TRIGO LIMPIO (1962) – Ignacio F. Iquino – Anticomunismo en un país imaginario
Iquino en 1962 no quiso hacer sangre recordando las matanzas de
los primeros meses de la guerra civil en la zona republicana, así que situó su
trama en un país imaginario (quizás carpático), introduciendo algunos elementos
que remitían a la estética fascista. No pudo evitar que algunos uniformes
recordarán -involuntariamente, no nos cabe la menor duda- recordarán
extraordinariamente a los lucidos por la Policía Nacional de la época. La
película hubiera tenido mucho más sentido cinco o diez años -hubo muchas esta
factura-, pero en 1962 empezaba a estar obsoleto el tema.
FICHA
TITULO: Trigo Limpio
AÑO: 1962
DURACIÓN: 90 minutos
DIRECTOR: Ignacio F. Iquino
GÉNERO: Drama bélico
ARGUMENTO: En un país imaginario,
los católicos son reprimidos. El jefe de los izquierdistas locales fusila a
cuantos puede hasta que llega un juez militar para poner orden. Es un tipo duro
pero que quiere ser justo. A este juez se le plantea el dilema de si fusilar o
no a una mujer, así que decide “reeducarla” enviándola a una especia de “Salón
Kitty” en donde conocerá a un soldado que se enamorará de ella.
ACTORES: Nuria Espert, Víctor
Valverde, Ismael Merlo, Fernando León, Angel Lombarde, Lina Canalejas, Eduardo
Lizarza, Consuelo de Nieva,
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS Y EL PRIMER ESCENARIO: “GREEN PURA”, TRIGO
LIMPIO
CLIP 2 – EL PARADIGMA DE LA SITUACIÓN: EL CURA Y EL MILICIANO
LÚBRICO
CLIP 3 – “VA A LLEGAR UN GRAN REVOLUCIONARIO, UN GRAN POLÍTICO Y
UN AMIGO MÍO…”
CLIP 4 – MISA EN LAS CATACUMBAS
CLIP 5 – TODOS FUSILADOS, MENOS LA PROTAGONISTA
CLIP 6 – EL MILITAR ABOCHORNA AL POLÍTICO
CLIP 7 – EL JUEZ Y LUCÍA LA DEVOTA FRENTE A FRENTE
CLIP 8 – LA FE FRENTE A LA RAZÓN O LAS DUDAS DEL JUEZ
CLIP 9 – UN DIÁLOGO TRANSHUMANISTA EN 1962
CLIP 10 – LUCIA Y EL SOLDADO EN EL BURDEL: AMOR A PRIMERA VISTA
CLIP 11 – “DENTRO DEL HOMBRE HAY ALGO QUE NUNCA PODRÁS DOMINAR”.
CLIP 12 – TRIO DE FUSILADOS
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A TRAVÉS DE YOUTUBE: TRIGO LIMPIO
A TRAVÉS DE EMULE: TRIGO
LIMPIO (FORMATO AVI)
Lo menos que puede
decirse sobre TRIGO LIMPIO
Película extraña, incluso en la filmografía de un director como
Iquino, en el que cualquier cosa era posible. Iquino había pasado por el cine histórico-patriótico-exaltado
(El tambor del Bruch, 1948, El
primer cuartel), el mejor cine negro español (Brigada
Criminal, Buen
viaje Pablo, Camino
cortado), algunos con tintes moralizantes y joseantonianos (Juventud
a la intemperie), pasando por astracanadas (El
sistema Pelegrín) y terminando por cine del destape. En fin, un
director del que podía esperarse todo, incluso una obra de rasgos
anticomunistas en estado puro, cuando el género -nacido en la primera parte de
la guerra fría- ya se encontraba de cada caída. Porque Trigo limpio
es, ante todo y sobre todo, una película anticomunista. Un anticomunismo
improbable que Iquino tuvo la habilidad de no situar en España -quizás a
efectos de exportación- y de darle, como correspondía a la época, un contenido
ligeramente antifascista (de hecho, no se sabe bien si los “malos” son
comunistas, fascistas, republicanos, soviéticos). El país es, igualmente,
improbable. Por las resonancias de los carteles que se ven y del propio nombre
de la granja en la que se inicia la trama, podría creerse que es rumano o,
incluso, algo parecido al esperanto, o una mezcla deformada de varias lenguas a
efectos narrativos. Nadie, ni el propio Iquino, negaría hoy si viviera, que
había en su cine algo de oportunismo y que, en cualquier caso, estaba muy
pendiente de los gustos de las masas. Por eso esta película es algo chocante: llega
tarde, a diferencia de sus cintas de destape o de sus astracanadas o cintas
policíacas que llegaban en los momentos álgidos del género.
Obviamente, el argumento es poco elaborado y muy flojo, los
arquetipos de los personajes están pintados con brocha gorda y las
interpretaciones son desiguales. El argumento es flojo, tirando a simplón,
malo, en una palabra. Algo ambiguo, si se quiere: los “comunistas” parecen
comunistas, los hay radicales y lúbricos y los hay disciplinados y racionales.
Pero en ningún momento se dice que sean “comunistas”. Lo parecen: a fin de
cuentas, son anticristianos, matan a los católicos, los persiguen y si pueden
fusilarlos, los fusilas sin juicio. Muy parecidos a los excesos cometidos por
los anarquistas catalanes en el huerto de Companys y por Santiago Carrillo y
sus chekistas en Paracuellos del Jarama. Pero, en los “malos” hay elementos que
remiten al fascismo: esos brazaletes negros con las letras “KP” de la que hacen
gala los militares que, junto con las botas altas de cuero, las orgullosas
gorras de plato y los uniformes, remiten a las SS y al universo
concentracionario (“KP” es, naturalmente, “kapo”, el guardian del interior de
los campos de concentración, habitualmente judíos “amigos”).
Resumimos el argumento: un grupo de católicos se reúnen
clandestinamente para celebrar la misa en una casona de un pequeño pueblo.
Antes, la familia ha sido visitado por el jefe de los milicianos, un civil
lúbrico que promete no ejercer represalias siempre y cuando la “pubilla” del
lugar acceda a acostarse con él. Ella, por supuesto, se niega. A partir de ahí
las cosas van de mal en peor. La zona está administrada por la policía militar,
pero en breve llegará un juez prestigioso para imponer el orden e incoar
procesos contra traidores y depurar responsabilidades.
Con el juez en camino, el miliciano dirige una partida de guardias
a la casona en donde sospecha que se está celebrando una misa clandestina. El
cura y los fieles huyen por un túnel subterráneo, pero, el miliciano en
cuestión, sabe dónde está la otra salida: espera allí a los huidos y fríamente
da la orden de disparar contra ellos, salvo contra la “pubilla”. Y es entonces cuando
llega el juez militar. Éste se encuentra con que se han producido unos
fusilamientos sin juicio que le repugnan. Interroga a la única superviviente,
pero ésta no está dispuesta a renunciar al cristianismo como le pide el juez.
Así pues, deberá ser fusilada… pero, al final se le ocurre una idea: “reeducarla”
y dónde mejor que en una especie de “Salón Kitty” dirigido por una exuberante
teniente. Si al cabo de un mes, la chica cambia de opinión, salvara la vida. De
lo contrario, será fusilada. La chica, obviamente, se resiste a prostituirse,
incluso para salvarse del paredón. Y, además, tiene suerte, porque su primer
cliente es un soldado recién llegado del frente que se va de permiso. Se
enamora de ella y ella le corresponde. Así que deciden huir juntos, pero son
detenidos. Ahora, el problema no es solamente si fusilarla o no a ella, sino
también al soldado desertor. Y aquí ya no son posibles medias tintas. El juez
ve que los dos jóvenes se aman, así que lo más razonable es dejarlos ir. Se
ofrece para darles un salvoconducto y acompañarlos hasta la frontera, pero la
policía los detiene en la misma franja. No hay piedad para ninguno de los tres:
fusilados al amanecer… Títulos de fin.
Como puede verse, la historia es ejemplarizante, dramática, casi
una historia de mártires por la fe. Todo el guion es demasiado arcaico, poco
depurado, deliberadamente apolítico y casi parece que se nos esté narrando una
historia de la “leyenda áurea” sobre las vidas y los martirios de los santos.
Además, como hemos dicho, las actuaciones son muy desiguales. Por un lado, Ismael
Merlo (el juez militar) da la talla de actor excepcional. Víctor Valverde (el
soldado enamorado) no está en su mejor actuación: se nota que no se cree el
papel. A Lina Canalejas (para la ocasión, la “madame Kitty” del burdel) le
ocurre otro tanto y seguramente no era la actriz indicada para ese rol. La
protagonista principal es Nuria Espert (de entonces 26 añitos).
Resulta significativo que en la biografía de Nuria Espert que
encontramos en Wikipedia España (por algún motivo, sí está presente en la
edición catalana), esta película haya sido excluida de su filmografía. Y, sin
embargo, ella es el “rostro” de la cinta. Como sucederá en los años siguientes,
aquí los principales rasgos interpretativos de esta actriz ya estaban
presentes. Tendía a sobreactuar. Quizás en esta cinta era lo que le pedía el
guion, pero el resultado era que contribuía a hacer aún más increíble el argumento.
En el fondo, el problema de esta película era, simplemente, que el
guion estaba mal elaborado: ni siquiera la idea era buena, pero a partir del
momento en el que se tomó la decisión de filmarla, era necesario aportar buenas
dosis de realismo, credibilidad, y bastaba con repasar la historia reciente de España
para encontrar elementos que hubieran enriquecido la trama. Al optar por situar
la acción en un país inexistente -que, a diferencia de la Syldavia de
Hérgé o la Libertonia de los Hermanos Marx, es imposible situar en el
mapa- y evitar dar datos suficientes para ubicar a “los buenos” y a “los malos”,
lo que se consiguió fue difuminar el impacto de lo que se pretendía decir. Lo
que, en principio debía ser una “película política y humana”, “un canto a la
libertad religiosa”, “a las virtudes del heroísmo por la fe”, se convirtió en
un dramón de tomo y lomo, sin más. Se deja ver, por pura curiosidad, y el
espectador tiene tendencia a aguantar hasta el final para confirmar que lo que
está viendo, y a dónde se está dirigiendo la trama y los personajes, es lo que
cabría esperar desde el ecuador de la cinta.
La película nos ha parecido un arcaísmo. Insistimos en esto:
llegaba tarde y, lo que era peor aún, llegaba deformada, atenuada en los rasgos
del género anticomunista, al final quedó como un panfleto que presentaba como
edificante el comportamiento de la protagonista en el burdel y el del juez
militar que ha perdido a lo largo del metraje la fe en su ideal (cualquiera que
fuera). En cuando al papel de Nuria Espert, es María Goretti rediviva.
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