra, Queridísimos verdugos [1973] y Caudillo [1974]). Había otro “Martín Patino” (José María) que sería secretario del cardenal Tarancón, jesuita que, combinó su función religiosa con una presencia central en actividades mundanas (ofició el matrimonio en 1978 entre la Duquesa de Alba y Jesús Aguirre) y era un rostro suficientemente conocido en televisión. Basilio, por su parte, abrazó como “religión”, el anarcosindicalismo y quizás eso fue lo que su producción es más “simpática” que la de otros directores que se sumaron a la tropa de “trabajadores del arte y de la cultura”, tras la figura de Santiago Carrillo y del PCE. Lo cierto es que, tras Nueva cartas a Berta, Basilio Martín Patino, tenía el terreno abonado para convertirse en un director muy superior a cualquier otro de su generación. Pero renunció deliberadamente al cine de masas. Le interesaba más el documental y a ello se dedicó. Lo hizo, por supuesto, desde un punto de vista progresista. Canciones para después de una guerra, fue su primer ensayo en este género

Su idea surgió de la pregunta: “¿Qué puede cantarse después de una guerra destructora, si el canto sugiere alegría?”. Lo cierto es que logra responder a medias a la cuestión: presenta una selección musical de canciones que, efectivamente, se oyeron en la postguerra española. El “Cara al Sol” ante todo. Y ahí tenía razón: fue la música más habitual en los años 40. Desde el punto de vista musical sus sones eran excelentes, alegres, pero también solemnes. La letra, por su parte, tenía poesía, pero era difícil que se reconociera en ella todo aquel que no hubiera mamado la doctrina nacional-sindicalista. El problema de esta película es que, si bien el resto de canciones que presenta, fueron en su momento “hits”, hubo muchas más canciones que tararearon nuestros padres y abuelos que no aparecen por ningún sitio pero que, en cualquier caso, demuestran que el país se recuperó pronto de la guerra civil. De hecho, la misma sublevación contra el gobierno que se produjo en Madrid en marzo de 1939, protagonizada por el Coronel Casado y la facilidad con la que se había ocupado Cataluña a principios de año o el derrumbe del frente en los últimos días del mes, evidencian que ya República ya ni contaba con el seguimiento mayoritario, ni siquiera en la zona que controlaba. Aquello, tenía que terminar y en los primeros fragmentos de documental que introduce Martín Patino para ilustrar los sones del Cara al Sol, se muestra una alegría que no era fingida, ni impostada, ni falsa, ni siquiera provocada: era la exteriorización de la alegría por el estallido de la paz.

En su mentalidad anarquista, Martín Patino no entiende, por supuesto, lo que podía suponer el “cine patriótico” o el “viva la muerte” y aprovecha algunas canciones para ironizar con las imágenes, mientras la voz en off sugiere frases que denotan tristeza, desengaño y abatimiento. Y este es quizás el mayor reproche que podía formularse contra este documental: las canciones muestran un pueblo alegre, el “cine histórico” (que, desde luego, no fue el mejor que se filmó en aquellos años) se había fijado algo tan sencillo como aportar a un pueblo que estaba viviendo todavía en el subdesarrollo y la carestía, elementos para sentirse orgulloso de su pasado. Que no se supiera hacer con una mayor habilidad es una cosa, que fuera objeto de burla, otra muy distinta. Casi es miserable. En especial porque se deberían recordar las “canciones para después de una guerra”, no ironizar sobre canciones que hacían olvidar los problemas del día a día. Se nota, ya que estamos en esto, en falta canciones republicanas, las canciones que cantaban en los montes las guerrillas… quizás fuera porque estas canciones apenas eran oídas por unos grupos tan pequeños y aislados que no resultaban en absoluto significativos de nada, salvo de una derrota. O quizás fuera porque aquí las letras que hablaban de luchas gloriosas, victorias y pueblos unidos, encubrían irónicamente derrotas y aislamiento.

En cuanto a algunas de las pretendidas ironías, hoy deberían hacernos reflexionar: los “coros y danzas de la Sección Femenina”, rescataron, salvaron y promovieron bailes y músicas regionales que, de otra manera, se habrían perdido y que hoy, en grandísima medida, se han perdido a pesar de que las faraónicas autonomías parecían, en principio, más arraigadas en la tierra. Hoy sabemos que no ha sido así y todavía esperamos que el “ministerio de la igualdad” agradezca algún día a Pilar Primo de Rivera y a sus alegres muchachas, toda la labor social y cultural que realizaron y lo mucho que formaron a las mujeres españolas de aquellos años. También aquí las ironías de Martín Patino están algo fuera de lugar.

Faltan canciones de la División Azul y del Frente de Juventudes, si bien se oyen algunos acordes -era inevitable que así fuera- del Yo tenía un camarada o del Montañas nevadas. Faltan también alusiones a los programas de radio de la época en un momento en el que todo el país tenía algún aparato de radio encendido en algún momento del día o continuamente. Hasta mediados de los años 50 cuando empezaron las pruebas de la televisión, la radio era el medio de comunicación de masas preferido por los españoles. Un olvido imperdonable.

Lo sorprendente es que el tono del documental es triste, tirando a tristísimo (la voz en off, cuando suena, arrastra esa tristeza y la sume en simas próximas a la desesperación), pero las canciones denotan otro talante. Alegres, incluso cuando aludan a muerte y a tragedia. Y, por lo demás, había una energía positiva en la juventud española de la época que se exteriorizaba en el cante y en el baile.

De haberse estrenado cuando se filmó, es probable que hubiera pasado desapercibido o que apenas hubiera despertado interés. Unos cuantos progres la hubieran aplaudido en los momentos de ironía y otros tantos ultras hubieran alzado su brazo y vitoreado las primeras escenas a los sones del Cara al Sol o del Ya hemos pasao… Un par de notas de prensa hubieran despachado los incidentes y eso hubiera sido todo. Pero la cinta se beneficio de la censura y no se estrenó hasta los primeros meses de 1976 beneficiándose del prestigio de haber sido una “cinta prohibida”. Fue entonces cuando la vi y no creo haber modificado mucho mi opinión sobre la época: era un documental caótico, selectivo en el peor sentido de la palabra, pretencioso (y se puede entender: era el primer documental de un director que había tenido un notable éxito apenas un lustro anterior), e imágenes alegres para presentar un panorama mucho más triste de lo que fue en realidad.

Documental, en cualquier caso curioso que hubiera podido completarse, por ejemplo, con canciones en catalán de Emili Vendrell, aunque solamente fuera para demostrar que podía cantarse en catalán. O del Rosa d’Abril por la escolanía de Montserrat. O fragmentos del Aida de Verdi en el Liceo. O el Angelitos Negros de Machín, con su punto “multicultural”. En fin, Basilio Martín Patino hizo una selección que le apeteció por su carácter y por sus preferencias políticas. Pero debería haberse titulado “Algunas canciones para después de una guerra”. Hubiera estado mucho más próxima a la realidad. O, incluso “canciones alegres para un mensaje tristón”.

Es un documento curioso y casi de obligado visionado para conocer aquella época y a Martín Patino. Da la sensación de que la tristeza siempre ha acompañado a los progres, aunque solo en nuestra época, reir se ha convertido casi en delito.

  

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