MERCADO PROHIBIDO (1952) – JAVIER SETO – EL TRÁFICO DE PENICILINA EN LA POSTGUERRA ESPAÑOLA


Esta película de género negro e intriga tiene un fondo similar al de la archifamosa El Tercer Hombre, el tráfico de penicilina. Dirigida por Javier Setó, producida en Barcelona por Iquino, con Julio Coll y Germán Huici como guionistas y música de Augusto Algueró, protagonizada por actores que en la actualidad están completamente olvidados, fue una cinta notable en la que aparece la maldad de unos, el dilema de otros y la bondad de ánimo de un policía.

 

FICHA

TITULO: Mercado prohibido

AÑO: 1952

DURACIÓN: 85 minutos

DIRECTOR: Javier Setó

GÉNERO: Negro

ARGUMENTO: Una banda de traficantes de penicilina está dirigida por un personaje libre de toda sospecha que se dedica a la venta y comercialización de pescado. Tiene una vida personal tranquila junto a su mujer y a su hijo. En su actividad deja atrás a muchos enemigos que en el momento en el que precisa ayuda para salvar a su hijo de una grave enfermedad le niegan la penicilina que precisa.

ACTORES: Manuel Monroy, Isabel de Castro, Silvia Morgan, Alfonso Estela, Manuel Gas, Carlos Otero, Miguel Ángel Valdivieso, Modesto Cid, Manolo García.

 

 

CLIPS

CLIP 1 – PRESENTACION Y CRÉDITOS


CLIP 2 – UNA BANDA DE CONTRABANDISTAS DE PENICILINA


CLIP 3 – EL NEGOCIO QUE SE ACABA… Y LA POLICÍA AL TANTO


CLIP 4 – EL HERMANO NECESITADO, LA TONADILLERA Y EL DIRECTOR ARTISTICO


CLIP 5 – EL HERMANO QUE NECESITA PENICILINA


CLIP 6 – EL CILLERERO, EL RIVAL QUE TAMBIÉN SE DEDICA AL CONTRABANDO


CLIP 7 – UN HÁBIL INTERROGATORIO…


CLIP 8 – EN LA NOCHE DE REYES CON EL HIJO Y CON LA MUJER COMPASIVA


CLIP 9 – “HE MATADO A UN HOMBRE, LOLA…”


CLIP 10 – EL BRAZO DERECHO QUE SI PUEDE TE LO ARRANCA…



CLIP 11 – LOCALIZADO POR LA POLICÍA EN LAS INMEDIACIONES DE LA BARCELONETA


CLIP 12 – CUANDO EL POLICÍA COMPRENSIVO AYUDA A SOLUCIONAR EL PROBLEMA DEL NIÑO


 

Carteles y programas

 



 

Cómo localizar la película

A través de eMule: MERCADO PROHIBIDO (formato MKV)

 

Lo menos que puede decirse sobre MERCADO PROHIBIDO

El contrabando de antibióticos fue una lacra en la España y en la Europa de la postguerra: faltaban y la gente moría. Los que llegaban de EEUU eran pocos, caros y racionados. Pero en 1952 todo empezó a cambiar: el Estado Español llegó a acuerdos que permitían cupos de importación de antibióticos a las farmacias y, solamente así, se logró desarticular esa lucrativa actividad para contrabandistas sin escrúpulos. El tema de Mercado prohibido, en el fondo, es el mismo que el que había tocado la obra maestra del cine de la postguerra, El tercer hombre (1950): el protagonista se dedica a introducir penicilina de contrabando en ambos casos, pero en la cinta española, al menos, tiene un poco de pundonor y rechaza vender penicilina falsificada, la principal actividad del “Harri Lime” interpretado por Welles. Otra similitud entre ambas cintas es que la figura de los policías sale muy bien parada: en las dos cintas demuestran tener corazón y, al mismo tiempo, ser estrictos cumplidores de su deber profesional. Obviamente, la cinta firmada por Alexander Korda (y, al parecer dirigida, en realidad, por Welles) es muy superior a española filmada dos años después, pero hay que reconocer, que con medios exiguos, Javier Setó consigue un efecto sorprendente. La cinta pertenece a los primeros tiempos del “noir español” que, ya en 1952 estaba claro que atraía las preferencias del público y que era el género en el que nuestros directores se movían mejor.

Mercado Prohibido está dirigida por Javier Setó. A pesar de ser su primera película (rodará prácticamente sin interrupción hasta 1969, fecha de su fallecimiento), demuestra una gran pericia en el manejo de los personajes, las situaciones, la fotografía y el ritmo. Tras unos primeros pasos en el cine amateur, se colocará bajo la sombra de Iquino para el que realizó, además de ésta, sus dos siguientes películas, Fantasía Española (1953) y Pasaporte para un ángel (1953). Luego se trasladó a Madrid y allí se dedicaría a un cine comercial hasta el final de su carrera. Su película más ambiciosa sería El Valle de las Espadas, co-producción hispano-norteamericana rodada en 1963 con un guion escrito por él mismo. Por algún motivo, convenció al capital norteamericano de que podía ser un buen negocio reconstruir un fragmento de la vida del conde Fernán González, impulsor de la independencia castellana y, en concreto, el episodio del caballo y del azor regalados al Rey Sancho I de León. Hubo dinero y se contrató a actores que estaban en el candelero en ese momento: Espartaco Santoni, Frankie Avalon, Broderick Crawford. La película obtuvo un premio del Circulo de Escritores Cinematográficos pero distó de ser un éxito de masas. Setó moriría prematuramente en 1969 cuando solamente contaba 43 años. Su cine había resultado entretenido y llevadero durante los años 50 y 60, excesivamente comercial, la mayoría de sus películas no han pasado a la historia por su valor intrínseco, sino por la presencia de algunos personajes muy conocidos (como el futbolista Alfredo Distefano en Saeta Rubia (1956) o Pelusa (1960) con Majurita Díaz. Su última película, como para cerrar su ciclo vital, ¡Viva América! (1969) pertenece al mismo género que su primera cinta, Mercado prohibido: el mundo de la delincuencia y las bandas organizadas.

La película se filmó íntegramente en Barcelona. A veces cuesta identificar los paisajes, hoy muy desfigurados: la zona del puerto, por ejemplo, con el reloj tricentenario, las viviendas próximas a él en la zona de la Barcelona, algunas viviendas que posiblemente pertenecieran a Vallcarca y la casa del protagonista, situada en la parte alta de Barcelona, cerca de la cruz de Pedralbes, prácticamente desierta.

Los actores que participan en la producción están prácticamente olvidados en la actualidad. Dan buenos perfiles a sus papeles. Reconocemos, por ejemplo, al muy versátil Carlos Otero (“Daniel”), el brazo derecho del jefe de la banda de atracadores, especializado en “género negro” y que aquí se esfuerzo por parecer más malo aún que en otras películas posteriores. Manuel Gas, otro actor completamente olvidado, ejerce como policía duro, eficiente, comprensivo y, finalmente, bondadoso. Silvia Morgan, olvidada al dejar la interpretación en el ya lejano 1962 y dedicarse con su marido, Sergio Newman, a la producción con Hispamer Films (que multiplicó sus producciones en los 60); era una actriz con un físico exótico que le permitía llamar la atención en cualquier papel que asumiera. Miguel Angel Valdivieso, dotado de mejor voz que físico, tras filmar unas pocas películas, se dedicó exclusivamente al doblaje y a los programas cinematográficos (su último trabajo fue doblar al C3PO el robot de Star Wars, alternándolo con retransmisiones deportivas. La mujer fatal que aparece en la cinta es Isabel de Castro, actriz portuguesa, habitual de la escena española en los 50. Y, en cuanto al protagonista, se trata de Manuel Monroy, que a pesar de haber participado en una cuarentena de películas y en varias series televisivas de los años 60 y 70, el tiempo ha borrado sus huellas. En los 50 protagonizó varias películas de género negro. Su aspecto de señorito serio, pero su capacidad para adoptar actitudes cínicas, le hicieron figurar como policía, como delincuente, como secundario. Sus últimas cintas le indujeron a instalarse en Venezuela donde murió en 1979, cuando su estela se había diluido en España. El nombre de Manolo García no dirá nada a los amantes del cine, pero su voz será reconocible por prestar su voz a actores de primera fila en tareas de doblaje: Robert Redford, Steve Martin, Ray Liotta, Sam Neil, Gabriel Byrne, Jeff Bridges, Tom Berenger, etc, etc, etc. Ha doblado más de 2.000 películas. Aquí, en Mercado prohibido, tiene un pequeño, pero importante papel: es el hijo del protagonista.

Con estos mimbres, y sobre un guion de los siempre efectivos Julio Coll y Germán Huici, Setó armo su primera película que no resultaría en absoluto decepcionante, sino todo lo contrario.

El protagonistas es “Germán”, un individuo con doble rostro: por un lado es un respetado industrial que trabaja en la distribución de pescado y tiene su almacén en las inmediaciones del puerto, pero la actividad que le permite un tren de vida elevado es el contrabando de antibióticos. Durante años ha realizado esta tarea, pero ahora se encuentra con un problema: tiene un alijo en sus manos, pero en pocos días el gobierno distribuirá terminará con la carestía de este medicamento, al haber comprado ingentes cantidades en los Estados Unidos. Así pues, el negocio se acaba y “Germán” corre el riesgo de encontrarse con un alijo en sus manos que le ha costado un dineral y no poder colocarlo al precio que era, hasta ese momento, habitual.

A pesar de dedicarse a esta tarea, “Germán” tiene algunos principios morales: no admite, por ejemplo, comercializar, como se solía hacer en aquellos oscuros años, penicilina adulterada, falsificada o disuelta en agua destilada. Quiere vender un medicamento útil, no un veneno por lucrativo que sea. Su situación familiar es peculiar y, también aquí, ejerce una doble vida: por un lado es padre amantísimo, pero por otro mantiene relaciones con un “mujer fatal” que ejercer como cantante en un garito del Paralelo. Por otro, tiene un hermano, “El pescador”, que acaba de salir de la cárcel y al que le niega la ayuda que le pide. Más tarde, la esposa del hermano enfermará y acudirá al domicilio de “Germán” para solicitar el fármaco, pero hablará con “Adela”, su esposa, así, ésta sabrá las actividades delictivas de su marido. La muerte de la esposa del “Pescador”, hace que éste albergue un odio inconmensurable hacia “Germán” y lo vaya a ver a su empresa. En la lucha, “Germán” resulta herido y “El Pescador” muere. El primero huye, ayudado por su brazo derecho, “Daniel”. Éste es un tipo duro que amenaza, agrede a interroga a un cillerero que se dedica también al contrabando y al que “Germán” y “Daniel” han intentado vender el alijo. Él cillerero esconde dentro de las velas las ampollas de penicilina pero, a pesar de las amenazas de “Daniel” no acepta comprar el alijo de la banda.

Cuando ”Daniel” acompaña en su huida a “Germán”, por su cabeza pasa la idea de deshacerse de su jefe y quedarse con el alijo. “Daniel”, irá sembrando pistas que inculpan más y más a “Germán”. Tras intentar arrojarlo por el hueco de la escalera, “Germán” logra zafarse y esconderse junto a “Lola”, cupletista, en el domicilio de esta, para huir al extranjero. Cuando “Lola” ha comprado los pasajes para embarcar, la policía consigue ubicarlo: le hacen llegar la noticia de que su hijo está gravemente enfermo. Este, sin embargo, logra escapar. Visita a su antigua banda que le niega la penicilina -que antes era suya- y que hubiera salvado a su hijo. Al huir de la policía, “Daniel” quedará encerrado en la cámara frigorífica con el resultado que cabe esperar. Finalmente, “Germán” la consigue tras pagar una enorme cantidad de dinero, la policía, incluso le entregará una segunda dosis para que el niño se salve, tras lo cual lo pasarán a disposición judicial.

La película resulta en algunos momentos trepidante. Los diálogos son muy precisos. La música de Algueró contribuye a resaltar las sensaciones de cada momento. Los encuadres muestras lugares como frecuentes de Barcelona, hoy, en su mayoría inexistentes: barrios “altos”, barrios “bajos”, puerto… De ser un aficionado, Setó pasó a ser recordado por esta película como un director capaz de hacer productos apreciados por el público y por la crítica.

Sugerimos ver esta película en un maratón junto con El tercer hombre. Quizás en esta última algunas intervenciones de Welles-Lime sean más agudas, sin duda, el final, con la persecución en las alcantarillas de Viena, es mucho más trepidante… pero, en cualquier caso, se trata de dos cintas excelente con el mismo triste trasfondo: el contrabando de penicilina.

 

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