EL PRESIDIO (1930) – EDGAR NEVILLE – CUANDO TODAVÍA NO SE HABÍA SUMADO A FALANGE ESPAÑOLA

Seis años antes del estallido de la guerra civil, tres años antes de la proclamación de la República, un año después del crack de 1929, Edgar Neville realizó su primer trabajo para la Metro-Goldwyn-Mayer: la adaptación de The big House de George Hill. Era, por entonces, un diplomático que odiaba la carrera diplomática y amaba el cine. Al ser destinado a los EEUU tardó poco en aprovechar unas vacaciones y personarse en Hollywood. Allí cayó bien. Se hizo amigo de las grandes estrellas del momento y aprendió la técnica de los mejores directores. En 1930, los directivos de la Metro lo consideraron con capacidad suficiente como para darle la responsabilidad de filmar la versión española de una película que había constituido un éxito. Se estrenaría con el nombre de El presidio. Fue la primera película de Neville.

 

FICHA

TITULO: El presidio

AÑO: 1930

DURACIÓN:  89 minutos

DIRECTOR: Edgar Neville

GÉNERO: Negro

ARGUMENTO: Un joven atropella y mata a una persona siendo condenado a 10 años de prisión. Allí conoce a dos presos veteranos: un brutal atracador de bancos y un ladrón que pronto saldrá en libertad. El atracador organizará un motín que revolucionará la prisión y causará varios muertos.

ACTORES: Juan de Landa, José Crespo, Luana Alcañiz, Tito Davison, Giovanni Martino, Luis Llaneza, Juan Canals de Homs, Romualdo Tirado, José Soriano Viosca, César Vanoni, Alma Real, Antonio Vidal, Carlos Cea, Vicente Padula, Gabry Rivas

 


CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS


CLIP 2 – LA LLEGADA DEL PIPIOLO AL PRESIDIO


CLIP 3 – UNA CELDA TÍPICA DE LA PRISION


CLIP 4 – UNA PRISION INSPIRADA EN METRÓPOLIS


CLIP 5 – GENTE BRONCA QUE NO TOLERA BROMAS


CLIP 6 – EN EL COMEDOR DEL PRESIDIO


CLIP 7 – EN EL LOCUTORIO CON LOS SERES QUERIDOS. RECLUTANDO UN CHIVATILLO


CLIP 8 – EN LAS CELDAS DE CASTIGO


CLIP 9 – UNA FUGA DE PRISION


CLIP 10 – PREPARANDO EL MOTIN


CLIP 11 – EN PLENO MOTIN


Carteles y programas

 

 


 



Cómo localizar la película

En YouTube: EL PRESIDIO

En eMule: EL PRESIDIO (en formato mkv)

Lo menos que puede decirse sobre EL PRESIDIO

Hacía sólo tres años que Alan Crosland había estrenado The Jazz Singer (1927, El cantor de jazz), la primera película sonora. A partir de ese momento, el cine tomó otro rumbo. En 1930, el sonido estaba lo suficientemente perfeccionado como para que se pudieran entender los diálogos, pero no tanto como para realizar doblajes. Así pues, cuando una película sonora se exportaba, era necesario filmarla de nuevo con actores que hablaran la lengua del país al que se destinaba. Una película rodada inicialmente en lengua inglesa, debía ser filmada en los mismos escenarios, como se hizo con El presidio, también en lengua francesa, española y alemana. Bastaba, simplemente, con adaptar los diálogos y sustituir a los actores por otros de diferentes dicciones nacionales. Era trabajoso, lento, costoso y complicado, pero así se hizo. Y fue para preparar versiones españolas por lo que la Metro Goldwyn Mayer contrató a un joven diplomático, llegado a los EEUU por su profesión de diplomático y a Hollywood por su afición al cine: Edgar Neville.

Neville, empezó traduciendo los guiones de películas inglesas al castellano, luego pasó a redactar las adaptaciones y, finalmente, se le confió la dirección de uno de estos productos: El Presidio, rodada a rebufo del éxito de The Big House, filmada ese mismo año y que se llevó cuatro nominaciones y dos Oscars (al mejor guion y al mejor sonido) en la edición de 1929. Este éxito generó el que la MGM optara por la exportación del productor a los principales países europeos y, por lo demás, la versión en castellano era también proyectable para los países situados al sur del Río Grande.

En la versión española, los protagonistas fueron sustituidos por actores españoles o de origen latino: Juan de Landa, José Crespo, Luana Alcañiz… El primero de todos ellos, Juan de Landa, ya tenía una pequeña experiencia en Hollywood a donde había llegado en 1929 y rodado su primera película, nada más y nada menos que secundando a Buster Keaton en De frente, marchen (1930), una comedia sobre la primera guerra mundial. Fue uno de los rostros más conocidos del cine español en los años 40-50. Habitualmente aparecía como “malo” gracias a sus facciones. Era uno de los milicianos que vimos en Frente de Madrid, de Edgar Neville y uno de los diablos de la hilarante Faustina de Sáenz de Heredia. Actor todoterreno, apareció también en el reparto de Obsesión (1943) la película de Luchino Vinconti con la que se inaugura el cine neorrealista italiano.

De Landa interpreta a “Butch Smith”, un atracador y asesino, habitual de la “Thomsom” y de resolver todos los problemas con los puños o con las armas, un personaje que oscila entre la brutalidad y la ternura. Su contrapartida es “John Morgan”, un falsificador que comparte celda con “Butch” y con un “pipiolo”, “Kent Marlowe”, encarcelado por causar la muerte de un hombre en el curso de un accidente de tráfico. “Kent” no es delincuente y difícilmente se adapta a las duras condiciones de vida de la prisión. “Morgan” está interpretado por el actor español José Crespo cuya llegada a los EEUU fue a través del teatro. Sin embargo, el éxito de su trabajo en El gran Galeoto de José Echegaray, implicó que los estudios de Hollywood decidieran contar con él a partir de 1929, antes incluso de que tuviera permiso de presidencia. A partir de ese momento y durante varias décadas, residió entre EEUU y México. En la capital del cine trabajó para las grandes productoras: la Paramount, la Fox, la United Artists, la MGM. Dobló también al actor Joseph Cotten y, a partir de 1964, fue llamado a Nueva York para dirigir el Teatro Español de esa ciudad. Regresó definitivamente a España en 1967 y vivió sus últimos años en su residencia frente al Mar Menor. Su prolongado historial cinematográfico se prolongó desde 1928 hasta 1980. El presidio fue su tercera película.

La historia que nos presenta El Presidio puede parecer hoy tópica y poco original, pero en 1930 tuvo la habilidad de reunir todos los elementos propios del “cine carcelario”: la entrada en prisión, el inevitable motín, las peleas entre los presos, los distintos tipos de presidiarios, el comedor de la prisión, los locutorios y las visitas de la familia, etc. Si se observa bien se verá en algunas escenas con planos alejados de los personajes, que estos no son los mismos: en efecto, la productora optó por ahorrar presupuesto en algunas escenas en las que juzgó que el espectador no distinguiría los rostros de los protagonistas y se utilizó para el montaje fragmentos de la película original rodada en inglés, especialmente en aquellos planos en los que los protagonistas no hablaban… Puede comprobarse en la escena que se desarrolla en la enfermería de la prisión poco antes de la fuga de “Morgan”.

El margen creativo que se le concedió a Neville fue nulo. Tan solo debía limitarse a realizar de la manera lo más parecida posible lo que ya había dirigido George W. Hill, en la versión inglesa. Pero si bien no hay nada que pueda considerarse “de Neville”, lo cierto es que esta película fue su confirmación de que, “lo suyo” era el cine. Aprendió el oficio. Aprendió a dirigir, aprendió los trucos y los recursos que luego utilizaría a su antojo en sus propios películas realizadas ya en España. Aprendió a hacer una película y lo hizo entre los mejores, con toda la modestia de la que era capaz y el interés concentrado en cada gesto, en la situación de cada elemento.

Falta música en esta película. Era el tributo a la novedad del sonido. Todavía no se conocían sus enormes posibilidades de comunicación. El énfasis se ponía en el guion y en el papel de los actores. Éstos, procedían casi en su totalidad, del teatro y tampoco estaban muy familiarizados con el nuevo medio de expresión. De ahí que sus interpretaciones sean algo teatrales, tengan tendencia a sobreactuar o a vacilar en la consideración de sus personajes.

También parece evidente que el cine de Hollywood, en aquel momento, estaba muy influido por Metrópolis (1927) de Friz Lang. Los planos generales del patio de la prisión e incluso del interior, remiten al mundo subterráneo, oscuro y sórdido que tan bien reflejó el guion de Thea Von Harbou en la producción expresionista. ¡Tiempos aquellos en los que Hollywood imitaba a la cinematografía europea!

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