EL OJO DE CRISTAL (1956) – Antonio Santillán – Otra obra maestra del género negro español

Barcelona de noche. Sórdida. En blanco y negro. Ambientada en parte entre el Barrio Gótico (antes de que se reconstruyera) y el puerto (antes de que se adecentara). Esta película es algo más que un recorrido turístico por una Barcelona que fue hace 70 años y que ya ha desaparecido. Pero es también el escenario en el que evolucionan actores inolvidables (hoy olvidados) con guion basado en un relato de Cornell Woolrich.

FICHA

TITULO: El ojo de cristal

AÑO: 1956

DURACIÓN: 92 minutos

DIRECTOR: Antonio Santillán

GÉNERO: Negro

ARGUMENTO: La historia de un policía en crisis de confianza y de un asesino sin escrúpulos que tienden a cruzarse, gracias a un tintorero del Barrio Gótico y de su hijo, amigo del hijo del policía. El hombre sin escrúpulos, capaz de cualquier atrocidad, y el policía que duda de sí mismo y que necesita un éxito para relanzar su carrera profesional. Película con niños (antes de que se volvieran repipis)

ACTORES: Carlos López Moctezuma, Armando Moreno, Beatriz Agirre, Jesús Colomer, Francisco Alonso, José Sazatornil, Juanita Espín, Javier Dotú, Carolina Jiménez, Miguel Fleta, Manuel Fernández Pin,

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS Y UN HOMBRE PASEA POR UNA BARCELONA SÓRDIDA


CLIP 2 – UN TINTORERO EXÓTICO EN EL BARRIO GÓTICO


CLIP 3 – NOVIA, COMPLICE… UNA CHICA INGENUA QUE ACTUA POR AMOR


CLIP 4 – NIÑOS DEL BARRIO EN LA BARCELONA SESENTERA


CLIP 5 – UNA COARTADA CASI PERFECTA…


CLIP 6 – … PARA UN ASESINATO CASI PERFECTO


CLIP 7 – LA POLICÍA ENTRA EN ACCION, COMPROBANDO COARTADAS


CLIP 8 – EL POLICÍA DEPRE Y EL HIJO QUE ADMIRA A SU PADRE


CLIP 9 – LA POLICÍA SOSPECHA DEL NOVIO


CLIP 10 – LOS NIÑOS SIGUEN AL SOSPECHOSO


CLIP 11 – LA PRUEBA QUE HACÍA FALTA (Y LOS NIÑOS TRAS EL SOSPECHOSO)


CLIP 12 – SALVADO IN EXTREMIS


Carteles y programas

 

 

    

Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: EL OJO DE CRISTAL (en formato AVI)

A TRAVÉS DE EMULE: EL OJO DE CRISTAL (en formato MKV)

En FlixOlé: EL OJO DE CRISTAL

 

Lo menos que puede decirse sobre EL OJO DE CRISTAL

 Otra memorable película de género negro, filmada en una Barcelona desaparecida de la que esta película nos deja muchos rastros, casi arqueológicos. La película, naturalmente, está producida por Iquino que, por entonces, se movía en los aledaños del Paralelo, en donde tenía los estudios de los que partieron algunas de las mejores películas de género negro de los años 50 y 60. Esta figura entre las más cuidadas. Hay algo de Hitchcock y también del Welles de El Tercer Hombre. Es una película “con niños” y, de hecho, se resuelve gracias a los niños. Pero no es una película repipi, sino que nos muestra a una infancia que podía andar sola por las calles del barrio Gótico barcelonés y en los lugares más recónditos del puerto. Zonas que hoy solamente son recorridas por turistas inconscientes, delincuentes en busca de presas, y buenas gentes que, por algún motivo, deben desplazarse por la zona y caminan alerta ante posibles encontronazos con la delincuencia multiculti que puebla la, ayer, Ciudad Condal y hoy “capital mundial de la okupación”. A lo que vamos, una película notable.

El relato original es de Cornell Woolrich que ha sido definido como el “cuarto mejor escritos de crímenes de su época, tras Dashiell Hammett, Erle Stanley Gardner y Raymond Chandler”. El texto que serviría como base para esta película, fue escrito en los años 40 con el seudónimo de “William Irish”, adaptado por el propio Iquino junto a sus colaboradores Joaquina Algars y Antonio de la Loma.

La película se sitúa históricamente en un momento de ascenso de la calidad -y de la cantidad- de películas de género negro español que vivía entonces su “período dorado”. Está filmada en blanco y negro, habitualmente con tonos sombríos o muy sombríos que resaltan el dramatismo y el suspense de algunas escenas. Hay dos líneas argumentales que terminan confluyendo: la de unos niños que se comportan -doy fe, porque en aquella época, yo mismo era un niño como los que aparecen en la película- como niños de su tiempo, viven en las calles y sus amistades son del barrio; uno de ellos es hijo de un policía que está atravesando por una crisis personal: hace tiempo que no tiene éxitos relevantes y esto le está llevando a la depresión y a la desmoralización y ésta a problemas en su vida conyugal; la otra línea argumental está representada por un delincuente-estafador, psicópata sin escrúpulos, y su novia, a la que obliga a trabajar para “santearle” objetivos. Ella cree que, finalmente, huirá con aquel al que considera su novio, pero éste no tiene la menor intención de hacerlo. Es más, para ocultar sus pasos, termina matándola. El caso terminará en manos del policía deprimido que no parece encontrar ninguna pista.

Sin embargo, su hijo ha conseguido un ojo de cristal que pertenecía a una de las víctimas del estafador, a la que ha asesinado. El ojo será cambiado por tebeos y terminará en manos del hijo del policía. Ha aparecido en el interior de un traje que un desconocido ha llevado a la tintorería propiedad del padre de uno de los niños. El hijo del policía se empeña en conocer la historia del ojo, intuyendo que el individuo que ha llevado el traje en cuestión a la tintorería, tiene algo que ocultar. Y, efectivamente, se trata del asesino-estafador. Los niños, lo siguen, por la noche, cuando va a retirar el traje a la tintorería y es así como descubren el lugar en donde ha ocultado el cadáver del propietario del ojo. El niño está a punto de ser capturado por el asesino, pero la policía -y su padre- llegan antes. Final feliz, in extremis.

Un argumento movido, pero no particularmente brillante, salvo por el hecho de que se ha visto realzado por tres elementos: de un lado unas interpretaciones magistrales, de otro cierto ingenio a la hora de plantear el asesinato y la coartada de la novia y, finalmente, por una fotografía y unos contrastes de luces y sombras propios del gran cine. Todo esto es lo que consigue que esta película figure entre las “grandes” de la época dorada del “género negro español”.

Ahora bien, no todo el mérito es español. La mitad del elenco protagonista y la mitad del capital fueron mexicanos. Actúan por la parte “villana”, los actores Carlos López Moctezuma y Beatriz Aguirre. Inicialmente, ella era dentista, profesión diametralmente opuesta a la interpretación, pero se sentía llamada a las tablas y debutó en 1944 en una obra de teatro -La monja alférez- junto a María Félix. Luego interpretaría otras muchas obras siempre de autores teatrales clásicos o de primera fila. Se prodigó en televisión y en cine, pero también como actriz de doblaje. Estuvo en activo prácticamente hasta poco antes de su muerte acaecida en 2019 a los 94 años… López Moctezuma, también mexicano, se especializó en el papel de villano. En España, el mismo año, lo veríamos también en Playa prohibida, no dejando indiferentes a los espectadores.

La parte española tenía como protagonista a Armando Moreno, especializado en papeles policíacos, marido de Nuria Espert, y que protagonizó entre 1950 y 1962, algo más de veinte películas (de las que destacan Los agentes del Grupo Quinto, Un vaso de Whisky, Camino cortado, Cuatro en la frontera, etc.). Pero, sobre todo, un papel a destacar, a pesar de su brevedad, es el del tintorero, padre de uno de los niños, interpretado por José Sazatornil “Saza”, que aquí borda su actuación como ningún otro actor podía hacerlo. De las más de 100 películas interpretadas por “Saza”, ésta figura, sin duda, entre las mejores.

La película tiene como encargado de fotografía a Ricardo Albiñana que, en los años 50-70 trabajo con los mejores directores de cine español de la época. Albiñana consigue extraer el máximo partido del casco antiguo de la Ciudad Condal y sitúa a los personajes en encuadra magistrales, tanto en el puerto de Barcelona, en la zona de coks, como en la Estación de Francia o en el barrio de Gracia. Él, especialmente, contribuye a que esta película nos ayude a conocer algo mejor la Barcelona cincuentera que “fue y ya no es”. Solo verla, muchos sentimos nostalgia de la ciudad que “alguien” nos ha robado y transformado en una aglomeración con olor a cloaca, a porro y a gasolina quemada. Porque esta película además de ser cine policíaco, es también un recordatoria documental de una ciudad.

Película “con niño”, pero no “película de niños”, sutil diferencia, pero necesario a la vista de productos que aparecieron poco después: con niños insufribles destinados a convertirse en famosos de la canción. Película situada en la etapa ascendente del género negro, que conviene ver y admirar para ser conscientes de lo que podía hacer el cine español en la postguerra.

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