BUEN VIAJE PABLO (1959) – Ignacio F. Iquino – Freud durante el franquismo
En 1959, Recuerda de Alfred Hitchcock, llevaba un
lustro en cartel. Era la confirmación de que Hollywood se interesaba por las
teorías de Sigmund Freud. En España, Iquino, siempre atento a por dónde
circulaban las modas, asumió para su productora la tarea de realizar un
equivalente a esta cinta mítica. El resultado, claro está, no llega a la altura
de la película protagonizada por Ingrid Bergman y Gregory Peck, pero, seamos
sinceros, tampoco quedó tan lejos. Freud entró por la puerta grande en el cine
español. Todavía sigue, a pesar de que sus teorías están más que
desacreditadas.
FICHA
TITULO: Buen viaje, Pablo
AÑO: 1959
DURACIÓN: 95 minutos
DIRECTOR: Ignacio F. Iquino
GÉNERO: Negro
ARGUMENTO: Un viajante de comercio
pierde el tren que iba a llevarle a formalizar el compromiso con su novia. Su
vida, a partir de ese momento, da un vuelco inesperado. Conocerá a una mujer fatal
con la que terminará contrayendo un matrimonio inviable. A raíz de estos
desequilibrios, entrará en crisis y asesinará a un hombre. Un compañero de
celda, psiquiatra brillante, lo psicoanalizará y explicará su comportamiento.
ACTORES: Maruja Bustos, José María Caffarel, Carlos Casaravilla, Manuel Díaz González, Miguel Fleta, Emilio Fábregas, Alfonso Godá, Ettore Manni, Joaquín Molina, Gisia Paradis, María del Valle
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS Y UN ARRANQUE EN LA ESTACIÓN DE FRANCIA
CLIP 2 – UN T.A.F. QUE SE ESCAPA Y UNA VIDA QUE CAMBIA
CLIP 3 –MARÍA, LA DE LOS OJOS MÁS BONITOS DEL MUNDO QUEDA ATRÁS, Y
LA MUJER FATAL
CLIP 4 – EL MERCADO DE SANTA LUCÍA EN LA CATEDRAL EN 1959. PABLO
SE HA QUEDADO SOLO
CLIP 5 – LA FURIA, LA DESESPERACIÓN DE LA SOLEDAD Y UN REVÓLVER.
CLIP 6 – OTRO TREN QUE SE ESCAPA Y UN AMIGO QUE RECIBE LAS BALAS
CLIP 7 – CON EL ABOGADO Y EL PSIQUIATRA EN LA MODELO: LA
EXPLICACIÓN QUE DARÍA UN LOCO.
CLIP 8 – UN EXTRAÑO COMPAÑERO DE CELDA PSICOANALISTA.
CLIP 9 – LA MUJER FATAL Y EL ANTIGUO JEFE, COMO TESTIGOS EN EL
JUICIO… ESTABAN LIADOS
CLIP 10 – LA DECLARACIÓN DEL PSIQUIATRA TALEGUERO
CLIP 11 – UN RELATO IMAGINARIO PARA TODOS, PERO NO PARA EL ACUSADO
CLIP 12 – “EL TREN ESTABA A PUNTO DE SALIR Y HABÍA UN HOMBRE…”
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A TRAVÉS DE EMULA: BUEN
VIAJE, PABLO (formato AVI)
Lo menos que puede
decirse sobre BUEN VIAJE, PABLO
En la prodigiosa, variada y multiforme filmografía de Ignacio F.
Iquino esta figura en su franja central. Ya era un director y productor
consagrado, había filmado su Brigada
Criminal y el Sistema
Pelegrín, tan diferentes y, al mismo tiempo, tan especiales, como
lo fue después Los ángeles del volante (1957), Camino
cortado, Juventud
a la intemperie o El
primer cuartel, películas tan diferentes todas ellos que, el único
denominador común, son los paisajes barceloneses que están presentes en todas y
que supo retratar para la posteridad. La Barcelona de Iquino es una Barcelona “fue”,
y ya no es. No existe. Simplemente. Cada alcalde de la ciudad se ha empeñado en
desfigurarla más que el anterior y así hemos llegado a donde estamos hoy: una
ciudad que fue la nuestra y en la que ya, ni los propios barceloneses se
reconocen.
Filmada justo antes de Juventud a la intemperie, es
hoy una cinta que, para comprenderla hay que realizar una pequeña digresión
sobre lo que estaba en boga en aquellos años. En 1959, Freud y sus teorías eran
todavía intocables. De hecho, fue hacia los ochenta cuando empezaron a entrar
en crisis y hoy, desde el punto de vista científico, están completamente tan desacreditadas
como puede estarlo la frenología o el magnetismo, que en el XIX fueron “vanguardias
científicas” por excelencia, si bien difícilmente habían superado el “pensamiento
mágico” y contenían mucho de éste. Con el psicoanálisis pasaba lo mismo: era
desde los años 20 una “nueva religión”, con sus dogmas, sus sumos pontífices y sus
milagros, sus libros sagrados, sus discípulos y su escolástica. No le faltaban
ni siquiera sus “herejes”. El resultado fue que fue una ideología que llamó la
atención de Hollywood (el Recuerda de Hitchcock se filmó en 1949
y aún hoy, de tanto en tanto, aparecen películas “freudianas”). De hecho, el
psicoanálisis y lo esencial del “freudismo popular” siguen existiendo hoy
gracias a Hollywood. Bueno, a Hollywood y a Iquino.
Iquino era un observador de la realidad: sabía que lo que estaba
de moda era lo que podía convertirse en un éxito popular y contribuir a aportar
beneficios a su productora (que vivía, mucho más que de la subvenciones, del
valor de Iquino para reconocer un buen guion y una película que podía dar
rendimientos económicos). Iquino se limitaba a seguir las corrientes culturales
de su tiempo (y, por eso, cuando los gustos fueron cambiando, se llegó al “destape”,
se pasó por el “spagheti western”, allí estaba Iquino. A finales de los años 50,
Hitchcock había popularizado a Freud y él, a su vez, se propuso filmar una cinta
de carácter freudiano. Fue Buen viaje, Pablo.
Sin Freud, sin el psicoanálisis y sin el papel representado por el
siempre genial Carlos Casaravilla, para la ocasión, un renombrado psiquiatra
freudiano que, en ejercicio de sus muchos títulos y galardones académicos,
había asesinado a su esposa en un ataque de celos y cornamental, esta película
hubiera resultado imposible e incomprensible. La cinta se justifica solamente
en el freudismo.
La historia es bastante simple, a pesar de que Iquino la contara
con la enjundia que implica la utilización del flashback para explicar fragmentos
de la historia pasados. El argumento
está basado en una obra teatral anterior, escrita por Gaspar Cataldo, que
llevaba el mismo título. Un actor y guionista italiano que había destacado en
películas del “primer franquismo”, Adriano
Rimoldi, realizó la adaptación y José Luis Codina, un colaborador
habitual de Iquino, confeccionó el guion definitivo. Y fue todo un acierto. Una
de esas películas que salen redondas. El Sindicato del Espectáculo -de donde
partían los créditos a devolver para ayudar a la producción de películas
españolas- colaboró con 1.000.000 de pesetas e Iquino reunió el resto.
La película nos cuenta la historia de “Pablo” (interpretado por el
actor italiano Ettore Manni) que encarna a un viajante de comercio, un “representante”
de productos que no queda muy claro que son, pero que recorre Cataluña
vendiéndolos triunfalmente para la empresa en la que presta sus servicios. Le
han prometido una promoción que no termina de llegar. Él, por su parte, después
de estar toda la semana vendiendo, solamente piensa en retornar a Alicante para
reunirse con su novia. En una de estas ocasiones pierde el tren. Inicialmente, el
montaje nos cuenta que ha sido por culpa de un par de señoritas algo ligeras de
cascos que le han entretenido. Luego resultará que el motivo ha sido otro. En fin,
sigamos. Terminará abandonando a su novia alicantona y uniéndose a una de estas
chicas que, como era de esperar, hará de su vida un calvario. La chica
solamente piensa en divertirse y, un mal día, “Pablo” vuelve a su casa después
de una dura jornada laboral y se encuentra con que la chica ha volado.
Desesperado entra en cortocircuito cerebral. Es una tarde lluviosa. Por la
ventana del apartamento ve un arcón mojado por la lluvia. Dentro encontrará un
revolver. Recorrerá la ciudad como un poseso hasta que finalmente dispare
contra un individuo desconocido, pero que, sin embargo, parece reconocerle.
Acabará, claro está, en una celda de la cárcel Modelo.
Extrañamente, su antiguo jefe le envía un abogado (José María
Cafarell) que le sugiere la mejor línea de defensa: que cuente al juzgado que
está loco. Y lo que está es cortocircuitado, si puede decirse. Parece haber
entrado en otra realidad, algo que no se escapa a su compañero de celda (Carlos
Casaravilla) del que no sabremos hasta que se inicie el juicio, que es un
reputado psiquiatra multilaureado que ha terminado asesinando a su mujer. El
psiquiatra lo psicoanalizará en horas libres, permanecerá con él medio año en
la misma celda y será quien testifique que está “fuera de la realidad” y
explique cómo ha llegado a ese estado. Será él, quien explique el desenlace.
El director de la empresa le enviaba cada vez a destinos más
alejados por el simple hecho de que había convertido a la compañera casquivana
de “Pablo” en su amante. Con la conciencia sucia, pero también para orientar el
juicio, es por lo que le envía al abogado. Bien, ¿y por qué “Pablo” mata? Y a
todo esto ¿a quien mata?. Respuesta: mata a un antiguo compañero de pensión
(Miguel Fleta) por culpa del cual había perdido el tren aquella ocasión en la
que conoció al par de chicas en el barde la Estación de Francia. Al dejarlas, y
dirigirse al andén, el compañero de pensión le pidió 6.000 pesetas prestadas
que jamás le devolvería. Al entretenerse al filmarle el cheque perdió el TAF
(tren español de la época, con tres vagones, precedente del TALGO, común en medias
y largas distancias). Su vida cambió: se fue con las chicas que acababa de
conocer y se unión a una de ellas. Las desgracias posteriores hicieron que
atribuyera al compañero de pensión el haberle cambiado la vida. De ahí que le
disparase casi sin mediar palabra.
La cinta no termina ahí: viene a declarar su antigua novia -Gisia
Paradís-; al verla y oír su declaración, sufre un infarto y fallece. La muerte
es su redención final. Para él no hay segunda oportunidad. Era un buen hombre
que enloqueció y entró en un mundo de explicaciones irracionales de
causa-efecto.
La película se estrenó poco antes de Crimen
para recién casados. Si en esta película, el crimen está envuelto
con paños de humor, en la cinta de Iquino es Freud el que aporta su manto. Disipada
la fe freudiana, desacreditada su obsesión sexológica, queda el cine que
inspiró. El de Hitchcock, pero también el de Iquino. Y, es curioso, por que la
película se conserva mejor que la credibilidad científica freudiana.
Quedaría por decir algo del protagonista Ettore Manni. A pesar de
que murió con apenas 52 años, en 1979, su carrera abarcó desde 1952 hasta 1979,
poco antes de morir (no se sabe cómo apareció muerto con un fusil en las manos:
o se le disparó o se suicidó, todavía hoy permanecen las dudas), cuando filmó
con Federico Fellini La città delle donne. Entre ambas cintas hay un
centenar largo de cintas de todos los géneros que Manni protagonizó o
intervino. En los 50 era frecuente que se incorporasen actores extranjeros a
películas españolas para facilitar la exportación. Lo sorprendente es que en la
biografía de Manni que encontramos en Wikipedia, ni en la versión española ni
en la italiana, aparece esta película que, sin embargo, hizo muy popular su
rostro en nuestras pantallas.
Una película para recordar los buenos tiempos del freudismo, en
los que toda la clique progre rendía culto y creía con una fe tan superficial
como simplona.
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