EL HOMBRE QUE VINO DEL ODIO (1971) – León Klimovsky – Desertor de Vietnam secuestra en Roma a albanesa...

Fue una de esas películas alimentarias y rutinarias con las que Klomovsky iría concluyendo su carrera cinematográfica. Sabía que no le aportaría gran cosa, así que se limitó a cumplir su cometido. Llama la atención cómo en el tardofranquismo, muchos directores ambiciosos aceptaron filmar películas extrañas como ésta que aportarían poco lustre a su filmografía-

FICHA

TITULO: El hombre que vino del odio

AÑO: 1971

DURACIÓN: 81 minutos

DIRECTOR: León Klimovsky

GÉNERO: Intriga

ARGUMENTO: Un sargento del ejército norteamericano que servía en Vietnam, deserta. Sin tener un plan prestablecido, sus pasos terminan en Roma a donde ha llegado gracias a la ayuda de un desconocido a cambio de introducir algunas monedas de oro. A partir de ese momento, el excombatiente se ve envuelto en una trama que organiza el secuestro de una bailarina albanesa.

ACTORES: Lang Jeffries, Luciana Paluzzi, Dennis Safren, Antonio Mayans, George Rigaud, Julio Peña, Barta Barri, Luis Induni, José Nieto, Gustavo Rojo

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS Y LA SELVA VIETNAMITA NO ES LA SERRANÍA MADRILEÑA


CLIP 2 – DE VIETNAM A THAILANDIA


CLIP 3 – UN PEQUEÑO FAVOR DEL DESCONOCIDO PARA LLEGAR A ROMA


CLIP 4 – SOBREVIVIENDO EN LA CIUDAD ETERNA


CLIP 5 – OTRO DESCONOCIDO Y OTRAS PROPUESTA, MÁS O MENOS, DESHONESTA


CLIP 6 – PREPARANDO EL RETORNO A EEUU CON LA NOVIA ROMANA


CLIP 7 – REALIZANDO LA OPERACIÓN SECUESTRO


CLIP 8 – LAS COSAS SE COMPLICAN


CLIP 9 – UN ANILLO QUE VALE UN POTOSÍ


CLIP 10 – Y LAS COSAS SE COMPLICAN MÁS AÚN


CLIP 11 – MUERTO HASTA EL GUIONISTA…


 

 

Carteles y programas



 

 

 




Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: EL HOMBRE QUE VINO DEL ODIO (Formato AVI) Primera Opción

A TRAVÉS DE EMULE: EL HOMBRE QUE VINO DEL ODIO (Formato AVI) Segunda Opción

 

Lo menos que puede decirse sobre EL HOMBRE QUE VINO DEL ODIO

Se diría que, con el inicio de la nueva década, el cine español empezó a introducir temáticas nuevas que tenían, al menos aparentemente, poco que ver con lo hecho anteriormente. Es cierto que en 1968, Isasi-Isasmendi había rodado Las Vegas 500 millones, No era normal. Salvo que se quisiera realizar una película para el mercado euro-norteamericano, esto es, para la exportación y que quienes lo quisieran fueran inversores europeos ansiosos de rentabilizar lo antes posible el producto. Para ellos, lo esencial era contar con un director que hubiera mostrado “cualidades”. E Isasi-Isasmendi las tenía. Había rodado Estambul 65, dirigiendo a un plantel de buenos actores internacionales (Horst Buchholz, Sylvia Koscina, Parrette Pradier, Madio Adorf, Klaus Kinsky…) y, por tanto, se le podía confiar un proyecto similar. Salió bien. Así que era posible construir “películas españolas” con “temáticas norteamericanas”… a condición, naturalmente, que el director estuviera bregado en su oficio y tuviera mano izquierda para dirigir actores. Fue así como se gestó esta película de presupuesto limitado que para salir medianamente bien había que confiar a un director experimentado; a León Klimovsky. El dinero salió de inversores hispano-italianos que arriesgaron lo justo. El resultado no es malo y esto es lo que sorprende.

Las primeras escenas son bastante demoledores. Ni siquiera Klimovsky pudo hacer de la sierra madrileña un nuevo Vietnam. Vemos, eso sí, evolucionar a un grupo de extras con uniforme norteamericano y a otro grupo ataviados como “vietcongs”. Ninguno de los dos logra convencernos de que nos encontramos en las selvas de Vietnam. No es el mejor comienzo. Pero es allí en donde un sargento de los marines deserta y se refugia en un país del sudeste asiático desde donde intentará llegar a Europa. Para ello contará con la ayuda de un amigo circunstancial que, a cambio de pagarle el viaje, le pedirá que introduzca unas monedas de oro en Roma. Bruscamente, pasamos de un Vietnam increíble a una Roma mucho más próxima y aceptable.

El antiguo sargento es un superviviente nato. Se las compondrá para relacionarse en Roma con los bajos fondos de la ciudad y para hacerse con una nueva personalidad, como periodista de una agencia norteamericana. Un mal día, alguien le propondrá un negocio redondo (mal asunto, cuando a alguien le proponen algo así). Se tratará de secuestrar a una bailarina albanesa que actúa con un ballet de su país en la capital italiana. Aparentemente se trata de una “desertora” del régimen comunista, pero poco después, el propio ex marine comprueba que hay algo más. Se trata de una simple trama de corrupción mafiosa y, a partir de ahí, su problema es cómo salir vivo de aquella situación y cómo salvar a la bailarina.

La película cuenta con un protagonista, Lang Jeffries que andaba por Italia y había participado en algún “peplum” olvidable y algún espaguetti-western no menos olvidable. Vivía en Roma y se había casado con la madre de Paul Getty III. Su filmografía está compuesta por una veintena de títulos olvidables. De hecho, esta es una de sus películas más llevaderas y coherentes.

Klimovsky hizo lo que le pidieron y, como solía, ocurrir, salió airoso del amargo trance. El guion no daba para mucho lucimiento y esa bastante atolondrado, sin embargo, el resultado final es bastante superior a lo que las primeras escenas -filmados en una increíble serranía madrileña pasada por la procelosa selva vietnamita- permitían prever.

Klimovsky, al parecer no se sentía muy seguro dirigiendo a Lang Jeffries y a Luciana Paluzzi, así que recurrió a actores con los que ya había trabajado: George Rigaud, incombustible, elegante y caballeroso como él solo, Julio Peña, Barta Barri, Luis Inducina, José Nieto y Gusvago Rojo, que convierten una producción anónima, en un producto carpetovetónico, por mucho que Barri e Induni, hubieran nacido en el extranjero, pero encontrado en España, el lugar ideal para desarrollar sus talentos interpretativos.

Hay un momento en el que, olvidadas las escenas iniciales, asumimos que nos encontramos en Roma y que vamos a asistir a una intriga internacional. Dirigida por otro, esta película hubiera podido constituir un clamoroso fracaso y un portento de excentricidades sumadas, sin embargo, Klimovsky logra trenzar una película de intriga y aventuras que mantiene en vilo al espectador hasta el final.

 

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