LA REINA DEL TABARIN (1960) – JESUS FRANCO – CUANDO JESÚS FRANCO AUN NO ERA JESS FRANK
Jesús Franco era un director que prometía. Su carrera,
lamentablemente descarriló a medida que el gobierno español fue relajando sus
medidas de censura. El que luego pasaría a utilizar el alias de “Jess Franco”
(y otra treintena más de nombres), rey del cine morboso, porno, sadomasoquista,
con argumentos absurdos, mal construidos, peor rematados, era en 1960 un
director prometedor, con un buen estilo y que sabía aplicar ritmo narrativo,
tal como demuestra esta cinta.
FICHA
TITULO: La reina del Tabarín
AÑO: 1960
DURACIÓN: 97 minutos
DIRECTOR: Jesús Franco
GÉNERO: Drama musical
ARGUMENTO: A principios del siglo
XX, una pareja de pobres músicos ambulantes, después de varias peripecias,
termina tocando en una casa señorial. El hijo de la propietaria de la mansión
se enamora de la tonadillera, pero ésta se va a París contratada por un
empresario, pensando que el joven la ha abandonado, cuando en realidad ha
tenido un accidente.
ACTORES: Mikaela, Yves Massard, Dora
Doll, Danielle Godet, Antonio Garisa, Alfredo Mayo, Guadalupe Muñoz Sampedro,
Julio Riscal, Antonio Jiménez Escribano, Ena Sedeño, Mauricio Lapeña, Juan
Antonio Riquelme
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS
CLIP 2 – MÚSICOS CALLEJEROS
CLIP 3 – UNA VOZ QUE LLAMA LA ATENCIÓN: “SEGUIDILLAS DE TOMA Y
DALE”
CLIP 4 – EN UNA CASA DE ALTA ALCURNIA
CLIP 5 – EL FLECHAZO: CONFUNDIENDO AL NOBLE CON EL CAMARERO
CLIP 6 – BRONCA EN LA CORRALA ENTRE DOS HEMBRAS DE TRONÍO
CLIP 7 – DOS RIVALES FRENTE A FRENTE
CLIP 8 – EL DUELO QUE DESENCADENA EL DRAMA
CLIP 9 – EN PARIS APRENDIENDO EL OFICIO DE CUPLETISTA
CLIP 10 – TRIUNFANDO EN EL TABARIN
CLIP 11 – REENCUENTRO EN EL INVERNADERO
CLIP 12 – EL AMOR SIEMPRE VENCE…
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A través de eMule: LA
REINA DEL TABARÍN (en formato MKV)
A través de eMule: LA
REINA DEL TABARÍN (en formato AVI)
Lo menos que puede
decirse sobre LA REINA DEL TABARÍN
Lo peor de Jesús Franco es que sabía hacer buen cine, pero
renunció a ello por dos motivos: ganar más en menos tiempo y poder hacer
realidad sus fantasías eróticas. Cuando Jesús Franco pasó a ser “Jess Franco” y
el medio centenar de seudónimos que utilizó para filmar sus películas, renunció
a ser un “buen director” para convertirse en un “director de Serie B”, luego de
“Serie S” y, finalmente, acantonarse en las inmediaciones del porno puro y
duro. Hay algo de triste en todo ello: “así se malogró un buen director”,
podría titularse su biografía. Cuando, poco antes de su muerto, la Academia del
Cine le homenajeó, hubieran debido recordar las distintas etapas de su
trayectoria, especificando que el homenaje era por las primeras películas que dirigió,
incluso por su trabajo como actor en algunas producciones (El
extraño viaje, por ejemplo). Que se trataba de un tipo peculiar es
algo que confirman todos los que lo conocieron. Que tenía unas “parafilias” muy
bien definidas en torno a las que giraron todo su cine a partir de mediados de
los años 60, con su erotismo pedestre, su insistencia en lo más tópico del
lesbianismo y su sado-masoquismo de manual, es algo que está ahí al alcance de
todos los que quieran comprobar su filmografía.
La Reina del Tabarín figura entre
sus mejores cintas. Los “críticos sesudos”, dicen que era una película “vulgar”
que se aproximaba a la “corriente principal de la industria cinematográfica
española”. Y esto es relativamente cierto, pero no es menos cierto que se trata
de una película alegre, musicalmente muy viva, correcta, con buenos diálogos y
excelentes actores, bien construida y que hizo las delicias del público. La
selección de actores fue buena. Participaron en ella grandes figuras de escena
nacional: Antonio Garisa, Julio Riscal, Guadalupe Muñoz Sampedro, Alfredo Mayo…
Pero también incluye a Dora Doll, explosiva actriz franco-alemana que ejerce
como cantante de cabaret, Danielle Godet (que pudimos ver en Cuatro
en la Frontera y en otras cintas españolas de los años 50) y Yves
Massart (que también frecuentó los platós españoles en los años 50 y 60). Pero en
el centro de la película se encuentra “Mikaela”, vale la pena recordar quien
fue.
En realidad se llamaba Micaela Rodríguez Cuesta, había nacido en
Triana en 1935 y desde muy joven, atraída por la danza, había debutado con la
compañía de El Principe Gitano y Dolores Vargas, con el nombre de “Rocío del
Carmen”. Provista de una voz potente, empezó a destacar a mediados de los años
50 y a aparecer ocasionalmente en películas como actriz de reparto. Protagonizó
una gira por la URSS que causó sensación, tanto por su prolongación como por la
acogida que tuvo en la sociedad soviética. Revalidó sus éxitos en el Irán del
Sha, siendo contratada para las ceremonias de su coronación. De regreso a
España, su fama era enorme, similar a la que tuvo Rocío Jurado en su momento.
Falleció, como ella, tempranamente, de una leucemia cuando ya se había retirado
de los escenarios. Filmaría otras ocho antes de retirarse de la pantalla y
dedicarse exclusivamente al cante.
La reina del Tabarín fue su
cuarta película. Ese mismo año había protagonizado La rosa roja,
encarnando a la famosa cantante Dolores Parral (a) “La Parrala”, su primer
papel protagonista. Interpreta el papel de una cantante callejera que, casi por
casualidad y, sin duda, por hambre, actúa en la mansión de una familia de la noble,
enamorando al primogénito. Mikaela interpreta a “Lolita” que, en la primera
parte de la cinta, aparece como una folklórica “racial”, sin formación musical,
producto de la picaresca madrileña, sin educación musical que suple con
desparpajo y buena voz. Por una confusión, confunde a “Fernando”, el primogénito
de uniforme, con un camarero. Ambos se enamoran y hasta bien avanzada la cinta,
ella sigue pensando que se trata de un servidor de aquella mansión de notables.
Cuando se entera de su verdadera personalidad, ambos deciden casarse, pero, esa
tarde, el protagonista tiene un duelo en el que sale herido y no puede acudir a
la cita. Ella, sintiéndose despechada e ignorando lo que ha ocurrido, decide acceder
a la propuesta de su benefactor, “Charles” (Alfredo Mayo), un francés que sabe
reconocer sus cualidades y la acoge bajo su protección. En París aprenderá canto,
modales. Concluida su educación, debutará en el Tabarín, un prestigioso cabaret
parisino. El eco de su éxito llega a la prensa española y es leído por “Fernando”
que se desplaza a París. Inicialmente, ella lo rechaza, pero, tras enterarse
del motivo por el cual no pudo acudir a su cita en Madrid -las heridas producidas
por el duelo- accede a unirse. La película acaba bien.
Se trata de un argumento arquetípico: pareja en la que ambas
partes están distanciados social y culturalmente, pero que el amor une en flechazo,
luego se distancian por un malentendido. Ella triunfa y vuelven a
reconciliarse. Nada nuevo… pero tratado con una sensibilidad que solamente un
buen director y unos buenos actores elevan a la categoría de película de
calidad. En manos de otros, el mismo guion se hubiera convertido en un folletín
edulcorado y sentimentaloide. Sin embargo, en manos de Jesús Franco, la
película fluye, los números musicales la aligeran y animal y constituyen las
transiciones entre las escenas. Es, como hemos dicho, una película
sorprendente, no en sí misma, sino por el hecho de que la dirigiera Jesús
Franco que luego dirigiría cintas de destape, mal hilvanadas, peor montadas,
con guiones apresurados, frecuentemente incoherentes y títulos rayanos en el
porno (Orgía de ninfómanas, 1981; La chica de las bragas
transparentes, 1981; Gemidos de placer, 1980; Vampyros
Lesbos, 1970; Historia sexual de O, 1984; El ojete
de Lulú, 1986; y así sucesivamente…). A lo largo de esta web, tendremos
ocasión de analizar cuando se torció su carrera.
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