BARRIO (1947) – Ladislao Vadja – Simenón reinterpretado y Maigret carpetovetonizado
Ladislado Vadja es de todos los cineastas extranjeros que han dirigido en España, el que resultó ser “más español”. Con influencias de la escuela expresionista weimariana, filmó su primera película en 1932. Tras trabajar en la Italia de Mussolini, se establecerá en España en 1943. Su nombre está ligado a películas como Marcelino pan y vino (1955) o El Cebo (1958), por las que merecería pasar a la historia del cine. En Barrio, adapta una novela de Georges Simenon. Y consigue una película, tan olvidada como inolvidable. Otro director de la época franquista a reivindicar.
FICHA
TITULO: Barrio
AÑO: 1947
DURACIÓN: 68 minutos
DIRECTOR: Ladislao Vajda
GÉNERO: Drama
ARGUMENTO: Un cobrador ha sido
asesinado en un barrio infame. La investigación corre a cargo de un veterano
inspector de policía que tarda poco en identificar a los sospechosos. Sin
embargo, la maledicencia del barrio, atribuye el crimen a un hombre retraído y
aislado que practica una especie de amor platónico hacia una cantante, novia
del verdadero asesino.
ACTORES: Milú, Guillermo Marín,
Manolo Morán, Fernando Nogueras, Tony Leblanc, Antonio Riquelme, Fernando
Aguirre, Santiago Rivero, Irene Caba Alba, Julia Caba Alba, Aurelia Carrascal,
Manuel San Román, Rafael Bardem, Juana Mansó, Manuel Requena, Consuelo Jacomé,
Irene Gutiérrez Caba, Isabel de Castro
CLIPS
CLIP 1 – LOS NIÑOS DE BARRIOS (ESOS CABRONAZOS…)
CLIP 2 – “MAÑANA TERMINARÉ PARA NO VOLVER A ESTE BARRIO NUNCA MAS…” (Leblanc + Irene GB)
CLIP 3 – MUERTE ENTRE LAS SOMBRAS, LA MISERIA Y LA SUCIEDAD
CLIP 4 – UN TRUCO VIEJO PARA UN BARRIO INFAME
CLIP 5 – “NINÓN” CANTANDO Y PROVOCANDO. EL INSPECTOR, INVESTIGANDO
CLIP 6 – “DON CÉSAR” EL VECINO ENAMORADO DE “NINÓN”
CLIP 7 – “NINÓN” LLAMA A LA PUERTA…
CLIP 8 – LA MALEDICENCIA APUNTA CONTRA “DON CÉSAR”
CLIP 9 – EL TANGO DE “NINÓN” (PENSANDO EN IBEROAMÉRICA)
CLIP 10 – NO HAY PIEDAD PARA EL HONESTO
CLIP 11 – EL DISCURSO FINAL DEL MAIGRET CARPETOVETÓNICO
Carteles y programas
Cómo localizar la
película
En youTube: BARRIO
A través de eMule: BARRIO
Lo menos que puede
decirse sobre BARRIO
Se llamaba László Vajda Weisz. Había nacido en Hungría, era de
origen judío y en 1938 optó por abandonar el país, no tanto por motivos
étnicos, como por mejorar sus expectativas profesionales. Recaló inicialmente
en París y luego pasó a Italia donde dirigió por primera vez un largometraje. Finalmente,
optó por integrarse en la industria de Hollywood que, a la postre, era la que
ofrecía más rentabilidad. Había trabajado en Austria y Alemania como guionista.
Antes, al otro lado del océano tuvo ocasión de conocer a los, también judíos,
Billy Wilder y Henry Koster para los que trabajó como montador. Se cuenta que,
tras la prohibición de su segunda película por Mussolini (La conjura de
Florencia, 1941), optó por venir a España en 1942. Su primera película,
Se vende un palacio (1941) tuvo como protagonistas a Mary Santamaría,
José Nieto, Manolo Morán y Roberto Rey. En el curso de este periplo español
rodaría una coproducción con Portugal, Barrio, en 1947. Se sintió bien en
nuestro país, en el que moriría en Barcelona a la temprana edad de 58 años a
causa de un fallo cardíaco en 1965. Estaba rodando La dama de Beirut
con Sara Montiel. Olvidado en la transición, hoy su obra vuelve a revalorizarse
y se le considera como uno de los directores de cine europeos más importantes de
la historia. Su película mas famosa, El cebo (1958), coproducción
hispano-germano-suiza, de la que, posteriormente se han rodado en Hollywood
tres versiones, una de ellas, El juramento (2001) fue protagonizada
por Sean Penn y dirigida por Jack Nicholson. Durante el franquismo puede ser
considerado como el “director extranjero más importante del cine español”…
Barrio es una película
perturbadora. No hay ni un solo rayo de sol. Toda la trama discurre entre
callejas estrechas, tugurios de mala muerte y viviendas insalubres. La película
rezuma miseria, podredumbre y zafiedad en la mayoría de sus protagonistas. Se
basa en una novela Georges Simenon, adaptada por Antonio de Lara y Enrique
Llobet, para el cine. Sabemos que los pocos exteriores de la película se
rodaron en Oporto, porque en una escena aparece el famoso puente de hierro en
el fondo. Y, además, porque la co-protagonista es la actriz portuguesa Milú, de
verdadero nombra, Maria de Lurdes de Almeida Lemos. En realidad, la novela de
Simenon, El noviazgo de Monsieur Hire, estaba ambientada en la zona portuaria
de Marsella: allí se situaba el barrio mil veces maldito.
La novela ya había despertado el interés de Julien Duvivier
(director, no se olvide de La Bandera, 1934, película cuya trama
transcurre entre la Barcelona del Barrio Chino y el protectorado de Marruecos
durante la guerra del Rif, con los protagonistas uniformados con la camisa y el
chapiri legionario) que había filmado una primera versión con el título de Panique
(1946). Al año siguiente, el éxito de la película hizo que Doperfilme y
FaroFilms, realizaran la versión hispano-portuguesa de la misma, para la que
contaron con tres actores cuyas carreras estaban en alza en aquellos momentos:
la portuguesa Milú que ejerce de mujer fatal, cantante en un tugurio
barriobajero, novia del asesino y vecina de Guillermo Maris (que no hacía mucho
había alcanzado fama con La
vida en un hilo y con La
torre de los siete jorobados) y Manolo Morán que, en el fondo, era
la versión española del “inspector Maigret”, quizás algo más chabacano,
desprovisto de todos sus lastres parisinas. En la película aparecen dos actores,
jovencísimos, que pasarán a la historia del cine español: Tony Leblanc e Irene
Gutiérrez Caba.
Quizás la actuación más deslucida sea la de Milú que, en realidad,
más que actriz era cantante, tal como se nota en la cinta donde interpreta
varias canciones que, en realidad, rompen la unidad argumental del conjunto. Su
actuación es excesivamente teatral, sobreactuada y con movimiento poco espontáneos.
En su versión portuguesa, la película se llamó Viela, rua sem sol,
un título que, al año siguiente recuperaría Rafael Gil para rodar La
calle sin sol (1948), ambientada en el tumultuoso y oscuro Barrio Chino
barcelonés.
Las primeras escenas nos muestran a un barrio sórdido de callejas
estrechas y vecinos hoscos. Es uno de los peores lugares en donde se puede
vivir. Un obrero que trabaja circunstancialmente allí -Tony Leblanc- solamente quiere
acabar la obra para irse de allí y no volver más. Ha conocido a una chica del
barrio -Irene Gutiérrez Caba- que también quiere irse. Su madre, sin embargo,
agresiva, posesiva y hostil a todo se lo impide. Es la portera del inmueble en
el que vive “Don César” (Guillermo Marín) un hombre solitario y tímido, retraído
y con más calidad moral que sus vecinos. Desempeña un puesto de funcionario en
la administración portuaria y no suele hablar con nadie. Llega del trabajo y se
encierra en su miserable apartamento. Desde allí, por una ventana, ve lo que
ocurre en el piso de enfrente. Allí vive una hermosa mujer, “Ninón” -Milú- con
su amante, un macarra y pequeño delincuente.
La monotonía del barrio es turbada por la aparición de un cuerpo.
Un hombre, cobrador de una compañía, ha sido asesinado. La policía llega y el
jefe superior encarga a su hombre de confianza -Manolo Morán- la investigación.
Éste recurre a un truco ingenuo e infantil, fingirse borracho para observar
mejor las reacciones. Pronto llega a la conclusión de que el macarra es el
asesino. Ahora solamente queda encontrar las pruebas para incriminarlo. Para
ello se gana la confianza de la portera del inmueble que afirma “conocer al
asesino”: para ella no hay duda de que el inquilino retraído es quien ha
clavado a la víctima su navaja. El policía no le hace mucho caso, pero obtiene
de ella, las llaves para registrar el apartamento. Pronto, su única duda es si
ha actuado solo o en complicidad con la cantante. Mientras, la portera va
extendiendo el rumor de que “Don César” es el asesino. Éste, ajeno a los
cuchicheos, termina conociendo a la cantante y le ofrece abandonar el barrio e
irse ambos a Iberoamérica para establecerse allí. Ella duda, pero, finalmente, verá
en la propuesta la posibilidad de salir de aquel ambiente asfixiante e insano.
El macarra lo advertirá y se lo impedirá.
“Don César”, sube al barco en el que ha quedado citado con la mujer.
Ella no llega. El macarra, enfurecido, la persigue por las callejas de la
ciudad y ella no puede llegar hasta el barco. “Don César”, baja del navío y
trata de buscarla, pero al llegar al tugurio, la masa lo reconoce como aquel al
que la portera lo ha señalado como el asesino. Perseguido por las calles, apedreado,
será, finalmente, herido de gravedad, justo antes de que la policía llegue y
restablezca el orden y se haga con el asesino.
El final es esperanzador: tanto “Don Cesar” como la cantante, en
la ambulancia, reafirman su voluntad de irse del barrio. Los dos jóvenes -Tony
Leblanc e Irene Gutiérrez Caba- se prometen hacer otro tanto. Mientras, el
policía maldice nuevamente el barrio y a sus gentes…
El argumento está comprimido en poco más de una hora. Es bastante
lineal, poco realista, excesivamente rápido: pero efectivo. Cuenta una
historia, la cuenta brevemente, sin irse por las ramas. No sobra ni falta un
minuto en esta cinta.
La influencia del cine expresionista es muy clara. Todo, la
decoración interior de los apartamentos, con sus vigas de madera, sus
desconchados, la suciedad que destilan los muros, los juegos de luces y
sombras, los encuadres, remiten directamente a la primera escuela cinematográfica
que floreció en Weimar.
Manolo Morán es el actor que mejor podía haber representado a la
hispanización de Maigret. Efectivo en su trabajo, enérgico, avalado por su
expresión facial y su aspecto de hombre del pueblo, próximo al pueblo y provisto
de una intuición natural, nos hace olvidar lo ingenuo de sus trucos para llegar
a la verdad.
Llama la atención el desprecio a la “corrección política” que
muestra el guion. Hoy la película hubiera sido censurada por la crítica que
sostendrá que todos los barrios, ricos y pobres, son igualmente dignos y que
sus gentes no merecen la retahíla de insultos e invectivas que le dirigen los
protagonistas “positivos” de la cinta. No era esa la visión, ni de Vajda, ni la
de Simenon, ni la más frecuente en la España de aquella década. De hecho, el
país había entendido y aplaudido la decisión del ejército alemán cuando ocupó
Marsella: dinamitar íntegramente el barrio portuario para atajar la
delincuencia de una vez por todas. En realidad, lo que Vajda y Simenon han
hecho, ha sido poner resaltar la miseria moral de la población de un barrio,
acentuándola con lo peor de un urbanismo insalubre que muestra suciedad,
pestilencia, oscuridad, humedad. Las cualidades morales que exige la vida en
comunidad, están ausentes de aquel barrio: el sentido común indica que, quien
todavía experimenta incomodidad e incomprensión ante el delito, la zafiedad, la
maledicencia y la brutalidad, debe abandonar el barrio como sea. Y nunca,
absolutamente nunca, meterse a redentor…
Vajda rodará después de esta película otros títulos más “alimentarios”,
sin gran interés, hasta que en llegue su Marcelino pan y vino
(1955), Mi tío Jacinto (1956) y, finalmente El cebo
(1958), su gran película.
Otros enlaces:
Apuntes sobre las relaciones
cinematográficas húngaro-españolas y el cine de Ladislao Vajda – Csikós, Zsuzsanna
La imagen del judío en el cine español
– A. Shala
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