SÉPTIMA PÁGINA (1950) – LADISLAO VAJDA – ASÍ ERA MADRID EN LOS 50
Hay películas que, aparte del valor intrínseco que puede tener su
argumento, las interpretaciones, la ambientación y la parte técnica, son
testimonio de una época. Cuando dentro de unos siglos se quiera recurrir a la
reconstrucción cómo era Madrid a principios de los años 50, su sociedad, sus gentes,
su estilo de vida, sus convicciones, será necesario recurrir a esta cinta de
Ladislao Vajda. Allí está todo lo necesario, como si se tratara de un compendio
de sociología.
FICHA
TITULO: Séptima Página
AÑO: 1950
DURACIÓN: 72 minutos
DIRECTOR: Ladislao Vajda
GÉNERO: Drama periodístico
ARGUMENTO: La séptima página del
diario La Jornada es un batiburrillo de noticias de sociedad, crónica
negra, curiosidades y tragedias. La película nos ofrece una panorámica de cómo
era la gente que escribía en esa página y quiénes la protagonizaban. Y ahí
entran desde delincuentes a personalidades de la alta sociedad.
ACTORES: Adriano Domínguez, Alfredo
Mayo, Jesús Tordesillas, Luis Prendes, Rafael Durán, Raúl Cancio, Julia Caba
Alba
CLIPS
CLIP 1 – CRÉDITOS: ESTÁN TODOS LOS SON Y SON LOS MÁS GRANDES
CLIP 2 – LA SALA DE FIESTAS FUENTE DE INFORMACIÓN PARA LA PÁGINA
SIETE
CLIP 3 – UNA TRIFULCA ORIGEN DE TODOS LOS PROBLEMAS
CLIP 4 – TODOS A COMISARIA…
CLIP 5 – PERSONAJES Y SITUACIONES MADRILEÑAS DE OTRA ÉPOCA
CLIP 6 – “UN SERENO ES SIEMPRE UN SERENO…” (PROFESIÓN
DESAPARECIDA)
CLIP 7 – EL PAPA DEL BRIBÓN, EL PAPA BANQUERO Y LA NIÑA CASADERA…
CLIP 8 – PEPE ISBERT VENDIENDO UN BOLSO DE COCODRILO
CLIP 9 – AMORES EN EL RETIRO, AMORES DE LOS 50
CLIP 10 – EL SICALIPTICO MAMBO CUBANO (FUERZA Y ENERGÍA PRECASTRISTA)
CLIP 11 – CARRERA ACABADA, DESENGAÑO SENTIMENTAL
CLIP 12 – EL CSI ESPAÑOL DE LOS 50: NADA QUE ENVIDIAR AL FBI…
CLIP 13 – AMORES QUE SE INICIAN EN LA REDACCION DEL DIARIO
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
A través de eMule: SÉPTIMA
PÁGINA (versión en formato AVI)
A través de eMule: SÉPTIMA
PÁGINA (versión en formato MKV)
Lo menos que puede
decirse sobre SÉPTIMA PÁGINA
Vajda llevaba en España desde finales de 1941. Mussolini había
obstaculizado la difusión de su película Conjura en Florencia,
protagonizada por Conchita Montenegro. La película, ambientada en el siglo XV
registró las diferencias y rivalidades entre los Medici y los Pazzi por el
control de la ciudad. La película, que terminaba siendo un dramón sentimental,
no fue del agrado de las autoridades: mutilada por un lado, debió, incluso de
cambiar el título (por el de Giuliano de Medici). Originariamente se llamó La
congiura dei Pazzi (es posible que los problemas de la cinta vinieran por
la delicada situación que vivió Italia a mediados de la Segunda Guerra Mundial
y animara a Vajda a establecerse a climas más apacibles; pero también es
posible que el título en italiano -Pazzi es apellido pero también indica “gente
loca”- fuera tomado por el régimen como una ofensa, hacia el propio gobierno o
hacia el pueblo italiano, algo que un húngaro no familiarizado con la lengua de
Dante podía intuir). Fue por este incidente por lo que el director decidió
trasladarse a España en donde rodaría sus mejores películas. Dos de ellas son
antológicas: Barrio
y El
cebo. Los años 50 marcarían su período de esplendor. Estrenó la
década, precisamente, con Séptima página.
Se trata de una “película río”. Cada personaje es protagonista en
un determinado momento y la película nos cuenta historias muy diferentes, todas
ellas unificadas por que la noticia que terminan desencadenando, acaba en la “séptima
página” de un diario madrileño imaginario.
Por una parte, el jefe de redacción cuya mujer está embarazada a
punto de tener un hijo. Por otra, el cronista de sociedad, cuyo amigo íntimo,
absolutamente borracho, va a casarse al día siguiente en un matrimonio por
interés y que termina enzarzándose en una pelea con un rufián que se encuentra
allí acompañado de una joven. Esta reconoce a su cuñado en el camarero que la
sirve y, en el momento de desencadenarse la pelea con el joven borracho. El
policía que acude a detener a los implicados está, por otra parte, investigando
un intento de homicidio del que ha sido víctima un sereno. Para colmo, el
redactor de “sucesos” del diario, que no sabe como cortejar a la telefonista de
la redacción, se queja de que no hay noticias que valgan la pena para su
sección y comparte estrecheces con su hermano que está a punto de terminar y
quiere casarse con una chica que ha conocido hace poco.
Una vez en comisaría, el borracho casadero debe permanecer toda la
noche en el calabozo, mientras que el rufián ha entregado una pistola al
camarero que la ha servido y que está casado con la hermana de la chica que le
acompañaba. Éste camarero se fija en que su esposa tiene un bolso de cocodrilo
que la hermana ha comprado en un establecimiento servido por un simpático
dependiente. El padre de la chica casadera, un banquero de altos vuelos,
multimillonario, se entera de que su futuro yerno, ha dormido en comisaría y
opta por anular la boda. Sin embargo, casualmente, el cronista de sociedad del
diario se entera de que tiene una amante a la que ha puesto un lujoso piso en
el centro de Madrid. Esta no es otra que la novia del hermano del cronista de
sucesos del diario, el que está a punto de acabar la carrera de medicina y
casarse con ella.
El cronista de sociedad, visita al banquero y le comunica que
conoce su secreto, para evitar que se publique deberá de autorizar la boda de
su hija. El banquero, inmediatamente, acude al piso de su amante para
comunicarle la ruptura, justo en el momento en el que el estudiante que, ha
recibido la noticia de que le han aprobado la última asignatura, ha ido al
mismo domicilio: entonces se entera de que es amante del millonario y huye
decepcionado. La hija del banquero, a todo esto, opta por poner una prueba a su
futuro esposo: le comunica que su padre está arruinado y que él deberá trabajar
para mantener a la familia. Obviamente, esto no convence al novio que ve cómo
sus planes de asumir la herencia se disipan por completo. Sin embargo, un amigo
de la familia, ingeniero, que siempre había mantenido buenas relaciones con la
familia y estaba atraído por la chica, se ofrece para casarse con ella y asumir
la responsabilidad de mantener a los padres de la novia que supone en la ruina.
El padre, por supuesto, acepta que su hija se case con un joven tan generoso.
El drama ocurre cuando el rufián acude a la sala de fiestas para que
el camarero le devuelva la pistola que le entregó el día anterior y que resulta
ser la que poco antes había disparado contra un sereno. El camarero, a todo
esto, no le había dicho a su esposa que había empezado a trabajar en un nuevo
local. La policía, a la que el camarero había entregado la pistola y era
consciente de que con ella se había cometido un delito, estaba en el local para
detener al rufián en el momento en el que reclamase el arma. Sin embargo, el
camarero, ve en una mesa, el mismo bolso de cocodrilo que había visto en su
casa y monta en cólera al descubrir que se mujer se había encontrado con el
rufián, así que dispara contra ella, siendo luego detenido por el policía
presente que seguía las investigaciones para detener al rufián. Para concluir,
el jefe de redacción tiene una hija, no un hijo como esperaba y el redactor de
sucesos logra tener una cita con la telefonista. Al día siguiente, la séptima
página del diario se publica con todas estas noticias: es un día normal en la
capital de España…
Todo este argumento (que parece enrevesado y que está diestramente
tratado por guionistas y director), visualmente, implica un cambio continuo de
escenarios, una agilidad y una sincronización perfecta. Hay dramatismo,
realismo, comicidad, intriga, tipismo, números musicales… Nada de todo esto es
gratuito: estamos viendo el Madrid de 1950, todas sus clases sociales: millonarios,
humildes, frívolos, apasionados, malvados, honestos, mujeres trabajadoras,
mujeres que se han prostituido a pesar suyo, mujeres resentidas, mujeres
tradicionales… Nada chirría en esta cinta: nada parece fuera de lugar, a pesar
de que todo, inicialmente, está disperso y unificado solamente por el marco
geográfico-temporal: es el Madrid de 1950. Cuando dentro de unos siglos intente
reconstruirse cómo era la vida de Madrid y de los madrileños en aquella época,
esta cinta resultará un documento imprescindible, porque no hay nada en ella
que sea exageración o falsedad. Más que “neo-realismo” es una cinta de realismo
puro y absoluto.
La parte cómica está a cargo de Manolo Morán (el sereno), Pepe
Isbert (el vendedor de bolsos) y el mayordomo de la casa del banquero. La parte
frívola, la asume Raúl Cancio. Adriano Domínguez, que pasó la mayor parte de su
carrera sobre las tablas, es el cronista de sucesos y Romero Marchent su
hermano. Eloisa Muro, es la mujer del banquero, permanentemente en fuera de
juego, mientras que Rafael Arcos realiza una actuación espléndida como novio
alcoholizado. En cuanto al rufián no es otro que Alfredo Mayo. Luis Prendes es,
por su parte, el camarero que termina desencadenando el drama, asesinando a su
intratable mujer, papel interpretado por Maruja Asquerino. Maria Rosa Salgado
aparece como la hija del banquero. José María Rodero aparece como amigo de la
familia del multimillonario y generoso ingeniero que ama en secreto a la hija. Rafael
Durán, para termina, es el popular policía que está presente en las
investigaciones y que termina herido en el tiroteo. También podemos mencionar
la breve aparición de Paquito Cano, el futuro “Locomotoro” del programa
infantil de TVE Antena Infantil.
Mención especial merecen los guionistas de esta “película río”:
José Santungini (que, a partir de
entonces, colaboraría con Vajda en casi todas sus películas),
considerado como el mejor guionista de la época, fallecido tempranamente en
1958 y Ángel Gamón a quien le correspondió elaborar los agudos diálogos. Ambos
recibieron dos premios del Círculo de Escritores Cinematográficos por el mejor
argumento y el mejor guion, en su 7ª edición.
La película puede ser considerada como una obra maestra de
sincronía, actuaciones, localizaciones y valor documental de una época. No es,
desde luego, la mejor película de Vajda, pero sí su propuesta más arriesgada:
hoy, nadie se atrevería a realizar una película sin un protagonista claro;
nadie aceptaría una película que no fuera para lucimiento de algún actor de
moda, ni mucho menos que mostrara algo que un documental puede mostrar con más
detalle. Son pocas las películas que surgen de la fusión de géneros tan
distintos y que, sin embargo, consiguen tocar la fibra sentimental del
espectador, antes de que ría a carcajadas o de que se pregunte quién es el
asesino o que nos deleitemos con un número musical. Entramos en unas salas de
fiesta de lujo, pero también en barrios miserables, en casas señoriales y en pisos
de amantes privilegiadas, en las calles de un Madrid que ya en 1950 empezaba a
ser populoso y con sus calles centrales saturadas por el tráfico. Y, por si
fuera poco, entramos en el interior de la sede de la policía: sorprende, entre
otros detalles, la anticipación que supone el mostrar el gabinete del “CSI
español”: un sótano húmedo y destartalado en el que se hacen las pruebas
balísticas -exactamente iguales a las popularizadas por el CSI norteamericano…-
incluido un microscopio, que demuestra los medios de la policía de la época.
La película tiene algunos momentos cumbres que el espectador
deberá reconocer. Pero, no nos resistimos a mencionar el endiablado mambo,
tanto en su ensayo como en su ejecución final, que realiza una pareja cubana y
que podemos calificar como “salvaje” y descoyuntador y que demuestra que, la
censura no siempre operaba con los mismos patrones.
Es una película que hay que ver en todos sus detalles en la que,
incluso la fotografía y la iluminación contribuyen a crear ambientes
contradictorios y a sugerir situaciones. Es la herencia que recibió Vajda del
expresionismo alemán y de su admirado Fritz Lang.
Otros enlaces:
Comentarios
Publicar un comentario