SI VOLVEMOS A VERNOS (1968) – Francisco Regueiro – Ideología woke durante el franquismo…

Una vez más, Regueiro se adelantó a su tiempo. Si en El Buen Amor describió en 1963, cómo sería la juventud de los años 90 o en Duerme, duerme mi amor, adelante unos 7-8 años el nacimiento de la “comedia madrileña”, en esta película, Si volvemos a vernos, se anticipa a la ideología woke con 45 años de anticipación. Como mínimo, un valor añadido a este director tan particular

FICHA

TITULO: Si volvemos a vernos

AÑO: 1968

DURACIÓN: 84 minutos

DIRECTOR: Francisco Regueiro

GÉNERO: Drama

ARGUMENTO: Un soldado norteamericano destinado a Torrejón y casado con una española de pasado agitado, teme ser enviado a Vietnam y valora la posibilidad de licenciarse y volver a los Estados Unidos. Ella no está convencida de acompañarla.

ACTORES: Esperanza Roy, Robert Packer, Alfredo Mayo, Beverly Atkinson, Francisco Serrano,

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS MADE IN QUEREJETA


CLIP 2 – UNA PAREJA NO PARTICULARMENTE BIEN AVENIDA. UN MILITAR ATERRORIZADO.


CLIP 3 – LA CRISIS DE LOS MISILES VISTA DESDE MADRID


CLIP 4 – CON UN ANTIGUO CLIENTE


CLIP 5 – A LA AMIGA NO LE SIENTA BIEN BEBER


CLIP 6 – “CREO QUE QUEREIS IROS A AMÉRICA…”


CLIP 7 – CON EL ANTIGUO AMANTE (Y, MIENTRAS, GUERRA EN ORIENTE MEDIO)


CLIP 8 – LA SOLEDAD DEL CABALLERO ESPAÑOL


CLIP 9 – LA BASE DE TORREJÓN YA NO ESTÁ ACUARTELADA


CLIP 10 – ORACIÓN, DESPEDIDA Y CIERRE (abierto)


 

Carteles y programas

 

  

Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: SI VOLVEMOS A VERNOS (formato AVI)

En FlixOlé: SI VOLVEMOS A VERNOS

 

Lo menos que puede decirse sobre SI VOLVEMOS A VERNOS

En alguna ocasión hemos dicho que el cine de Regueiro estuvo sobrevalorado por la crítica progresista e infravalorado por el público. Aquí, lo reiteramos, añadiendo otra precisión: se adelantó, indudablemente, a su tiempo. Y de qué manera. Ya lo vimos en El buen amor, en donde presentó a una pareja de jóvenes con la frivolidad y la superficialidad que serían habituales en la juventud noventera. Realizó una comedia, Duerme, duerme mi amor (con expectativas de “crítica social”) lustro y medio antes de que se afirmada la “comedia madrileña”. Trató en Amador, el tema de un asesino en serie, cuando aun faltaban 10 años para El Arropiero, primer “serial killer” carpetovetónico liquidara a no se sabe cuantos ciudadanos. Para colmo, en Me enveneno de azules trató de introducir el tema freudiano y la pulsión edípica, en el momento en el que estaba de moda y parecía incuestionable entre la progresía y el freudo-marxismo marcussiano… y que hoy ha sido arrojado al pozo de las supersticiones precientíficas. Aquí también, en Si volvemos a vernos, anticipa la ideología woke que hoy hace estragos en Hollywood y que irradia desde la meca del cine como un virus que quien no lo incorpore a su ADN no tendrá lugar en el sector. Y ahí sí que el mérito es enorme, si tenemos en cuenta que la película tiene la friolera de 55 años… El cine de Regueriro es como un viajero en el tiempo que nunca acierta a regresar a su época.

Regueiro embarca en esta cinta a dos actores españoles, uno veterano, Alfredo Mayo, y otra que empezaba a despuntar, Esperanza Roy. El papel del primero es algo forzado y Mayo tampoco se ve muy motivado en la cinta, le corresponde hacer de viejo carrozón literalmente pirrado por una antigua prostituta, convertida ahora en esposa de un militar norteamericano de la base de Torrejón de Ardoz.

Curioso este militar y su entorno de amigos: estamos en un momento en el que está a punto de estallar la Guerra del Vietnam. El grupo de militares… tiene horror a la guerra. Seguramente pensaban que su alistamiento en el ejército no iría más allá de “repartir bocadillos” zapaterianos como nuestras tropas destacadas en Afganistán (allí donde no tenían nada que hacer). Militares pacifistas a los que les causaba un horror infinido que pudieran enviarles a Vietnam… antes de saber en lo que se convertiría la guerra del Vietnam, por cierto.

Hay que añadir -para quien no haya pillado la presencia de wokismo en esta cinta- que tanto él como el grupo de amigos de “Tom” (el militar) son afroamericanos y que el único “blanco bueno” que aparece como amigo suyo es el único que morirá en la guerra. Parece como si el movimiento de los derechos civiles nacido en la primera mitad de los sesenta, hubiera elegido en la segunda mitad, ingresar en el ejército y los hubieran destinado a Torrejón. El caso es que el matrimonio no es feliz. La antigua chica, ligera de cascos, no se siente muy a gusto con un marido que, en un momento dado, decide que va a licenciarse del ejército, volver a EEUU y establecerse allí con su mujer e hijo. No le hace gracias llegar a un país repleto de prejuicios raciales.

Regueiro introduce en el círculo de protagonistas a otra pareja amiga de “Tom” y de “Matilde”, ambos son negros y él es, igualmente militar; ella es la consabida “negra cabreada”, amiga de “Matilde”, pero con la que también experimenta roces, en especial, cuando ha bebido un vado de whisky de más.

Alfredo Mayo intenta convencer a “Matilde” que no se vaya a EEUU, le ofrece todo lo que el otro le pueda ofrecer, pero aquí, en España. No queda muy claro el final. Hoy se le llama “final abierto” que equivale a decir: “acabando cómo es dé la gana, yo no me voy a comprometer”.

Es una película de factura aceptable. No tan buena como Amador, pero bastante superior al resto de la producción de Regueiro. Es discreta, el tiempo la ha erosionado lo suficiente como para que tenga mérito solamente como testimonio de las relaciones entre militares norteamericanos y chicas de alterne. Se filma en el 68, esto es, cuando los EEUU llevan desde la “era Kennedy” empantanados en Vietnam. Antes del “incidente de Tonkin” que, históricamente, supone la entrada en guerra oficialmente por parte de los EEUU, los asesores que había enviado Kennedy no se llevaron una mala impresión del país: creían que podrían preparar al ejército de Vietnam del Sur para liquidar al Vietcong. Es precisamente en esa época cuando se sitúa la trama de la película… no se entiende, por tanto, el miedo de unos militares a participar en un conflicto que solamente a partir de 1968 se experimentará como letal para el carácter norteamericano. En fin, una pequeña incoherencia del guion que en nada afecta al contenido.

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