ME ENVENENO DE AZULES (1969) – Francisco Regueiro – “Junior” imitando a Edipo...

Reconozco que el título me atrajo: es misterioso, es poético. Otro tanto a favor de la cinta: Beethoven y Bach están presentes. Imposible encontrar mejor Banda Sonora Original. Buena, muy buena fotografía y localizaciones insospechadas y "brutalistas". Y esto es todo: una cinta española en la línea de la Nouvelle Vague, en la que todo resulta increíble, insuficiente, inexplicado e inexplicable. Como la presencia de “Junior” (de “Juan y Junior”, conjunto de moda en la época), debut no particularmente brillante, por cierto.

FICHA

TITULO: Me enveneno de azules

AÑO: 1969

DURACIÓN: 84 minutos

DIRECTOR: Francisco Regueiro

GÉNERO: Drama

ARGUMENTO: El hijo de una familia acomodada vuelve de París. No sabe a qué se dedicará. Su hermano es director de cine y su padre, empresario. Su novia, mientras él estaba fuera, se lió con su padre y trabaja como actriz con su hermano. La sombra del complejo de Edipo y su resolución vía fulminante están en el fondo de esta película.

ACTORES: Junior, Charo López, Antonio Casas, Félix Corella, Cristina del Val, Francisco Guijar, María Fernanda Ladrón de Guevara, Mercedes Juste

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS AL SON DE LUDWIG VAN


CLIP 2 – UN ROSTRO CONOCIDO LLEGA A BARAJAS Y DEAMBULA POR MADRID (… Y LUDWIG VAN SIGUE)


CLIP 3 – CON LA NOVIA (QUE LO HA DEJADO TIRADO POR PAPÁ Y CON EL HERMANO QUE LA HA CONVERTIDO EN ARTISTA DE CINE)


CLIP 4 – RECUERDOS EN BLANCO Y NEGRO DE UNA ÉPOCA FELIZ (CON BURRO Y TODO)


CLIP 5 – DIÁLOGOS INTRASCENDENTES DE PERSONAJES VACÍOS


CLIP 6 – MADRID, LA PAGODA DE FISAC Y PAPÁ QUE NO QUIERE VER AL PROTA


CLIP 7 – LA NOVIA Y LA “TATA” EL DÍA QUE LA NASA LLEGÓ A LA LUNA


CLIP 8 – SOLEDAD A LA SOMBRA DEL MAGNIFICAT


CLIP 9 – SOLAMENTE LA “TATA” LLENA LA SOLEDAD DE JUNIOR


CLIP 10 – EL ENCUENTRO FINAL DE EDIPO CON PAPÁ SATURNO…


CLIP 11 – EDIPO ANTE LA TUMBA DE MAMÁ


CLIP 12 – EDIPO MATANDO A PAPÁ (O UN FREUD DE DIVULGACIÓN…)


 

Carteles y programas

 

 





Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: ME ENVENENO DE AZULES (formato MKV)

En RTVE play: ME ENVENENO DE AZULES

 

Lo menos que puede decirse sobre ME ENVENENO DE AZULES

El extraño título de esta cinta parece estar relacionado con un poema de Alberti en el que rememora los azules de Tintoretto. Vaya por delante que este aficionado al cine tiene a la cinta que dispone a comentar, como lamentable, patética en su final, mal urdida en todos los sentidos y con unos actores desaprovechados. Es una película, olvidable en todos los sentidos, salvo en uno que, como mínimo, resulta curioso: la presencia del “actor y cantante filipino Antonio Morales, más conocido como ‘Junior’”. Ambos, Juan Pardo y Antonio Morales se conocían desde principios de los 60 cuando había participado en las actividades musicales de Los Pekenikes y luego de Los Brincos. No fue sino hasta 1967 cuando formaron el dúo “Juan y Junior” que se prolongó durante apenas dos años, pero extraordinariamente prolíficos, lanzando al mercado 6 singles todos ellos muy bien acogidos por el público de la época. En 1967 se casó con Rocío Dúrcal que sería su esposa hasta la muerte de ella en 2006. Así pues, la película que comentamos es posterior a su ruptura con Juan Pardo y anterior a su matrimonio.

En ese momento, Junior parecía no tener claro si dedicarse a la canción o pasarse al cine. Filmó cuatro películas, de las que esta es la más recordada, aunque no la mejor. Se recuerda, no tanto por el contenido en sí de la cinta, como por el hecho de haber sido dirigida por uno de esos “enfants terribles” salidos de la Escuela Oficial de Cinematografía y con un indudable compromiso con la izquierda progresista. De no ser por el prestigio que tuvieron en aquellos años “los trabajadores de la cultura” (como los calificó Santiago Carrillo), la mayoría de películas de Regueiro estarían completamente olvidadas. Y conste que consideramos su película Amador como una de las últimas obras maestras del período dorado “cine negro” español. Pero lo cierto, es que, se mire como se mire, y con toda la condescendencia que se quiera hacia los “enfants terribles”, incluso al margen del poético título de Me enveneno de azules, la película es una catástrofe insalvable.

Un producto progre de una época en el que la moda era ser progre y caracterizarse por cuatro rasgos distintivos: ser antifranquista, ser freudiano y mucho más freudo-marxista en la línea de la Escuela de Frankfurt y del más mediocres de sus popes, Herbert Marcusse, dar palmadas con las orejas a la “revolución de mayo del 68” en Francia y, rondar en la periferia del Partido Comunista de España o en su militancia. Pues bien, estos elementos, salvo el último están presentes en la cinta.

El protagonista, es un joven despistado -Junior- que regresa de París en donde ha vivido las “jornadas de mayo” (no se dice, pero se intuye). Al regresar se encuentra completamente desplazado y anulado: su novia lo ha dejado y se ha liado con su padre, su hermano, director de cine, le ha dado un papel protagonista en la película que está filmando. ¿Qué espacio le queda a él? Con un complejo de Edipo elevado a la enésima potencia, “Junior” evoluciona durante más de una hora ante las cámaras, siempre con el torso al descubierto (no le hubiera venido mal, desarrollar un poco esa musculatura, por cierto), entre cabreado, aislado, confundido, sintiéndose traicionado por unos o por otros. Termina como terminan los dramas freudianos en los que los guionistas tienen solamente una idea muy aproximada de lo que quiso decir Freud en torno a la pulsión edípica. “Junior” mata al padre y no simbólicamente, sino atizándole un tambor de revólver. Me ha recordado a algunos personajes de las novelas de Dirue La Rochelle que, después de buscarse a sí mismos a través de entre 200 y 500 páginas, terminan haciendo cualquier estupidez: el “Gilles” de Gilles termina en la guerra civil española, el protagonista de Fuego Fatuo, se pega un tiro en la última escena.

El padre, Antonio Casas, apenas aparece; y es una pena porque su papel hubiera podido dar mucho más de sí. Era el mejor actor que aparecía en esta cinta. Junior tiene un problema interpretativo: falta de tablas. Se nota. Hizo bien siguiendo una carrera musical. Charo López, estaba en sus primeros pasos y le faltaba todavía un trecho para alcanzar la madurez interpretativa.

¿Lo mejor de la película? La selección musical, piezas de música clásica, algo que Stanley Kubrick utilizará en varias de sus cintas (Barry Lyndon, 2001 una Odisea Espacial, La naranja mecánica…). La diferencia es que en Kubrick utiliza esas música como acompañamiento de escenas que “piden”, precisamente, esas músicas: cuando el protagonista de la Naranja Mecánica se revuelve contra sus drugos al oír un fragmento del 2º movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven (“entonces supe lo que tenía que hacer…”) , o el Así hablaba Zarathustra Op. 30 de Strauss en los primeros planos de 2001 una Odisea Espacial, o en el “ballet espacial” con los acordes del Danubio Azul, etc, etc, etc. Pero el problema es que Regueiro ha introducido unas maravillosas piezas de música clásica en un contexto en el que no era necesaria tanta épica sonora. Se agradece, pero no venía a cuento. Ni el Magnificat de Bach, ni la 7ª sinfonía de Beethoven en su Allegretto, ni siquiera -otro acierto de la cinta- el situar unas escenas en la antigua “pagoda” que nos llamaba la atención cuando llegábamos desde Barcelona a Madrid, construida por Miguel Fisac, logran salvar la cinta. Constituyen, eso sí, lo mejor de la película, pero el guion es excesivamente deslavazado, inconexo, poco justificado. La insatisfacción del protagonista y su angustia vital es fácilmente explicable (su padre le ha “picado” la novia, así que la situación no es para echar cohetes). Comprensible, pero no era esa la causa de la “angustia” que sentían algunos jóvenes en aquellos años.

La crítica progre habría asimilado el padre (Antonio Casas) al “franquismo”. No es evidente; pero, en cualquier caso, incluso aceptando esta tesis, el problema persiste: así pues, ¿está justificando Regueiro la “muerte del padre” mediante el disparo de una pistola, lo que en términos histórico-políticos supondría justificar el terrorismo antifranquista que ya vimos en las siglas ETA, FRAP, GRAPO, etc? Además, Freud no iba por donde Regueiro intenta encarrilar la trama: venía a decir que el complejo de Edipo es una actitud psicológica que se supera con la edad, cuando el período de adolescencia queda atrás. En ese momento el padre deja de ser una rival y se normaliza la relación padre-hijo, salvo para inmaduros que retrasan esa evolución o, incluso, que no la superarán jamás. Y, conste que, de todas las teorías de Freud, esta es una a la que hoy se presta muy poca atención y se da como errónea.

Véanla y se convencerán de que la crítica aquí planteada no es parcial y subjetiva, sino que hemos intentado salvar lo salvable: la música y algunos encuadres madrileños. Ah, se me olvidaba y la presencia de Jaime Chavarri y de Antonio Gasset en sendos breves cameos. Se puede ver como curiosidad por todo esto y por la presencia de Junior. Por nada más.

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