NINETTE Y UN SEÑOR DE MURCIA (1965) – Fernando Fernán Gómez – Un Mihura en al cine
Las comedias salen redondas cuando cuentan con tres factores: un
buen libreto (en este caso de Miguel Mihura), unos actores provistos de vis
cómica aguzada y un tema en que, por sí mismo, las contradicciones generen
sonrisas. Los tres elementos están presentes en esta obra de teatro
diestramente llevada al cine y que, por su simplicidad y sencillez -es casi una
sit-com- hace palidecer a las astracanadas de cada año se estrenan en nuestro
país y producen vergüenza ajena.
FICHA
TITULO: Ninette y un Señor de Murcia
AÑO: 1965
DURACIÓN: 195 minutos
DIRECTOR: Fernando Fernán Gómez
GÉNERO: Comedia
ARGUMENTO: El propietario de una
tienda piadosa en Murcia decide aprovechar la herencia recibida para emprender
un viaje a la ciudad de sus sueños en la que cree que todo es posible: París.
Allí le espera su amigo del alma que espera le pueda enseñar la ciudad. Sin
embargo, las cosas se desarrollarán de otra manera completamente diferente.
ACTORES: Fernando Fernán Gómez,
Rosenda Monteros, Aldredo Landa, Aurora Redondo, Alfonso del Real, Rafael López
Somoza
CLIPS
CLIP 1 – PESENTACIÓN Y CRÉDITOS
CLIP 2 – LA EXÓTICA MADAME BERNARDA
CLIP 3 – EL AMIGO DEL ALMA
CLIP 4 – MESIÉ PIERRE, EL SINDICALISTA
CLIP 5 – Y, FINALMENTE, NINETTE…
CLIP 6 – CON NINETTE CADA VEZ MÁS CERCA… Y LA NOSTALGIA DE MESIÉ
PIERRE
CLIP 7 – EL NOVIO, RENÉ
CLIP 8 – PARIS, TAN CERCA Y TAN LEJOS…
CLIP 9 – MESIÉ PIERRE Y SUS SOSPECHAS (LA IZQUIERDA HOMÓFOBA…)
CLIP 10 – LAS SOSPECHAS DEL AMIGO DEL ALMA
CLIP 11 – “PAPA, VOY A TENER UN HIJO DE MESIÉ MARTINEZ”
CLIP 12 – LA ÚLTIMA OCASIÓN DE VER PARÍS.
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Y UN SEÑOR DE MURCIA
Lo menos que puede
decirse sobre NINETTE Y UN SEÑOR DE MURCIA
“Madame Bernarda” y “Mesié Pierre”, los padres de “Ninette” y
anfitriones del “Señor de Murcia”, también llamado “Andrés”, forman, junto con
“Armando”, el amigo del alma de “Andrés”, el conjunto que aparece como
protagonista en lo que hoy se llamaría una “comedia de situación” y que, al
estrenarse fue considerada como “comedia costumbrista”. Personajes como estos
solamente podían salir de la portentosa mente de Miguel Mihura. Estrenada como
comedia en 1964, precisamente en el escenario de lo que treinta y un años antes
había sido escenario del nacimiento de Falange Española, partido que encarnó
los ideales de Mihura, ha sido llevada en dos ocasiones al cine (la versión que
comentamos ahora y la que filmó en 2005 José Luis Garci). Concebida como
comedia en dos partes y cuatro actos, tuvo su continuación dos años después en Ninette:
Modas de París, cuando la pareja formada por “Ninette” y “Andrés” se
instalan en Murcia y ella transforma la tienda de artículos religiosos en una
boutique de moda. Fue una de las últimas comedias de Mihura, que permanecería
en activo hasta 1968 y moriría en plena transición a los 73 años. Fue, por
cierto, uno de los guionistas de la película Bienvenido, Mister Marshall
(1962) con Bardem y Berlanga.
La responsabilidad de trasladar una obra de teatro al cine, con
todos los riesgos que ello implica, corrió a cargo de Fernando Fernán Gómez, el
cual contó con la opinión de Mihura para el proyecto. Es significativo que
Alfredo Landa, ocupara el mismo papel en el estreno de la obra teatral y en la
película. La película se adapta como un guante al libreto original y el
resultado final es una de las comedias más entrañables, por lo que tiene de
ingenua, pero también por el trasfondo costumbrista y, incluso, la
intencionalidad política, que destila.
Resumimos el argumento. “Andrés” es un joven de provincias que
está al frente de una tienda de objetos religiosos. No es un gran negocio, pero
le permite sobrevivir en un tiempo en el que el catolicismo seguía siendo
hegemónico, especialmente en la España profunda. Recibe una inesperada herencia
y se eco de los rumores que corrían sobre París, considerada como “ciudad del
pecado” y en donde lo más normal era viajar para tener un “flirt” y vivir con
intensidad la aventura amorosa. Con esa intención, “Andrés” se pone en contacto
con su amigo “Armando” que lleva ya unos años en la capital francesa, para que
le organice la estancia. No dispone de mucho dinero, pero le encantaría conocer
la ciudad y vivir esa aventura erótica.
Al llegar, a Austerlitz, “Andrés” no logra encontrar a su amigo y
se dirige a la dirección que le ha dado en donde dormirá. Cree que es un hotel,
pero, en realidad, se trata de una familia de exiliados republicanos españoles
afincados en París desde 1939. Él, por supuesto, no habla nada de francés y,
después de mucho esfuerzo, logra conocer a “Madame Bernarda”, la anfitriona que
se expresa en una mezcla de español y francés mínimamente comprensible. Algo
más tarde llegará “Mesié Pierre”, el cónyuge de la anfitriona y, aun mas tarde,
su amigo “Armando”. Sobre todo, tiene ganas de conocer la capital francesa,
pero todo se desarrollará de una manera muy diferente a lo que habría
programado.
El matrimonio de exiliados, tiene una hija encantadora. Por
supuesto “Andrés” se fija en ella. Pero, por encima de todo, quiere conocer
París. No habrá forma. En poco tiempo, será ella quien le declare su amor y el
deseo de casarse con “Andrés”. Hasta llegar a ese punto se produce una sucesión
de incidentes que siempre terminan con “Andrés” encerrado en casa y cerca de
“Ninette”. A todo esto, el padre, un sindicalista, está preparando con sus
amigos una huelga general que estalla durante la estancia de “Andrés”.
Al final, el matrimonio republicano decidirá seguir a su hija,
trasladarse a Murcia y emprender una nueva vida en la Patria. Final feliz.
Comedia ingenua, pero con un mensaje político bastante evidente.
Tras un argumento aparentemente banal, viaja el tema de la
“reconciliación nacional”. El republicano exiliado que no había tenido ningún
tipo de responsabilidad en matanzas ni en delitos cometidos durante la guerra,
no ha olvidado su tierra natal, a pesar del cuarto de siglo de exilio. Quiere
volver. Y no hay nada que se lo impida. Estamos en 1962, incluso algunos
furibundos anarcosindicalistas de los años 30, habían regresado, e incluso
algunos se habían integrado en el aparato sindical del franquismo. “Mesié
Pierre” será uno de tantos. Aún faltaban unos años para que Santiago Carrillo
pontificara su “pacto por la libertad” y su particular idea de “la
reconciliación”. No era una idea nueva, ni siquiera en el cine franquista.
Edgar Neville en la última escena de Frente
de Madrid, ya la había dejado en el aire: y era 1939.
Quedaría por hablar de la realización y de las actuaciones. El
papel de Ninette fue asumido por Rosenda Monteros, una actriz mexicana,
prácticamente olvidada en España pero cuya carrera fue rutilante en los años 50
y 60, siendo coprotagonista, entre otras, de la histórica Los siete
magníficos (1960). Aquí, esta actriz hispana, se transforma en una
parisina alocada, intensa y juvenil. Aldredo Landa, como hemos dicho, repite
papel, reconociendo que él, por su parte, no se ha comido una rosca en el
lustro que lleva atrapado en París. Los padres de Ninette están representados
por dos actores procedentes del teatro, Rafael López Somoza y la incombustible
Aurora Redondo; ambos logran expresarse en esa jerga-pastiche lingüístico que
todos los exiliados republicanos terminaron hablando en Bobigni, Saint Denis o
en cualquiera de los barrios de la banlieu parisina. Capítulo aparte merece la
actuación de Fernando Fernán Gómez que se reserva el papel protagonista.
Estamos en 1965 y el actor apenas ha superado los cuarenta años, sigue
conservando un aspecto juvenil e, incluso, atontolinado, que le abrirá las
puertas de innumerables comedias en la postguerra. Hacía unos años que se había
separado de María Dolores Pradera y seguía sentimentalmente solo hasta que en
1973 conoció a Emma Cohen con la que contraería matrimonio en 2000 y junto a la
cual fallecería en 2007. Fue uno de esos actores todoterreno que encajaban en
cualquier papel. El año en que estrenó esta película sería un gran año para
Fernán Gómez. Fue el mismo año en el que dirigió su primer gran éxito, El
extraño viaje, una de las mejores películas de la postguerra,
superior, incluso, al cine de Berlanga.
Vista a sesenta años de haber sido filmada, Ninette y un Señor de
Murcia sigue sin haber perdido ni un punto de sentido del humor. Todo lo demás
ha cambiado: los barrios que poblaron exiliados republicanos, ahora son “zonas
particularmente sensibles”, habitadas por legiones de inmigrantes y
descendientes de inmigrantes africanos, inestables, peligrosos y sometidos a
convulsiones periódicas, barrios subsidiados en donde la República apenas tiene
presencia y ha renunciado a ejercer su identidad. Malos tiempos para Francia y
mucho peores para París que ha cometido la gran irresponsabilidad de creer que
podrá organizar una Olimpiada en el verano de 2004. Se entiende que “Madame
Bernarda” y “Masié Pierre” optaran por volver a España. Ellos si parecían saber
lo que se preparaba. Macron, en cambio, solo empieza a intuirlo ahora mismo.
Película recomendable que todo cinéfilo debería ver, como mínimo, una vez en la vida. .
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